sábado, 1 de octubre de 2016

Francisco reza por la paz con la comunidad asiro-caldea en Georgia


El primer día del viaje del papa Francisco a Georgia ha concluido con un encuentro con la comunidad católica del rito asirio-caldeo, en la iglesia de san Simón Bar Sabbae en Tbilisi. Se trata de la primera vez que un Papa visita un lugar de culto asiro-caldeo.  A su llegada, el Santo Padre ha sido acogido por el patriarca de Babilonia de los Caldeos, Louis Raphaël Sako, y por el párroco de la iglesia.
A continuación, el papa Francisco ha ido en procesión hacia la capilla del santísimo, entre los fieles de la diáspora asiro-caldea. Y después un canto y una oración en arameo, el Santo Padre ha realizado una oración por la paz.
De este modo, el Pontífice ha recordado que la cruz “nos libra del pecado, origen de toda división y de todo mal” y la Resurrección “rescata al hombre de la esclavitud del fracaso y de la muerte”.  Así, ha pedido: “Señor Jesús, por tu gloriosa pasión, vence la dureza de los corazones, prisioneros del odio y del egoísmo” que arranque “de su condición a las víctimas de la injusticia y de la opresión” ya haga “brillar el triunfo de la vida”.
El Santo Padre también ha pedido a Dios que una a su cruz “los sufrimientos de tantas víctimas inocentes”, “los niños, los ancianos, los cristianos perseguidos”. Y ha pedido por los que “se encuentran profundamente heridos: las personas abusadas, despojadas de su libertad y dignidad”, por los “exiliados, los refugiados y quienes han perdido el gusto por la vida”.
También ha tenido presente en la oración a los “pueblos en guerra”, para que “aprendan el camino de la reconciliación, del diálogo y del perdón”. Del mismo modo ha mencionado a los “pueblos desfallecidos por las bombas”, en concreto por Irak y Siria.  “Sostén a los cristianos de la diáspora y concédeles la unidad de la fe y del amor”, ha pedido el Pontífice.
Para concluir el encuentro, el Santo Padre ha impartido su bendición a los presentes.
En declaraciones a la agencia Fides, el patriarca Sako había indicado que durante el encuentro, le diría al Santo Padre que “esperamos que nos visite próximamente en Irak. Allí necesitamos de su presencia y de su apoyo”.
En el encuentro con el Papa han estado presentes 12 obispos caldeos, veteranos del Sínodo anual que se acaba de celebrar en Erbil, capital del Kurdistán iraquí. Además de los fieles de la comunidad asirio-caldea presente en Georgia, también han recibido al papa Francisco varios grupos de fieles caldeos procedentes de los EE.UU., Francia y Canadá, junto con un grupo de caldeos que actualmente están viviendo con el estado de refugiados, después de abandonar sus hogares ante el avance de los yihadistas del Estado islámico, ha explicado el patriarca.
En Georgia, viven alrededor de 10 mil cristianos pertenecientes a las comunidades caldea y asiria. Sus raíces iniciales en el Cáucaso se remontan a los flujos migratorios que se registraron en la primera mitad del siglo XIX y que se incrementaron a principios del siglo XX, debido a las persecuciones sufridas también por los asirios y caldeos durante la Primera Guerra Mundial. “El encuentro con el Sucesor de Pedro” declara a la agencia Fides el patriarca caldeo, “será un momento fuerte, y lo viviremos para ser confirmados en la fe, en la esperanza y también en la elección de perseverar y permanecer en nuestra tierra martirizada”.

