viernes, 26 de mayo de 2017

“La columna vertebral de la Iglesia es el sufrimiento de las comunidades perseguidas”


Mons. Louis-Marie Ling Mangkhanekhoun, obispo de Paksé y administrador apostólico de la diocesis de Vientiane, capital de Laos, será creado cardenal por el papa Francisco el 18 de junio próximo junto a otros cuatro obispos, como anunciado el 21 de mayo pasado después de la oración del Regina Coeli.
El obispo de Paksé concedió una entrevista a ZENIT, el pasado mes de febrero, durante la visita ad límina que realizaron en Roma los obispos camboyanos en la que  ha explicado la situación difícil de su país que vive bajo un régimen comunista, los intentos de diálogo de la Iglesia de Laos con el gobierno, los proyectos de estudio para los seminaristas, y del ánimo que el Papa ha infundido a los obispos asiáticos durante su visita a Roma.
“La columna vertebral de la Iglesia es el sufrimiento de las pequeñas Iglesias”, declaró Mons. Ling, citando las palabras del Papa en la homilía del 30 de enero de 2017: “Él repitió esto: la fuerza y la pujanza de la Iglesia reside en las pequeñas Iglesias sufridoras”, y es gracia a esto “que nosotros vivimos en aquí en tranquilidad”.
Beatificación de los mártires de Laos
Mons. Ling estimó que “existe una espiritualidad realmente teológica” en este mensaje que el Papa hizo, aludiendo a la beatificación de 17 mártires en Laos, el 11 de diciembre de 2016 en Vientiane, de los cuales 11 eran misioneros franceses asesinados o muertos durante la guerrilla comunista, entre 1954 y 1970. Y consideró “un milagro” que el gobierno lo haya permitido.
Señaló que la misa de beatificación presidida por el cardenal filipino Orlando Quevedo, OMI, arzobispo de Cotabato, representando al papa Francisco, se celebró ante unas 6 mil personas y 15 obispos de Laos, Camboya, Tailandia y Vietnam.
“Quisimos fuera un cardenal asiático quien representara al Papa –explica Mons. Ling– porque hacemos juntos nuestras reuniones y conoce nuestros problemas”. Señaló que cuando prepararon la lista de obispos para presentar al Gobierno, les dijeron que no era necesario, sino simplemente una vista turística. El obispo de Paksé considera el gesto como “una apertura hacia el diálogo” por parte del gobierno.
Celebración en París: “Recen por nuestros mártires”
El 5 de febrero de 2017 se celebró en Francia una misa de acción de gracias por la beatificación, en Notre Dame de París, presidida por el cardenal Vingt-Trois quien aseguró que “debemos reconocer quienes construyeron la Iglesia con su sangre”.

“Recen a estos mártires pidiéndole un milagro que sirva para su canonización” pidió y señaló que la fiesta litúrgica será cada 16 de diciembre.
Laos, un país diferente
“Laos es un país muy diverso de los otros asiáticos, subraya Mons. Ling. Porque “está bajo un régimen comunista, con libertad religiosa y actividades restringidas” sin medios de comunicación o radio, con actividades sociales reducidas: solo un jardín de infantes y los primeros cursos de escuela primaria.
“Mientras en Camboya se permiten a los misioneros extranjeros”, indica Mons. Ling, en Laos tienen que ser nativos. En 1975 cuando Laos se volvió un estado socialista, con un partido único marxista-leninista “los misioneros extranjeros recibieron un gracias y fueron enviados a sus países” . Y de los 200 misioneros quedaron solamente 20 allí nacidos, para todo el país. De sus 6 millones de habitantes, “hay unos 50 mil católicos”.
Del centenar de monjas que hay en el país, “el gobierno aceptó” que ellas trabajen “en los centros de reeducación para los discapacitados”. Ellas pidieron un capellán, y el gobierno aceptó desde que haya nacido en Laos.
“Lo mismo vale para los jóvenes, hay al menos dos comunidades aceptadas”, son las hermanas salesianas. “Los salesianos de Vietnam fueron aceptados en Laos, he visto el otro día a dos o tres de ellos en Thakhek”.
Formación de los futuros sacerdotes
Es un tema importante, indicó Mons. Ling, que envió dos seminaristas a Francia, en Ars, “quienes fueron muy apreciados en el seminario”, si bien prefiere que vayan a países asiáticos, como en Vietnam, pero también en Filipinas donde se habla inglés. “La iglesia en Vietnam –añadió Mons. Ling– cuenta con 8 millones de católicos en una población de unos 95 millones de habitantes”
“Si me quieren criticar, ¡adelante!” dijo el Papa
La visita ad limina anterior fue hace siete años y en la actual, dijo, “el Papa nos invitó a hablar y dijo francamente: ‘Hablen de lo que quieran y si quieren criticarme, ¡adelante!”, a lo que Mons. Ling dijo riendo: es un poco fuerte.
Entrevista realizada por Anita Burdin

