sábado, 17 de septiembre de 2016

Una biblia hallada en un infierno



La historia ya tiene su tiempo, pero ha resurgido con ocasión del decimoquinto aniversario del atentado del 11 de septiembre de 2001. 
El 30 de marzo de 2002, mientras los bomberos continuaban aún en su interminable esfuerzo por retirar escombros, uno de ellos hizo un descubrimiento cuanto menos extraño: una Biblia incrustada en un trozo de acero fundido. El libro sagrado, completamente adherido al metal, estaba abierto por la página del Sermón de la montaña. En 2002, un bombero entregó estas páginas al fotógrafo Joel Meyerowitz, que trabajaba en el lugar.

Cuando Joel Meyerowitz recibió el objeto, inmediatamente quedóimpactado por el pasaje por donde el libro había quedado abierto: “Oísteis que fue dicho: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra”.
En 2012, Joel Meyerowitz donó el objeto al museo en memoria del 11 de septiembre, donde se expone tal cual es.

Aleteia

EN DIOS CONFÍO Y NO TEMO



Del Salmo 55: 

Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida

Que retrocedan mis enemigos
cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios. 


Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida

En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre? 


Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida

Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida.


Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida




El Papa a los obispos: “El mundo está cansado de encantadores mentirosos y sacerdotes a la moda”


El papa Francisco ha dibujado el perfil del obispo que debe llevar la misericordia de Dios a sus fieles, en un amplio discurso a los participantes del curso anual de formación promovido por la Congregación para los Obispo y para la Congregación para las Iglesias Orientales. El Santo Padre se ha dirigido a los presentes como aquellos que han sido “pescados” por el corazón de Dios para guiar a su pueblo santo.
Así, les ha pedido que abandonen “la pretensión de la autosuficiencia” para encomendarse como niños a “Aquel que revela su Reino a los pequeños”. El Santo Padre les ha hablado del “escalofrío” que se siente al haber sido amados primero y por eso ha pedido que Dios les salve de haber tenido vano este “escalofrío”, de “domesticarlo” o vaciarlo de su poder “desestabilizante”.
Por otro lado ha reflexionado sobre la “admirable condescendencia”. A propósito, el Pontífice ha indicado que “es bonito dejarse atravesar por el conocimiento amoroso de Dios”. Consuela saber –ha precisado Francisco– que Él realmente sabe quiénes somos y no se asusta de nuestra pequeñez.
En esta línea, ha advertido que hoy en día muchos se “ponen un máscara y se esconden”. No soportan –ha observado– el escalofrío de saberse conocidos por alguien que es más grande y no desprecia nuestro poco, es más Santo y no culpa nuestra debilidad, es bueno realmente y no se escandaliza de nuestras llagas.  Por eso el Papa ha pedido a los presentes que dejen que ese escalofrío les recorra y que no lo eliminen ni silencien.
Por otro lado, el Santo Padre les ha pedido que al pasar la Puerta Santa lo vivan intensamente como experiencia de “gratitud”, “reconciliación”, “confianza total”, “entrega sin reservas de la propia vida al Pastor de Pastores”.
Además, les ha recordado que son obispos de la Iglesia, “partícipes de un único episcopado”, “miembros de un colegio indivisible”. Por eso nunca irán solos a ningún sitio, “porque van con la Esposa que les ha sido encomendada como un sigilo impreso en vuestra alma”.
El Pontífice ha invitado a los obispos a que pregunten a Dios “el secreto para hacer pastoral su misericordia en vuestras diócesis”. Es necesario –ha asegurado el Papa– que la misericordia forme e informe las estructuras pastorales de nuestras Iglesias. “No se trata de rebajar las exigencias o vender barato nuestras perlas”, ha precisado. De este modo, el Santo Padre ha pedido a los obispos que no tengan miedo de proponer la misericordia “como resumen de lo que Dios ofrece al mundo. Además, ha recordado que hacer pastoral la misericordia no es otra cosa que hacer de las Iglesias “casas que albergan la santidad, la verdad y amor”.
Y para hacer pastoral la misericordia, el Santo Padre ha dado tres consejos: “Ser obispos capaces de encantar y atraer”, “ser obispos capaces de iniciar a aquellos que os han sido encomendados”, “ser obispos capaces de acompañar”.
El mundo –ha explicado Francisco– está cansado de encantadores mentirosos y de sacerdotes y obispos a la moda. La gente se aleja cuando reconoce a los narcisistas, manipuladores, defensores de las propias causas, anunciadores de cruzadas vanas. Más bien, ha pedido el Papa, “hay que satisfacer a Dios, que ya se presenta antes de vuestra llegada”.
El Pontífice ha explicado que una vez captados por la misericordia, esta “requiere un recorrido de introducción, un camino, una iniciación”. La misericordia de Dios –ha añadido– es la única realidad que consiente al hombre no perderse definitivamente, también cuando por desgracia trata de huir de su encanto.
Asimismo, ha pedido a los presentes que no tengan otra forma de mirar a sus fieles que la de su “singularidad” y que hagan todo lo posible para “alcanzarlos” y “recuperarlos”.
Por otro lado, ha advertido de que hoy se pide demasiado fruto a los árboles que no ha sido suficientemente cultivados. “Se ha perdido el sentido de la iniciación”, ha reconocido.
Otro aspecto sobre el que ha reflexionado Francisco es la “intimidad con Dios” que los obispos no pueden perder. También les ha pedido que cuiden las “estructuras de iniciación de sus Iglesias, particularmente los seminarios”. Al respecto les ha exhortado a no dejarse tentar por los números y la cantidad de vocaciones, sino que busquen “la calidad del discipulado”.
Finalmente, el Pontífice ha recordado a los presentes la importancia de acompañar, como el Buen Samaritano. Acompañar al clero, a las familias, especialmente a las más heridas. “Detenerse para dejar que vuestro corazón de pastores sea atravesado por la visión de su herida, acercarse con delicadeza y sin miedo”,

