miércoles, 28 de noviembre de 2012

CREER


Creer es una palabra que podemos definir como la plena confianza en alguien, todos tenemos amigos con quienes fácilmente nos abrimos, confiamos en ellos y ponemos en ellos lo más escondido de nuestro corazón. Creer es en cierto sentido algo natural desde la perspectiva humana. 

En la primera catequesis sobre la fe, el Papa ha hecho estas preguntas: ¿qué es creer hoy? ¿qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el hombre, para nosotros y para las nuevas generaciones? ¿En qué dirección orientar las elecciones de nuestra libertad para un resultado bueno y feliz de la vida? ¿Qué nos espera tras el umbral de la muerte?

La fe no es aprenderse el catecismo de memoria, no es un trabajo intelectual de verdades sobre Dios, es un acto donde libremente pongo mi confianza en Dios. La fe es no desesperarse ante la maldad del hombre, sino es creer que Dios puede transformar toda esclavitud, empezando por la mía. En estás palabras del Papa, la fe es "confiarme a Dios con la actitud del niño, quien sabe que todas sus dificultades, todos sus problemas están asegurados". 

Todos tenemos que meditar esto más seguido, todos en nuestra vida nos encontramos con problemas e incluso "situaciones a veces dramáticas", pero no hay que olvidar que "creer cristianamente significa este abandonarme con confianza en el sentido profundo que me sostiene a mí y al mundo, ese sentido que nosotros no tenemos capacidad de darnos, sino sólo de recibir como don, y que es el fundamento sobre el que podemos vivir sin miedo." 

"La fe es don de Dios, pero es también acto profundamente libre y humano." Con razón tenemos que pedir con insistencia ¡Credo Domine, adauge nobis fidem! en esta peregrinación de la vida, en la oscuridad, en el desierto y con las llagas abiertas. La fe es una aceptación con el que nuestra mente y nuestro corazón dicen su «sí» a Dios. Y este «sí» transforma la vida, abre el camino hacia una plenitud de significado, la hace nueva, rica de alegría y de esperanza fiable. 

En nosotros tiene que empezar la búsqueda de la fe, la confianza absoluta y la familiaridad con Dios en sus sacramentos, para poder convertirnos en un "libro abierto que narre la experiencia de la vida nueva". 
Mariano Hernández

domingo, 25 de noviembre de 2012

Te buscamos Señor, en el camino.

Te buscamos, Señor, en el camino,
necesitamos tu presencia a nuestro lado.
Qué las lágrimas vienen constantemente
a nuestros ojos.
y tu mirada es el consuelo
para esta oscuridad que nos envuelve esta noche.

Te buscamos, Señor, en nuestras horas,
aguardamos aquí
tu gesto y tu palabra.
Que el silencio sepulta
los cantos de la aurora ya perdida
en este cementerio
sin estrellas que alarguen
nuestra vigilia hacia la luz.

En la meta, Señor, te encontraremos.
Esperamos beber de tu costado
y calmar esta sed que nos ahoga.
Que estamos muy cansados y en agobios
por este largo caminar y a oscuras
y ya sólo esperamos reclinar
la cabeza en tu pecho,
que se prolonguen más los sueños y fecunden.
Amén.

Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación.

El cristiano debe aprovecharse de este mundo, pero no servirse de este mundo. ¿En qué consiste esto?. En poseer como sino se poseyera.

Es eso lo que dice san Pablo: Hermanos, el momento es apremiante....Desde ahora, los que lloran como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él; porque la representación de este mundo se termina. Quiero que os ahorréis preocupaciones.

El que está libre de preocupaciones espera con confianza la venida de su Señor. Porque ¿ama uno a su Señor si teme su venida?.
Hermanos míos, ¿no nos avergonzamos de esto?. Le amamos ¿y tememos su venida?. Verdaderamente le amamos ¿o es que más bien amamos nuestros pecados?.

Odiemos, pues, nuestros pecados, y amemos a Aquel que ha de venir.

