No queremos hacer malabares con las palabras de Teresa,
jugando a saberlas manejar, con el peligro de una familiaridad que deja intacto
nuestro riesgo y a salvo nuestra seguridad. Toda la palabra de Teresa es
oración, y la oración es su única palabra. Cuando habla de oración se dice a sí
misma, y lo hace de forma directa, interpelante, candente. Mostrando el fuego
que le arde, su más sagrado tesoro, su más íntimo secreto, invitando al lector
a no conformarse con lo que ella cuenta, sino a recorrer el propio camino, a
“arriscar” todo, como un esclavo que por comprar su libertad, entregara todo lo
que tiene, sin dudarlo, por tornar a su tierra (17, 8): La puerta para llegar a
nuestra tierra es la oración.
Hablar
y escuchar de oración nos compromete, Teresa no habla sólo a nuestro
entendimiento, su palabra -tomo prestada la metáfora bíblica-, es como espada
de doble filo, que quiere alcanzar a la persona entera. Cuando se aprieta el
INTRO no sólo se abre una pantalla sorprendente. Acostumbrados como estamos a
tener bien a mano el SCAPE, por si las cosas se tuercen, o se nos bloquea el
programa, incluso DESCONECTAR, en un momento dado, como solución última, fácil.
Dar al intro de la oración, tal como Teresa la
propone, supone aventurarse sin red (sin red de internet y sin red de circo),
sin otra red que la confianza, la determinación y la humildad, a vivir una
relación, no una práctica autocomplaciente o de búsqueda interesada de la
propia salvación. En la oración no se busca la propia salvación. Se busca amar y dejarse amar.
Teresa ora sin pudor; diálogo natural y espontáneo que
brota familiarmente. Esa oración que surge en tantos momentos del Libro de la
Vida es la mejor escuela teresiana de oración. Jesús enseñó a los discípulos a
orar el Padrenuestro, Teresa nos invita a estar con ella en su oración a
Cristo, al Padre, a Dios…
Recordamos
siempre a Cristina Kaufmann orando hace 25 años espontáneamente en televisión;
en un ambiente en el que tal vez a muchos nos diera pudor, ella tuvo una salida
muy teresiana, orar directamente; ese era su ámbito más familiar, su lengua
materna. Siempre he pensado en la facilidad que tienen los cantantes para decir
sin pudor sus sentimientos, sus amores, y lo dificultoso que resulta encontrar
ese mismo lenguaje, en hombres y mujeres religiosos. Esa ha sido una de las
claves teresianas, la ‘efabilidad’, la parresía para decirse y orar en voz
alta.
Decía
Hermann Hesse: Sueño con un mundo en el que al volver de cada esquina, pudiera
continuar con el que me encuentro la conversación que llevo en el corazón.
A
Dios nos atrevemos, con Teresa, para compartir y buscar la verdad de Él mismo,
y, por tanto, la nuestra.
Este
empeño en descubrirle, costase lo que costase, está a la base de la Sólo quien se atreve a explorar más allá de lo que conoce de oídas, podrá conocer lo que nadie le puede llegar a enseñar en esta vida. Hay algo de Dios que sólo pueden conocer mis ojos, saber mi corazón, experimentar mis entrañas porque es irreductible, es la forma que tiene de encarnarse en mi propia experiencia. Este es el gran reto de la oración teresiana, su gran ejemplo para nosotros, más allá de lo conocido de oídas, explorar los caminos de mi relación-oración con ese Tú vivo, empeñado en regalarme una historia viva de amistad. Otros hacían las Américas, Teresa se embarca en el descubrimiento de Dios en su interior, relación llena de paisajes y resonancias de vida.peripecia
orante de Teresa de Jesús en la que nosotros queremos aprender a vivir nuestra
propia aventura.
Por el
Padre Miguel Márquez, Orden del Carmelo Descalzo.