Dios está enamorado de nuestra
pequeñez, su misericordia no tiene fin. Lo afirmó el Papa durante
la Misa de la mañana celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, en la
que también participaron los cardenales del Consejo de los Nueve, que
comenzaron, precisamente hoy, su 12ª Reunión de trabajo con el Santo
Padre.
En su homilía, el Pontífice subrayó que la misericordia es como una caricia, como el abrazo de
un padre que da consuelo y seguridad a su hijo.
“El Señor es misericordioso y grande en el
amor”. El Papa
Francisco desarrolló su homilía matutina partiendo de la
primera Lectura – tomada del libro de Isaías – donde en un monólogo del
Señor se comprende que Dios ha elegido a su pueblo “no porque fuera grande o
poderoso”, sino “porque era el más pequeño de todos, el más miserable de
todos”.
Dios se enamora de nuestra pequeñez
Dios – prosiguió diciendo el Papa – “se ha enamorado de esta miseria, se ha enamorado precisamente
de esta pequeñez”. Y en este monólogo de Dios con su pueblo – reafirmó –
“se ve este amor”, un “amor tierno, un amor como el del papá o la mamá”,
cuando habla con el niño que “se despierta de noche asustado por un sueño”. Y
lo tranquiliza: “Yo te tomo la mano derecha, quédate tranquilo, no temas”:
“Todos nosotros conocemos las caricias de
los papá y de las mamás, cuando los niños están inquietos por el susto: ‘No
temas, yo estoy aquí; Yo estoy enamorado de tu pequeñez; me he enamorado de tu
pequeñez, de tu nada’. E incluso: ‘No tengas miedo de tus pecados, Yo te quiero
tanto; Yo estoy aquí para perdonarte’. Esta es la misericordia de Dios”.
Francisco recordó también a un santo que
hacía muchas penitencias, al que el Señor le pedía cada vez más hasta que éste
le dijo que ya no tenía nada más para darle y a quien Dios le respondió: “Dame
tus pecados”:
“El Señor quiere tomar sobre sí nuestras
debilidades, nuestros pecados, nuestros cansancios. Jesús cuántas veces hacía
sentir esto y después: ‘Vengan a mí, todos ustedes que están fatigados,
agobiados, y yo les daré descanso. Yo soy el Señor tu Dios, que te tengo por la
derecha, no temas pequeño, no temas. Yo te daré fuerza. Dame todo y yo te
perdonaré, te daré paz”.
Que la misericordia de Dios nos haga más
misericordiosos con los demás
Estas son “las caricias de Dios” – dijo
también el Papa
Bergoglio –, son las caricias de nuestro Padre, cuando
se expresa con su misericordia”:
“Nosotros que estamos tan nerviosos,
cuando una cosa no va bien, nos agitamos, estamos impacientes… En cambio Él:
‘Quédate tranquilo, hiciste algo gordo, sí, pero quédate tranquilo; no temas,
Yo te perdono. Dámela’. Esto es lo que significa lo que hemos repetido en el
Salmo: ‘El Señor es misericordioso y grande en el amor’. Nosotros somos
pequeños. Él nos ha dado todo. Nos pide sólo nuestras miserias, nuestras
pequeñeces, nuestros pecados, para abrazarnos, para acariciarnos”.
“Pidamos al Señor – concluyó
diciendo Francisco en su homilía – que despierte en cada uno de nosotros,
y en todo el pueblo, la fe en esta paternidad, en esta misericordia, en su
corazón. Y que esta fe en su paternidad y su misericordia nos haga un poco más
misericordiosos con los demás”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).