martes, 28 de enero de 2014

Papa Francisco: ¿Gritas cuando hay gol y no eres capaz de alabar al Señor?

La oración de alabanza nos hace fecundos. Es lo que ha afirmado el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa Santa Marta. El Papa, comentando la danza alegre de David por el Señor de la que habla la Primera Lectura, destacó que, si nos cerramos en la formalidad, nuestra oración se convierte en algo frío y estéril.
 

“David bailaba con todas sus fuerzas ante el Señor”. El Papa Francisco ha desarrollado su homilía partiendo de esta imagen alegre, relatada en el Segundo Libro de Samuel. Todo el Pueblo de Dios, recordó, estaba de fiesta porque el Arca de la Alianza volvía a casa. La oración de alabanza de David, prosiguió, “lo llevó a salir de toda compostura y a danzar delante del Señor” con “todas sus fuerzas”. Esta, comentó, “¡era exactamente la oración de alabanza!”. Papa Francisco confesó que, leyendo esta cita, “pensó enseguida” en Sara después de haber dado luz a Isaac: “¡El Señor me hizo bailar de alegría!”. Esta anciana, como el joven David, evidenció, “ha bailado de alegría” ante el Señor. “Para nosotros, observó, es fácil entender la oración para pedir una cosa al Señor, también para agradecer al Señor”. También entendemos bien “la oración de adoración”, dijo, “no es tan difícil”. Pero la oración de alabanza “la dejamos de lado, no nos sale tan espontánea”.

“’Pero Padre, esto es para los de la Renovación en el Espíritu, no para todos los cristianos!’. No, ¡la oración de alabanza es una oración cristiana para todos nosotros! En la Misa, todos los días, cuando cantamos el Santo… Esta es una oración de alabanza: alabamos al Señor por su grandeza, ¡por qué es grande! Y le decimos cosas bellas, porque a nosotros nos gusta que sea así. ‘Pero Padre, yo no soy capaz… yo debo…’ ¿Eres capaz de gritar cuando tu equipo marca un gol y no eres capaz de cantar alabanzas al Señor? ¿De salir un poco de los formalismos para cantar esto? ¡Alabar al Señor es totalmente gratis! No pedimos, no agradecemos: ¡alabamos!”.

Debemos rezar “con todo el corazón”, prosiguió: “Es un acto también de justicia, ¡por qué Él es grande! ¡Es nuestro Dios!”. David, recordó, “era muy feliz porque volvía el arca, volvía el Señor: también su cuerpo rezaba con esa danza”.

“Una buena pregunta que nos podemos plantear hoy: ‘¿Cómo va mi oración de alabanza? ¿Sé alabar al Señor? ¿Sé alabar al Señor o cuándo rezo el Gloria o rezo el Sanctus lo hago solo con la boca y no con todo el corazón?’ ¿Qué me dice la danza de David? ¿Y Sara, bailando de alegría? Cuando David entra en la ciudad comienza otra cosa: ¡una fiesta!”.

“La alegría de la fe, ha afirmado, nos lleva a la alegría de la fiesta. La fiesta de la familia”. El Papa ha recordador que cuando David entra en el palacio, la hija del rey Saúl, Mikal, lo reprende y le pregunta si no se avergüenza por haber bailado de esa manera delante de todos. Él, que es el rey. Mikal “despreció a David”.

“Yo me pregunto ¿cuántas veces despreciamos en nuestro corazón a personas buenas, personas buenas que alaban al Señor, como se les ocurre, de forma espontánea, porque no son cultos, no siguen los comportamientos formales? Pero, ¡desprecio! Y dice la Biblia que Mikal quedó estéril por este motivo ¡para el resto de su vida! ¿Qué quiere decir la Palabra de Dios aquí? ¡Que la alegría, que la oración de alabanza nos hace fecundos! Sara bailaba en el momento grande de su fecundidad ¡a los noventa años! La fecundidad que nos da la alabanza al Señor, la gratuidad de alabar al Señor.

El hombre o la mujer que alaba al Señor, que reza alabando al Señor, que cuando reza el Gloria se alegra de decirlo, que cuando canta el Sanctus en la Misa se alegra de cantarlo, es un hombre o una mujer fecundos”.

