Al
formular las bienaventuranzas, Mateo, a diferencia de Lucas, se preocupa de
trazar los rasgos que han de caracterizar a los seguidores de Jesús. De ahí la
importancia que tienen para nosotros en estos tiempos en que la Iglesia ha de
ir encontrando su estilo cristiano de estar en medio de una sociedad
secularizada.
No es
posible proponer la Buena Noticia de Jesús de cualquier forma. El Evangelio
sólo se difunde desde actitudes evangélicas. Las bienaventuranzas nos indican
el espíritu que ha de inspirar la actuación de la Iglesia mientras peregrina
hacia el Padre. Las hemos de escuchar en actitud de conversión personal y
comunitaria. Sólo así hemos de caminar hacia el futuro.
Dichosa
la Iglesia "pobre de espíritu" y de corazón sencillo, que actúa sin
prepotencia ni arrogancia, sin riquezas ni esplendor, sostenida por la
autoridad humilde de Jesús. De ella es el reino de Dios.
Dichosa
la Iglesia que "llora" con los que lloran y sufre al ser despojada de
privilegios y poder, pues podrá compartir mejor la suerte de los perdedores y
también el destino de Jesús. Un día será consolada por Dios.
Dichosa
la Iglesia que renuncia a imponerse por la fuerza, la coacción o el
sometimiento, practicando siempre la mansedumbre de su Maestro y Señor.
Heredará un día la tierra prometida.
Dichosa
la Iglesia que tiene "hambre y sed de justicia" dentro de sí misma y
en el mundo entero, pues buscará su propia conversión y trabajará por una vida
más justa y digna para todos, empezando por los últimos. Su anhelo será saciado
por Dios.
Dichosa
la Iglesia compasiva que renuncia al rigorismo y prefiere la misericordia antes
que los sacrificios, pues acogerá a los pecadores y no les ocultará la Buena
Noticia de Jesús. Ella alcanzará de Dios misericordia.
Dichosa
la Iglesia de "corazón limpio" y conducta transparente, que no
encubre sus pecados ni promueve el secretismo o la ambigüedad, pues caminará en
la verdad de Jesús. Un día verá a Dios
.
Dichosa
la Iglesia que "trabaja por la paz" y lucha contra las guerras, que
aúna los corazones y siembra concordia, pues contagiará la paz de Jesús que el
mundo no puede dar. Ella será hija de Dios.
Dichosa
la Iglesia que sufre hostilidad y persecución a causa de la justicia, sin
rehuir el martirio, pues sabrá llorar con las víctimas y conocerá la cruz de
Jesús. De ella es el reino de Dios.
La
sociedad actual necesita conocer comunidades cristianas marcadas por este
espíritu de las bienaventuranzas. Sólo una Iglesia evangélica tiene autoridad y
credibilidad para mostrar el rostro de Jesús a los hombres y mujeres de hoy.