El Señor vino una primera vez y volverá para juzgar la tierra; entonces encontrará llenos de alegría a todos los que creyeron en su primera venida.
San Agustín

sábado, 24 de noviembre de 2012

Cristo Rey por el papa Juan XXIII

En la fiesta de hoy, la de Cristo Rey, yo siento algo en el fondo de mi alma que la conduce a la severidad. La palabra del Evangelio no ha cambiado, sino que resuena de un confín al otro del mundo y encuentra el camino de los corazones.
Peligros y dolores, prudencias y perspicacias humanas, todo debe reducirse a un cántico de amor; en una renovada y suplicante invitación dirigida a todos los hombres para que deseen y se esfuercen en instaurar el reino de Cristo:


"Reino de verdad y de vida; 
reino de santidad y de gracia;
reino de justicia, de amor y de paz".


En todo el mundo hay un fervor de obras y trabajos para construir y resanar; y para que resplandezca más viva la luz sobrenatural sobre el hombre.
De ello son prueba las reuniones y congresos internacionales de diversa temática y amplitud que ofrecen el espectáculo de un espíritu nuevo que va penetrando en el ánimo de los políticos y economistas, de los científicos y de los literatos.

Queridos hijos: Que por ello sea ejemplar la aplicación de cada uno de vosotros, de todos nosotros, para hacer penetrar y renovar en los individuos, en las familias y en la sociedad el esplendor del rostro de Jesús.

Nuestro Señor Jesucristo, al ofrecerse como víctima inmaculada y pacífica sobre el altar de la Cruz, ha traído al hombre el abrazo del Padre celestial y ha abierto los caminos del verdadero progreso que eleva y santifica las civilizaciones humanas.
Con estos sentimientos de confianza, pidiendo a Dios que disipe de los horizontes de la convivencia internacional las nubes nefastas, se derrama sobre esta reunión dominical del "Angelus" y sobre las personas queridas de cada uno de vosotros, la bendición apostólica: prenda de gracia, aliento en las penas y dificultades de la vida, augurio de gran alegría.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Jesucristo, creo que contigo todo lo puedo.


Porque creo en tus promesas. Si Tú has dicho: "Todo lo que orando pidiereis, lo obtendréis", es porque dices la verdad. Los que se atreven a creer son los hombres y mujeres que logran todo en el mundo. Quiero ser uno le ellos.

En realidad nos has dado la clave para obtener todo, la fe, pero no la usamos sino medianamente. En nuestra oración, en nuestro trato contigo, no nos fiamos plenamente de Ti. Por eso no somos más ricos, más santos, más apóstoles. Hombres y mujeres de poca fe. Ese reproche nos cae como un saco de piedras en la cabeza.

Tan cierto es que nada puedo sin Ti como que contigo lo puedo todo. Estar seguro de esta verdad es honrarte, pues te agrada mucho que confiemos en Ti y es al mismo tiempo disponer de la omnipotencia de Dios. Dios se complace en prestar su omnipotencia en los que confían en Él. Tú puedes ser uno de ellos.

Somos más peritos en usar la inteligencia que en utilizar la fe. La inteligencia ve, mide, pesa, cuenta y saca las conclusiones de su estudio. La fe no mide, no cuenta, simplemente se agarra de la mano de Dios omnipotente y realiza los milagros. 
P. Mariano de Blas

lunes, 19 de noviembre de 2012

Benedicto XVI: Jesús nos recuerda que todo pasa pero la palabra de Dios no cambia



En sus palabras previas al rezo del Ángelus, frente a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI recordó a los fieles que “todo pasa –nos recuerda el Señor–, pero la Palabra de Dios no cambia, y frente a ella cada uno de nosotros es responsable del propio comportamiento”. 

El Santo Padre destacó el carácter “escatológico” del Evangelio de hoy, en el que Jesús se refiere a los últimos tiempos, y destacó que “Jesús no describe el fin del mundo, y cuando usa imágenes apocalípticas, no se comporta como un ‘vidente’”. 

“Al contrario, Él quiere sustraer a sus discípulos de toda época de la curiosidad por las fechas, las previsiones, y en cambio, quiere darles una clave de lectura profunda, esencial y, sobre todo, indicar la vía justa sobre la cual caminar, hoy y mañana, para entrar en la vida eterna”. 

El Papa dijo que este pasaje bíblico sea “probablemente el texto más difícil de los Evangelios”. 