Sin embargo, advirtió, “los que se encierran en la formalidad de una oración fría, medida, pueden terminar como Mikal: en la esterilidad de su formalidad”. El Papa ha invitado, por tanto, a imaginar a David que danza “con todas sus fuerzas ante el Señor y pensemos lo bello que puede ser hacer la oración de alabanza”. Nos hará bien, concluyó, repetir las palabras del Salmo 23 que hemos rezado hoy: “Alzaos puertas, alzad los dinteles para que entre el Rey de la gloria. El Señor, el fuerte, el valiente, Él es el rey de la gloria!”.

sources: Radio Vaticano

Oración de Santo Tomás de Aquino


Aquí me llego, todopoderoso y eterno Dios, al sacramento de vuestro unigénito Hijo mi Señor Jesucristo, como enfermo al médico de la vida, como manchado a la fuente de misericordias, como ciego a la luz de la claridad eterna, como pobre y desvalido al Señor de los cielos y tierra. 

Ruego, pues, a vuestra infinita bondad y misericordia, tengáis por bien sanar mi enfermedad, limpiar mi suciedad, alumbrar mi ceguedad, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, para que así pueda yo recibir el Pan de los Angeles, al Rey de los Reyes, al Señor de los señores, con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y devoción, con tal fe y tal pureza, y con tal propósito e intención, cual conviene para la salud de mi alma. 

Dame, Señor, que reciba yo, no sólo el sacramento del Sacratísimo Cuerpo y Sangre, sino también la virtud y gracia del sacramento ¡Oh benignísimo Dios!, concededme que albergue yo en mi corazón de tal modo el Cuerpo de vuestro unigénito Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Cuerpo adorable que tomó de la Virgen María, que merezca incorporarme a su Cuerpo místico, y contarme como a uno de sus miembros. 

¡Oh piadosísimo Padre!, otorgadme que este unigénito Hijo vuestro, al cual deseo ahora recibir encubierto y debajo del velo en esta vida, merezca yo verle para siempre, descubierto y sin velo, en la otra. El cual con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.


