miércoles, 12 de octubre de 2016

La Corte Suprema de Pakistán revisará el caso de Asia Bibi este jueves «Es un momento clave y se necesita la oración de todos para que Asia pueda ser liberada»


«Se trata de un momento decisivo en el que se necesita la constante oración de todos los cristianos y de todos los hombres de buena voluntad, para que Asia pueda ser liberada», asegura Joseph Nadeem, tutor de la familia de Bibi
La audiencia ante la Corte Suprema para revisar el caso de Asia Bibi, la mujer cristiana condenada a muerte por blasfemia, ha sido fijada para este jueves 13 de octubre.
Es la tercera y última instancia del juicio que se ha fijado para que se examine el caso de la mujer que fue condenada a muerte en 2009, cuya condena fue ratificada en 2014 por la Corte de Apelación y suspendida en 2015 por la Corte Suprema de Pakistán.
Así lo confirma a la Agencia Fides Joseph Nadeem, tutor de la familia de la mujer, que asegura que «se trata de un momento decisivo en el que se necesita la constante oración de todos los cristianos y de todos los hombres de buena voluntad, para que Asia pueda ser liberada».
El caso será presentado por el abogado musulmán Saiful Malook, legal oficial de Asia Bibi, que alberga «una gran esperanza» y señala «los defectos en derecho y las pruebas que demuestran la inocencia de la mujer».
Asia Bibi se encuentra en la cárcel de mujeres de Multan, en una celda individual. La mujer fue detenida en junio de 2009, según la ley de blasfemia, después de una discusión con algunas campesinas, compañeras suyas de trabajo en los campos. Ese mismo año fue condenada a muerte y la condena fue ratificada en 2014 por la Corte de Apelación. Un año después, el 22 de julio de 2015, la Corte Suprema suspendió la sentencia y ordenó un nuevo examen del caso.
Agencia Fides/Alfa y Ome

Pilar de fe


Queridos diocesanos: celebramos un año más las tradicionales fiestas de la Virgen del Pilar, Patrona de Zaragoza, de Aragón y Reina y Madre de la Hispanidad, con un rico programa de actos religiosos, culturales, deportivos y lúdicos. Con esta carta pastoral saludo a todos los diocesanos y visitantes.
El alma de los pueblos es su propia historiay la historia milenaria de Zaragoza está indisolublemente unida al Pilar, que es su esencia. Zaragoza es la ciudad mariana de España. Como Arzobispo Metropolitano de Zaragoza me alegro de poder celebrar con todos los zaragozanos y aragoneses las Fiestas del Pilar.
Año tras año, de generación en generación, fieles de todo el mundo vienen a venerar la sagrada columna y a rezar ante la Virgen del Pilar. Ella es Pilar de fe. "Tenemos por guía una Columna que no faltó delante de su pueblo jamás, ni de día ni de noche". Esta es la inscripción que figura en el centro de la Plaza del Pilar, "salón de la ciudad", y que explica a todos en el umbral del templo la realidad del sagrado Pilar, que se venera en la Santa Capilla.
Herencia de fe mariana
Esta herencia de fe mariana de tantas generaciones - decía el Papa Juan Pablo II en su estancia en Zaragoza, 6 de noviembre de 1982 - ha de convertirse no sólo en recuerdo, sino en punto de partida hacia Dios. Las oraciones y sacrificios ofrecidos, el latir vital de un pueblo, que expresa ante María sus seculares gozos, tristezas y esperanzas, son piedras nuevas que elevan la dimensión sagrada de una fe mariana".
Evocar la historia no es nostalgia del pasado o regodeo narcisista; es vivir el memorial de una tradición que llega viva hasta nosotros y nos impulsa a mirar hacia el futuro con esperanza. Sin atenerse a las raíces del ayer, los pueblos, las instituciones y las gentes no tienen profundidad. La historia viva es lo que otorga espesor y sentido a la existencia humana. No hay proyecto sin historia ni utopía sin memoria.
Una Iglesia en salida y conversión
La Diócesis de Zaragoza, que comienza el curso con una nueva Programación Pastoral 2016-2017, que tiene como lema Una Iglesia en salida y conversión, siente la necesidad de poner de relieve la presencia singular de la Madre de Cristo en la historia de nuestro pueblo de Aragón. La devoción y el culto a la Virgen del Pilar hoy nos empuja a una vida más humana y más evangélica. Ella nos ayuda a no dejarnos dominar por el miedo y la desesperanza, a comprometernos con pasión en la construcción de un mundo en paz, más justo, más fraterno, más solidario.
Una Iglesia en salida implica: tomar la iniciativa; arriesgarse a salir al encuentro; acercarse e ir al paso de los que se encuentran en el camino; aprender a acompañar como Jesús; escuchando, involucrándose con los que acompaña, hablándoles al corazón.
La conversión pastoral no es opcional: es indispensable e impostergable. Sin la renovación y conversión de los discípulos no puede haber discípulos misioneros, ni tampoco habrá misión. La evangelización es un proceso que comienza con la alegría del primer anuncio y luego camina hacia el compromiso de seguir a Jesús y sentir el impulso de su Espíritu.
La Madre del Evangelio viviente es manantial de alegría para nosotros, porque María aprendió a descubrir la profundidad de la presencia y acción del Espíritu en su vida. Nuestra Señora es modelo de evangelizadores, pues es portadora del Salvador como la esclava del Señor, mostrándolo y entregándolo a la comunidad cristiana. Que nos acompañe en nuestro camino de este curso 2016-2017 la poderosa intercesión de la Virgen María.
En estas Fiestas de la Virgen del Pilar bajo su manto protector ponemos nuestra Iglesia diocesana y sociedad de Zaragoza, nuestra tierra, sus pueblos y sus gentes. Bajo su cuidado maternal encomendamos a todos los que sufren, especialmente a los refugiados y migrantes. ¡Feliz Fiestas de la Virgen del Pilar 2016!
Con mi afecto y bendición,
+ Vicente Jiménez Zamora
Arzobispo de Zaragoza

