martes, 16 de septiembre de 2014

Aprended de mi

Si tuviéramos caridad acompañada de compasión, no tendríamos en cuenta los defectos del prójimo, según se dice; 
La caridad cubre una multitud de pecados y también: La caridad no tiene en cuento el mal lo excusa todo. Si tuviéramos caridad, ella misma ocultaría toda falta, y sedamos como los santos cuan do veían los defectos de los hombres. ¿Quién detesta tanto el pecado como los santos? Y sin embargo, no odian al pecador, no lo juzgan, no huyen de él. Al contrario, lo compadecen, lo exhortan, lo consuelan, lo cuidan como se hace con un miembro enfermo; lo hacen todo para salvaile. Los santos protegen siempre al pecador, se ocupan de él para corregirlo en el mo mento oportuno, para evitar que perjudique a otro y también para que ellos mismos progresen más y más en la caridad de Cristo.
Adquiramos, pues, también nosotros la caridad; adquiramos la misericordia con respecto al prójimo para guardarnos de la terrible maledicencia, del juicio y del menosprecio. Ayudémonos unos a otros, porque somos miembros unos de otros, dice el apóstol Pablo, y si un miembro sufre, todos sufren con él. En una palabra, procuremos estar unidos entre nosotros. Porque cuanto más unido estás al prójimo, más unido estás a Dios.
SAN DOROTEO DE GAZA
Abad y fundador de monasterio de Gaza.

Escritor palestino de obras ascéticas (siglos VI-Vil)