“Esta dificultad deriva, tanto del contenido como del lenguaje: en efecto, se habla de un futuro que supera nuestras categorías, y por esto Jesús utiliza imágenes y palabras tomadas del Antiguo Testamento, pero, sobre todo, coloca un nuevo centro, que es Él mismo, el misterio de su persona y de su muerte y resurrección”. 

Benedicto XVI subrayó que el “Hijo del hombre” que, de acuerdo al Evangelio “viene entre nubes con gran poder y gloria”, es Jesús, “que une el presente con el futuro; las antiguas palabras de los profetas han encontrado, finalmente, un centro en la persona del Mesías nazareno: es Él el verdadero acontecimiento que, en medio de los trastornos del mundo, permanece el punto firme y estable”. 

“Sabemos que en la Biblia la Palabra de Dios está en el origen de la creación: todas las criaturas, a partir de los elementos cósmicos – sol, luna, firmamento – obedecen a la Palabra de Dios, existen en cuanto “llamados” por ella. Este poder creador de la Palabra divina se ha concentrado en Jesucristo, Verbo hecho carne, y pasa también a través de sus palabras humanas, que son el verdadero ‘firmamento’ que orienta el pensamiento y el camino del hombre en la tierra”. 

El Santo Padre indicó que “tampoco en nuestros tiempos faltan calamidades naturales, ni lamentablemente, guerras y violencias”, y por ello “también hoy tenemos necesidad de un fundamento estable para nuestra vida y nuestra esperanza, tanto más a causa del relativismo en el que estamos inmersos”. 

“Que la Virgen María nos ayude a acoger este centro en la Persona de Cristo y en su Palabra”, concluyó. 

¿Cuándo rezar? ¿Cómo orar?. Come, reza, ama.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Creo Señor, pero aumenta mi fe.

Sabes  Señor que creo en Ti, que te amo, que confío en Ti, que te cuento mis cosas y mis problemas, que te doy las gracias por todo lo bueno que hay en mi vida y en la vida de los demás, y que te pido perdón por todas las veces que te defraudo y no correspondo a tu amor.

También sabes que cuando mi vida no va mal, me siento muy unida  a Ti y que te siento tan cerca, tan cerca, que casi puedo tocarte.

También sabes que cuando llegan los problemas, ya no te siento tan cerca, sé que estás a mi lado conmigo, cuidándome, dándome fuerzas, pero sufro porque me siento sola, es como cuando las nubes tapan al Sol. El Sol está ahí, detrás de la nubes, pero no notamos su calor.
Así me pasa a mi Señor, sé que estás ahí, pero no te siento y me desanimo. Sé que me estarás diciendo igual que a los apóstoles: "¡Mujer de poca fe, ¿por qué has dudado?!."

Por eso Señor, necesito que me aumentes la fe y más en este año de la Fe, en el que yo tengo que dar más  ejemplo a los demás. ¿Cómo lo voy hacer Señor, si Tú no me ayudas?
¡Señor Jesús, aumenta mi fe!
H. de Carmen.

Ya decía santo Tomás de Aquino que la fe es "menos cierta" que el conocimiento porque las verdades de la fe "trascienden el entendimiento del hombre".

viernes, 16 de noviembre de 2012

Oración a Jesús

Te damos gracias, Jesús,
porque nos propones tu amistad;
te damos gracias
porque, con independencia
de lo que hagamos o podemos hacer,
tu nos ofreces
una relación verdadera y real contigo,
de la que depende
cualquier relación verdadera con los demás.

Te pedimos, Señor,
que aceptemos tu ofrecimiento
que no lo rechacemos
ni lo consideremos algo evidente,
porque es un don excepcional que nos propones.

Te pedimos, Señor,
que te manifiestes a nosotros
diciéndonos lo que somos,
revelándonos la verdad sobre nosotros mismos,
para que podamos gustar la alegría del evangelio.

Te rogamos, Señor,
que nos salves,
que nos des tu Espíritu de verdad,
tú que vives y reinas
con el Padre y el Espíritu
por los siglos de los siglos.
Amén
Cardenal Martini

jueves, 15 de noviembre de 2012

Creo en Dios


Creo en Ti, Señor. Creo que existes, que vives, que eres amor. Creo que eres la misericordia infinita y que la manifiestas a raudales en tantos acontecimientos de nuestra vida.

