domingo, 28 de noviembre de 2010

¡Ven Señor Jesús!

El año litúrgico cristiano se abre con las cuatro semanas de Adviento que antecede a la Navidad. Es el tiempo de la virtud de la esperanza cristiana, que se apoya en la conmemoración de la triple venida del Señor. Nos prepara para celebrar el acontecimiento histórico del alumbramiento de Cristo, nos recuerda que el Señor vendrá al final de los tiempos para revelar la plenitud de su obra que fue realizada al venir por primera vez en la humildad de nuestra carne y, mientras tanto, Jesucristo no nos ha abandonado, sino que se hace presente en nuestras vidas y en la presencia de los sacramentos de la Iglesia.
Monseñor Juan del Río.



En el Adviento avivamos el deseo de encontrarnos con Jesús y esperamos su venida definitiva. ¡Ven Señor, Jesús!
Debemos prepararnos, encontrar tiempo todos los días para la oración, para estar a solas con Él. Hay que acercarnos a Él, que nos puede ayudar. Si no hay una unión completa e íntima entre nosotros y Él no podemos hacer sus obras.
La luz de los hombres, la verdadera sabiduría viene de Jesucristo.
Pidamos a la Virgen que nos ayude a vivir este Adviento como quién espera al Señor en cualquier momento.

martes, 23 de noviembre de 2010

¿ES CRISTO, REY Y SEÑOR DE MI VIDA?

Jesús fue tentado hasta el final: Si eres Dios ¡sálvate a ti mismo!. Pero el demostró su realeza preocupándose desde la cruz por un hombre, un pecador arrepentido: "Jesús acuerdate de mi cuando llegues a tu reino". Jesús le respondió: "Te lo aseguro : hoy estarás conmigo en el paraiso".
En la muerte es cuando empieza el reinado de Cristo, que no es de este mundo.
El reinar de Jesús es amar hasta dar la vida.
Jesús demostró hasta el último momento que había venido por todos, pero sobre todo por los pobres y por los pecadores. Y que con Él todo es posible, pero debemos cargar con la Cruz.
"Si alguno quiere venir detrás de mi.......que cargue con su cruz y me siga"
Llegamos al final del año litúrgico y debemos preguntarnos ¿Es Cristo Rey y Señor de mi vida?
o, ¿o tenemos otras prioridades?

Oración

Bendito seas, Padre, porque constituiste a Cristo resucitado como Señor y Rey de la creación, como juez de vivos y muertos.
Tú eres el Dios santo, tú eres la luz, amor, ternura y misericordia; y nosotros somos tiniebla, egoísmo, dureza, frialdad y violencia.
No obstante, tú nos quieres a todos tus hijos tal como somos, pero nos mandas amarnos unos a otros como Cristo nos amó.
Nos cuesta mucho, Señor, ver a Jesús en los pobres, en los marginados, en los rudos, antipáticos y maleducados.
Haznos ver en ellos la cara oculta del Cristo sufriente. Enciende nuestros corazones con el fuego de tu palabra y danos tu espíritu de amor que nos transforme por completo para que, amando a todos, aprobemos tu examen final

jueves, 18 de noviembre de 2010

Necesitamos orar



Necesitamos orar y seguramente las oraciones que nos salen del corazón son mucho más profundas y quizás nos ayudan más que las oraciones concretas que se recitan. San Pablo escribe a los Tesalonicenses: "Estad siempre alegres, orad constantemente, en todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros. Para San Pablo la oración no es una parte de la vida sino toda la vida. Debemos orar sin cesar, clamando a Dios  en todas nuestras necesidades, dando gracias por todo lo recibido y pidiéndole todo lo que necesitemos para nosotros y para nuestros hermanos.Debemos, cuando nos sea posible, orientar nuestro pensamiento a una incesante conversación con Dios.
Tenemos que aprender a escuchar a Dios en nuestro corazón, para saber que desea de nosotros en cada momento.
Orar no solo en la Iglesia, en todo momento somos cristianos, y debemos comportarnos como tales, tanto en la Iglesia como en el lugar de trabajo, con la familia y con los amigos. Por ello debemos sentirnos siempre en presencia del Señor y ¡ojala que toda nuestra vida fuera una oración a Dios!
Que Dios os bendiga y os guarde.
H de Carmen

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Homilía de San Agustín sobre María

"Os ruego, hermanos míos, paréis mientes, sobre todo, en lo dicho por el Señor, extendiendo su mano hacia los discípulos: éstos son mi Madre y mis hermanos; y al que hiciere la voluntad de mi Padre que me ha enviado, ése es mi padre, y mi hermano y mi hermana. ¿Por ventura, no hizo la voluntad del Padre la Virgen María, que dio fe y por la fe concibió y fue escogida para que, por su medio, naciera entre los hombres nuestra salud, y fue creada por Cristo antes de nacer Cristo de ella? Hizo por todo extremo la voluntad del Padre la Santa Virgen María, y mayor merecimiento de María es haber sido discípula de Cristo que Madre de Cristo; mayor ventura es haber sido discípula de Cristo que Madre de Cristo.

