martes, 19 de julio de 2016

La misericordia en el arte: María que nos cubre con su manto


Entrevista a María Grazia Bernandini, organizadora de la exposición “La misericordia en el Arte, itinerario jubilar entre las obras famosas de los grandes artistas italianos”
Con motivo del Jubileo de la Misericordia, el palacio municipal de Roma y antigua residencia papal, Il Campidoglio, acoge un recorrido alternativo sobre el tema de la misericordia, a través de una exposición artística.
Con el título “La misericordia en el Arte, itinerario jubilar entre las obras famosas de los grandes artistas italianos”, está abierta al público hasta el 27 de noviembre de este año.
La responsable de la exposición, María Grazia Bernandini ha hablado con ZENIT y ha indicado algunos particulares interesantes sobre cómo la Virgen irrumpe en el arte como Madre de Misericordia, en particular desde la Edad Media, comentarios que compartimos con nuestros lectores.
¿Cómo nace la idea de esta exposición?— María Grazia Bernandini: Nace con motivo del Jubileo de la Misericordia, ya que las obras de arte sacro que nos llegan del pasado transmiten un fuerte mensaje cristiano y católico, porque el arte ha estado muchas veces cercano a la Iglesia. Por ello hemos individuado algunas obras de arte a través de las cuales realizar un recorrido jubilar alternativo.
Háblenos un poco de estas obras de arte…
María Grazia Bernandini: Al hablar de la misericordia en el arte partimos del políptico de la Madonna della Misericordia de Piero della Francesca, que se encuentra en la localidad deBorgo San Sepolcro. Pero son muchos los artistas que la han representado, desde Simone Martini a Lippo Memmi, de Bartolomeo Caporali a Pietro Perugino.

¿Y cómo la representaron?
— María Grazia Bernandini: Hemos partido del concepto de la Virgen de la Misericordia y en estas obras podemos entender cómo Ella era venerada. Es la Virgen que intercede junto a Dios y al Cristo Juez, Nuestra Señora que se presenta como mujer misericordiosa. Hasta tal punto esto es verdad que en la alta Edad Media, en los siglos XIII y XIV, nace la oración Salve Regina Mater Misericordiae, y es el culto de la Virgen como una madre.

¿Qué significado tiene en estos cuadros la Virgen con su manto?
— María Grazia Bernandini: Hay diversos cuadros de la Virgen Misericordiosa que abre su manto, lo que en la Edad Media tenía un significado también jurídico, cubrir con el manto era un acto simbólico. Un niño nacido fuera del matrimonio, por ejemplo, si era cubierto por el manto significaba que era adoptado, o un condenado a muerte, si era cubierto significaba que era agraciado.

Así, cuando los fieles veían a esta figura de María, incluso pintada más grande en las proporciones del cuadro, que cubría a sus fieles con la propia capa, significaba que Nuestra Señora protege, ayuda, socorre. Se tiene así una imagen inmediata.
Además, la imagen de la Madre de la Misericordia era llevada en los estandartes y gonfalones de las Compañías de la Misericordia. De esta manera, Nuestra Señora de la Misericordia se vuelve un símbolo del amor de la madre que lleva a realizar obras caritativas.
¿Cuáles son las obras más famosas?
— María Grazia Bernandini: Seguramente La Carità, di Guido Reni; o el san Camilo de Lellis que ayuda a los enfermos, un bajorelieve de Pietro Bernini, padre del famoso Gianlorezo Bernini, el cual representa a san Martín de Tours que dona la mitad de su capa a un pobre. Y tenemos también una Madonna della Misericordia de Vincenzo Tamagni, un pintor menos famoso pero siempre extraordinario.

Las dos grandes obras de Piero della Francesca y de Caravaggio, debido a lo delicado de las mismas, no están presentes pero sí documentadas en los paneles didácticos.

El Papa asegura que “un joven que no es inquieto es un viejo”


En un vídeo mensaje enviado a un evento celebrado en Washington, el Santo Padre subraya que Jesús es el único que puede dar una respuesta a las inquietudes del joven
 El papa Francisco ha enviado un vídeo mensaje a los jóvenes participantes del evento llamado “Juntos 2016”, que se celebró el pasado sábado en Washington, Estados Unidos. La iniciativa, de carácter ecuménico, informa Radio Vaticano, ha sido organizada por el movimiento de oración y evangelización “Pulse” fundado por Nick Hall.
Queridos jóvenes –dice Francisco hablando en español—sé que hay algo en vuestros corazones que les agita y les hace estar inquietos, porque un joven que no es inquieto es un viejo. Porque “la juventud crea inquietud”, asegura.
De este modo, el Papa les pregunta “¿cuál es tu inquietud?”.  Y les recuerda que Jesús “es el único que puede dar una respuesta a tal inquietud”.
“Puedes estar seguro, te lo garantizo: no te sentirás frustrado. Dios no decepciona a nadie”, precisa el Pontífice. Finalmente les recuerda que Jesús les espera, “es Él quien ha plantado en tu corazón las semillas de la inquietud”.
Zenit