Creo que eres el camino seguro que lleva al cielo, y que no hay otro. No hay otro cielo ni otro camino que lleve al mismo.

Creo que eres la verdad de la vida y de las cosas. Eres también la vida de todos los seres, eres mi vida... Vida plena, vida eterna...

Creo que has formado los cielos y la tierra, con todo su ornato. Si en Ti no creyera, todo sería destrucción, desorden, caos. Creo en Ti, Señor.

Crecer en la fe es crecer en el amor. Por eso, porque creo en Ti con toda mi mente, te amo con todo mi corazón. Creer es fiarse, es tomar la mano del amado y, sin soltarla, caminar juntos siempre, durante las horas de desierto y las horas de primavera.

Te gusta, Señor, que tengamos fe en Ti: "Tu fe te ha salvado", y te apena mucho nuestra falta de fe: "Hombres de apoca fe, ¿porqué habéis dudado?"

Quiero ser un hombre o una mujer que se fía de Ti totalmente, que camina por la vida no con la seguridad de sus pies o de su mente sino con la seguridad de su Dios.

Tu Humanidad ha sido glorificada y está junto a Dios. Eres un Dios Hombre para siempre con una humanidad glorificada y, como eres hombre, nos has elevado hasta el trono de Dios, buscando hacernos semejantes a Ti.
Todo lo ha puesto Dios bajo tus pies. Eres el rey del universo no sólo como Dios sino también como hombre. Pero al mismo tiempo has elevado a la naturaleza humana hasta el trono de Dios, la has divinizado.

Tu amor va mucho más allá de lo que pidiéramos imaginar o anhelar. La frase "seréis como dioses" se realizará. San Juan lo confirma: "Seremos semejantes a Él porque lo verismos al cual es." ¿Qué mas podías hacer por nosotros, por mí?

Por eso, el no corresponder a tanto amor, el dar la espalda a semejante bondad representa una ingratitud tan grande como el universo. Aún desconozco la altura, la anchura y la profundidad de semejante amor. Si yo conociera, si yo creyera en semejante amor...
P. Mariano de Blas

lunes, 12 de noviembre de 2012

Como el niño


Como el niño que no sabe dormirse
sin cogerse a la mano de su madre,
así mi corazón viene a ponerse
sobre tus manos, al caer la tarde.

...
Como el niño que sabe que alguien vela
su sueño de inocencia y esperanza,
así descansará mi alma segura
sabiendo que eres tú quien nos aguarda.

Tú endulzarás mi última amargura,
tú aliviarás el último cansancio,
tú cuidarás los sueños de la noche,
tú borrarás las huellas de mi llanto.

Tú nos darás mañana nuevamente
la antorcha de la luz y la alegría,
y, por las horas que te traigo muertas,
tú me darás una mañana viva. Amén.

-Himno de las Completas, Liturgia de las Horas


Esta tarde, cuando el día ya va de caída y la noche se siente cercana... abramos nuestro corazón al Amor y la Paz que solamente el Señor nos puede dar... y que mejor manera de acercarnos a Él que de la mano de su Santísima Madre...
De "Tengo sed de Ti"

La viuda pobre del Evangelio es un modelo de fe


Durante el tradicional rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro, el papa Benedicto XVI centró su reflexión en los pasajes de las dos viudas pobres que presenta la Liturgia de la Palabra de hoy, presentándolas como “modelo de fe” para el creyente. 

Y esto lo explicó haciendo ver que ambas viudas --la que encontró Elías en el Primer Libro de los Reyes (17,10-16), y la que dejó su ofrenda en el templo de Jerusalén (Marcos 12, 41-44)--, eran mujeres muy pobres, que desde su misma condición demostraron una gran fe en Dios. 

Refiriéndose a la primera de ellas, recordó cómo en Sidón, hasta donde había llegado el profeta por orden de Dios, la viuda fue interpelada por Elías quien le pidió compartir el agua y la harina que era su único sustento. En un acto de confianza –y de misericordia--, le dio de comer confiando en la promesa de que si compartía, en su mesa no faltarían los alimentos. 