1 de octubre: santa Teresa del Niño Jesús: La historia de un alma


María Francisca Teresa nació el 2 de enero de 1873 en Francia. Era hija de un relojero y de una costurera. Era la menor de sus hermanas y no muy devota. Su madre falleció cuando Teresa tenía tan solo cuatro años. Corría el año 1877 y su padre tuvo que vender la relojería e irse a vivir a Lisieux.
Cinco años después de la muerte de la madre y del traslado de la familia, Paulina entró en el convento de las carmelitas. La hermana pequeña presintió que ella seguiría los pasos de su hermana. A los catorce años otra de las hermanas de Teresa ingresa también en las carmelitas. Era 1886, Teresa tenía dos hermanas monjas y sufre, durante las Navidades, una gran conversión que recordó para el resto de sus días. Ella misma lo describió así: «En esa noche de Navidad acababa de nacer otra Teresita. Jesús me transformó de tal manera que ni yo misma me conocía».
A raíz de esta conversión decide entrar en el convento pero su padre fue el único que le apoyó. Las monjas, así como el señor obispo de Bayeux pensaban que todavía era muy joven. Teresa tenía 14 años.
La pequeña se había convertido y tenía claro su ingreso en las carmelitas, por eso, aprovechando un viaje a Roma con motivo del jubileo sacerdotal del Papa León XIII, se arrodilló delante del Santo Padre y le pidió su ingreso en la orden. El Pontífice le recomendó seguir las directrices de sus superiores. Se volvió de Roma con la negativa de León XIII pero tres meses después recibió el beneplácito del Papa y con 15 años, el 9 de abril de 1888, entró en el Monasterio del Carmelo de Lisieux.
Su ingreso en el convento supuso un reguero de oraciones y sacrificios ofrecidos por la conversión de los pecadores y por las misiones. En 1893, con tan solo 20 años, Teresa fue nombrada asistente de la maestra de novicias.
En 1897 enfermó de tuberculosis y ya nunca volvió a salir de la enfermería. Sus últimos meses de vida se vieron envueltos entre grandes padecimientos físicos y morales. Lo vivió con santidad pensando que era lo mejor que le podía ofrecer al Señor. Teresa murió el 30 de septiembre de 1897 agarrada a un pequeño crucifijo y exclamando «Dios mío, os amo».
Teresita del Niño Jesús puso su acento en la oración y en las pequeñas cosas del día a día hechas por amor a Dios. Ella lo llamó la pequeña vía como un camino para llegar a la infancia espiritual. Su espiritualidad se recogió en el libro Historia de un alma, una autobiografía que escribió por orden de sus superioras y que se publicó como obra póstuma al morir Teresa. «Yo soy un alma minúscula, que sólo puede ofrecer pequeñeces a nuestro Señor», escribe la santa en el libro.
Fue beatificada en 1923 y canonizada dos años después por el Papa Pío XI. En 1997, el 19 de octubre, fue proclamada Doctora de la Iglesia por san Juan Pablo II.
José Calderero @jcalderero
Alfa y Omega