Comentario al evangelio según san Lucas (8,4-15), por el Papa Francisco.


«La verdadera protagonista de esta parábola es la semilla, que produce mayor o menor fruto según el terreno donde cae. (...) En este caso, Jesús no se limitó a presentar la parábola, también la explicó a sus discípulos. 

La semilla que cayó en el camino indica a quienes escuchan el anuncio del reino de Dios pero no lo acogen; así llega el Maligno y se lo lleva. El Maligno, en efecto, no quiere que la semilla del Evangelio germine en el corazón de los hombres. Esta es la primera comparación. 

La segunda es la de la semilla que cayó sobre las piedras: ella representa a las personas que escuchan la Palabra de Dios y la acogen inmediatamente, pero con superficialidad, porque no tienen raíces y son inconstantes; y cuando llegan las dificultades y las tribulaciones, estas personas se desaniman enseguida. 

El tercer caso es el de la semilla que cayó entre las zarzas: Jesús explica que se refiere a las personas que escuchan la Palabra pero, a causa de las preocupaciones mundanas y de la seducción de la riqueza, se ahoga. 

Por último, la semilla que cayó en terreno fértil representa a quienes escuchan la Palabra, la acogen, la custodian y la comprenden, y la semilla da fruto. El modelo perfecto de esta tierra buena es la Virgen María. 

Esta parábola habla hoy a cada uno de nosotros, como hablaba a quienes escuchaban a Jesús hace dos mil años. Nos recuerda que nosotros somos el terreno donde el Señor arroja incansablemente la semilla de su Palabra y de su amor. ¿Con qué disposición la acogemos? 

Y podemos plantearnos la pregunta: ¿cómo es nuestro corazón? ¿A qué terreno se parece: a un camino, a un pedregal, a una zarza? Depende de nosotros convertirnos en terreno bueno sin espinas ni piedras, pero trabajado y cultivado con cuidado, a fin de que pueda dar buenos frutos para nosotros y para nuestros hermanos. 

Y nos hará bien no olvidar que también nosotros somos sembradores. Dios siembra semilla buena, y también aquí podemos plantearnos la pregunta: ¿qué tipo de semilla sale de nuestro corazón y de nuestra boca? Nuestras palabras pueden hacer mucho bien y también mucho mal; pueden curar y pueden herir; pueden alentar y pueden deprimir. Recuerden: lo que cuenta no es lo que entra, sino lo que sale de la boca y del corazón.

Que la Virgen nos enseñe, con su ejemplo, a acoger la Palabra, custodiarla y hacerla fructificar en nosotros y en los demás».
(Del Ángelus del Papa Francisco el 13-7-2014)

LOS QUE ESCUCHAN LA PALABRA DE DIOS CON CORAZÓN GENEROSO Y LA GUARDAN, DAN FRUTO



Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,4-15):

En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo.

Entonces les dijo esta parábola: 

«Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.»

Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»

Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esa parábola?»

Él les respondió: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. 

El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. 

Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. 

Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. 

Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. 

Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando.»

Palabra del Señor

RESUCITAREMOS COMO CRISTO, CON NUESTRA CARNE



«Si Cristo no resucitó, nosotros tampoco resucitaremos». El Santo Padre reflexionó en su homilía de hoy sobre la Primera Lectura, tomada de la primera carta de San Pablo a los Corintios. 

Y se detuvo en la «lógica de la redención hasta el final», lamentando que algunas veces cuando rezamos el Credo, la última parte la decimos rápido, porque nos da miedo pensar en el futuro, en la resurrección de los muertos.

«La lógica del ayer es fácil. La lógica del hoy es fácil. La lógica del mañana es fácil: todos moriremos. Pero la lógica del pasado mañana, ésta es difícil. Y es lo que Pablo quiere anunciar hoy: la lógica del pasado mañana ¿Cómo será? ¿Cómo será eso? La resurrección. 

Cristo resucitó. Cristo resucitó y está claro que no resucitó como un fantasma. En en el pasaje de Lucas sobre la resurrección dice: ‘Tóquenme’. Un fantasma no tiene carne ni huesos. ‘Tóquenme. Denme de comer’. La lógica del pasado mañana es la lógica en la cual entra la carne».



Nos preguntamos cómo será el Cielo, si estaremos todos allí, pero no llegamos a lo que Pablo quiere hacer comprender: «esta lógica del pasado mañana». «Nos traiciona un cierto gnosticismo» cuando pensamos que «será todo espiritual» y «tenemos miedo de la carne»

No olvidemos que «ésta fue la primera herejía», que el Apóstol Juan condena: «El que dice que el Verbo de Dios no vino en carne es del Anticristo»:

«Tenemos miedo de aceptar y llevar a las últimas consecuencias la carne de Cristo. Es más fácil una piedad espiritualista, una piedad que se esfuma; pero entrar en la lógica de la carne de Cristo, eso es difícil. Ésta es la lógica del pasado mañana. Nosotros resucitaremos como resucitó Cristo, con nuestra carne».

Recordando que los primeros cristianos se preguntaban cómo había resucitado Jesús, y que «en la fe de la resurrección de la carne, se arraigan profundamente las obras de misericordia, porque hay una conexión continua», el Papa destacó que San Pablo nos dice con firmeza que todos seremos transformados, nuestro cuerpo y nuestra carne serán transformados.

El Señor «se hizo ver y tocar y comió con los discípulos después de la resurrección, volvió a recordar el Papa, refiriéndose a la dificultad que tenemos de comprender la «lógica del pasado mañana» y de «entrar en ella»:

«Es un signo de madurez comprender bien la lógica del pasado, es un signo de madurez moverse en la lógica del presente, la del ayer y la del hoy. También es un signo de madurez tener la prudencia de ver la lógica del mañana, del futuro. 

Pero se necesita la gracia grande del Espíritu Santo para comprender esta lógica del pasado mañana, cuando Él vendrá y nos llevará a todos transformados sobre las nubes para permanecer con Él. Pidamos al Señor la gracia de esta fe».

“Viernes de la Misericordia”. El Papa lleva una caricia y oración a los sufrientes

La tarde del 16 de septiembre el Papa Francisco cumplió el ya tradicional “Viernes de la  Misericordia”. Después de algunos días de la canonización de la Madre Teresa, que desarrolló un extraordinario servicio en favor de la vida, Francisco visitó dos lugares con un fuerte significado.
La primera visita del Papa este viernes fue a emergencias y al pabellón de neonatología del Hospital San Giovanni de Roma, donde en este momento están internados una decena de niños con varias patologías neonatales. Cinco pequeños (de estos, dos son gemelos) se encuentran muy graves en la sección de terapia intensiva. En el piso superior del pabellón está situado un nido donde están internados otros niños.

Acogido con sorpresa por el personal, como todos, al entrar al pabellón, el Papa se sometió a todas las precauciones higiénicas. El Santo Padre se detuvo junto a cada incubadora y saludó a los papás y a las mamás presentes, dándoles consuelo y valor.
Luego Francisco se dirigió a la casa “Villa Esperanza” donde se encuentran internados 30 pacientes en fase terminal. Esta estructura pertenece a la Fundación Policlínico Universitario A. Gemelli, de la Universidad Católica del Sagrado Corazón. A su llegada, los responsables dieron una calurosa e improvisada bienvenida al Papa, que quiso luego saludar a cada uno de los pacientes en sus respectivas habitaciones. Se percibió la gran sorpresa de todos, pacientes y familiares, que vivieron esta visita con intensa emoción, entre lágrimas y risas de alegría.
Con este “Viernes de la Misericordia” el Santo Padre ha querido dar una señal fuerte de la importancia de la vida, desde su primer instante hasta su final natural. La acogida de la vida y la garantía de su dignidad en todo momento de su desarrollo es una enseñanza subrayada más de una vez por el Papa Francisco, que con estas dos visitas ha señalado de forma concreta y tangible cuan fundamental sea – para vivir la misericordia – la atención a los hermanos en situaciones más débiles y precarias.
(RC-RV)

