martes, 21 de junio de 2016

San Luis Gonzaga – 21 de junio

 «Patrono de la juventud, vivió rodeado de santos. Luchó por su vocación a la que se oponía su familia y fue desde niño un dechado de virtudes. Conquistó la gloria a temprana edad. Es una de las grandes figuras de la Compañía de Jesús»
Ciertas hagiografías ofrecieron un relato de su vida que no se corresponde con la realidad. En ellas aparece adornado de una ingenuidad casi pueril, cuando era una persona de férrea voluntad. En la brevísima etapa del siglo XVI que le tocó vivir, época postridentina, coexistían herejes y mártires. La reforma protestante y la contrarreforma se medían con los signos de un floreciente Renacimiento en España, un Siglo de Oro literario nunca igualado hasta ahora, y el importante papel de la Iglesia en la expansión y colonización europea, entre otros. A nada de ello fue ajeno el santo, testigo del asesinato de dos de sus hermanos. En este contexto histórico se calibra el alcance de su entrega.
Primogénito del marqués de Castiglione delle Stiviere y sobrino del duque de Mantua, nació en la fortaleza que la familia tenía en esta región de Lombardía, Italia, el 9 de marzo de 1568. Tras un parto complicado, su madre lo consagró a María. Su padre Ferrante dispuso que recibiera una esmerada educación, acorde con el futuro prometedor que soñaba para él, y creyó que haría méritos siguiéndole en la carrera militar. Era un niño cuando se vio rodeado de soldados y diverso armamento; un extraño mundo de juegos del que extrajo lecciones de valentía y espíritu de sacrificio, escenario de alguna travesura. En él se contaminó puntualmente con expresiones malsonantes, impropias de su edad y alcurnia, hecho que le hizo ver su preceptor y por el cual se afligió sobremanera. Y eso que se produjo en su infancia, sin ápice de malicia. Sucedió lo que cabía esperar hallándose en tan rudo entorno, donde estas manifestaciones verbales eran ordinarias. A los 7 años se fue decantando por la vida de perfección. En 1577 su padre lo condujo junto a sus hermanos a Florencia, cuna de los Medici, faro en ese momento de la cultura europea. Allí se formó en diversas disciplinas con excelentes resultados.
No era un joven frágil ni pusilánime. Perfectamente consciente de su procedencia y de los privilegios que tenía, no se le escapaban ciertas licencias que se cometían en el ambiente de la corte, un mundo opaco que no era para él. Su padre pronto iba a constatar que no estaba dispuesto a dejarse cautivar por el esplendor ni la opulencia. :«Su modelo de vida era Cristo y con su gracia doblegaría la voluntad de su progenitor. Antes de proceder, se preguntaba¿De qué sirve esto para la eternidad?». En un momento dado, reconoció: «Dios me dio la gracia de no pensar sino en lo que quiero». El 25 de marzo de 1578 en la basílica florentina de la Anunciación se consagró a Dios. Era su íntima y radical respuesta a los desórdenes del tiempo y lugar en que crecía. También le dolían las pésimas amistades con las que se mezcló temporalmente. A la vista de tanta miseria, sentía crecer en su interior el anhelo de ser casto, pobre y obediente.
Poco antes de cumplir 12 años, se trasladó a la corte del duque de Mantua. Contrajo una enfermedad renal, y la sobrellevó envuelto en la oración, lecturas de vidas de santos y diversos textos espirituales; también impartía catequesis. En ese ambiente recogido se despertó su idea de ser sacerdote. Aunque no logró reponerse por completo –le quedaron secuelas de por vida–, comenzó a practicar un riguroso ascetismo marcado por durísimas mortificaciones y disciplinas. Recibió la primera comunión en 1580 de manos de san Carlos Borromeo.
En 1581 llegó a España con su familia. No alteró el camino de perfección emprendido. El día de la Asunción de 1583, al comulgar en la iglesia de los jesuitas de Madrid, escuchó: «Luís, ingresa en la Compañía de Jesús». Este alto ideal fue un desafío que importunó a su padre, pero llenó de gozo a la madre que comentó en una ocasión: «Si Dios se dignase escoger a uno de vosotros para su servicio, ¡qué dichosa sería yo!». Luís respondió vivamente: «Yo seré el que Dios escogerá». Un jesuita le advirtió que precisaba el permiso paterno. Ferrante se mostró inflexible. En 1584 regresaron a Italia. Allí Luís comenzó los ejercicios espirituales. Actuaba evangélicamente, insistiendo sin desfallecer ante su padre. Incluso en una ocasión, hallándose en Castiglione, se escapó de casa. Después de acaloradas discusiones entre ambos, severos castigos y fracasados intentos de Ferrante para disuadirle, éste aceptó lo inevitable y escribió al general de los jesuitas notificándole la decisión de Luís; le confesó que se desprendía de lo que más amaba en el mundo.
A finales de 1585 el joven, que renunció a sus derechos sucesorios a favor de su hermano, se trasladó a Roma y comenzó el noviciado bajo tutela de san Roberto Belarmino; poco antes había sido recibido por el papa Sixto V. Seis meses más tarde murió su padre confortado por su testimonio. Vivía prendido de las cosas celestiales. Sus mortificaciones y pautas penitenciales eran tan extremas que sus superiores las vigilaban velando para que no las efectuara en las horas del refrigerio. Belarmino le hizo ver que le convenía dedicarse a un apostolado directo y no encerrarse tanto en sus devociones particulares. Su delicada salud le condujo a Nápoles. Después, se trasladó al Colegio Romano con el fin de culminar sus estudios.
Profesó en 1587. Al año siguiente recibió las órdenes menores en San Juan de Letrán. Era muy profundo; una lección que dio sobre la Eucaristía causó gran impacto en los oyentes. Durante una breve estancia en Milán se le reveló su pronta muerte. 1591 trajo a Roma la temible peste y con ella su hora postrera. Se afanó en el hospital de los jesuitas, animando y consolando a enfermos y moribundos con visible heroicidad. Un día cargó sobre sus hombros un contagiado que vio en la calle, lo trasladó al hospital y quedó infectado por él. Preso de fiebre entonaba alabanzas a Dios. Falleció el 21 de junio. Tenía 23 años. Paulo V lo beatificó el 19 de octubre de 1605. Benedicto XIII lo canonizó el 13 de diciembre de 1726, declarándole Patrono de la juventud, título ratificado por Pío XI el 13 de junio de 1926.
Zenit