Una comunidad es cristiana cuando sigue a Jesús de Nazaret


Una comunidad se recrea cada día en la mesa de la vida, del compartir, de la intimidad, de sentirnos unidos por el anhelo renovado de una auténtica fraternidad y amistad.
La comunidad nace de una llamada que se escucha desde distintas realidades existenciales, que se nos comunica por medio de otros, que se metaboliza y discierne en lo hondo de nosotros mismos.
La comunidad convoca a la oración del corazón misericordioso, en el que resuenan las súplicas, las alegrías, las lágrimas y las esperanzas de la humanidad, de nuestro mundo.
La comunidad es garantía de la presencia de la Divinidad, por medio del otro que camina a mi lado en cualquier circunstancia, que sé que nunca me faltará cuando le necesite.
Una comunidad verdadera practica el don del perdón liberador, de la revisión fraterna comprensiva, de la autocrítica compasiva y favorece el crecimiento personal de todos sus miembros.
La comunidad nos ayuda a humanizarnos (y, por lo tanto, a divinizarnos), cuando contemplamos la injusticia, el desprecio, el abuso y nos comprometemos a combatirlos, pues no podemos permanecer indiferentes ante los atropellos hacia los más débiles.
La comunidad es un espacio para el encuentro gozoso de unos con otros. Para el encuentro con el otro, que en su diferencia me enriquece, me ayuda a crecer y me invita con cariño a salir de mi comodidad.
La comunidad es el lugar donde se experimenta la gratuidad, la donación desinteresada al otro, como semilla y signo de una nueva sociedad, donde se da el testimonio de que es más importante lo que se es y se ofrece que lo que se tiene.
La comunidad nos ayuda a valorar lo que de verdad es lo más importante, lo que tiene más interés y trascendencia, el tesoro más valioso, el gozo de estar unidos compartiéndolo todo.
La comunidad suaviza y hace llevadera la cruz de cada día, aceptando el carácter propio del otro, ayudándole en sus necesidades, practicando la humildad, dejándose guiar y transformar...
La comunidad es un don y un quehacer diario, que hay que regar, abonar y cuidar para que crezca, se fortalezca, dé frutos y adquiera así su máxima plenitud.
La comunidad es siempre deudora de otras personas que la precedieron y que nos han ofrecido su ejemplo de vida; de otras realidades que se han vivido en común; de experiencias históricas que la ayudan a caminar hacia lo que está llamada a ser.
La comunidad es una escuela de mística, de espiritualidad encarnada, de trascendencia, vislumbrando e intentando hacer realidad la utopía, ese otro mundo posible y necesario, que hoy no es todavía, pero que puede ser si nos empeñamos con esfuerzo, constancia y esperanza.
La comunidad nos enseña a vivir con la mayor naturalidad, sin doblez ni fingimiento, con sinceridad y alegría, tomando con humor nuestra propia vulnerabilidad, nuestros defectos, y con paciencia nuestros avances y retrocesos. Es el templo donde se celebra la vida con sus gozos, esperanzas y tristezas.
La comunidad ayuda a vivirlo todo con sencillez, compartiendo lo que se es y lo que se tiene, para que otros puedan vivir con dignidad, teniendo las puertas de la casa y de cada corazón abiertas.
Una comunidad es cristiana cuando sigue a Jesús de Nazaret, intentando vivir con sus mismos sentimientos, para buscar de su mano una plena humanización y la unión íntima con el Misterio de la Divinidad, el Amor que habita dentro de nosotros, en cada ser humano y en todo el universo. Así Jesús se convierte en modelo y paradigma de una nueva humanidad.
En una comunidad cristiana se intentan vivir las bienaventuranzas, lo contracultural, lo alternativo de la buena noticia de Jesús, en la realidad concreta de nuestro mundo. Por eso nunca podrá ser conservadora, sino abierta, liberadora, en progreso continuo, renovada y comprometida desde las fronteras existenciales de los empobrecidos y excluidos. Solo así se disfrutará de la alegría, la paz y la felicidad verdaderas.
La comunidad que se esfuerza y desea vivir de forma integral su fe y su vida, es un nuevo sacramento que "contiene, visualiza y comunica otra realidad diferente a ella, pero presente en ella... una grieta por la que penetra una luz superior que ilumina las cosas, las hace transparentes y diáfanas".

Francisco: “Jamás se debe hacer proselitismo, es un gran pecado contra el ecumenismo, somos hermanos”


Son muy pocos, apenas llegan a las doscientas personas. Son los sacerdotes, seminaristas, religiosos y agentes de pastoral de Georgia, que se han encontrado con el Papa Francisco en la iglesia de la Asunción. Una auténtica minoría que trabaja con dificultad, y que sintieron la visita del Papa como un bálsamo, como un vaso de agua fresca en mitad de la incomprensión y las dificultades.
Se trató de un encuentro recogido, pequeño, humilde, en el que algunos miembros de la Iglesia georgiana plantearon a Francisco algunos temas. Tras el saludo de Giuseppe Pasotto (administrador apostólico del Cáucaso), Kaká, un joven, le habló de los problemas de la juventud católica. El Papa iba apuntando en un cuaderno la apelación del joven, que hablaba de las incomprensiones que viven los jóvenes católicos, y la necesidad de seguir hacia adelante "con orgullo y sin miedo". Después, improvisó durante más de media hora, en familia, como a él le gusta. Como se aparece como auténticamente Francisco.
Irina, una madre de familia, habló de los retos, desde la educación de los hijos al divorcio, pasando por la ideología de género, los métodos anticonceptivos y todos los aspectos abordados en Amoris Laetitia. "Usted saben bien cuántas fuerzas luchan en contra de la familia", apuntó la mujer.
Un seminarista, por su parte, habló del crecimiento de las vocaciones, pese a vivir en la minoría, con el camino ecuménico como rumbo para el futuro en el país. "Me siento orgulloso de ser católico, y de convertirme en sacerdote católico georgiano", señaló.
Un sacerdote armenio, que acompañó al Papa en su visita a aquel país del Cáucaso, destacó la importancia de la espiritualidad y del testimonio. "Mantener viva la memoria del pasado, y tener la valentía de soñar un futuro", proclamó.

