miércoles, 26 de octubre de 2016

Cuando se va el Daesh, vuelve la vida



Los iraquíes vuelven a sus aldeas y a sus casas, liberadas de los yihadistas; muchas han sido destruidas, otras se mantienen en pie, aunque devastadas en su interior
La toma de Mosul avanza «más rápido de los planeado», según el Pentágono y las autoridades iraquíes, pero sobre el terreno se percibe una batalla pueblo a pueblo, casa a casa. Husein Ali ha tardado dos años en regresar a la suya en la aldea de Sheikh Mir, a escasos kilómetros del último puesto de control levantado en Bartella, que marca la frontera con el califato. Los peshmerga kurdos vigilan ahora el acceso principal a Sheikh Mir a la sombra de un blindado del Ejército de Irak reventado por los yihadistas. Saludan al pasar y señalan al cielo con una sonrisa, pero no es una señal de agradecimiento a Dios. El zumbido de los aviones de la coalición que lidera Estados Unidos es constante y a lo lejos se escuchan fuertes explosiones.
Sheikh Mir, como el resto de localidades arrebatadas al grupo yihadista Daesh en la última semana, es una zona muerta. Solo la familia de Husein se ha decidido a traer un camión e intentar rescatar todo lo rescatable de su casa. «Salimos a la media noche con lo puesto y nos fuimos lo más rápido que pudimos», recuerda Husein mientras insiste en mostrar el diván de la vivienda. El espacio reservado a la recepción de visitas en las casas de esta zona Daesh lo convirtió en un gimnasio. Máquinas de musculación, mancuernas, esterillas para abdominales… un gimnasio completo con el que no sabe qué hará, pero «ni rastro de nuestros sofás, televisión panorámica y reloj de pared, se lo llevaron con ello».
Un paseo por el resto de habitaciones muestra los lugares de descanso de los yihadistas, de los que parece que también tuvieron que salir corriendo porque dejaron sus botas. En el suelo de las habitaciones hay ejemplares del semanal «Nabah« (que significa noticia, en árabe), en los que informa de las «continuas conquistas de Daesh» y trípticos de propaganda para convencer a los milicianos de las virtudes de la guerra santa.
«Han dejado las casas vacías, pero al menos la mía está en pie, hay otras que no», se consuela Husein mientras saca muebles y colchones y los sube al camión. El suelo está repleto de casquillos. Su intención es «volver lo antes posible, pero para eso es imprescindible tener seguridad. Confiamos en las fuerzas kurdas y esperamos que logren llegar lo antes posible a Mosul», apunta este vendedor de pollos que, como los peshmerga de la entrada, señala al cielo y se le dibuja una gran sonrisa cuando el zumbido de los aviones estadounidenses parece más próximo, «eso es bueno, muy bueno para nosotros».
Conflicto con Turquía
Los civiles avanzan junto a las tropas iraquíes y kurdas y se plantan en cada puesto de control a la espera de que les permitan pasar para llegar cuanto antes a sus casas y ver cómo están. Yamil Suleyman Sultán se acerca al nutrido grupo de periodistas apostado en la trinchera de Bartalla para pedirles que le dejen mirar por una cámara a ver si puede ver su casa y su cosechadora. «Dos años, dos años llevo alejado de mis tierras y no puedo más, no me muevo de aquí hasta que me dejen pasar», asegura desesperado este agricultor mientras mira por uno de los objetivos, pero no tiene éxito. Lo que le muestra cámara es lo mismo que ha visto en las aldeas ya liberadas, destrucción y más destrucción. La imagen que le espera, aunque no la quiera ver.
La artillería dispara también de vez en cuando, pero los presentes ya ni se inmutan. Los soldados de Irak y los peshmerga están juntos en el puesto de control, pero no mezclados. Los hongos de humo se elevan a lo lejos después de cada detonación. Pueden ser iraquíes, kurdos o turcos ya que, desde el domingo, el Gobierno de Ankara asegura que respalda a los peshmerga kurdos en la toma de Bashika, localidad situada a escasos kilómetros de este puesto de control de Bartalla. El mando de Operaciones de Irak, sin embargo, negó que la artillería turca estuviera tomando parte en la ofensiva. La tensión entre iraquíes y turcos aumenta según se avanza hacia Mosul y supone todo un desafío para el futuro político de la ciudad tras el colapso del «califato».
Civiles como Husein están muy lejos del choque de intereses entre Ankara y Bagdad, ellos quieren que esto acabe cuanto antes. Pasar página y poder empezar a trabajar cuanto antes en la recuperación de sus vidas anteriores a la llegada de la pesadilla de Daesh.
Mikel Ayestarán/ABC

26 de octubre: san Evaristo, Papa y mártir

Nació por los años 60, de una familia judía asentada en tierras griegas. Recibió educación judía y aprendió en los liceos helénicos.
No se conocen datos de su conversión al cristianismo, pero se le ve ya en Roma como uno de los presbíteros muy estimados por los fieles que, lleno de celo, eleva el nivel de la comunidad de cristianos de la ciudad, entregándose por completo a mostrarle a Jesucristo. Amplio conocedor de la Sagrada Escritura, es docto en la predicación y humilde en el servicio.
Muerto mártir el Papa Anacleto, sucesor de Clemente, la atención se fija en Evaristo. Por humildad se resistió con todas las fuerzas posibles a asumir la dignidad que comportaba tan alto servicio. El día 27 de julio del año 108 tuvo la Iglesia por Papa a Evaristo.
Atendió cuidadosamente las necesidades del rebaño: Defiende la verdadera fe contra los errores gnósticos; establece normas que afectan a la consagración y trabajo pastoral de los Obispos y de los diáconos; manda la celebración pública de los matrimonios; se ocupa de la vida de los fieles, esbozándose ya una cierta administración territorial, para su mejor atención y gobierno. También escribió cartas a los fieles de África y de Egipto.
Murió mártir, siendo Trajano emperador, hacia el 117.
En su tiempo, la Iglesia cada día crece en número, pero está perseguida por las leyes; es silenciosa y fuerte en la fe, oculta y limpia en las obras; vive dentro del Imperio en estado latente, desplegando poco a poco su potencialidad al soplo del Espíritu.
Archimadrid.org

