Todos pedimos y todos esperamos conseguir lo que pedimos: mejoras, confort, comodidades, privilegios ...
Todos pedimos y son pocos los que dan.
Son pocos los que imitan a Cristo, cuyas manos nunca pidieron y siempre dieron; y porque siempre dieron, se le fueron gastando de tal forma,que hasta se le llegaron a perforar.
Nuestras manos,a semejanza de las suyas,tambièn pueden gastarse y romperse de tanto dar: dar consuelo,dar ayuda, dar comprensión, dar fuerza; dar, dar y siempre dar.
Es la mejor manera de realizarse uno mismo, aun a costa de que se nos perforen las manos, como las de Cristo.
No debemos contentarnos con dar, ni aun con darnos esporadicamente; debemos estar en constante disposición y actitud de darnos; debemos hacer del darnos algo asi como una especie de estado de vida.
Isabel, del libro "Los cinco minutos de Dios"