Luego el papa pasó a explicar la acción de la viuda de la ofrenda en el templo, quien nunca imaginó que su gesto oculto fuese visto por el propio Hijo de Dios, y usado como enseñanza in situ para la formación progresiva que le daba a sus discípulos. Bastó una palabra del Maestro para que se entendiera a cabalidad lo hecho por la viuda pobre frente a los demás, que depositaban muchas monedas: "esta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir" (Mc. 12,44). 

Ante el ejemplo de estas dos gigantes de la escritura, el papa comparó sus vidas con la actitud de quien “basa su vida en Dios, en su Palabra, y confía plenamente en Él”. Recordó que la viudez, así como la orfandad son presentados en la Biblia como objeto de la protección de Dios. Sin embargo, esta situación no es suficiente –ni menos justificación--, para no responderle a Dios, quien “siempre exige nuestra libre aceptación de la fe, que se expresa en el amor a Él y al prójimo”, ya que --añadió, “nadie es tan pobre que no pueda donar algo”. 

Finalmente, enseñó que las viudas de los dos relatos no solo dieron prueba de su fe, sino que cumplieron con un acto de caridad; fueron creyentes que dieron testimonio de la “unidad inseparable de la fe y de la caridad, y entre el amor a Dios y el amor al prójimo”. 

Y no quiso despedirse sin presentar nuevamente a la Virgen María como “el ejemplo perfecto de alguien que se entrega por completo confiando en Dios”, y le encomendó los esfuerzos que cada creyente hará en este Año de la fe, por reforzar la confianza en Dios y en su Palabra. 
Benedicto XVI

viernes, 9 de noviembre de 2012

Contemplación y oración



La contemplación es la forma más perfecta de la oración... 
es una mirada íntima que comienza en Dios y nos hace mirarle de vuelta, ensimismados en su mirada... 
en ese instante entre el Amado y el amante, se detiene el tiempo, se ensancha el corazón y se llena de gracias el alma... 
dicen los santos que esa unión perfecta con Dios es como un anticipo del cielo...

Ahora piensa que no importa que tan íntima y profunda llegue a ser nuestra oración contemplativa... 
no importa que tanto podamos adentrarnos en el Misterio de Dios... 
nunca podrá compararse con la mirada entre la Madre y el Hijo... 
nadie, absolutamente nadie, conoce a Jesús mejor que María... 
pidámosle en este día que nos acompañe en nuestra oración... 
y nos vaya revelando todas esas cosas que desde siempre ha conservado en su corazón...
De "Tengo sed de Ti"

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables


 El Papa Benedicto XVI, en sus palabras previas al rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro, aseguró que el amor a Dios y al prójimo son inseparables, y “la misma Persona de Jesús y todo su misterio encarnan la unidad del amor de Dios y del prójimo, como dos brazos de la Cruz, vertical y horizontal”.

El Santo Padre dijo que “Jesús no ha inventado ni uno ni otro, sino que ha revelado que son en fondo, un único mandamiento, y lo ha hecho no solamente con la palabra, sino sobre todo con su testimonio”.

“En la Eucaristía, Él nos dona este doble amor, donándose a sí mismo, porque nutridos de este Pan, nos amamos los unos a los otros como Él nos ha amado”.

El Papa señaló que los santos, que fueron celebrados recientemente “en una única fiesta solemne, son propiamente aquellos, que, confiando en la gracia de Dios, buscan vivir según esta ley fundamental” del amor a Dios y al prójimo.

“En efecto, el mandamiento del amor lo puede poner plenamente en práctica quien vive una relación profunda con Dios, así como el niño aprende a amar a partir de una buena relación con la madre y el padre”.

Benedicto XVI destacó que “antes de ser un mandato, el amor es un don, una realidad que Dios nos hace conocer, experimentar, de manera que como una semilla, que pueda germinar incluso dentro de nosotros y desarrollarse en nuestra vida”.

“Si el amor de Dios ha metido raíces profundas en una persona, ésta está en grado de amar incluso a quien no lo merece, como justamente hace Dios hacia nosotros”.

