sábado, 21 de noviembre de 2015

Examen ante el testigo de la verdad

Dentro del proceso en el que se va a decidir la ejecución de Jesús, el evangelio de Juan ofrece un sorprendente diálogo privado entre Pilato, representante del imperio más poderoso de la Tierra y Jesús, un reo maniatado que se presenta como testigo de la verdad.

Precisamente Pilato quiere, al parecer, saber la verdad que se encierra en aquel extraño personaje que tiene ante su trono:«¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús va a responder exponiendo su verdad en dos afirmaciones fundamentales, muy queridas al evangelista Juan.

«Mi reino no es de este mundo». Jesús no es rey al estilo que Pilato puede imaginar. No pretende ocupar el trono de Israel ni disputar a Tiberio su poder imperial. Jesús no pertenece a ese sistema en el que se mueve el prefecto de Roma, sostenido por la injusticia y la mentira. No se apoya en la fuerza de las armas. Tiene un fundamento completamente diferente. Su realeza proviene del amor de Dios al mundo.

Pero añade a continuación algo muy importante: «Soy rey... y he venido al mundo para ser testigo de la verdad». Es en este mundo donde quiere ejercer su realeza, pero de una forma sorprendente. No viene a gobernar como Tiberio sino a ser «testigo de la verdad» introduciendo el amor y la justicia de Dios en la historia humana.

Esta verdad que Jesús trae consigo no es una doctrina teórica. Es una llamada que puede transformar la vida de las personas. Lo había dicho Jesús: «Si os mantenéis fieles a mi Palabra... conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Ser fieles al Evangelio de Jesús es una experiencia única pues lleva a conocer una verdad liberadora, capaz de hacer nuestra vida más humana.
Jesucristo es la única verdad de la que nos está permitido vivir a los cristianos.
¿No necesitamos en la Iglesia de Jesús hacer un examen de conciencia colectivo ante el «Testigo de la Verdad»?
¿Atrevernos a discernir con humildad qué hay de verdad y qué hay de mentira en nuestro seguimiento a Jesús?
¿Dónde hay verdad liberadora y dónde mentira que nos esclaviza?
¿No necesitamos dar pasos hacia mayores niveles de verdad humana y evangélica en nuestras vidas, nuestras comunidades y nuestras instituciones?

José Antonio Pagola


Mi reino no es de este mundo


 Lectura del santo evangelio según san Juan 18, 33b-37

En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: - «¿Eres tú el rey de los judíos?»

Jesús le contestó: - «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? »

Pilato replicó: - «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»

Jesús le contestó: - «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
Pilato le dijo: - «Conque, ¿tú eres rey?
»
Jesús le contestó: - «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»


Palabra del Señor.

Ante la masacre de París

Al caer la tarde, quisiera ser una lamparita de cera en la calle Voltaire de París, y arder o llorar o elevar una plegaria por todos los muertos y por todos sus vivos, sus seres queridos. Una plegaria silenciosa llena de piedad y de preguntas.
Las condenas se suceden, a porfía. Una masacre inhumana. Un atentado contra la humanidad. Una profanación, una blasfemia. Todas las palabras de condena llevan razón. Pero ¿por qué no reprobamos por igual cuando son otros los que mueren: en Alepo, en Bagdad, en Kabul, en el Mediterráneo, muertos sin número en lugares sin fin? ¿No valen, no duelen por igual todos los muertos? Pronto olvidaremos también a los muertos de París, y seguiremos condenando nuevas masacres. ¿De qué servirá si no nos preguntamos el por qué y el adónde? ¿Por qué estamos donde estamos?
Se suceden también las declaraciones de guerra. Me inquieta profundamente la primera reacción del gobierno francés: los bombardeos de Raqqa. ¿Acaso intimidarán nuestras demostraciones de fuerza a los que no conocen el miedo? “Es el combate de la civilización contra la barbarie.

Venceremos al terrorismo”, proclaman, mientras la industria de las armas se frota las manos.