Tras estas intervenciones, el Papa habló, e improvisó. Esta es la transcripción de las palabras de Francisco.
Al final de la misa, ... yo hablaré a todos mezclando todas las preguntas que han hecho ustedes
En Armenia, al final de la misa invité a subir al papamóvil a Su Excelencia y al Obispo de la Iglesia apostólica armenia de la misma ciudad. Éramos tres obispos: el obispo de Roma, el obispo católico de Tumek, y el obispo armenio. Casi como si fuera ortodoxo (risas). Es una buena ensalada (macedonia)
Habíamos hecho el recorrido, y después descendimos. Cuando yo iba hacia el automóvil, una viejita me hizo gestos de acercarme. Tendría... ¡si tenía 80 no era vieja! (risas). Parecía que tenía bastantes más. Yo he sentido en el corazón la necesidad de acercarme a saludarla, porque estaba detrás de las vallas. Era una mujer humilde, muy humilde. Me ha saludado con amor, tenía un diente de oro..., y me ha dicho esto: "Yo soy armenia, pero vivo en Georgia. Y he venido de Georgia". Había viajado ocho horas en el bus para ver al Papa.
Al rato, cuando andábamos, me la encontré de nuevo, dos horas después. Y le dije: Señora, ¿pero usted vino más para encontrarme? Y me respondió. Sí, es la fe.
Has hablado de ser firmes en la fe. Estar firmes en la fe es el testimonio que ha dado esta mujer. Creía que Jesucristo, el hijo de Dios, ha dejado a Pedro sobre la tierra como su vicario, y ella quería ver a Pedro. Firmes en la fe significa capacidad de recibir de los otros la fe, conservarla y transmitirla
Has hablado de tener viva la historia del pasado, la historia nacional, y tener el coraje de buscar un futuro mejor. Firmes en la fe significa no olvidar aquello que hemos aprendido. Es más, hacerlo crecer. Darlo a nuestros hijos. Por eso, en Cracovia, les he dado como misión especial a los jóvenes, hablar con los abuelos. Son los abuelos los que nos han transmitido la fe, que tantos de vosotros tienen que enseñarles a escuchar a los abuelos, hablar con ellos. Para recibir el agua fresca de la fe. Elaborarla en el presente, hacerla crecer, no esconderla en un cajón como ése... Y transmitirla a nuestros hijos.
El Apóstol Pablo, hablando a su discípulo predilecto, Timoteo, les pedía conservar firme la fe que había recibido de su madre y de su abuela. Este es el camino que nosotros tenemos que seguir. Estos nos hará madurar tanto, recibir la herencia, hacerla germinar, y darla.
Una planta sin raíces no crece. Una fe sin raíces de la madre y de la abuela no crece. Pero una fe que me ha sido dada y no la doy a los otros tampoco crece. Así, para resumir, ser firmes en la fe, es necesario memoria del pasado, coraje en el presente, esperanza en el futuro.
No se olviden de esa señora georgiana, capaz de ir seis-ocho horas en el autobús, en Armenia. No se olviden, es una mujer armenia pero georgiana, y las mujeres georgianas tienen fama de ser mujeres fuertes, de fe, que llevan adelante la iglesia
Y tú, una vez has dicho a tu mamá, yo quiero hacer lo que hace ese sacerdote. Y al final de tu intervención dijiste que estabas orgulloso de ser católico y sacerdote georgiano. Es todo un camino. No has dicho lo que dijo tu mamá. ¿Qué te dijo tu mamá cuando se lo dijiste? (el joven responde: era un niño, y mi madre me dijo 'está bien, haz lo que hace ese hombre'). Otra vez, la madre, la mujer georgiana. Fuerte. La madre está perdiendo a un hijo, pero se lo daba a Dios, lo acompañó en su camino. Y tu madre ha perdido la oportunidad de convertirse en suegra (risas). En el inicio de una vocación siempre está la madre, la abuela... pero dijiste la palabra clave, memoria.