COMENTARIO AL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (13,22-30) POR EL PAPA FRANCISCO



“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

 La página evangélica de hoy nos sugiere meditar sobre el tema de la salvación. 

El evangelista Lucas narra que a Jesús, viajando a Jerusalén, durante el recorrido se le acerca uno que le formula esta pregunta: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» (Lc 13, 23).   Jesús no da una respuesta directa sino que traslada el debate a otro plano, con un lenguaje sugestivo, que al inicio tal vez los discípulos non comprenden: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán» (v. 24).   Con la imagen de la puerta, Él quiere que sus interlocutores entiendan que no es cuestión de número —cuántos se salvarán—, no importa saber cuántos, sino que lo importante es que todos sepan cuál es el camino que conduce a la salvación.  
Tal recorrido prevé que se atraviese una puerta. Pero, ¿dónde está la puerta? ¿Cómo es la puerta? ¿Quién es la puerta? Jesús mismo es la puerta. Lo dice Él en el Evangelio de Juan: «Yo soy la puerta» (Jn 10, 9). Él nos conduce a la comunión con el Padre, donde encontramos amor, comprensión y protección.   

Pero, ¿por qué esta puerta es estrecha?, se puede preguntar. ¿Por qué dice que es estrecha? Es una puerta estrecha no porque sea opresiva; sino porque nos exige restringir y contener nuestro orgullo y nuestro miedo, para abrirnos con el corazón humilde y confiado a Él, reconociéndonos pecadores, necesitados de su perdón. Por eso es estrecha: para contener nuestro orgullo, que nos hincha.   La puerta de la misericordia de Dios es estrecha pero ¡siempre abierta de par en par para todos! 

Dios no tiene preferencias, sino que acoge siempre a todos, sin distinción. Una puerta estrecha para restringir nuestro orgullo y nuestro miedo; una puerta abierta de par en par para que Dios nos reciba sin distinción.   Y la salvación que Él nos ofrece es un flujo incesante de misericordia que derriba toda barrera y abre interesantes perspectivas de luz y de paz. La puerta estrecha pero siempre abierta: no se olviden de esto.  

Jesús hoy nos ofrece, una vez más, una apremiante invitación a dirigirnos hacia Él, a pasar el umbral de la puerta de la vida plena, reconciliada y feliz. Él nos espera a cada uno de nosotros, cualquiera que sea el pecado que hayamos cometido, para abrazarnos, para ofrecernos su perdón. Solo Él puede transformar nuestro corazón, solo Él puede dar un sentido pleno a nuestra existencia, donándonos la verdadera alegría.   Entrando por la puerta de Jesús, la puerta de la fe y del Evangelio, nosotros podremos salir de los comportamientos mundanos, de los malos hábitos, de los egoísmos y de la cerrazón. 

Cuando hay contacto con el amor y la misericordia de Dios, hay un auténtico cambio. Y nuestra vida es iluminada por la luz del Espíritu Santo: ¡una luz inextinguible!   Quisiera hacerles una propuesta. Pensemos ahora, en silencio, por un momento, en las cosas que tenemos dentro de nosotros y que nos impiden atravesar la puerta: mi orgullo, mi soberbia, mis pecados. 

Y luego, pensemos en la otra puerta, esa abierta de par en par por la misericordia de Dios que al otro lado nos espera para darnos su perdón.   

El Señor nos ofrece tantas ocasiones para salvarnos y entrar a través de la puerta de la salvación. Esta puerta es una ocasión que no se debe desperdiciar: no debemos hacer discursos académicos sobre la salvación, como el que se había dirigido a Jesús, sino que debemos aprovechar las ocasiones de salvación. Porque llegará el momento en que «el dueño de casa se levantará y cerrará la puerta» (cf. Lc 13,25), como nos lo ha recordado el Evangelio.   Pero si Dios es bueno y nos ama, ¿por qué llegará el momento en que cerrará la puerta? Porque nuestra vida no es un videojuego o una telenovela; nuestra vida es seria y el objetivo que hay que alcanzar es importante: la salvación eterna.  A la Virgen María, Puerta del Cielo, pidamos que nos ayude a aprovechar las ocasiones que el Señor nos ofrezca para pasar el umbral de la puerta de la fe y entrar así en un ancho camino: es el camino de la salvación capaz de acoger a todos aquellos que se dejan incluir por el amor.   Es el amor que salva, el amor que ya en la tierra es fuente de bienaventuranza de cuantos, en la mansedumbre, en la paciencia y en la justicia, se olvidan de sí mismos y se entregan a los demás, especialmente a los más débiles”. (Papa Francisco, Ángelus del 21-8-2016)

ESFUÉRCENSE EN ENTRAR POR LA PUERTA ESTRECHA



Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,22-30):

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.

Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?»

Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. 

Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." 

Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." 

Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. 

Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»

Palabra del Señor