Es fácil abandonarse en el amor de Jesús, ¡qué paz sentimos en su presencia!. En realidad en esos momentos de intimidad con Él, parece que el Universo se pare, que solo existamos Él, nosotros y el Amor.
Pero hay que volver a la vida diaria con sus problemas habituales y ¡qué difícil es entonces aprender a ser sencillo y humilde de corazón como Jesús!
Entonces hay que confiar en Él con todas nuestras fuerzas y rezar, rezar y suplicar. La fuerza nos viene de Dios y no podemos dejarnos abatir por la tristeza.
"No te abandones a la tristeza, ni te atormentes con tus pensamientos. La alegría de corazón es vida para el hombre, y la felicidad le alarga los días. Distrae tu alma y consuela tu corazón, aparta de ti la tristeza; pues la tristeza ha perdido a muchos, de ella no se saca ningún provecho. Envidia y malhumor acortan los días" Eclesiástico 30, 21-24
Hay que confiar en el consuelo que viene del Señor.
"Yo cambiaré su duelo en risas, los consolaré y transformaré en alegría su dolor"
Jeremías 31, 13
H de Carmen