Conservar la memoria de la primera llamada. Custodiar ese momento, como tú custodias ese recuerdo. Mamá, yo quiero hacer como hace ese hombre. Eso no es una fábula que ha venido a tu mente, ha sido el Espíritu Santo que te ha tocado, y custodiar con la memoria ésto, es custodiar la memoria del Espíritu Santo. Estoy hablando a todos los religiosos y religiosas.
Todos nosotros, en nuestra vida, tenemos o tendremos momentos de oscuridad. También los consagrados tenemos momentos oscuros, cuando parece que las cosas no van adelante, cuando hay dificultades de convivencia. En ese momento, hay que detenerse y hacer memoria: memoria del momento en el que he estado tocado por el espíritu santo. Como ha dicho él. La perseverancia en la vocación está radicada en la memoria de aquella caricia que el Señor nos ha hecho, y nos ha dicho que viene con nosotros.
Esto es lo que yo os digo a todos vosotros, consagrados: no volver atrás cuando se encuentra la dificultad. Si quieren mirar atrás, la memoria de ese momento, lo único. Y así la fe permanece firme, la vocación permanece firme. Con nuestras debilidades, con nuestros pecados. Todos somos pecadores, todos necesitamos confesarnos, pero la misericordia, el amor de Jesús es más grande que nuestros pecados.
Ahora yo quisiera hablar dos cosas. ¿Es tan fuerte el frío en casa que están en invierno? Y vas adelante lo mismo. Irina: hemos hablado con el sacerdote, con el religioso, con los consagrados sobre la fe firme. ¿Pero cómo es la fe en el matrimonio? El matrimonio es la cosa más bella que Dios ha creado.
La Biblia nos dice que Dios hizo hombre y mujer semejantes a Él. Yo entiendo, Irina, cuando explicabas la dificultad que tantas veces hay en el matrimonio. Las incomprensiones, las tentaciones, buscar el camino del divorcio, yo me busco otro y él se busca otra y empezamos de nuevo... Irina, ¿tú sabes quién paga los gastos del divorcio? Dos personas. Los dos, y más, y paga Dios, porque cuando se separa lo que es una sola carne, ensucia la carne de Dios. Pagan los hijos, los niños.
No sabemos, queridos hermanos, cuánto sufren los niños pequeños cuando ven peleas y separación de sus padres. Se debe hacer de todo para salvar un matrimonio, pero es normal que en el matrimonio se pelee, es normal. Sucede que a veces vuelan los platos, es normal. Si hay verdadero amor, se hace la paz inmediatamente. Yo aconsejo a los matrimonios que peleen todo lo que quieran, pero no acaben el día sin hacer las paces. ¿Sabéis por qué? La guerra fría del día siguiente es peligrosísima. Cuántos matrimonios se salvan si tienen el coraje, de al final de la jornada, no hacer un discurso, sino una caricia, y se hace la paz.
Pero es verdad que hay situaciones muy complejas, cuando el diablo se mezcla y pone una mujer delante de un hombre que le parece más bella que la suya, o cuando pone a un hombre delante de una mujer que le parece mejor que el suyo. ¡Pidan ayuda inmediatamente cuando venga esta tentación, pidan ayuda inmediatamente! Esto es lo que tú decías de ayudar a las parejas. A las parejas se las ayuda recibiéndolas. La cercanía del acompañamiento, el discernimiento, la integración en el cuerpo de la Iglesia. Acoger, acompañar, discernir e integrar. En la comunidad católica se debe ayudar a salvar el matrimonio.
Hay tres palabras de oro en la vida del matrimonio: yo les preguntaría a un matrimonio ¿se quieren bien? Me responderán que sí, y cuando hay alguna cosa que uno hace por el otro, ¿saben decir gracias?. Y si alguno de los dos hace algo mal, ¿saben pedir perdón? Y si quieren llevar adelante un proyecto ¿saben pedir la opinión del otro?. Tres palabras: Puedo, Gracias, Perdón.