Monseñor Aguirre acoge a 2.000 musulmanes: «La situación puede volver a estallar»


«Los musulmanes alojados en la catedral están traumatizados por el asesinato de su imán. Pero han encontrado esperanza gracias al apoyo de monseñor Aguirre. Si no hubiera sido por el obispo español, todos habrían sido asesinados. La Iglesia católica ha dado ejemplo del amor de Dios», dice a Alfa y Omega el portavoz del Colectivo de Musulmanes Centroafricanos
«Aquí estamos todos con las botas puestas. Estos días son cruciales». Cuando monseñor Juan José Aguirre, obispo de Bangassou, habla con Alfa y Omega, esta ciudad de 35.000 habitantes al sur de la República Centroafricana vive un impasse después de los dramáticos acontecimientos de la semana pasada. La catedral, el seminario menor y hasta la casa del propio obispo acogen a 2.000 musulmanes, convertidos en refugiados en su propia ciudad tras el ataque de grupos de autodefensa antimusulmanes. Dos representantes del Gobierno visitaron la zona el martes para tomar una decisión. «Es excesivo dejar a tantas personas en el seminario. Pero parece ser que no quieren montar un campo de refugiados», cuenta el obispo cordobés, misionero comboniano.
El rebrote de la violencia en la República Centroafricana ha causado 11.000 desplazados en los últimos tres meses. Pero ahora «todo el país, sobre todo las zonas con más musulmanes, tienen su mirada puesta en Bangassou. Si mueren o hieren a muchos musulmanes, podría volver a estallar la situación en zonas que costó muchísimo aplacar [tras la guerra civil de 2013-2014]. Por ejemplo, el barrio PK5 de Bangui, donde está la mezquita que el Papa Francisco tuvo el coraje de visitar. Podrían pensar incluso en atacar Bangassou», añade el prelado.
El obispo, escudo humano
El 13 de mayo unos 2.300 hombres bien armados y organizados llegaron a la ciudad. Se definían como un grupo de autodefensa. Mayoritariamente cristianos, decían plantar cara a la violencia que desde comienzos de año siembra en la zona un grupo escindido de las milicias seleka, formadas sobre todo por musulmanes. «Estos grupos de autodefensa meten a todos los musulmanes en el mismo saco, y se han mostrado igual de criminales que los otros», lamenta Aguirre.
Los milicianos atacaron Tokoyo, un barrio musulmán. Sus habitantes buscaron refugio en la mezquita central, y comenzó el asedio. Al día siguiente, monseñor Aguirre se dirigió allí para negociar con los milicianos y proteger a los asediados. «Hice de escudo [humano] muchas horas. Nadie me disparó. Pero a los musulmanes les disparaban como a conejos», contó luego.
El presidente de la Conferencia Episcopal Centroafricana, el cardenal Dieudonné Nzapalainga, se desplazó hasta Bangassou el día 15 para prestar su apoyo. También una fuerza de intervención rápida de soldados portugueses reforzó durante unos días a los cascos azules de la MINUSCA, la misión de Naciones Unidas en la República Centroafricana. Cuando por fin evacuaron la mezquita y llevaron a quienes estaban en ella al seminario, el saldo según Cruz Roja era de más de cien muertos. Entre ellos, el imán.
