De las catequesis de san
Cirilo de Jerusalén, obispo
Anunciamos la
venida de Cristo, pero no una sola, sino también una segunda, mucho más
magnífica que la anterior. La primera llevaba consigo un significado de
sufrimiento; esta otra, en cambio, llevará la diadema del reino divino.
Pues casi todas las cosas son dobles en nuestro
Señor Jesucristo. Doble es su nacimiento: uno, de Dios, desde toda la
eternidad; otro, de la Virgen, en la plenitud de los tiempos. Es doble también
su descenso: el primero, silencioso, como la lluvia sobre el vellón; el otro,
manifiesto, todavía futuro.
En la primera venida fue envuelto con fajas en el
pesebre; en la segunda se revestirá de luz como vestidura. En la primera
soportó la cruz, sin miedo a la ignominia; en la otra vendrá glorificado, y
escoltado por un ejército de ángeles.
No pensamos, pues, tan sólo en la venida pasada;
esperamos también la futura. Y, habiendo proclamado en la primera: Bendito el
que viene en nombre del Señor, diremos eso mismo en la segunda; y saliendo al
encuentro del Señor con los ángeles, aclamaremos, adorándolo: Bendito el que
viene en nombre del Señor.
(Catequesis 15,1-3: PG 33, 870-874)
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