lunes, 6 de agosto de 2012

La mirada del Señor


La Mirada del Señor es espectacular. Desborda Amor, Ternura, Comprensión… Es dulce y sonriente. Acogedora. Uno se siente arropado por ella sabiendo que ya nada malo puede pasar (pase lo que pase). Se queda uno atrapado por esa Mirada sin querer salir de ella, absorbiendo todo cuanto de Ella emana para, de forma inevitable, derramarlo más tarde sobre los demás.

El tiempo se detiene, y uno querría que ese momento no terminara jamás. La Mirada del Señor transforma. Toca el corazón y llega a lo más hondo. Si el corazón está herido o dañado, lo sana.

 Si hay alguna mancha de rencor hacia alguna persona, la borra. Podría decirse que hace una limpieza general y cuando ya está del todo acondicionado, lo llena por completo de una Paz inmensa, de un Amor desbordante y de una Alegría profunda y duradera. La Mirada del Señor es poderosa, porque no sólo toca a quien la recibe sino a todos aquellos que más tarde se cruzan con el elegido. Su Mirada reconforta y alivia de cualquier dolor o pena. Todo lo comprende y todo lo perdona. Da esperanza. Es como un enorme abrazo amoroso, y perderse en ella, abandonarse a ella, supone sumergirse de lleno en el más grande de los amores, el Amor de Dios. 

Es difícil describir con palabras esa Mirada. Pero quienes la hemos sentido directamente sabemos que después ya nada vuelve a ser igual. Me siento tremendamente afortunado, y le doy gracias a Dios de todas las maneras posibles, sobre todo tratando de mirar a los demás como Él me mira a mí: con un Amor incondicional. ¡Gracias Señor por mirarme! Y no apartes de mí tus ojos.

De los Blogs de Religión en Libertad