«He hablado con los musulmanes que están en el seminario y están traumatizados por las masacres y especialmente por el asesinato de su líder –relata a Alfa y Omega Farah Mahamat, portavoz del Colectivo de Musulmanes Centroafricanos–. También el cardenal Nzapalainga estaba conmovido. Acababa de hablar con el imán, se fue a renegociar con los asediadores, y entonces se enteró de que había muerto. Dijo a la gente que esperara en oración y creyera en Dios».
En los últimos días, sus correligionarios «han encontrado esperanza gracias al apoyo material y psicológico de monseñor Aguirre, que estaba incluso dispuesto a sacrificarse para salvarlos. Dicen que si no hubiera sido por él, todos habrían sido asesinados. La Iglesia católica ha dado ejemplo del amor de Dios».
Desde el miércoles, monseñor Aguirre se esfuerza por atender a sus 2.000 huéspedes con la ayuda de la Iglesia local, de varias ONG y de la ONU. Alterna esta actividad con intervenciones en la radio llamando a la convivencia, y con el diálogo a tres bandas: con los milicianos, para que depongan las armas; con los cascos azules de la ONU, para evitar acciones que eleven el miedo y la tensión; y con los propios musulmanes, para ayudarlos a discernir su futuro.
«Sería un fracaso que los musulmanes se fueran»
Los grupos de autodefensa aseguran que no abandonarán la ciudad hasta que todos los seguidores del islam se hayan ido. «Algunos quieren quedarse, porque han nacido aquí. Otros quieren marcharse definitivamente», explica monseñor Aguirre. «Han perdido todo, han quemado sus casas, sus tiendas… Pero sería un fracaso enorme que se fueran. Desde que llegué aquí hace 35 años, Bangassou ha sido una sociedad pluricultural y plurirreligiosa».
Durante la guerra, Bangassou «fue una isla en medio del mar –explica Miguel Aguirre, hermano del obispo y presidente de la Fundación Bangassou–. Los conflictos se solucionaban sin violencia en los grupos de intermediación que creó [el obispo] con evangélicos y musulmanes. Observadores de la ONU quisieron verlo por si se podía reproducir en otros sitios».
Ahora, de nuevo, grupos llegados de fuera amenazan este trabajo al que tantos esfuerzos han dedicado tanto los líderes cristianos como musulmanes. Pero ellos siguen insistiendo en que «esta no es una guerra religiosa –afirma Mahamat–. Quienes fueron a matar a los musulmanes no lo hacían en nombre del cristianismo o de Jesús. Los dos grupos armados quieren manipular el conflicto haciendo creer que es religioso, pero eso es falso. No quieren que musulmanes y cristianos convivan, crean caos y más caos para saquear y apoyar sus movimientos rebeldes. Esta guerra es política y no se parará pronto. Es una guerra instrumentalizada por el control del poder y la riqueza».
María Martínez López
Alfa y Omega