Pero ¿cómo creeremos sus promesas de victoria si llevamos tantas décadas de guerra contra los terroristas, y los terroristas no cesan de aumentar y son cada vez más fuertes e incontrolables? ¿No es invencible un desesperado dispuesto a morir? Y nuestras guerras llamadas legítimas contra el terrorismo ¿acaso no tienen mucho de terrorismo, para coartada y soporte de aquellos a los que combatimos? La guerra lleva a la guerra. Así ha sido siempre y así seguirá. ¿Así querremos seguir?
Llamadas a la unidad europea frente al terrorismo, refuerzos policiales, fervores de la Marsellesa, cierre de fronteras… Por supuesto, serán necesarias medidas inmediatas para impedir atentados, para que la gente pueda pasear tranquila por la calle o asistir a un concierto o comer en un restaurante. Pero ¿cómo lo lograremos mejor para mañana y pasado mañana, cuando olvidemos los muertos de hoy?
Las acciones yihadistas hacen que aumente el odio contra el Islam, y el odio contra el Islam proporciona a la yihad pretextos y militantes enardecidos dispuestos a inmolarse matando. ¿Hasta cuándo seguiremos sumidos en esta locura? ¿Dónde están la Razón y las Luces proclamadas por París contra la sinrazón en todas sus formas? ¿Qué será de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad en Europa si las defendemos contra otros, los de fuera? ¿Hasta cuándo seguirá siendo verdad aquello que dijo Voltaire: “La civilización no suprimió la barbarie; la perfeccionó e hizo más cruel y bárbara”?
Ardan las lámparas de cera en las calles de París en memoria de todos los muertos y en consuelo de los vivos. Suba la plegaria piadosa. Pero recordemos a todos los muertos, también a los de Raqqa, y no olvidemos la historia. Los atentados que estamos sufriendo y todo lo que sucede en el Oriente Medio ¿no es acaso el reflejo del mundo que los poderes occidentales hemos contribuido a construir o seguimos empeñados en destruir?
Recapacitemos sobre Afganistán, Irán, Irak, Libia, Egipto, Siria… Y Palestina, la sufrida Palestina. Recapacitemos sobre los cien últimos años de invasión y expolio de los poderes occidentales en Oriente Medio, sobre tantos derrocamientos de gobiernos legítimos cuando la democracia no servía a nuestros intereses, sobre tanta colaboración con los regímenes más corruptos y dictatoriales cuando convenía a nuestros intereses.

Ante los muertos de París y ante las lágrimas de los vivos, sigamos preguntando: ¿Quién creó, financió y entrenó a Al Qaeda para combatir a Rusia? ¿Y quién concibió y sigue sosteniendo en la sombra al Estado Islámico para desestabilizar todo el Oriente Medio y sacar mayor provecho? ¿No se sientan en el G 20 de los grandes del mundo algunos gobiernos amigos de países, Arabia Saudí en cabeza, en los que encuentran soporte ideológico y financiero los yihadistas que nos combaten y que decimos combatir? ¿No sonextrañamente coincidentes los intereses del Estado Islámico y los del poder financiero del mundo occidental, a los que están sometidos casi todos nuestros medios de comunicación que tanto nos mienten? No nos dejan respirar.
Y vosotros, dirigentes políticos de los países árabes, ¿a dónde conducís a vuestros pueblos, a esa inmensa mayoría de gente pacífica, con vuestras luchas fratricidas sin fin, con vuestro enfrentamiento secular entre sunníes y chiíes, con vuestros imposibles proyectos teocráticos, con vuestro sueño de califato confesional, medieval, absurdo? Y vosotros, los dirigentes religiosos de la ummah o comunidad musulmana universal, ¿a dónde conducís a esa multitud de gente creyente llena de bondad y de generosidad, empeñados como estáis en mantenerla encerradas en el pasado?
Amigos y amigas musulmanas, de vosotros depende en buena medida que en nuestro mundo se realicen la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad que también proclamó el Profeta, la paz sea con él, con vosotros, con nosotros. Somos hermanos. No os dejéis engañar por quienes –sean de los “vuestros” o de los “nuestros”– os quieren llevar al desastre por el camino de la sumisión o de la guerra. ¡Ojalá, insha-Allah, podáis vivir entre nosotros y ser plenamente de los nuestros sin dejar de ser vosotros, y podamos nosotros vivir plenamente en libertad, igualdad y fraternidad entre vosotros! Shalam aleikum.

José Arregi


Presentacion de la Virgen María en el Templo

Esta fiesta arranca desde el lejano año 543. Fue el tiempo en que se dedicó una basílica a “La Virgen María la Nueva”. Se levantó en el mismo monte Sión en la explanada del Templo. 

Las Iglesias orientales, muy sensibles ante las fiestas marianas, conmemoran este día la Entrada de María en el Templo para indicar que, aunque era purísima, no obstante, cumplía con los ritos antiguos de los judíos para no llamar la atención. 

La liturgia bizantina la trata como "la fuente perpetuamente manante del amor, el templo espiritual de la santa gloria de Cristo Nuestro Señor". 

En Occidente, se la presenta como el símbolo de la consagración que la Virgen Inmaculada hizo de sí misma al Señor en los albores de su vida consciente. 

Este episodio de la Virgen María no se encuentra en los cuatro evangelios. Sí que aparece, por el contrario, en un libro apócrifo, el “protoevangelio de Santiago”. 

Pero, como siempre, quien manda es el pueblo cristiano. Desde siempre la espiritualidad y la piedad popular han estado marcadas y han subrayado la disponibilidad de María la Virgen ante los mandatos e insinuaciones mínimas del Señor Dios. 

Por eso, tanto en Occidente como en Oriente esta fiesta tuvo en seguida un éxito resonante entre todos los cristianos. 