Compartiendo vida. Construir murallas.



Hay murallas que surgen en nuestra vida sin apenas darnos cuenta, son murallas que con frecuencia construimos nosotros mismos, en otras ocasiones las construyen los otros impidiéndonos atravesarlas para  llegar a ellos.

Construyo murallas dentro de mí cuando me cierro en mi mismo debilitando todas las posibilidades que Dios me concede para darme a los otros con gratuidad.

Construyo murallas cuando impido a los demás pasar la frontera de lo que simplemente ven sin dejarles pisar, aunque sea un poco, algo de mi tierra sagrada.

Construyo murallas cuando no dejo a nadie adentrarse en "mi terreno", dificultando con esto un conocimiento mayor de lo que soy y vivo.

Las murallas nunca unen, por el contrario, dividen y separan.

No construyamos una muralla dentro de nosotros mismos, no demos paso al rencor, al aislamiento ni a la soledad.

Abramos nuestras puertas al amor, a la compañía, a la amistad y al darnos a conocer.

Solo desde el conocimiento personal, desde el deseo de caminar por espacios abiertos, podremos vencer y destruir esas murallas que nos impiden llegar a los otros y... que los otros lleguen a nuestra vida.

Encar_AM

Te escucho, Señor




Te escucho, Señor, llamándome y prometiéndome tu paz, aun cuando yo esté todavía atrapada en los placeres y vanidades de este mundo. Pero tú deseas tanto que te ame, y procure la paz de tu compañía, que, de un modo u otro, no me dejas de llamar. 

Tú me has esperado ansiosamente muchos días, y aun muchos años. He sido, lo sé, lenta para responder, inhábil y poco dispuesta para cumplir enseguida tus mandatos. 

Pero no debo desconsolarme si tú puedes encontrar en mi corazón perseverancia y deseos de responder a tu llamado de paz. 

Porque si te tengo a ti, mi Dios, nada me faltará. Sólo tú bastas.

Fuente: Blog Reflejos de Luz

CRISTO ES REY Y SACERDOTE ETERNO.


Nuestro Salvador fue verdaderamente ungido, en su condición humana, ya que fue verdadero rey y verdadero sacerdote, las dos cosas a la vez, tal y como convenía a su excelsa condición. El salmo nos atestigua su condición de rey, cuando dice: Yo mismo he establecido a mi rey en Sión, mi monte santo. Y el mismo Padre atestigua su condición de sacerdote, cuando dice: Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. Aarón fue el primero en la ley antigua que fue constituido sacerdote por la unción del crisma y, sin embargo, no se dice: “Según el rito de Aarón”, para que nadie crea que el Salvador posee el sacerdocio por sucesión. Porque el sacerdocio de Aarón se transmitía por sucesión, pero el sacerdocio del Salvador no pasa a los otros por sucesión, ya que él permanece sacerdote para siempre, tal como está escrito: Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. 