 María es bienaventurada porque antes de pedirle llevó en su seno al Maestro. Mira si no es verdad lo que digo. Pasando el Señor seguido de las turbas y haciendo milagros, una mujer exclama: "Bienaventurado el vientre que te llevó" (Lc. 11, 27); y el Señor, para que la ventura no se pusiera en la carne, responde: Bienaventurados más bien los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica. María es bienaventurada porque oyó la palabra de Dios y la puso en práctica, porque más guardó la verdad en la mente que la carne en el vientre. Verdad es Cristo, carne es Cristo. Verdad en la mente de María. Carne en el vientre de María, y vale más lo que se lleva en la mente que lo que se lleva en el vientre" (Sermón 25. Obras de ·Agustín-san, t. VII. Sermones. B.A.C. Madrid, 1950).

Y nosotros,que oímos muchas veces la palabra de Dios, ¿la ponemos en práctica?. A nosotros que se nos dá Cristo todos los días en la Eucaristía, ¿la ponemos en práctica?. ¿Somos bienaventurados? ¿Intentamos serlo? Pidamos a la Vigen María que interceda por nosotros para que consigamos levantarnos de cada una de nuestras caídas y cuando lleguemos al fin del camino podamos ver el Rosto de Dios.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Que el Señor nos guarde siempre del mal

Salmo 126
Que el Señor nos construya la casa.
Que el Señor nos guarde la ciudad.
Que nos llene de sus riquezas.
Que nos guarde siempre del mal
Oración I: En ti, Señor, vivimos, nos movemos y existimos; fuera de ti nada podemos hacer; Tú eres el cimiento de nuestra casa, la fuerza de nuestra libertad;  haz que practiquemos las obras que Tú has predispuesto de antemano.

Oración II:Señor de la bendición, crea en nosotros una nueva humanidad, edificada según el modelo de tu Hijo primogénito; sé Tú quien nos dé el crecimiento y la plenitud; que nunca desconfiemos de ti. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oración III: Padre, que quisiste prolongar en tu Iglesia la fecundidad manifestada en la juventud de tu hijo y actuada por la creatividad constante de tu Espíritu, concédenos que nuestra vida sea la casa edificada en la roca de Cristo.

Oración IV:  Construye tú mismo, Señor, la casa que nosotros queremos construir en nosotros mismos; guarda Tú la ciudad terrena, que nosotros quisiéramos guardar; que no nos resulte inútil madrugar ni velar hasta muy tarde, sino que ayudados con tu auxilio, nos sintamos fuertes y no quedemos derrotados cuando litiguemos con nuestro adversario en la plaza.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Llegar a santos con ayuda de Cristo



"Los santos son hombres como nosotros, con problemas complicados... La santidad crece con la capacidad de conversión, de arrepentimiento, de disponibilidad para volver a comenzar, y sobre todo con la capacidad de reconciliación y de perdón". "Y todos podemos aprender este camino de santidad". -31 enero 2007 Benedicto XVI.

Que el Señor nos de fuerza, a través de la oración y los sacramentos, para llegar a esa conversión diaria.
Para que todos nos unamos y nos apoyemos en el camino que tenemos que recorrer hasta llegar a la felicidad eterna con nuestro Creador.

Oración:

La mano joven se une a la mano vieja y, entre ellas, se cruza la mano eterna del Cristo.
La mano débil se une a la mano fuerte y, entre ellas, se cruza la mano firme del Cristo.
La mano blanca se une a la mano negra y, entre ellas, se cruza la mano santa del Cristo.
La mano del médico se une a la mano del paciente y, entre ellas, se cruza la mano ensangrentada del Cristo.
La mano de la ignorancia se une a la mano de la sabiduría y, entre ellas, se cruza la mano omniesciente del Cristo.
La mano pecadora se une a la mano de la gracia y, entre ellas, se cruza la mano del perdón del Cristo.
Lamentablemente, solamente las manos cerradas no se unen a otras manos cerradas.
Y, aun así, entre ellas se puede; ¡es que entre ellas se cruza la mano abierta del Cristo¡