Fue santa, escritora,
mística y líder. Una mujer que dejó una profunda huella capaz de transmitir su
pasión a las almas ateas con un lenguaje tan sencillo como poderoso. Cercano de
tan natural y lleno de imágenes que le confieren una fuerza especial.
La escritora
asturiana María Teresa Álvarez invitó ayer a los asistentes a la última de las
cuatro conferencias del ciclo organizado por el Aula de Cultura de LA VOZ DE
AVILÉS con motivo del V centenario de Santa Teresa de Jesús, a leer los
escritos de la santa. Una «gozada» que ella ha tenido ocasión de releer para
preparar la exposición de un personaje «al que admiro» y por el que confiesa un
respeto supremo. Y quizás vuelva a ellos con más intensidad porque el
coordinador del Aula de LA VOZ, Armando Arias, la conminó a escribir un libro
sobre Teresa de Jesús en un plazo no superior a los dos años. Aplauso de un
auditorio lleno de nuevo, que minutos antes ya había premiado a la escritora
por su exposición.
De
escritora a escritora. María Teresa Álvarez decidió abordar así la figura de la
santa abulense, intercalando la lectura de párrafos de su obra con las
investigaciones de los expertos y su propia opinión. Destacó de ella su
«valentía» en un siglo, el XVI, en el que la mujer tenía un papel completamente
subordinado al del hombre y que ella, con inteligencia, supo esquivar. La
escritora, la asturiana, cree que la mística, «siempre en el punto de mira del
Tribunal de Inquisición por visionaria y por seguir a los alumbrados», atribuye
sus escritos al mandato de sus confesores para «disculpar» su afición a la
escritura. Una mera disculpa, según Álvarez, desmontada por su febril trabajo,
con libros, textos y más de mil cartas, de las que se conservan la mitad.
Aseguró ayer que Santa
Teresa «intentaba mantenerse en la ortodoxia», esa que dejaba a la mujer en un
segundo plano, «pero su interior se rebelaba» a través de textos que «son un
diálogo directo con Dios». En ellos se libera explicando sus pensamientos y
sentimientos y describe sus experiencias místicas. «No es una mística
teorizante sino experimental», según rescató María Teresa Álvarez de los
estudios sobre la santa.
«Estuvo siempre
en el punto de mira de la Inquisición por visionaria»«Ella intentaba mantenerse
en la ortodoxia pero su interior se rebelaba»«Tiene un estilo propio que no
busca notoriedad sino llegar con sus textos»
A
esa intención de ilustrar y culturizar a sus monjas se puede asociar su estilo
literario. Ante todo, «propio», coinciden todos, porque no busca ninguna
notoriedad sino «llegar con sus textos», aunque para ello tenga que recurrir al
lenguaje más «coloquial». Esa naturalidad no quiere decir, advirtió la
escritora, que no trabajara cada frase. Y como muestra, la intención de Santa
Teresa de «engolosinar a las almas». «¿Acaso no es la palabra más perfecta para
lo que quiere decir?», se preguntó Álvarez.
El caso de Edith Stein
El
poder de seducción de sus escritos lo ejemplificó en el caso de Edith Stein,
filósofa alemana atea, que en 1921, por pura casualidad, sacó de la biblioteca
un libro de Teresa de Jesús. «Cuando lo cerré, me dije: aquí está la verdad».
Judía, se convirtió al catolicismo e ingresó en la Orden Carmelita.
Es
el poder de Santa Teresa, la 'feminista' del siglo XVI, temor de las
autoridades eclesiásticas de su tiempo por el recelo que despertaba el
liderazgo espiritual de una mujer, y «espíritu libre», que trató de defender el
espacio de las mujeres.
Teresa Álvarez