sábado, 17 de marzo de 2012

Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único


1.  El Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto   (v. 14)

 Los fariseos atribuían a la Ley dos funciones: ser fuente de vida y norma de conducta. Jesús se presenta a sí mismo como sustituyendo las funciones de la Ley. Él es la verdadera fuente que da la vida verdadera. Es el Hombre levantado en alto (v. 14). El evangelista Juan alude a la serpiente de bronce fabricada por Moisés en el desierto (Nm 21, 9). Mirándola,  quedaban libres los judíos del veneno de las mordidas de las serpientes.
 De Jesús procede la vida verdadera. Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que esté vivo y crea  en mí, jamás morirá (Jn  11, 25).
 Creer en Jesús. Ésa es la condición necesaria para llegar a la vida eterna (v. 15). De la gracia de Dios nos vienes la vida verdadera, no por el cumplimiento de la Ley.

2.  Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único (v. 16)

 Ésta es la razón definitiva de la misión del Mesías. El Hombre levantado en alto (vs. 14-15), Jesús crucificado, el que ha bajado del cielo  (v. 13), es el que es enviado  para dar vida  al mundo.
 Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo (v. 17).
 El amor es la causa principal que mueve al mismo Dios a enviar a su Hijo al mundo. Y el amor es también el motivo definitivo para salvar. Dios no quiere condenar a los humanos. Por encima de todo, de la infidelidad de los hombres, prevalece el amor infinito y total de Dios hacia la humanidad.

3.  El que cree en él no será condenado (v. 18)

 El amor de Dios no hace excepciones, porque quiere salvar a todos los humanos. Esto es bueno y grato a los ojos de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad  (1 Tim 2, 3-4).
 Quien se entrega al Señor totalmente por la fe, ya no sufre condenación, porque ha creído en el Hijo de Dios (v. 18). Los mismos hombres son los que, rechazando la luz  (v. 19),  preparan su propia condenación.
 El Hombre Jesús, levantado en alto hace presente el amor de Dios, que nos otorga gratuitamente la vida y la salvación.  Ya no hay que ser fiel más que al amor de Dios, manifestado y encarnado en el Hijo único Jesús (vs. 15, 16, 18).
 El que cree en Jesús, el Mesías, ya está también creyendo en las posibilidades de la respuesta del hombre a ese don gratuito de Dios. El hombre se salva, no por la práctica de la Ley, sino por su adhesión total por la fe, a la donación gratuita y generosa del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús.
 P. Martín Irure

Oración al Señor: Enséñame a vivir mi dolor...

Señor, enséñame a vivir mi sufrimiento....,
       ayúdame a sobrellevar mi dolor.

Señor, enséñame a aceptar mis achaques,
       enséñame a comprender mis limitaciones.

Señor, enséñame a vivir mi soledad,
       alivia mi sufrimiento y enfermedad.

Señor, dame paciencia en mi dolor,
       enséñame a no perder nunca la paz.

Señor, que sienta tu comprensión en mis dificultades,
       que sienta tu consuelo en mi dolor.

Señor, que aprenda a sufrir con paciencia,
       que aprenda a sobrellevar con serenidad,
       las contrariedades normales de la vida.

Señor, que sepa aliviar el dolor de los demás,
        que consuele el corazón herido de mis hermanos.

Señor, que sienta tu mirada íntima y amorosa,
       que sienta tu consuelo y tu paz.

Señor, enséñame a vivir mi dolor....