En presencia de la grandeza. Memoria de Santo Tomás de Aquino

Querido padre Tomás:
¡Cómo me encanta Santo Tomás de Aquino! Él era tan grande de cuerpo como de espíritu. En otras palabras, ¡era bien gordo! Algunos dicen que soy el Santa Claus de las Filipinas. Realmente no sé si por mi sonrisa, mi carcajada o mi peso. De cualquier forma, si yo soy el Santa Claus de las Filipinas, entonces Santo Tomás fue el Santa Claus de Italia.
Los historiadores cuentan que un carpintero tuvo que cortar un pedazo de la mesa para que él pudiera entrar. Era tan grande que tenía dificultad al sentarse a comer porque no había a suficiente espacio entre la mesa y el banco. En todo caso, creo que deberíamos nombrarlo patrono de todos los que vivimos a dieta tratando de adelgazar.
Algunos se preguntan qué diría Santo Tomás si pudiera volver y visitar nuestros seminarios. Él fue la mente más brillante en la historia de la Iglesia. Durante siglos su teología y filosofía escolástica se enseñó en todos nuestros seminarios. Ahora su nombre ni siquiera se menciona.
Si volviera, creo que no le importaría que lo hayan olvidado. El mismo Santo Tomás, hace muchos años, lo dijo bien claro. Antes de morir expresó que había aprendido más sobre Jesús en una hora santa ante el Santísimo Sacramento, que en todos los libros que había leído. Descubrió más sobre Su Amor estando en Su Presencia Real, que en todo lo que había escrito. Y todo lo que se había escrito y dicho era tan insignificante como la paja, en comparación con el valor de un solo encuentro personal con Jesús en el Santísimo Sacramento.
La teología es el estudio de Dios. La oración ante el Santísimo Sacramento nos da el conocimiento de Dios mismo. La primera es el estudio académico del amor. La segunda, es la cálida experiencia del Amor Personificado. La una es un libro acerca de la persona, mientras que la otra es esa persona diciéndonos directamente todo sobre sí misma.
Hay una universidad en Houston, Texas, que enseña filosofía y teología Tomística. Está regentada por los religiosos de la regla de San Basilio y se llama Universidad de Santo Tomás. En Texas también hay un hombre muy famoso que es una leyenda del golf y que jugó en las décadas de los 30, 40 y 50. Algunos dicen que es el mejor golfista que haya vivido. Su nombre es Ben Hogan. Una noche, cuando Ben Hogan regresaba de un campeonato de golf, tuvo un terrible accidente automovilístico. Chocó de frente contra otro auto y casi muere. Los médicos dijeron que nunca volvería a caminar. Pero debido a su gran determinación, no solo aprendió a caminar nuevamente sino que siguió ganando cuatro campeonatos abiertos en los Estados Unidos y otras tres competencias mayores.
Tengo un amigo norteamericano que creció en Texas. Desde que era adolescente en los años 50, ha estado jugando golf. Ben Hogan era su héroe. Durante su vida había leído todos los libros sobre Ben Hogan, su vida, su época, y todo su material de instrucción.
Finalmente un día ocurrió lo que anhelaba. Este amigo mío estaba en Fort Worth, Texas, en un viaje de negocios y lo invitaron a almorzar al Colonial Country Club. ¡Allí conoció a Ben Hogan en persona!
Esto sucedió en junio de 1991, casi cuarenta años después que mi amigo había oído hablar por primera vez de Ben Hogan. Ahora él estaba sentado junto al “Maestro” mismo escuchando cada palabra, totalmente impresionado de estar en presencia de la grandeza.
Mi amigo casi no podía esperar para contarles a todos sus amigos como también a los que no lo eran. No importaba, con cualquiera que él hablara enseguida le comentaba emocionado que había conocido a Ben Hogan. Amigos o extraños, daba igual. Les decía que por espacio de 45 minutos él había hablado con Ben Hogan en persona.
Y nosotros, ¡¿no deberíamos sentirnos igualmente emocionados de poder estar con el mismo Jesús en el Santísimo Sacramento?! Piensa en esto, Tomás. ¿No era de esto de lo que hablaba el Doctor Angélico? Mi amigo había leído y oído todo sobre Ben Hogan, pero eso no se podía comparar con un solo momento en su compañía.
¿No deberíamos estar totalmente asombrados de estar en la Presencia de la Grandeza en cada instante que pasamos ante el Santísimo Sacramento? Él es el Maestro, el Señor, el Creador del Universo.
Santo Tomás, en su teología, explica por qué la valoración de la Sagrada Eucaristía ha disminuido y por qué tomamos a la ligera la presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento. El santo escolástico habla de la relación inseparable entre consumir y adorar. Entre comunión de la Sagrada Eucaristía y adoración del Santísimo Sacramento. Añade que “si no adoramos lo que consumimos perdemos de vista el valor y la apreciación de lo que estamos consumiendo”.
En otras palabras, la Eucaristía no es una cosa sino una persona. A menos que reservemos tiempo para mantener una relación personal con Jesús en el Santísimo Sacramento, perderemos de vista la amorosa persona de Jesús en el Santísimo Sacramento y la Sagrada Eucaristía perderá su valor ante nuestros ojos.
Santo Tomás pasaba hora tras hora en profunda adoración del Santísimo Sacramento. Por su amor al Santísimo Sacramento se le llama el Doctor Angélico. Su amor por Jesús en la Eucaristía fue lo que le inspiró a componer los himnos para la Bendición como Tantum Ergo Sacramentum.
El tema de estos himnos es la capacidad de nuestra fe de ir más allá de los sentidos y alcanzar a comprender la realidad de la presencia de Dios en el Santísimo Sacramento.
En Santo Tomás es donde estudié filosofía y teología. Por esta razón, él es uno de mis santos patronos.
Oremos, querido Tomás, para que cada sacerdote esté lleno del mismo amor por la Sagrada Eucaristía como lo estuvo Santo Tomás de Aquino. Que todo sacerdote pueda estar tan emocionado ante el Santísimo Sacramento, Jesús en persona con nosotros, como mi amigo de Texas estuvo cuando conoció a Ben Hogan en persona. Podríamos convertir el mundo entero al catolicismo si estalláramos de entusiasmo, diciéndoles a todos que ¡Jesús está realmente aquí en persona!
Fraternalmente tuyo en
Su Amor Eucarístico,

Monseñor Pepe
De Tengo Sed de Ti