María estaba destinada a ser un templo vivo de la divinidad. Según este evangelio apócrifo, la escena no puede ser más sencilla:" Ana y Joaquín, en un acto de fe y de cortesía, quisieron darle gracias a Dios por el nacimiento de esta niña". 

No pensaron una cosa mejor que consagrársela de por vida. Cuando tenía tres años, la llevaron al Templo, la cogió un sacerdote mediante unas palabras que recuerdan el Magnificat, el himno del Virgen María en acción de gracias por lo que el Señor había hecho con ella. 

"Preparar los corazones para que el Señor se manifieste", el Papa a los educadores católicos

No hacer proselitismo en las escuelas
La primera pregunta que el Papa respondió trataba el tema de la Iglesia en contextos plurales, difíciles, donde los católicos son minoría. “No se puede hablar de educación católica sin hablar de humanidad - dijo - precisamente porque la identidad católica es Dios que se ha hecho hombre”. “Educar cristianamente no es solamente hacer una catequesis, esto es una parte. No es solamente hacer proselitismo; ¡nunca hagan proselitismo en las escuelas! Educar cristianamente es llevar adelante a los jóvenes, a los niños, en los valores humanos en todas las realidades y una de esas realidades es lo trascendente”.
"Falta la trascendencia"
Hoy en día, continuó, hay una tendencia a “un neopositivismo”, es decir, a educar en las cosas inmanentes, al valor inmanente de las cosas, y esto sucede en los países de tradición cristiana y en países de otras tradiciones. “Hay que preparar los corazones para que el Señor se manifieste, pero en la totalidad, es decir, en la totalidad de la humanidad que también tiene esta dimensión de trascendencia. Educar humanamente pero con horizontes abiertos. Todo tipo de cerrazón no sirve para la educación”.
No a la educación selectiva que aleja a los ricos de los pobres
Sobre la relación entre escuela y familia, el Papa señaló que “también la educación se ha vuelto demasiado selectiva y elitista”. Parece que tienen derecho a la educación sólo algunos pueblos que tienen un cierto nivel económico: “Esto sucede también en cosas menores”, puso en guardia el pontífice: “el pacto educativo entre familia y escuela se ha roto, es necesario volver a empezar”. Y también aquel entre familia y estado: “Entre los trabajadores peor pagados están los educadores”. “Esto significa que el Estado no tiene interés: simple. Si lo tuviera, las cosas irían así”. Hoy es necesaria una educación  de emergencia, hay que arriesgar en la educación informal, porque la educación formal se ha empobrecido debido a que es herencia del positivismo. Sólo concibe un tecnicismo intelectualista y el lenguaje de la cabeza. Y por esto, se ha empobrecido. Hay que romper este esquema”.
Que la enseñanza sea siempre inclusiva
“Hay que abrirse a nuevos horizontes, hacer nuevos modelos”. Hay tres lenguajes, el de la cabeza, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos, y la educación debe ir por los tres caminos: “enseñar a pensar, ayudar a sentir bien y acompañar en el quehacer, es decir que los tres lenguajes estén en armonía, que el niño, que el joven, piense lo que siente y hace, sienta lo que piensa y hace y haga lo que piensa y siente.  De este modo la educación se vuelve inclusiva porque todos tienen un lugar, también inclusiva humanamente”. El pacto educativo se ha roto por el fenómeno de la exclusión, afirmó Francisco, y advirtió que “el mundo no puede ir hacia adelante con una educación selectiva”. “La verdadera escuela debe enseñar conceptos, costumbres y valores, y cuando una escuela no es capaz de hacer todo esto junto, esta escuela es selectiva y exclusiva y para pocos”.
Ir hacia las periferias
A la pregunta sobre cómo se puede ser educadores de paz en un tiempo marcado por lo que el mismo pontífice ha llamado “una guerra mundial por partes”, respondió que  “en un tiempo marcado por la guerra la tentación más grande son “los muros”, y que “el fracaso más grande que puede tener un educador es educar “dentro de los muros”.
Señalando que el primer desafío es dejar los lugares donde haya muchos educadores” para ir “hacia las periferias”, porque allí los jóvenes tienen “la experiencia de la supervivencia”, “una humanidad herida”, señaló que de dichas heridas debe partir el trabajo del educador: “No se trata de ir para hacer beneficencia, para enseñar a leer, para dar de comer: no. Esto es necesario, pero es provisorio. Es el primer paso. El problema - y ése es el desafío, y yo los animo – es ir allí para hacerlos crecer en humanidad, en inteligencia, en valores, en hábitos para que puedan ir hacia adelante y llevar a los otros experiencias que no conocen”.
(GM – RV)

TODO EL QUE HACE LA VOLUNTAD DEL SEÑOR ES MI HERMANO



Lectura del santo Evangelio según san Mateo (12,46-50):

Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él.

Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte».

Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?».

Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos.

Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».