Se ha escrito
que Pablo VI fue un Papa al que todavía le tenemos que hacer justicia, y más
aún cuando ya han sido canonizados su antecesor y un sucesor: Juan
XXIII y Juan Pablo II. Recordemos que Pablo VI recibió el Concilio Vaticano II
de manos de Juan XXIII, que murió cuando apenas se habían iniciado los trabajos
de la gran asamblea conciliar, y lo llevó hasta la conclusión, encargándose de
su primera aplicación en las décadas de los 60 y 70, unos años muy difíciles
para el gobierno de la Iglesia.
Recordemos
también que fue el primer Papa que hizo una peregrinación a Tierra Santa, donde
tuvo un encuentro memorable con el patriarca Atenágoras, con aquel gran abrazo
entre los máximos representantes de las Iglesias de Oriente y de Occidente, un
gesto que llevaría, al final del Concilio Vaticano II, a anular las mutuas
excomuniones entre Roma y Constantinopla, que venían del siglo XI.
Pablo VI fue
el Papa que hizo cardenales a Karol Wojtyla (en 1967) y a Joseph Ratzinger
(1977), ambos
sucesores suyos, que se han convertido en san Juan Pablo II y Benedicto XVI,
hoy Papa emérito.
También fue
el Papa que comenzó los viajes apostólicos, además de la ya mencionada
peregrinación a Tierra Santa durante el Concilio Vaticano II, a las Iglesias
locales de los cinco continentes.
Entre las muchas cosas que se pueden recordar
de este Papa está la encíclica Populorum Progressio (1967),
escrita al final del colonialismo, cuando nacían y crecían en el
mundo nuevas naciones y nuevos estados. Después publicó la Humanae
Vitae (1968), la encíclica sobre el control de la natalidad y los
valores de la familia. De la última etapa de su pontificado es su exhortación
apostólica sobre el anuncio del Evangelio,Evangelii Nuntiandi, del 8 de
diciembre de 1975, un texto que aún hoy es un punto de referencia cuando se
habla de la evangelización.
Recuerdo que
el papa Francisco, que tiene una gran admiración por el papa Montini, en la
audiencia que nos concedió a los participantes en el reciente Congreso de la
Pastoral de las Grandes Ciudades, el 27 de noviembre de 2014, concluyó sus
palabras haciendo un gran elogio de Pablo VI: "En los escritos del
beato Pablo VI cuando era arzobispo de Milán –nos dijo-, hay una verdadera
reserva de cosas que nos pueden ayudar a llevar el Evangelio a las grandes
ciudades".
+ Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona
+ Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona