viernes, 29 de septiembre de 2017

Sor Emmanuel, en Madrid: «El sufrimiento no tiene más sentido que el cristiano»


Sor Emmanuel Maillard, autora espiritual y miembro de la Comunidad de las Bienaventuranzas, vecina de Medjugorje desde 1989, ha estado varios días en distintas ciudades de España. En Madrid ha hablado sobre el sentido del sufrimiento
«Cada criatura experimenta el dolor en mayor o menor medida», dijo sor Emmanuel en la parroquia de San José de la Montaña, y «cada vez que recibimos una enfermedad o un sufrimiento interior, en nosotros se abre una herida, y esa herida sangra y nos hace vulnerables. El demonio se acercará y querrá infectar esa herida con el veneno de la desesperación: “Ya no puedes más, suicídate”… O el odio: “Véngate de aquella persona…” O la duda del amor de Dios: “¿No decías que Dios te amaba…? A Dios no le interesas, pierdes el tiempo con Él…” O amargura, o angustia…».
Sor Emmanuel pidió en cambió «escuchar la voz de Jesús, que se acerca a nosotros en el silencio del corazón, y nos dice: “No tengas miedo, estoy contigo, conozco tu sufrimiento. Mira mis manos y mis pies y mi costado: Yo también sufrí mucho. Abandónate en mi. Juntos saldremos de esta”».
Cuando esto sucede, «Jesús nos dice: “Dame tu herida, ofréceme tu sufrimiento” Y si lo hacemos, para Él va a ser un regalo y un tesoro inestimable. Él cogerá tu herida y se la pondrá sobre las suyas. Y lo hará de tal forma que mi herida se fundirá con la suya. Y como va a ser suya, será transformada en una herida divina. Por eso mi herida ya no va a producir amargura y negatividad, sino paz y consolación. De las heridas de Jesús no salió amargura, odio ni ira, sino paz y misericordia, y también la sanación, la vida, la resurrección. Hay que meter nuestras heridas en las de Jesús».
Además, cuando uno ofrece su sufrimiento al Señor, «participa en la obra de la redención, y le ayuda de alguna manera a salvar muchas almas, participando en su obra más hermosa, y eso me dará alegría. La alegría procede del amor por Jesús».
Sor Emmanuel ofreció asimismo el sentido de la participación en la Eucaristía, algo más que una mera consolación psicológica o espiritual: «En la Misa el sacerdote vierte unas gotas de agua en el vino del cáliz. Esas gotitas de agua representan mi ofrenda: mis sufrimientos, mis alegrías, mis penas, mis seres queridos… Si en un vaso de vino pones unas gotas de agua, el agua desaparece, se diluye completamente en el vino. Por eso, cuando unos minutos más tarde esa copa se transforma en la sangre de Cristo, ¿qué pasa con esa gota de agua? Como se ha diluido en el vino, será también sangre de Cristo. Y unos minutos más tarde, el sacerdote elevará el Cuerpo y la Sangre de Cristo para ofrecer de nuevo a Jesús al Padre, como en el Gólgota. Es la ofrenda de su Hijo junto con mi ofrenda. ¿Y qué hace el Padre? Esa ofrenda le conmueve tanto que derrama en el mundo ríos de alegría, de consuelo, de paz, de sanación… Son las gracias de la salvación. ¿Veis la importancia de poner la Misa en el centro de nuestra vida?», afirmó sor Emmanuel, que concluyó atestiguando que «el sufrimiento no tiene más sentido que el cristiano».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Alfa y Omega

29 de septiembre: santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael


Dicen que, en tiempos atrás, los conspicuos teólogos tuvieron diatribas entre ellos discutiendo sobre el sexo de los ángeles. Entre bromas y veras, todavía hay gente en nuestro tiempo que no se ha enterado de que ellos son de otra naturaleza y, por tanto, lo que es propiedad de la nuestra no tiene por qué estar presente en la de ellos, de la misma manera que los árboles no necesitan corazón y es impropio del camello establecer las diferencias que se dan entre la permisividad y la tolerancia. ¿Varoniles y musculosos? Quizá sea un modo plástico de expresar una fortaleza superior a la de los pobres hombres. ¿Hermosos, leves y sutiles? A lo mejor los pintan de esa manera para indicarnos que su propio modo de ser –en espíritu– trasciende todo lo corpóreo y sus limitaciones. Porque, ¿cómo van a expresar los virtuosos del pincel las operaciones del entendimiento y de la voluntad, separándolas de la ubicación que lleva consigo la materia, sabiendo que para el ángel no cuentan las limitaciones del espacio y del tiempo? Lógicamente echan mano de antropomorfismos con la ilusión de transmitirnos a modo humano lo que se sabe que no tiene cuerpo, ni alas, ni plumas, ni mantos, ni nariz o cabellos.
Por eso, a pesar de su belleza, no deja de ser una reproducción burda y basta –en comparación con el original invisible– la que dejan en sus lienzos Denís, Beuron. Rohault, Fra Angélico, Rembrandt en el Louvre o Murillo en Sevilla; o las vidrieras de tantos ventanales catedralicios, por más que las atraviese el sol y jugueteen los colores en los días de la canícula.
La escenografía apocalíptica joánica descrita desde Patmos los presenta como ciudadanos de Dios y sus domésticos. Distribuidos en arcana jerarquía. Espíritus puros.
En Lucifer, o «el que lleva la luz», se describe la inaudita paradoja del ángel. No estaba confirmado aún en gracia; sí, en estado de prueba. Todo dependía de una libérrima, definitiva e irreversible decisión. Se ha enamorado de sí mismo y osa negar su culto, honor, obediencia, sumisión, respeto y adoración al Creador: «No lo quiero servir», fue su opción. División angélica en el Cielo. Está en juego el honor de Dios Creador. Pelea –a modo humano– de fidelidad con el grito que hace estandarte y divisa en el combate: MIKAEL –nombre de Arcángel– «¿Quién como Dios?». Desde entonces hubo Luz y Tinieblas Eternas. También defenderá el mismo honor de Dios en la futura vida de la Iglesia, que siempre recurrirá a él en su peregrinar.
Dos anunciaciones de niños con especial misión hará otro Arcángel que se llama GABRIEL, «Dios Fuerte» o «Fortaleza de Dios», que también se traduce por «Hombre de Dios» o «Varón de Dios». Una fue a Zacarías con referencia al Bautista; la otra, a María, la Madre de Dios. En Nazaret, el tiempo total se divide para el hombre entre el antes y el después. El mensajero celeste habla a la doncella nazarena del misterio insospechado de Dios de cara a salvar al hombre con una inefable felicidad donde no hay límite ni en tiempo ni en grado. Aquella comunicación, hecha en el olvido del pueblo y en el silencio, era primigenia demostración irrefutable del amor de Dios al hombre que rompió las barreras y acortó la distancia hasta confundir el Cielo con la Tierra en unidad y plenitud. Ante la Virgen, respeto; es la embajada angélica, pidiendo permiso en nombre de Dios; libertad de la que está favorecida hasta el punto de haber quedado «llena de gracia»; cierto desvelo de Trinidad por mención del Espíritu fecundante. Quedó santificada la familia sumergida en el misterio del amor divino.
«Dios sana», RAFAEL se lee como «Medicina de Dios». Acciones divinas sanantes en casa de Tobías: «Me envió a curarte a ti y a librar del demonio a Sara, esposa de tu hijo». Cuerpo y alma, ambos criaturas, aun en esta vida reciben premio, sin merma del futuro y definitivo, por las buenas obras hechas por amor a Dios. Largo era el camino de Tobías junior hasta Ragus de Media, cuando Tobías padre era ya viejo y ciego. Inexperto el joven, sin orientación y con mucho desconocimiento. El Arcángel hizo de guía anónimo, de maestro y de médico. Aquel pez voraz dio sus entrañas para el doble remedio; parte para echar de Raquel al demonio Asmodeo y la hiel para dar vista a los ojos ciegos de Tobías senior. ¿Cómo va a extrañar que Rafael sea invocado en los males del alma y las enfermedades del cuerpo? Los farmacéuticos lo tomaron por Patrón y lo mismo hicieron los caminantes. Los jóvenes que están para dejar por primera vez la casa de los padres bien hacen en acudir a su protección para los asuntos del cuerpo y del espíritu.
La reforma del santoral de Pablo VI los reúne en la misma fiesta. Los tres nos valgan para que demos el peso –en eso está la verdadera sabiduría– a la hora de ser medidos en la balanza, ante las muecas de rabia del Maligno.
Archimadrid.org

Cardenal Parolin pide reconstruir Irak para que los cristianos puedan regresar a sus casas


Durante un encuentro en Roma sobre los cristianos perseguidos en Irak bajo el título ‘Vuelta a las raíces: Cristianos en la llanura del Nínive’, en la que han participado el patriarca de Babilonia de los Caldeos, Su Beatitud Louis Raphael I Sako; o el arzobispo de Mosul, monseñor Yohanna Petros Mouche, el cardenal secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin, pidió reconstruir la sociedad iraquí y continuar la lucha contra el terrorismo.
Parolin aseguró además que «el Santo Padre ha seguido con particular preocupación desde el inicio la dramática situación de miles de familias que han debido abandonar las propias ciudades y pueblos a causa de la invasión del autodenominado Estado Islámico desde junio de 2014».  
El secretario de Estado intervino en esta iniciativa organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada en la Pontificia Universidad Lateranense que «no ha dejado de abogar por los cristianos en varias ocasiones reiterando la necesidad de favorecer su regreso, de asegurar medidas de protección adecuadas y el respeto de sus derechos».  
«En varios foros internacionales y en los encuentros de alto nivel, la Santa Sede no cesa de reiterar que la presencia de los cristianos es fundamental para un Oriente Medio pacífico, estable, plural, al cual han ofrecido su contribución a lo largo de los siglos».
Durante su intervención, Parolin destacó la importancia «de tutelar la presencia y los derechos de los cristianos a través de instrumentos jurídicos adecuados; el derecho al regreso de las personas desplazadas y de los refugiados, asegurando adecuadas condiciones de seguridad».
Pero también «el respeto de la libertad religiosa y sobre todo la aplicación del concepto de ciudadanía, que implica igualdad en los derechos y en los deberes».
«Es necesario enfrentar el fenómeno del terrorismo en sus causas y favorecer el diálogo interreligioso, el conocimiento recíproco y la educación», añadió.
Sobre el regreso de los cristianos a la llanura del Nínive después de haber sido recientemente liberada del ISIS, el purpurado afirmó que «la reconstrucción de las casas y de los pueblos es el primer y fundamental requisito para la vuelta de los cristianos a sus tierras». Pero también la reconstrucción de la propia «sociedad iraquí» para «promover su convivencia armoniosa y pacífica».
A este respecto, «los cristianos tienen una misión específica de ser artífices de paz reconciliación y desarrollo». «Los cristianos no quieren ser una ‘minoría protegida’ y bien tolerada», sino «ciudadanos cuyos derechos sean defendidos y garantizados junto a todos los otros ciudadanos».
ACI/Álvaro de Juana

El verdadero cristiano está en contacto con los que sufren, recuerda el Papa a religiosos

Estar siempre en camino, dejarse sorprender por la mirada del Señor y estar en contacto con los que sufren fueron los consejos que ofreció el Papa Francisco a la Familia Vicenciana, también conocidos como vicentinos, en un mensaje con motivo del cuarto centenario del carisma.
De su fundador San Vicente de Paúl, Francisco recordó que «vivió siempre en camino, abierto a la búsqueda de Dios y de sí. Inflamado del deseo de dar a conocer a Jesús a los pobres, se dedicó intensamente al anuncio, especialmente a través de las misiones al pueblo, y cuidando de manera especial la formación de los sacerdotes».
«Deseo que este año de agradecimiento al Señor y profundización del carisma sea ocasión para acudir a la fuente, para refrescarse en las fuentes del espíritu original».
También les dijo que están llamados a «alcanzar las periferias de la condición humana, para llevar no vuestras capacidades, sino el Espíritu del Señor».
«Él os esparce en el mundo como semillas que germinan en tierra árida, como bálsamo de consuelo para quien está herido, como fuego de caridad para calentar tantos corazones congelados por el abandono o endurecidos por haber sido descartados».
El Obispo de Roma también advirtió de algunos peligros que pueden surgir con «ciertas formas de limosna y de ayuda» y que pueden alimentar «formas de explotación y de ilegalidad y no llevar a beneficios reales y duraderos».
No obstante, «su ejemplo nos estimula, al mismo tiempo, a dar espacio y tiempo a los pobres, a los nuevos pobres de hoy, a hacer nuestros sus pensamientos y problemas, porque un cristianismo sin contacto con los que sufre se transforma en un cristianismo desencarnado, incapaz de tocar la carne de Cristo».
ACI/Álvaro de Juana

El cardenal Osoro publica su carta pastoral para el curso 2017-2018

El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, publica su carta pastoral para el curso 2017-2018, titulada Iglesia: ¡Anuncia a Jesucristo! Eres luz y sal del mundo y enmarcada en los trabajos del tercer año del Plan Diocesano de Evangelización (PDE). Puede descargarse en PDF en la web de la archidiócesis y, en los próximos días, estará disponible tanto en la sede del Arzobispado como en parroquias.
En el texto, el purpurado muestra su deseo de que, «entre todos, con todos y para todos, un año más salgamos ilusionados a la misión y a encontrarnos con todos los hombres y mujeres», y anima a los fieles a preguntarse por la manera de anunciar a Jesucristo. «¿Ofrecemos la Palabra y los sacramentos con una convicción absoluta de que el Espíritu se manifiesta y actúa en ellos?», «¿aprovechamos las diferentes situaciones y acontecimientos para manifestar la misericordia de Dios?», son algunas de las preguntas que lanza.
«No hay misión cristiana sin un encuentro radical con Jesucristo»
Para ayudar a responderlas, en el primer capítulo de la carta, el cardenal Osoro recuerda que «no hay misión cristiana sin un encuentro radical con Nuestro Señor Jesucristo» y desgrana las bienaventuranzas, que «dan idea cabal del perfecto discípulo de Dios».
Quienes se encuentran con Dios –continúa en el segundo capítulo–, «lo expresan y manifiestan con sus palabras y con sus obras». «Y lo hacen de tal manera que se nota en el mundo, se convierten en fermento de una humanidad nueva. Son sal, es decir, dan sabor a esta humanidad y son luz. Iluminan de una manera tan fuerte la humanidad que desaparecen todas las oscuridades», agrega.
En este sentido, el arzobispo de Madrid subraya que las comunidades cristianas deben estar marcadas por «el encuentro y la cercanía» y manifestar que «la Iglesia es madre para todos los hombres»; al tiempo que remarca la importancia de la «comunión». «La debilidad siempre llega a la Iglesia cuando estamos divididos», advierte.
Ya en el tercer capítulo, el cardenal Osoro alienta a estar «abiertos a todos» porque «la Iglesia no puede abandonar al hombre». El discípulo misionero, señala, «se acerca a todas las culturas y concepciones ideológicas, a todos los hombres y mujeres, jóvenes y viejos», y lo hace «estando abierto al Espíritu Santo, llevando a todos el amor de Dios  y convencido de que en todos los seres humanos hay hambre por conocer la verdad».
En el cuarto y último capítulo, el purpurado ofrece, entre otros, estos consejos para lograrlo: vivir conforme al padrenuestro, que nos sitúa a todos como hijos de Dios y, por ello, como hermanos; confiar en «la fuerza y el poder de Dios»; mantener el «ardor evangélico de la misión» y estar siempre «disponibles para sembrar», e intentar cambiar el mundo con «amor mismo de Jesucristo acogido, vivido y mostrado en el camino a todos los hombres».

Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre


Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 47-51
En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?».
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:
«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
Palabra del Señor.

Homilía de Papa: El remordimiento es síntoma de salvación

No tener miedo de “decir la verdad sobre nuestra vida”, siendo conscientes de nuestros pecados. Y confesarlos al Señor “para que nos perdone”. Es la exhortación que hizo el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, el último jueves de septiembre.
Reflexionando a partir del Evangelio de San Lucas, propuesto por la liturgia del día y dedicado a la reacción de Herodes ante la predicación de Cristo, el Santo Padre recordó que algunas personas asociaban a Jesús con Juan Bautista o Elías, mientras otras lo identificaban con algún profeta. De manera que Herodes no sabía “qué pensar”, pero “sentía algo dentro”, que “no era una curiosidad”, era “un remordimiento en el alma”, “en el corazón”. Trataba – dijo el Papa – de ver a Jesús “para tranquilizarse”. Quería ver los milagros realizados por Cristo. Pero Jesús – añadió Francisco – no hizo “el circo ante Él”.
Fue entregado a Pilatos y Jesús pagó con la muerte. Encubrió “un crimen con otro”, “el remordimiento de la conciencia con otro crimen”, como quien “mata por temor”. Por lo tanto, el remordimiento de la conciencia no es “simplemente recordar algo”, sino “un tormento”:
“Una plaga que nosotros, cuando en la vida hemos cometido el mal, nos hace mal. Pero es un tormento escondido, no se ve; ni siquiera yo lo veo, porque me acostumbro a llevarlo y después se anestesia. Está allí. Algunos la tocan, pero la llaga está adentro. Y cuando esa llaga hace mal, sentimos el remordimiento. No sólo estoy consciente de haber hecho el mal, sino que lo siento: lo siento en el corazón, lo siento en el cuerpo, en el alma, lo siento en la vida. De allí surge la tentación de cubrir esto para no sentirlo más”.
Por eso es “una gracia sentir que la conciencia nos acusa, nos dice algo”. Por otra parte – reafirmó Francisco – “ninguno de nosotros es un santo” todos tendemos a mirar los pecados “de los demás” y no los nuestros, compadeciendo, quizás, a quien sufre en la guerra o a causa de “dictadores que matan a la gente”:
“Nosotros debemos – permítanme la palabra – ‘bautizar’ la llaga, es decir, darle un nombre. ¿Dónde tienes la llaga? ‘¿Cómo hago, padre, para quitármela?’. ‘Bueno, ante todo reza: Señor, ten piedad de mí que soy pecador’. El Señor escucha tu oración. Después examina tu vida. ‘Si no veo cómo y dónde está aquel dolor, de dónde viene, que es un síntoma, ¿cómo hago?’. ‘Pide asistencia a alguien que te ayude a salir; que salga la llaga y después dale un nombre’. Yo tengo este remordimiento de conciencia porque he hecho esto. Concretamente; lo concreto. Y ésta es la verdadera humildad ante Dios y Dios se conmueve ante lo concreto”.
Este carácter concreto – dijo el Pontífice – que expresan los niños en la confesión. Lo concreto de decir lo que se ha hecho, para que “salga la verdad”. “Así se cura uno”:
“Aprender la ciencia, la sabiduría de acusarse a sí mismo. Yo me acuso a mí mismo, siento el dolor de la llaga, hago de todo para saber de dónde viene este síntoma y después me acuso a mí mismo. No tener miedo de los remordimientos de la conciencia: son un síntoma de salvación. Tener miedo de encubrirlos, de camuflarlos, de disimularlos, de esconderlos… Pero eso sí, ser claros. Y de este modo el Señor nos cura”.
El Papa Francisco  dirigió su invocación final a fin de que el Señor nos dé la gracia “de tener el valor de acusarnos a nosotros mismos” para encaminarnos por el camino del perdón.
 (María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)

El Papa lanzó la campaña de Caritas en favor de los migrantes: Iglesia que abraza como nos pide Cristo

El Papa Francisco quiso que el lanzamiento coincidiera con su audiencia general del 27 de septiembre, San Vicente de Paúl, Patrono de todas las asociaciones de caridad:
«Hoy comienza la campaña de Caritas Internationalis, ‘Comparte el Viaje’, para sostener a las familias obligadas a migrar; los aliento a adherir a esta loable iniciativa como signo de solidaridad con estos nuestros hermanos y hermanas necesitados. Sobre todos ustedes y sus familias invoco la alegría y la paz del Señor nuestro Jesucristo».
El Obispo de Roma dio su cordial bienvenida a los impulsores de esta iniciativa, reiteró su apremiante exhortación a promover la solidaridad fraterna y cristiana en favor de los migrantes, como nos pide Cristo, y alentó una nueva ley migratoria:
«Tengo la alegría de acoger a los representantes de Cáritas, aquí reunidos para dar comienzo de forma oficial a la campaña ‘Comparte el viaje’ – qué lindo el nombre de esta campaña -  que he querido hacer coincidir con esta audiencia. Doy la bienvenida a los migrantes, a los que solicitan asilo y a los refugiados que, junto con los operadores de Caritas Italiana y de otras organizaciones católicas, son signo de una Iglesia que busca ser abierta, inclusiva y acogedora. Gracias a todos por su infatigable servicio.
¡Todos ellos merecen verdaderamente un gran aplauso!
Con su empeño cotidiano, nos recuerdan que Cristo mismo nos pide acoger a nuestros hermanos y hermanas migrantes y refugiados con los brazos abiertos. Precisamente así, con los brazos bien abiertos, listos para un abrazo sincero, afectuoso y envolvente, como esta columnata de la Plaza de San Pedro, que representa a la Iglesia madre, que abraza a todos en el compartir el viaje común.
Doy la bienvenida también a los representantes de tantas organizaciones de la sociedad civil empeñadas en la asistencia a los migrantes y refugiados que, junto con Caritas, han dado su apoyo a la recogida de firmas para una nueva ley migratoria más atinente al contexto actual».
(CdM – RV)
(from Vatican Radio)