martes, 5 de agosto de 2014

ORAR CON LOS SALMOS: INSTRÚYEME, SEÑOR, EN TUS LEYES

Del salmo 118:

Instrúyeme, Señor, en tus leyes


Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad.

Instrúyeme, Señor, en tus leyes

No quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos.

Instrúyeme, Señor, en tus leyes

Vuelvan a mi tus fieles
que hacen caso de tus preceptos.

Instrúyeme, Señor, en tus leyes

Sea mi corazón perfecto en tus leyes,
así no quedaré avergonzado.

Instrúyeme, Señor, en tus leyes

Los malvados me esperaban para perderme,
pero yo meditaba tus preceptos.

Instrúyeme, Señor, en tus leyes

No me aparto de tus mandamientos,
porque Tú me has instruido.

Instrúyeme, Señor, en tus leyes

LO QUE MANCHA AL HOMBRE NO ES LO QUE ENTRA EN SU BOCA, SINO LO QUE SALE DE ELLA

Evangelio según San Mateo 15,1-2.10-14.


Entonces, unos fariseos y escribas de Jerusalén se acercaron a Jesús y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de nuestros antepasados y no se lavan las manos antes de comer?".

Jesús llamó a la multitud y le dijo: "Escuchen y comprendan. Lo que mancha al hombre no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella".

Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron: "¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oírte hablar así?".

El les respondió: "Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial, será arrancada de raíz. Déjenlos: son ciegos que guían a otros ciegos. Pero si un ciego guía a otro, los dos caerán en un pozo".


REFLEXIÓN DEL P. RANIERO CANTALAMESSA, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia: Lo que contamina al hombre

"Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. [...] Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre".

En este pasaje del Evangelio, Jesús corta de raíz la tendencia a dar más importancia a los gestos y a los ritos exteriores que a las disposiciones del corazón, el deseo de aparentar que se es -más que de serlo- bueno. En resumen, la hipocresía y el formalismo.

Pero podemos sacar hoy de esta página del Evangelio una enseñanza de orden no sólo individual, sino también social y colectivo. La distorsión que Jesús denunciaba de dar más importancia a la limpieza exterior que a la pureza del corazón se reproduce hoy a escala mundial. Hay muchísima preocupación por la contaminación exterior y física de la atmósfera, del agua, por el agujero en el ozono; en cambio silencio casi absoluto sobre la contaminación interior y moral. Nos indignamos al ver imágenes de pájaros marinos que salen de aguas contaminadas por manchas de petróleo, cubiertos de alquitrán e incapaces de volar, pero no hacemos lo mismo por nuestros niños, precozmente viciados y apagados a causa del manto de malicia que ya se extiende sobre cada aspecto de la vida.

Que quede bien claro: no se trata de oponer entre sí los dos tipos de contaminación. La lucha contra la contaminación física y el cuidado de la higiene es una señal de progreso y de civilización al que no se puede renunciar a ningún precio. Jesús no dijo, en aquella ocasión, que no había que lavarse las manos o los jarros y todo lo demás; dijo que esto, por sí solo, no basta; no va a la raíz del mal.

Jesús lanza entonces el programa de una ecología del corazón. Tomemos alguna de las cosas "contaminantes" enumeradas por Jesús, la calumnia con el vicio a ella emparentado de decir maldades a costa del prójimo. ¿Queremos hacer de verdad una labor de saneamiento del corazón? Emprendamos un lucha sin cuartel contra nuestra costumbre de descender a los chismes, de hacer críticas, de participar en murmuraciones contra personas ausentes, de lanzar juicios a la ligera. Esto es un veneno dificilísimo de neutralizar, una vez difundido.


Una vez una mujer fue a confesarse con San Felipe Neri acusándose de haber hablado mal de algunas personas. El santo la absolvió, pero le puso una extraña penitencia. Le dijo que fuera a casa, tomara una gallina y volviera adonde él desplumándola poco a poco a lo largo del camino. Cuando estuvo de nuevo ante él, le dijo: "Ahora vuelve a casa y recoge una por una las plumas que has dejado caer cuando venías hacia aquí". "¡Imposible! -exclamó la mujer-. Entretanto el viento las ha dispersado en todas direcciones". Es ahí donde quería llegar San Felipe. "Ya ves -le dijo- como es imposible recoger las plumas una vez que se las ha llevado el viento; igualmente es imposible retirar las murmuraciones y calumnias una vez que han salido de la boca".
Fuente: News:va


¿ Por qué has dudado ?

san Mateo 14, 22-36
Después que se sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que se subieran a la barca y se adelantaran a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente.

Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo.

Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.

Jesús les dijo enseguida: ¡Animo, soy yo, no tengáis miedo!
Pedro le contestó: Señor, si eres tú mándame ir hacia ti andando sobre el agua.

Él le dijo: Ven.

Pedro bajó de la barca y se echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: Señor, sálvame.

Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?

En cuento subieron a la barca, amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante Él diciendo: Realmente eres Hijo de Dios.

Terminada la travesía, llegaron a tierra en Generaset. Y los hombres de aquel lugar , apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por todo aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos.

Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados.

Meditación del Papa Francisco

El "fantasma" es el que precisamente los discípulos ven asombrados y temerosos venir hacia ellos caminando sobre el mar. Pero su estupor nace de una dureza de corazón, porque no habían entendido la multiplicación de los panes sucedida poco antes. Así, si tú tienes el corazón endurecido tú no puedes amar y piensas que el amor es imaginarse cosas. No, el amor es concreto. Y esta concreción se funda sobre dos criterios. Primer criterio: amar con las obras, no con las palabras. ¡Las palabras se las lleva el viento! Hoy están, mañana no están. Segundo criterio de concreción es: en el amor es más importante el dar que el recibir. El que ama da, da... Da cosas, da vida, da sí mismo a Dios y a los demás. Sin embargo, quien no ama, quien es egoísta, siempre busca recibir, siempre buscar tener cosas, tener ventajas.
 (Cf. S.S. Francisco, 9 de enero de 2014, homilía en la capilla de Santa Marta).