Homilía del Papa: vivir la lógica del pasado mañana, sin detenerse en el hoy

La lógica del cristiano es la «lógica del pasado mañana», que no se detiene en el presente, sino que confía en la resurrección de la carne. Lo afirmó el Papa Francisco, en la Misa matutina, en la Casa de Santa Marta, poniendo en guardia contra una piedad espiritualista, estancada en el hoy.
«Si Cristo no resucitó, nosotros tampoco resucitaremos». El Santo Padre reflexionó en su homilía sobre la Primera Lectura, con la primera carta de San Pablo a los Corintios. Y se detuvo en la «lógica de la redención hasta el final», lamentando que algunas veces cuando rezamos el Credo, la última parte la decimos rápido, porque nos da miedo pensar en el futuro, en la resurrección de los muertos.
La lógica del pasado mañana es la lógica de Cristo resucitado
Señalando que «es fácil para todos nosotros entrar en la lógica del pasado, porque es concreta», así como también «es fácil entrar en la lógica del presente, porque lo vemos», el Papa reiteró que cuando miramos al futuro, entonces pensamos que «sea mejor no pensar». «No es fácil entrar en la totalidad de esta lógica del futuro»:
«La lógica del ayer es fácil. La lógica del hoy es fácil. La lógica del mañana es fácil: todos moriremos. Pero la lógica del pasado mañana, ésta es difícil. Y es lo que Pablo quiere anunciar hoy: la lógica del pasado mañana ¿Cómo será? ¿Cómo será eso? La resurrección. Cristo resucitó. Cristo resucitó y está claro que no resucitó como un fantasma, en el pasaje de Lucas sobre la resurrección: ‘Tóquenme’. Un fantasma no tiene carne ni huesos. ‘Tóquenme. Denme de comer’. La lógica del pasado mañana es la lógica en la cual entra la carne».
Nos preguntamos ¿cómo será el cielo?, si estaremos todos allí, pero no llegamos a lo que Pablo quiere hacer comprender: «esta lógica del pasado mañana», añadió el Santo Padre, advirtiendo que «nos traiciona un cierto gnosticismo» cuando pensamos que «será todo espiritual» y «tenemos miedo de la carne»
No a una piedad espiritualista, entrar en la lógica de la carne de Cristo
No olvidemos que «ésta fue la primera herejía», que el Apóstol Juan condena: «El que dice que el Verbo de Dios no vino en carne es del Anticristo»:
«Tenemos miedo de aceptar y llevar a las últimas consecuencias la carne de Cristo. Es más fácil una piedad espiritualista, una piedad que se esfuma; pero entrar en la lógica de la carne de Cristo, eso es difícil. Ésta es la lógica del pasado mañana. Nosotros resucitaremos como resucitó Cristo, con nuestra carne».
Recordando que los primeros cristianos se preguntaban cómo había resucitado Jesús, y que «en la fe de la resurrección de la carne, se arraigan profundamente las obras de misericordia, porque hay una conexión continua», el Papa destacó que San Pablo nos dice con firmeza que todos seremos transformados, nuestro cuerpo y nuestra carne serán transformados.
Pidamos la gracia de creer en la transformación de la carne
El Señor «se hizo ver y tocar y comió con los discípulos después de la resurrección, volvió a recordar el Papa, refiriéndose a la dificultad que tenemos de comprender la «lógica del pasado mañana» y de «entrar en ella»:
«Es un signo de madurez comprender bien la lógica del pasado, es un signo de madurez moverse en la lógica del presente, la del ayer y la del hoy. También es un signo de madurez tener la prudencia de ver la lógica del mañana, del futuro. Pero se necesita la gracia grande del Espíritu Santo para comprender esta lógica del pasado mañana, cuando Él vendrá y nos llevará a todos transformados sobre las nubes para permanecer con Él. Pidamos al Señor la gracia de esta fe».
(CdM – RV)
(from Vatican Radio)