El Papa indicó que “el padre y la madre no aman a sus hijos sólo cuando lo merecen: los aman siempre, aunque sí, naturalmente, les hacen entender cuando se equivocan”.

De Dios aprendemos a querer siempre y nada más que el bien y nunca el mal. Aprendemos a mirar al otro no sólo con nuestros ojos, sino con la mirada de Dios, que es la mirada de Jesucristo”.

Esa mirada, dijo el Papa, “parte del corazón y no se detiene en la superficie, va más allá de las apariencias y logra acoger las expectativas profundas del otro, ser escuchado, tener una atención gratuita, en una palabra: ser amado”.

“Pero se verifica también el recorrido inverso: que abriéndome al otro así como es, yendo a buscarlo, haciéndome disponible, me abro también al conocer a Dios, a sentir que Él existe y es bueno”.
Benedicto XVI

sábado, 3 de noviembre de 2012

Llamados a la santidad


Al unirnos a la celebración del 50 aniversario del Concilio Vaticanos II, en el marco del Año de la Fe, cuando deseamos celebrar con toda la Iglesia la fiesta de Todos los Santos, recordamos una de las declaraciones conciliares, la que desarrolla la identidad de todos los cristianos: “Por el bautismo nos configuramos con Cristo: "Porque también todos nosotros hemos sido bautizados en un solo Espíritu" (LG 7,1).

La teología hablaba de los “estados de perfección” referidos a los ministros ordenados y a los consagrados. Desde la doctrina conciliar, estos estados se extienden a todos los bautizados. “Los fieles todos, de cualquier condición y estado que sean, fortalecidos por tantos y tan poderosos medios, son llamados por Dios cada uno por su camino a la perfección de la santidad por la que el mismo Padre es perfecto” (LG 11,10).

Hoy reavivamos la vocación a la santidad, testimoniada a lo largo de los siglos.  La santidad es de Dios. Solamente Dios es Santo, pero por su gracia, muchos han participado de esa santidad y han reflejado ante el mundo la belleza divina.

Los discípulos del Maestro de Nazaret, los que fueron detrás de Él y lo sirvieron con sus bienes, dejándolo todo por Él, se convirtieron en el mejor reflejo de lo que significa ser amigos de Jesús. Siempre serán referencia evangélica.

Los que se configuraron con el Crucificado y dieron la vida por Él y como Él, de forma martirial, desde los orígenes del cristianismo hasta nuestros días, son antorchas de fe en medio de la noche.

Desde muy temprano, hubo quienes, siguiendo a Jesús, se retiraron a los desiertos para dar la vida de otra manera, con la radicalidad de vivir las Bienaventuranzas. Ellos han sido calificados como la martyria blanca. Nuestros claustros siguen habitados por hermanos que testimonian el rostro luminoso de Jesús.

A lo largo de siglos, destacan los ungidos por el Espíritu con el don de la caridad, que tuvieron la sagacidad de ver el rostro de Cristo en los más pobres, y lo sirvieron como a su Señor.

En medio del anonimato doméstico, viven personas que se profesan el amor, sacramento del que Cristo tiene a su Iglesia, y se convierten en recintos entrañables y fecundos, matriz de santidad de vida. Hay casos en la historia de familias enteras con todos sus miembros  santos.

Todos los que llevan en su cuerpo las señales de la Pasión de Cristo serán llamados benditos, y quienes estén cerca de ellos de manera compasiva recibirán el título de bienaventurados.

La santidad huele a Dios y atrae como el perfume. Este momento necesita santos. Ellos son los mejores intercesores y benefactores de la sociedad, porque son los que obtienen la misericordia de Dios sobre el mundo.

"Desconocemos el autor del artículo, pero nos ha parecido muy interesante publicarlo en el Blog"

jueves, 1 de noviembre de 2012

Fiesta de todos los Santos


Hoy, primero de noviembre se celebra la fiesta de Todos los Santos. Para toda la Iglesia es una gran celebración porque hay gran fiesta en el cielo. Para nosotros es una gran oportunidad de agradecer todos los beneficios, todas las gracias que Dios ha derramado en personas que han vivido en esta tierra y que han sido como nosotros, con las mismas debilidades, y con las fortalezas que vienen del mismo Dios. Celebremos este día con un corazón agradecido, porque Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres. 