Carta del arzobispo de Madrid: Los medios caminan, edifican y confiesan


Hay una maestra en el arte verdadero de la comunicación: la Virgen María, que nos dio la noticia más importante que existe. La misión de la Iglesia es dar la gran noticia de Jesucristo a los hombres con hechos y palabras
Este domingo celebramos la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que el Papa Francisco ha convocado este año con el lema Comunicar esperanza y confianza en nuestros tiempos. Creo que hay una maestra con el arte verdadero de la comunicación. Ella sabe dónde está el manantial de la esperanza y la confianza. Permitidme hablaros de la singularidad de esta artista que es la Virgen María. Ella nos dio la noticia más importante que existe y mantiene su vigencia, y también fue la que mejor comunicó la misma. La misión de la Iglesia es dar la gran noticia de Jesucristo a los hombres con hechos y palabras y, ahora que terminamos el mes de mayo, me parece oportuno poner a la Virgen como una propuesta de comunicadora que siempre construye y que nos une a los hombres. A un mundo que vive con una rapidez inusitada procesos de cambio y de transformación, Ella le puede entregar lo más necesario: a Jesucristo. Con los ojos de María vemos que esta época –mucho más que otros momentos– requiere un crecimiento en la cultura de la comunicación, que lo es de escucha y de diálogo. Atrevámonos a hacerlo todos y asumamos esta responsabilidad.
Cuando uno se pone a pensar en cómo la Iglesia debe hacer la comunicación, inmediatamente, por lo menos a mí, aparece la Santísima Virgen María. No es extraño que el Concilio Vaticano II, en la constitución Lumen gentium, diga sobre María: «Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta la muerte» (LG 57), «la Madre de Dios es figura de la Iglesia, como enseñaba san Ambrosio: en el orden de la fe, del amor y de la unión perfecta con Cristo» (LG 63). Es de Ella, por Ella y con Ella con la que debemos vivir el aprendizaje de la comunicación a todos los hombres. ¿Por qué será que a la Virgen todos la escuchan y atienden, hasta los que parece que están y son más distantes? ¿Qué es lo que provoca en el corazón?
Mucho me gustaría que ahora que termina este mes de mayo acogiésemos el regalo de María de la comunicación. ¿Cómo? Caminando como Ella, edificando como Ella y confesando como Ella. Que sea la Virgen quien nos regale la comunión que tenemos que tener con Cristo, esa que tan bellamente describe Ella en su vida, en los momentos más importantes de la vida del Hijo de Dios con los hombres. Hemos recibido y estamos estudiando y respondiendo al documento preparatorio del próximo Sínodo de los Obispos, dedicado a Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Es oportuno pedir a María que nos regale su unidad y comunión con Cristo para ver, para poder descubrir que todos tenemos una vocación al amor que asumir y que tenemos que concretarla en la vida cotidiana a través de una serie de opciones que van a articular un estado de vida.
En esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales ofrezcamos el camino de María, que es tan sugerente para vivir y mantener en todas las circunstancias un encuentro de honda existencia, para comunicar una noticia que configura una manera de ser, estar, vivir y construir nuestra sociedad. Me agradaría que hiciéramos el mismo itinerario que María. Su capacidad de comunicación y de entrar en el corazón de los hombres llevando la noticia que hace al mundo diferente y a los hombres nuevos, se nos manifiesta y revela en su historia personal: a) desde el primer instante en que recibe la noticia de que va a ser Madre de Dios, se pone en camino; b) cuando nace Jesús en Belén, allí con los pastores y los magos, muestra a su Hijo; c) cuando presenta a Jesús en el templo y el