No hacer proselitismo en las escuelas
La primera pregunta que el Papa respondió trataba el tema de la
Iglesia en contextos plurales, difíciles, donde los católicos son minoría. “No
se puede hablar de educación católica sin hablar de humanidad - dijo -
precisamente porque la identidad católica es Dios que se ha hecho hombre”.
“Educar cristianamente no es solamente hacer una catequesis, esto es una parte.
No es solamente hacer proselitismo; ¡nunca hagan proselitismo en las escuelas!
Educar cristianamente es llevar adelante a los jóvenes, a los niños, en los
valores humanos en todas las realidades y una de esas realidades es lo
trascendente”.
"Falta la trascendencia"
Hoy en día, continuó, hay una tendencia a “un neopositivismo”,
es decir, a educar en las cosas inmanentes, al valor inmanente de las cosas, y
esto sucede en los países de tradición cristiana y en países de otras
tradiciones. “Hay que preparar los corazones para que
el Señor se manifieste, pero en la totalidad, es decir, en la
totalidad de la humanidad que también tiene esta dimensión de trascendencia. Educar humanamente pero con horizontes abiertos.
Todo tipo de cerrazón no sirve para la educación”.
No a la educación selectiva que aleja a los ricos de los pobres
Sobre la relación entre escuela y familia, el Papa señaló que
“también la educación se ha vuelto demasiado selectiva y elitista”. Parece que
tienen derecho a la educación sólo algunos pueblos que tienen un cierto nivel
económico: “Esto sucede también en cosas menores”, puso en guardia el
pontífice: “el pacto educativo entre familia
y escuela se ha roto, es necesario volver a empezar”. Y también
aquel entre familia y estado:
“Entre los trabajadores peor pagados están los educadores”. “Esto significa que
el Estado no tiene interés: simple. Si lo tuviera, las cosas irían así”. Hoy es
necesaria una educación de emergencia, hay que arriesgar en la educación
informal, porque la educación formal se ha empobrecido debido a que es herencia
del positivismo. Sólo concibe un tecnicismo intelectualista y el lenguaje de la
cabeza. Y por esto, se ha empobrecido. Hay que romper este esquema”.
Que la enseñanza sea siempre inclusiva
“Hay que abrirse a nuevos horizontes, hacer nuevos modelos”. Hay
tres lenguajes, el de la cabeza, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las
manos, y la educación debe ir por los tres caminos: “enseñar a pensar, ayudar a
sentir bien y acompañar en el quehacer, es decir que los tres lenguajes estén
en armonía, que el niño, que el joven, piense lo que siente y hace, sienta lo que piensa y hace y haga lo
que piensa y siente. De este modo la educación se vuelve
inclusiva porque todos tienen un lugar, también inclusiva humanamente”. El
pacto educativo se ha roto por el fenómeno de la exclusión, afirmó Francisco, y
advirtió que “el mundo no puede ir hacia adelante con una educación selectiva”.
“La verdadera escuela debe enseñar conceptos, costumbres y valores, y cuando
una escuela no es capaz de hacer todo esto junto, esta escuela es selectiva y
exclusiva y para pocos”.
Ir hacia las periferias
A la pregunta sobre cómo se puede ser educadores de paz en un
tiempo marcado por lo que el mismo pontífice ha llamado “una guerra mundial por
partes”, respondió que “en un tiempo marcado por la guerra la tentación
más grande son “los muros”, y que “el fracaso más grande que puede tener un
educador es educar “dentro de los muros”.
Señalando que el primer desafío es dejar los lugares donde haya
muchos educadores” para ir “hacia las periferias”, porque allí los jóvenes
tienen “la experiencia de la supervivencia”, “una humanidad herida”, señaló que
de dichas heridas debe partir el trabajo del educador: “No se trata de ir para
hacer beneficencia, para enseñar a leer, para dar de comer: no. Esto es
necesario, pero es provisorio. Es el primer paso. El problema - y ése es el
desafío, y yo los animo – es ir allí para hacerlos crecer en humanidad, en
inteligencia, en valores, en hábitos para que puedan ir hacia adelante y llevar
a los otros experiencias que no conocen”.
(GM – RV)
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