19 de julio: santas Justa y Rufina, mártires

La acción se desarrolla en el marco de la ciudad de Sevilla. Justa y Rufina vienen presentadas, desde la lejanía del siglo III y con el agradecimiento de los reconocidos sevillanos posteriores a ellas en la fe y en el tiempo, como pobres y virtuosas. Su oficio es el de alfareras; allá están con su torno de madera, girando con los pies la mesa y rozando hábilmente con las manos la húmeda arcilla hasta que, ya moldeada, se ha convertido en vasija utilitaria o jarrón de ornamento, dispuestos para el horno.
En Sevilla mandan ahora los romanos fuertes y guerreros. Pero son idólatras y han traído a la ciudad, con la paz, todos los vicios de una ciudad dorada y opulenta. Los cristianos notan que hay una ola más de corrupción y desenfreno.
Justa y Rufina viven y respiran según el Evangelio. Así lo aprendieron en su casa porque sus padres se bautizaron de los primeros. Con el producto de su trabajo honrado viven ellas y benefician al prójimo; la gente comenta que su caridad va con mano larga y también eso se nota por los miserables que salen de su casa con un puchero lleno de algo caliente para calmar al estómago y restaurar las fuerzas.
La fiesta de Salambó –que ese es el modo de llamar a Venus– vino a alterar su tranquila y laboriosa existencia. Han salido las damas nobles por las calles, llevando a hombros su estatua; van remedando gritos y lamentos, fingen gemidos y ademanes de dolor imitando la angustia de Venus que llora la muerte de su enamorado Adonis.
A su paso está organizado un petitorio para costear la fiesta y hacer más brillante la solemnidad de los sacrificios. Cuando llegan a la altura de la casa-tienda-taller de Justa y Rufina y pedirles limosna para los festejos, las dos hermanas se niegan al unísono a cooperar con el culto pagano. Además se despachan a gusto –¡pues buenas eran aquellas hermanas de Trajana, hoy Triana, puestas en jarras!– hablando de Dios, de Jesucristo el Señor, de la falsedad de su ídolo, obra del demonio, sin vida ni poder, aborrecible y despreciable. Hasta tal punto –cuentan las crónicas– se enervaron las ilustres damas paganas, que dejan caer la estatua llevada en andas y su descuido hizo que, tanto los cacharros en venta como el ídolo portado, acabaran hechos pedazos en el suelo.
Ahora, como venganza, son acusadas de sacrílegas ante Diogeniano que es el que preside en Sevilla, como gobernador de la Bética, y que se propone darles un castigo ejemplar. Fue Triana, fuera de la ciudad y al otro lado del río, el lugar de su juicio y condena. Pudieron mantenerse firmes en la fe del bautismo a pesar del ecúleo o caballete y de los garfios de hierro; las meten en la cárcel para debilitar con hambre sus fuerzas por fuera y por dentro; también las obligan a caminar descalzas por malos terrenos, pero resisten sin claudicar a pesar de los pies sangrantes. Justa muere en la cárcel por su debilidad y arrojan su cuerpo muerto a un pozo para impedir que los cristianos le dieran culto. A Rufina le reservan la muerte en el anfiteatro de Itálica para que un león la destrozara; pero con asombro pudieron ver los paganos que la fiera se volvió mansa y se echó a su lado. La orden de Diogeniano salió tajante de su boca y el verdugo le rompió el cuello. Su cuerpo lo quemaron.
Dicen que, luego, el obispo Sabino, reverente, recuperó las cenizas y los restos de las hermanas.
Pronto comenzó el culto a las mártires sevillanas. Son testigos el código Veronense y los templos que muy pronto se levantaron en su honor. En los breviarios antiguos se reza que san Leandro se enterró en Sevilla en la iglesia de las santas Justa y Rufina.
Entre las iconografías de Justa y Rufina destaca el grupo escultórico del siglo XVIII del sevillano Duque Cornejo que se venera en un altar de la catedral hispalense. La sacristía de la misma catedral tiene a las santas en un cuadro de Goya que las representa no jóvenes, sino como dos matronas, con un león a sus pies. También en el Museo Provincial de Bellas Artes de Sevilla está resumida pictóricamente la historia de su vida y de su fidelidad a la fe cristiana inmortalizadas por Murillo; el pintor quiso dibujarlas en el lienzo con las palmas martiriales y entre la cacharrería de su oficio, predicando el patronazgo de las dos mártires sobre la ciudad con el anacrónico símbolo de sostener ambas con sus manos a la Giralda. Los artistas son así.
Archimadrid.or
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó:

–Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo.

Pero él contestó al que le avisaba:

–¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?

Y señalando con la mano a los discípulos, dijo:

–Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.