anciano Simeón, tomándole en sus brazos, exclama: «Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos, luz para alumbrar a las naciones»; d) cuando, perdido Jesús en el templo de Jerusalén, lo encuentran sus padres y les dice que está «ocupado en las cosas de su Padre»; e) en las bodas de Caná, cuando, movida por compasión, pide a su Hijo que realice el primer milagro y promueva la alegría de la fiesta entre aquellas gentes; f) cuando oye cómo su Hijo pone y propone el Reino por encima de consideraciones y de lazos de la carne y de la sangre, diciendo que son felices quienes escuchan y guardan la Palabra de Dios; g) cuando el Señor nos la entrega como Madre de todos los hombres, y h) en los inicios de la Iglesia, cuando los discípulos perseveraban en la oración unidos, allí estaba Ella también.
Tres tareas
Al repasar esta trayectoria, podemos sacar tres tareas que nos da Santa María para ser comunicadores según el Evangelio:
1. Caminar como Santa María: no te pongas en el camino de la vida sin llevar noticias que dan vida y horizontes, formulan y construyen caminos de fraternidad, de unidad. Deseamos ser un pueblo, una familia única. ¿Qué llevamos en y para el camino? ¿Nos detenemos a dialogar con todos los hombres? ¿Somos capaces de formular con hechos la cultura del encuentro? Hay que saber decir a la Virgen que queremos ser un solo pueblo, no queremos estar peleados y divididos; deseamos ser familia, no hablamos de revanchas; deseamos cuidar unos de otros, necesitamos vivir como hermanos y por eso eliminar la envidia, la discordia, la violencia. Es necesario recuperar la memoria de cómo se vive como hermanos. En ti, Madre de todos los hombres, recuperamos esa memoria. Hay que caminar para encontrar al otro y hacerle experimentar la fuerza de Dios que se manifiesta en nuestras vidas, como lo hizo María: atravesó regiones montañosas, hizo saltar de gozo a un niño que aún no había nacido y prorrumpir de alegría a una mujer que sintió el gozo de la presencia de Dios.
2. Edificar como Santa María: se edifica escuchando a Dios, siguiendo la orientación que Él nos da con su Palabra. María es maestra en el arte de escuchar. Sepamos detenernos a escuchar al otro, detenernos en su vida, en su corazón, no pasar de largo. ¿Tenemos miedo a escuchar? ¡Cuántas cosas cambiarían si escuchásemos! Así se edifica sobre roca, sobre la realidad y no sobre arena. Dejemos que el otro entre en nuestra vida. Que sepamos sentir lo que tienen los demás en su corazón. ¡Cuánto cambiaría nuestro mundo! Que sepamos escuchar para recibir lo que otros tienen en sus vidas y necesitan contárnoslo. Que nunca seamos una ventanilla oficial que damos o nos entregan papeles, pero no nos dejan comunicar lo que más necesita el ser humano. Hay que edificar sobre un terreno que debemos saber cómo es y qué tiene.
3. Confesar como Santa María: se es testigo del Señor cuando se le confiesa con nuestra vida. Cuando sabemos que tenemos que vivir con las palabras que salieron de la boca de la Virgen María: «Haced lo que Él os diga». La alegría llega a la vida de cada uno de nosotros y a todos los hombres cuando hay coherencia y somos capaces de mantener la esperanza, sabiendo y teniendo la certeza de que el Señor siempre camina a nuestro lado y ni un instante nos abandona. Nunca apaguemos el corazón a esta confianza, seamos luz de esperanza como María. Comuniquemos esta luz. Dejémonos siempre sorprender por Dios, también cuando llegan las dificultades, ya que Él siempre nos sorprende con su amor. Alejados de Él nada podemos comunicar, ni alegría, ni esperanza. Fuera de Él nada podemos confesar. Como le gustaba decir al Papa Benedicto XVI, «el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro».
Con gran afecto, os bendice,
+Carlos Card. Osoro Sierra, arzobispo de Madrid