12 de octubre: Nuestra Señora del Pilar

El día 12 de octubre une para la historia a España y a las naciones de habla hispana del mundo impresionantemente multiforme descubierto por Colón en el 1492.
Por la secular tradición, España fue evangelizada por el Apóstol Santiago, en el más bien corto espacio de tiempo entre Pentecostés y su muerte por espada mandada por el rey Herodes –el hijo de Aristóbulo y nieto de Herodes el Grande– en Jerusalén, en el año 44 de la era cristiana. Santiago el Mayor es uno de los hermanos Zebedeo, diferente del otro Santiago, hijo de Alfeo, que menciona la literatura neotestamentaria –recordado como Santiago el Menor– que gobernó la iglesia de Jerusalén hasta su muerte en el año 62 y autor de la carta canónica que lleva su nombre.
Vino, dice la misma tradición, a España –como otros fueron a Siria o a Etiopía– para poner por obra el mandato que Jesús les dio cuando marchó al Cielo, para desparramar por el mundo su doctrina y bautizar a los que creyeran y se salvaran. A pesar de ser Santiago uno de los temibles Boanarges, parece que sufrió el terror del desaliento por el escaso fruto de su actividad como predicador de la Nueva Buena salvadora. Por ello, a darle ánimos vino aún en carne mortal la Virgen María. Le animó en el mal momento y le pidió que hiciera una iglesia donde sería honrado su Hijo y Señor de todos, con la promesa de que no faltarían creyentes –eso encierra como símbolo la columna– en la dura tierra que el apóstol sembraba. Pocas cosas auguraban entonces que los descendientes de aquella pobre y terca gente pudieran disponer en el futuro de uno de los templos más visitados de la Cristiandad.
Las dificultades para aceptar como verdadera y ciertamente histórica esta tradición no han faltado ni son de poca entidad. Unas han nacido de personas que estrictamente requieren la presencia formal de aquellos elementos que postula la rama de saber que se llama Historia; otras dificultades provienen de quienes están llenos de prejuicios racionalistas que, por principio, se cierran a todo lo que tenga un presupuesto sobrenatural y convierten así sus conclusiones en un modo de saber práctico pero corto, por limitar a lo experimentable la verdad.
Solo aparecen documentos escritos en pro de la tradición aludida a partir del siglo IX. Antes de ese tiempo, todo es silencio en los escritores prolíficos Isacio, Orosio, Leandro, Isidoro, Julián de Toledo; no hay mención alguna en la liturgia mozárabe y silencia el origen del culto en el Pilar el mismo Prudencio, que era del terruño. A partir de la segunda mitad del siglo IX se dispone de abundante documentación que atestigua el culto dado a Santa María en el sitio del Pilar en la Hispania celtibérica: donaciones numerosas a Santa María la Mayor de Zaragoza, bula del papa Gelasio II concediendo indulgencias para reconstruir el templo destrozado por el poder musulmán, los reyes aragoneses se ponen bajo su protección, también lo hicieron Sancho el Fuerte de Navarra, el conde Berenguer de Barcelona y un largo etcétera. Cierto que, en apéndice manuscrito del códice gregoriano catedralicioLos Morales de San Gregorio Magno, se encuentra referencia de por qué en ese sitio se da culto a la Madre de Dios, con un lenguaje poco verosímil aunque encantador; se pensaba que el escrito era del siglo VI, pero la rica investigación histórica arrojó agua fría a los defensores a ultranza de la visita de la Virgen en carne mortal por datarlo, según criterios científicos, en el siglo XIII y, por tanto, no viene el códice en ayuda de explicar el tiempo anterior. ¿Es entonces invento de hombres la antigua tradición famosa? La ligereza para afirmarlo sería peligrosa sin tener en cuenta que lo que pudo escribirse también pudo quemarse cuando lo mandó hacer Diocleciano con todos los escritos cristianos de cualquier naturaleza; tampoco ha de extrañar que desaparecieran, de haber existido, con la acción destructora del tiempo (y aquí se estaría hablando del espacio de veinte siglos). También debe quedar claro que lo sobrenatural –en este caso se trataría de una traslación o de una bilocación– no ha de negarse ni afirmarse solo por el hecho subjetivo de que a alguien le parezca verosímil o inverosímil; ocasiones hubo y no pocas en que fue así, teste historia. Una cosa más. ¿Es necesario dejar por escrito como testimonio para la posteridad algo que se posee pacíficamente como verdad? Ni siquiera los archivos civiles que aseguran la referencia de la paternidad existieron desde siempre, y no por ello nacen los hijos sin padre conocido; perdón, sin padres conocidos.
El día que se celebraba en España la fiesta de Nuestra Señora del Pilar fue el mismo día en que la voz de Rodrigo de Triana dio el grito de ¡Tierra! Lo oyó el Almirante y sosegó a los hermanos Pinzón. Ponía fin aquella voz a la desesperación y al agotamiento del peregrinaje por el mar, cuando parecía a todos los expedicionarios que estaban abocados a la perdición sin remedio. La empresa, financiada desde España y mandada por el Almirante Colón, descubrió el 12 de octubre de 1492 para el mundo viejo una tierra nueva desconocida e inmensa. A la acción de gracias siguió la evangelización de sus gentes. A los indios llegó el Padrenuestro, la Salve, la lengua, la cultura, la fe en la Madre de Dios.
La fiesta vieja de España, honrando a la Virgen María del Pilar, por ser Ella y por vigilar su evangelización, se ensancha en Hispanidad nueva, por ser Ella y por velar por la extensión del Evangelio de su Hijo.
Archimadrid.org

