martes, 6 de julio de 2010

El profeta Oseas

Todo el mensaje de Oseas tiene como tema principal el amor del Señor despreciado por su Pueblo.
Su dramática experiencia conyugal le hizo penetrar en los secretos del corazón de Dios, que ama a Israel como un padre a su hijo y un esposo a su esposa.
Él es el primero entre los profetas que describe la relación entre el Señor e Israel en términos de unión matrimonial.
El Dios de Oseas es un Dios apasionado, que se expresa con el lenguaje del amor: él manifiesta su ternura, sus celos, su ardiente deseo de ser correspondido y su violenta indignación al verse traicionado.
Pero esa ternura no es un signo de debilidad. Es la fuerza de Dios, capaz de transformar al hombre y de hacer desaparecer en él hasta el recuerdo del pecado. Por eso su última palabra no es de rechazo y de condenación, sino que anuncia en términos de "alianza" una maravillosa restauración.


Le pediré cuenta por los días de los Baales,
a los que ella quemaba incienso,
cuando se adornaba con su anillo y su collar
e iba detrás de sus amantes,
olvidándose de mí –oráculo del Señor–.

 Por eso, yo la seduciré,
la llevaré al desierto
y le hablaré a su corazón.

 Desde allí, le daré sus viñedos
y haré del valle de Acor
una puerta de esperanza.
Allí, ella responderá
como en los días de su juventud,
como el día en que subía del país de Egipto.

Aquel día –oráculo del Señor–
tú me llamarás: "Mi Esposo"
y ya no me llamarás: "Mi Baal".