26 de mayo: san Felipe Neri, fundador


Nació en Florencia el 21 de julio de 1515. Su padre era notario; su madre murió pronto y lo educó su madrastra. En 1532 abandonó su casa; se marchó a San Germán, cerca de Montecasino con su tío, un comerciante rico, que quiso nombrarlo heredero y se quedó con las ganas.
Se fue a Roma en 1536, y ya no saldrá de allí; quería vivir como ermitaño laico. Vivió pobre de solemnidad; sobrevivió –entre penitencias, ayunos y mucha oración– gracias a la ayuda que le prestó durante catorce años su compatriota Galeotto Caccia, trabajador de la Aduana pontificia. Estudió filosofía en la Sapienza y teología con los agustinos. Al terminar los estudios se dedicó con todas sus energías al apostolado, montando curiosas y novedosas empresas que le dieron más de un disgusto grave.
Había que tener iniciativas porque la cosa estaba mal en la Iglesia. El Renacimiento había traído todos los ya sepultados cadáveres del paganismo, y aquellos vientos trajeron la tempestad de la herejía protestante y la Contrarreforma… de la cabeza a los pies hay ponzoña; hasta el papa Adriano VI lo ha dicho. Por todas partes hay gente pobre e ignorante, los jóvenes van y vienen sin guía. Felipe decide poner en juego toda su imaginación y optó por el camino de la alegría, llegando a ser el conversador más simpático, afable y divertido del viejo barrio de los peregrinos; se hace encontradizo con los jóvenes, es bromista y dicharachero; con su simpatía atrae a la gente que luego se queda pegada en el imán de su bondad; organiza actividades para ejercitar la caridad con visitas a las cárceles, ayudando a estudiantes pobres, y dando ánimo a los enfermos de los hospitales.
Entremedias, comienzan a rumorearse por Roma algunos resultados más llamativos de su afán apostólico, como cuando llevaban al cadalso al antiguo intelectual dominico Paleólogo, hereje convicto y confeso; Felipe le salió al encuentro y le habló con tal entusiasmo y convicción que se convirtió.
Con treinta y seis años, «Pippo Buono» –Felipe el Bueno– se decidió a hacerse sacerdote; tardó tanto en su decisión, por un pronunciado sentimiento de indignidad; era el 1551. Se retiró a la iglesia de San Girolamo della Caritá, –San Jerónimo de la Caridad–. Empezó bien para ganar más en humildad; un día, ya revestido con alba vieja no muy limpia y ornamentos de desecho le impidieron celebrar la misa porque se habían enterado de que animaba a los sacerdotes a celebrar diariamente la Eucaristía, y a los fieles a que comulgasen con frecuencia. Bonsignore Cassiaguerra, que acababa de ser elegido superior de la casa, lo ayudó porque compartía sus ideas; luego se les añaden Tarugi, senador romano que llegó a ser arzobispo de Avignon, y Baronio. Con estos apoyos, el apostolado cobra intensidad: interminables horas de confesonario, incremento de las visitas a enfermos en hospitales, y atención a la afluencia de discípulos, que se reúnen en una especie de desván habilitado para rezos, cánticos e instrucción religiosa.
Procura diversión sana para la juventud. ¡Organizó muchas y frecuentes procesiones populares! sin tumulto ni degeneración profana; rezando, cantando y caminando entre las siete Basílicas, con comida en pleno campo, y durando un día; aquellas manifestaciones multitudinarias adquirían especial solemnidad, folclore, y parafernalia con aditamentos juveniles expresivos, principalmente durante el carnaval romano. Claro que aquella manera de proceder no fue a gusto de todos. Hubo gente muy seria y conspicua a la que le pareció extraño en exceso aquel apostolado. La Inquisición se interesó por Felipe y menos mal que el papa Paulo IV se quedó prendado de él; con Pío V se le prohibieron las procesiones y vigilaron su predicación; les parecía que tanto éxito se basaba en la excentricidad.
Su principal obra fue la fundación del Oratorio. Lo nombraron rector de la iglesia de San Juan Bautista de los florentinos; el papa firmó una bula en 1575 por la que instituía en Congregación de sacerdotes y clérigos, dándole la iglesia de la Vallicella, en la Vía Giulia, y el nombre de Oratorio, al grupo de clérigos que habían ido agrupándose en torno a Felipe; se gobernarían por los sencillísimos estatutos que para el orden y vida en San Jerónimo había dejado escritos Felipe. Ni quiso, ni aceptó una extensión fuera de Roma, como tampoco permitió vincular una casa con otra, porque el único vínculo que él quería entre los sacerdotes del Oratorio era el de la caridad, tratando de santificarse sin votos especiales con los consejos evangélicos, y que la dirección de cada casa estuviera bajo el cuidado de un rector autónomo elegido cada tres años.
Con la oración, recibió abundantes gracias místicas y sufrió frecuentes éxtasis en la mejor hora, la de la acción de gracias después de celebrar. En una de esas trepidaciones, se le rompieron algunas costillas, como lo demostró la autopsia.
En 1595 se puso muy enfermo; recibió los últimos sacramentos y la comunión de manos de Carlos Borromeo. El día 26 de mayo murió.
Lo canonizaron en la misma ceremonia que a los españoles Isidro, Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Teresa de Jesús.
Me cae especialmente simpático este hombre enamorado de Dios que supo ir contracorriente en tiempos muy difíciles, que se puso el mundo por montera, que vivió la caridad de modo eminente, que descubrió el camino a tantos con su alegría y buen humor, y que se preocupó por los sacerdotes. Sí, me gusta que haya sido canonizado con tanta gente española; es un buen contacto, y quizá una premonición, un presagio. Ya veremos.
Archimadrid.org

Nadie os quitará vuestra alegría




Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 20-23a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- «En verdad, en verdad os digo, vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.
La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre.
También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».
Palabra del Señor.