Hoy es un buen día para reflexionar todo el bien espiritual y material que por intercesión de los santos hemos obtenido y tenemos hasta el día de hoy, pues los santos que desearon la Gloria de Dios desde aquí en la tierra lo siguen deseando en la visión beatifica, y comparten el mismo deseo de Nuestro Señor Jesucristo de que todos los hombres se salven, que todos los hombres glorifiquen a Nuestro Señor.

La Iglesia ha instituido la Fiesta de Todos los santos por las siguientes razones: 

1.- Para alabar y agradecer al Señor la merced que hizo a sus siervos, santificándolos en la tierra y coronándolos de gloria en el cielo.

2.- Para honrar en este día aun a los Santos de que no se hace fiesta particular durante el año.

3.- Para procurarnos mayores gracias multiplicando los intercesores.

4.- Para reparar en este día las faltas que en el transcurso del año hayamos cometido en las fiestas particulares de los Santos.

5.- Para animarnos más a la virtud con los ejemplos de tantos Santos de toda edad, sexo y condición, y con la memoria de la recompensa que gozan en el cielo. 

Ha de alentarnos a imitar a los Santos el considerar que ellos eran tan débiles como nosotros y sujetos a las mismas pasiones; que, fortalecidos con la divina gracia, se hicieron santos por los medios que también nosotros podemos emplear, y que por los méritos de Jesucristo se nos ha prometido la misma gloria que ellos gozan en el cielo. 

Se celebra la fiesta de Todos los Santos con tanta solemnidad porque abraza todas las otras fiestas que en el año se celebran en honor de los Santos y es figura de la fiesta eterna de la gloria. 
Fuente: Catholic.net

Escuchar la voz de Dios


En el salmo 81, del  Antiguo Testamento, ya  se relataba la historia de un pueblo que no escuchaba al  Señor. Se describía los intentos de un Dios misericordioso que intentaba lograr la atención de su pueblo.

Oye, pueblo mío, yo atestiguo contra ti,
¡ojalá me escucharas, Israel!
No tendrás ningún dios extraño,
no adorarás a ningún dios extranjero:
yo, el Señor, soy tu Dios,
que te hice subir de la tierra de Egipto.
 
Pero mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no me quiso obedecer:
por eso los entregué a su obstinación,
para que se dejaran llevar por sus caprichos.

¡Ojalá mi pueblo me escuchara,
e Israel siguiera mis caminos!

Yo sometería a sus adversarios en un instante,
y volvería mi mano contra sus opresores.
Los enemigos del Señor tendrían que adularlo,
y ese sería su destino para siempre;
yo alimentaría a mi pueblo con lo mejor del trigo
y lo saciaría con miel silvestre".

Hoy nos habla Dios con tanta fuerza como hablaba a su pueblo en el Antiguo Testamento. El problema es que en este mundo tan ruidoso, no nos ponemos en disposición de oír lo que nuestro Padre nos quiere decir.

" Después del huracán, un terremoto, pero en el terremoto no estaba el Señor. Después del terremoto, fuego, pero en el fuego tampoco estaba el Señor. Después del fuego el susurro de una brisa suave. Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se mantuvo en pie a la entrada de la cueva" 1Reyes, 19, 11-13

Allí estaba el Señor, en el susurro de una brisa suave, nosotros debemos dejar el corazón libre de preocupaciones, de los problemas diarios y quedarnos con el corazón en paz esperando lo que Dios nos quiera decir.

Porque Dios todavía nos habla, además de hablarnos a través de las lecturas de Su Palabra, nos habla a cada uno de nosotros. 
Porque nos ama, porque quiere que le conozcamos y así le amemos más.
Porque Él sabe que necesitamos su dirección clara y concreta para nuestra vida.
Porque Él sabe que necesitamos consuelo y ayuda, un consuelo y una ayuda que solamente Él puede darnos.   

¡Señor ayúdanos a dejar nuestro corazón abierto a tu Palabra! ¡Deseamos escucharte y saber qué quieres de nosotros en cada momento!