El Salvador es, por lo tanto, rey y sacerdote según su humanidad, pero su unción no es material, sino espiritual. Entre los israelitas, los reyes y sacerdotes lo eran por una unción material de aceite; no que fuesen ambas cosas a la vez, sino que unos eran reyes y otros eran sacerdotes; sólo a Cristo pertenece la perfección y la plenitud en todo, él, que vino a dar plenitud a la ley. Los israelitas, aunque no eran las dos cosas a la vez, eran, sin embargo, llamados cristos (ungidos), por la unción material del aceite que los constituía reyes o sacerdotes. Pero el Salvador, que es el verdadero Cristo, fue ungido por el Espíritu Santo, para que se cumpliera lo que de él estaba escrito: Por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros. Su unción supera a la de sus compañeros, ungidos como él, porque es una unción de júbilo, lo cual significa el Espíritu Santo. Sabemos que esto es verdad por las palabras del mismo Salvador. 

En efecto, habiendo tomado el libro de Isaías, lo abrió y leyó: El Espíritu del Señor está sobre mi; porque él me ha ungido; y dijo a continuación que entonces se cumplía aquella profecía que acababan de oír. Y, además, Pedro, el príncipe de los apóstoles, enseñó que el crisma con que había sido ungido el Salvador es el Espíritu Santo y la fuerza de Dios, cuando, en los Hechos de los apóstoles, hablando con el centurión, aquel hombre lleno de piedad y de misericordia, dijo entre otras cosas: La cosa empezó en Galilea, cuando Juan predicaba el bautismo. Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo. Vemos, pues, cómo Pedro afirma de Jesús que fue ungido, según su condición humana, con la fuerza del Espíritu Santo. Por esto, Jesús, en su condición humana, fue con toda verdad Cristo o ungido, ya que por la unción del Espíritu Santo fue constituido rey y sacerdote eterno.

Del tratado de Faustino Luciferano, presbítero, sobre la Trinidad
(Núms. 39-40: CCL 69, 340-341)

El nuevo obispo de Palencia abandona el Palacio y se va a vivir al Seminario


El obispo de Palencia, Manuel Herrero, en un encuentro mantenido con los medios de comunicación, pidió al nuevo gobierno que se respete la libertad de educación, algo que calificó de «fundamental». Asimismo, el nuevo prelado insistió en que la Iglesia «no busca privilegios ni los pretende». Además, el recién ordenado obispo de la diócesis palentina demandó, en primera instancia, «el bien común para todos los ciudadanos».
Durante el desayuno informativo celebrado este lunes por el obispado de Palencia, Herrero hizo referencia a la crisis de los refugiados, aprovechando la celebración del Día Mundial del Refugiado, y reivindicó el papel de Cáritas como institución de la Iglesia que «acoge a muchos refugiados».
Por otro lado, el nuevo obispo destacó que ve en el envejecimiento y en la despoblación la problemática principal de la diócesis de Palencia y explicó que «hay que romper las fronteras y abrir los límites parroquiales», porque las comunidades cristianas «cada vez son más reducidas».
Asimismo, el prelado definió como una de sus actuaciones más inmediatas mantener encuentros con los disintios sacerdotes de las parroquias de la provincia para «palpar sus necesidades», unos encuentros que comenzaron ayer con el arciprestazgo del Cerrato y del Camino. En este sentido, el nuevo obispo aseguró que en su agenda tiene previsto mantener distintas reuniones con las instituciones palentinas para conocer a los representantes de las mismas.
Además, durante el encuentro celebrado esta mañana en el Palacio Espiscopal, Manuel Herrero mostró su voluntad de ser «un obispo cercano, ya que ello supone «eguir el estilo cristiano», concretó.
Como hecho anecdótico, el prelado desveló que ha fijado como residencia el antiguo seminario de Palencia, en lugar el Palacio, donde convivirá con otros 24 sacerdotes mayores, algo que atribuye a su condición de agustino y a que «siempre he vivido en comunidad», concluye.
Fuente: Religión digital


En ciudad más devastada Siria, los niños tienen un oratorio «a prueba de bombas»


