Una bomba detonó este domingo durante la liturgia de Primera Comunión de un grupo de niños del arzobispado siro-ortodoxo de Alepo, en Siria. La misa fue interrumpida por la explosión y los menores fueron llevados del templo al interior del arzobispado, según informó el diario Avvenire, citando fuentes locales.
Afortunadamente, esta vez no hubo que lamentar víctimas mortales ni heridos. Aun así, el explosivo afectó al muro detrás del altar y dañó seriamente el segundo piso del edificio en donde se encuentra la biblioteca del arzobispado, que pertenece a Mar Gregorios Yohanna Ibrahim, el metropolita siro-ortodoxo de Alepo que lleva secuestrado desde el 22 de abril de 2013.
A continuación publicamos el vídeo del incidente, tomado del canal de YouTube del periódico de la Conferencia Episcopal Italiana:
.
Por otra parte, la situación de los cristianos que residen en Lahore (Pakistán), sigue siendo grave tras los ataques y saqueos de este domingo por la tarde por parte de un nutrido grupo de musulmanes.
Según la información de los medios locales recogida por la agencia Misna, la turba incendió una iglesia y unas quince casas en el barrio de Dhoop Saari, debido a un supuesto caso de blasfemia. El autor sería un joven cristiano llamado Humayon Masih, enfermo mental, que fue acusado de quemar unas páginas que contenían versos del Corán.
Sayed Zeeshanul Haq, una de las personas que acusó a Humayon, dijo al periódico The Express Tribune que el propietario de un quiosco de té le señaló al joven mientras quemaba las páginas del Corán. “Muchas personas se reunieron en el lugar cortando el paso e intentaron quemarlo vivo, pero yo lo salvé y lo entregué a la policía”, relató Haq a los periodistas.
La mayor parte de los residentes de Dhoop Saari no había regresado aún a sus casas este lunes, temiendo que se repitieran los ataques que se produjeron el pasado mes de marzo en el barrio de Youhanabad, también en Lahore, cuando más de 200 viviendas de cristianos fueron arrasadas y resultaron heridas decenas de personas.
La "ley contra la blasfemia" en teoría trata de proteger las costumbres de la sociedad musulmana, ya que Pakistán se define en su constitución como un país islámico. Pero en la práctica ha servido como un marco legal de fondo con el que justificar revanchas políticas y personales entre musulmanes, así como abusos contra las minorías no musulmanas del país, algo que vienen denunciando desde hace tiempo los activistas de derechos humanos.