COMENTARIO DE BENEDICTO XVI AL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 11,42-46




En el pasaje de hoy, Jesús amonesta a los escribas y fariseos, que en la comunidad desempeñaban el papel de maestros, porque su conducta estaba abiertamente en contraste con la enseñanza que proponían a los demás con rigor. 

Jesús subraya que ellos «dicen, pero no hacen»; más aún, «lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar». Es necesario acoger la buena doctrina, pero se corre el riesgo de desmentirla con una conducta incoherente.

Por esto Jesús dice: «Haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen» (Mt 23, 3). La actitud de Jesús es exactamente la opuesta: Él es el primero en practicar el mandamiento del amor, que enseña a todos; y puede decir que es un peso ligero y suave precisamente porque nos ayuda a llevarlo juntamente con Él (cf. Mt 11, 29-30).

Pensando en los maestros que oprimen la libertad de los demás en nombre de su propia autoridad, san Buenaventura indica quién es el auténtico Maestro, afirmando: «Nadie puede enseñar, ni obrar, ni alcanzar las verdades conocibles sin que esté presente el Hijo de Dios». 

Jesús se sienta en la “cátedra” como el Moisés más grande, que extiende la Alianza a todos los pueblos. ¡Él es nuestro verdadero y único Maestro! Por ello, estamos llamados a seguir al Hijo de Dios, al Verbo encarnado, que manifiesta la verdad de su enseñanza a través de la fidelidad a la voluntad del Padre, a través del don de sí mismo. 

(...) Jesús condena enérgicamente también la vanagloria y asegura que obrar «para que los vea la gente» (Mt 23, 5) pone a merced de la aprobación humana, amenazando los valores que fundan la autenticidad de la persona.

Queridos amigos, el Señor Jesús se presentó al mundo como siervo, se despojó totalmente de sí mismo y se rebajó hasta dar en la cruz la más elocuente lección de humildad y de amor. De su ejemplo brota la propuesta de vida: «El primero entre vosotros será vuestro servidor» (Mt 23, 11). 

Invoquemos la intercesión de María santísima y pidamos, de modo especial, por aquellos que en la comunidad cristiana están llamados al ministerio de la doctrina, para que testimonien siempre con obras las verdades que transmiten con la palabra.
(Benedicto XVI, Ángelus del 30-10-2011)

CONTRA LA HIPOCRESÍA





Lectura del santo evangelio según San Lucas 11,42-46:

En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. 

¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!». 

Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!». 

Pero Él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!».

Palabra del Señor