En Aleppo -la ciudad más está devastada por la guerra en Siria- existe un oratorio «a prueba de bombas» donde 350 niños cristianos se reúnen bajo el lema ‘Sean misericordiosos como nuestro Padre’ para orar por su país y por la conversión de los yihadistas.
«No tenemos miedo debido a que cada día desafiamos a las bombas y a la muerte con nuestra alegría de vivir», expresó el P. Firas Lutfi, sacerdote responsable del oratorio de la parroquia latina de San Francisco en Aleppo, al diario Avvenire de la Conferencia Episcopal Italiana.
Los niños que lo conforman son de distintas confesiones cristianas - católicos, ortodoxos, armenios, melquitas- con edades entre 3 y 15 años. En este espacio también cantan, juegan y hacen amigos.
Según el sacerdote, esta iniciativa es «una luz para una ciudad mártir de la guerra civil siria» que, según la ONU, es la más sangrienta después de la Segunda Guerra Mundial con 250 mil muertos y millones de desplazados.
Este año la Asociación Pro Terra Sancta, que está al servicio de la Custodia de Tierra Santa, pidió que en las parroquias de Italia se replique este «oratorio» como una obra de misericordia para que los niños sirios sientan que no están solos.
También se espera que a través de esta iniciativa los niños italianos conozcan el tipo de vida que llevan los cristianos en Oriente.
Al respecto, el P. Lutfi, manifestó que «tenemos necesidad de esta comunión con ustedes».
Por su parte, el párroco de San Francisco, P. Ibrahim Alsabagh, indicó que en una Aleppo semidestruida la alegría de estar juntos logra sobreponerse dentro de la experiencia de vida y de la amistad en nombre de Jesús.
ACI/María Ximena Rondón

Un sacerdote católico fue quien propuso la teoría del Big Bang


Para muchos el padre de la teoría del Big Bang (la gran explosión), es el físico ruso nacionalizado estadounidense, George Gamov; sin embargo, pocos saben que años antes esta teoría que busca explicar el origen del universo ya había sido propuesta por el sacerdote jesuita Georges Lemaître.
Este domingo se han cumplido 50 años del fallecimiento de este formidable matemático que desde muy joven, descubrió su doble vocación de religioso y científico.
El P. Lemaître nació en Charleroi (Bélgica), en 1894. Era hijo de un médico y ya desde su infancia se distinguió por su habilidad para las matemáticas y su espíritu curioso. Atracción por las ciencias que enriquece con su vocación sacerdotal.
Gracias a sus estudios, en la década de 1920 tuvo la intuición de que el universo tenía una historia y se encontraba en evolución; oponiéndose así a la concepción de todos los científicos de época, especialmente Albert Einstein.
Así, en 1930 propuso un modelo de universo bajo el nombre de universo Lemaître-Esinstein o hipótesis del átomo primitivo, el cual más tarde fue conocido como Big- Bang. Su reflexión se apoyó en los datos brindados por la observación de los espectros de ciertas galaxias recientemente descubiertas.
Según el sacerdote, la historia del universo se divide en tres periodos.
El primero es llamado «la explosión del átomo primitivo», según la cual hace cinco mil millones de años existía un núcleo de materia hiperdensa e inestable que explotó bajo la forma de una super-radioactividad. Esta explosión se propagó durante mil millones de años y los astrónomos perciben sus efectos en los rayos cósmicos y las emisiones X.
Luego viene el período de equilibrio o el universo estático de Einstein. Afirma que finalizada la explosión, se establece un equilibrio entre las fuerzas de repulsión cósmicas en el origen del acontecimiento, y las fuerzas de gravitación, durante esta fase de equilibrio que dura dos mil millones de años, se forman los nudos y dan nacimiento a las estrellas y galaxias.
Finalmente siguen los períodos de expansión, iniciados hace dos mil millones de años. Afirma que el universo se encuentra en expansión a una velocidad de 170 km. por segundo de manera indefinida.
En Estados Unidos recibe rechazo, al igual que de parte de Albert Einstein. El P. Lemaître, que nunca buscó honores ni reconocimiento, deja sus trabajos de cosmología.
Años después, en 1948, Gamov propone una nueva descripción del comienzo del universo; y aunque es considerado hoy como el padre de la teoría del Big Bang, las líneas maestras estaban nítidamente presentes en la cosmología del P. Lemaître, que presidió la Pontificia Academia de las Ciencias en 1960. Finalmente, fallece en 1966.
Fuente:Archimadrid

Lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo con ellos


Evangelio según San Mateo 7,6.12-14.
No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos. 

Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas. 

Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. 

Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.