Celebramos la fiesta litúrgica de la Presentación de Jesús en el templo. Cuarenta días después del nacimiento de Jesús, María y José lo llevaron a Jerusalén, siguiendo las prescripciones de la Ley de Moisés. En efecto, todo primogénito, según las Escrituras, pertenecía al Señor y, por tanto, había que rescatarlo con un sacrificio. En este acontecimiento se manifiesta la consagración de Jesús a Dios Padre y, unida a ella, la de María Virgen. ( Benedicto XVI )
Jesús no solo se hizo hombre como nosotros, también quiso acatar la ley de Moisés. Sus padres, como otros padres judíos, lo llevaron al templo para rescatarlo con un sacrificio, podía ser un cordero o un par de tórtolas para los pobres.
José y María rescataron a Jesús con un par de tórtolas; además de hacerse hombre se hizo pobre, vino al mundo por todos, pero muy especialmente por los pobres y necesitados. Y Él era el cordero del sacrificio que moriría en la cruz por nuestros pecados.
Jesús quiso hacerse semejante a nosotros, excepto en el pecado, por eso nos comprende tan bien, por eso debemos acudir a Él en los momentos difíciles, por eso debe ser nuestro Amigo más querido, Él nunca nos abandona y es nuestra unión con el Padre.
H. de Carmen