Si en el matrimonio se usan estas palabras, puedo, gracias, perdón, el matrimonio caminará bien, irá hacia adelante.
Tú, Irina, has mencionado a un gran enemigo del matrimonio, que es la teoría de género. Hoy hay una guerra mundial para destruir el matrimonio. Hoy no se destruye con las armas, se destruye con las ideas. Hay una colonización ideológica que destruye, hay colonizaciones ideológicas que destruyen. Por tanto, defenderse de las colonizaciones ideológicas. Si hay problemas, hacer la paz lo antes posible, y no olvidar las tres palabras: permiso, gracias y perdón.
Y tú, Kaka, has hablado de una Iglesia abierta, que no se cierra en sí misma, que esté abierta para todos. Una Iglesia madre, porque la Iglesia es así. Hay dos mujeres que Jesús ha querido para todos nosotros. Su madre, y su esposa. Las dos se asemejan: la madre de Jesús, que él ha dejado como madre nuestra; la Iglesia es la esposa de Jesús, y también es nuestra madre. Con la madre Iglesia, con la madre María se puede ir hacia adelante seguro, y ahí encontramos otra vez a la mujer. Parece que el Señor tiene una predilección para llevar adelante la fe con las mujeres. María, la Santa Madre de Dios, la Iglesia, la santa esposa de Dios, nosotros, pecadores, sus hijos. Y la abuela, la madre, que nos han dado la fe. Será María, la Iglesia, la abuela, la madre... las que defiendan la fe. Sus antiguos monjes decían esto, escuchen bien: cuando hay turbulencias espirituales, hay que refugiarse bajo el manto de la santa Madre de Dios. Y María es el modelo de la Iglesia, de la madre, de la mujer. De la mujer, porque la Iglesia es mujer, y María es mujer.
Una última cosa: ¿dónde la tengo? A ver... El problema del ecumenismo. Jamás pelear. Dejemos a los teólogos que estudien las cosas abstractas de la teología. ¿Qué debo hacer yo con un amigo, un vecino, una persona ortodoxa? Ser abierto. Ser amigo. ¿Debo esforzarme por convertirlo? Hay un grave pecado contra el ecumenismo: el proselitismo. Jamás se debe hacer proselitismo con los ortodoxos. ¡Son hermanos y hermanas nuestros, discípulos de Jesucristo! Que por las situaciones históricas tan complejas hemos terminado así. Sean ellos, seamos nosotros, creemos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, creemos en la Santa Madre de Dios. ¿Qué tengo que hacer? No condenar, no puedo. Amistad, caminar juntos, orar unos por los otros, rezar, y hacer obras de caridad juntos, porque se puede. Esto es el ecumenismo. Pero jamás condenar a un hermano o una hermana, jamás dejar de saludarlo porque es ortodoxo.
Quisiera terminar, también con el pobre Kote... Has dicho que estás orgulloso de convertirte en un sacerdote georgiano. A ti, y a todos vosotros, católicos georgianos, les pido por favor defendernos de la mundanidad. Jesús nos ha hablado tan fuerte contra la mundanidad. En el discurso de la Última Cena, pidió al Padre que nos defendiera de la mundanidad. Pidamos esta gracia todos juntos. Que el Señor nos libre de la mundanidad, y nos haga hombres y mujeres de Iglesia. Firmes en la fe que hemos recibido de la abuela y de la madre. Firmes en la fe que es segura bajo la protección de la Santa Madre de Dios, y así, como estamos, recemos a la santa madre de Dios el Ave María.

Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo


Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús:
«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre»
Él les contestó:
«Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo»
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla.
Si, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar».
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
«¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron».
Palabra del Señor.