lunes, 6 de junio de 2016

Desde un susurro divino



Dios habla de muchas maneras. Una puede pasar casi inadvertida, como si fuese un susurro suave y discreto.
¿Cuándo ocurre eso? Cuando en lo íntimo de la conciencia escucho una voz tranquila y constante que me invita a dejar comportamientos dañinos para escoger el camino del Evangelio.
Esa voz no amenaza, no interrumpe, no se impone. Aparece y desaparece como una señal amable, como una invitación respetuosa.
De esta manera, Dios pone ante los ojos de mi alma un camino nuevo. Camino de esperanza, de fe, de amor, de alegría. Camino de renuncia: Cristo lo pide todo, porque antes lo ha dado todo.
Un susurro divino ha llegado a mi existencia. Puedo seguir como si nada hubiera ocurrido, pero también reconozco que Dios lo merece todo.
La invitación ha quedado sobre la mesa de mi corazón. Dios espera, sin prisas, con el anhelo de un Padre que suplica la respuesta de uno de sus hijos.
Si me atrinchero en mis problemas, si me sumerjo en mis planes personales, si me excuso bajo el escudo de mi personalidad, no se producirá el milagro. Dios llorará, en silencio, ante mi dureza y mi apatía.

En cambio, si acojo ese susurro, hoy será el día del gran cambio. Acoger la invitación de Dios me lanzará a un horizonte nuevo, me hará saltar hacia el misterio de la fe, me ayudará a romper con el egoísmo, empezaré la aventura del amor.
P. Fernando Pasual

La ignominia de occidente. "Sigue encerrada en una cárcel indecente, por beber en un vaso de agua"


Una mujer cristiana en Pakistán bebe agua de un vaso con el que también han bebido algunas mujeres musulmanas y, por este motivo, es acusada de grave blasfemia que la puede llevar hasta la muerte por ser cristiana. Si sucediera esto mismo en un país occidental nos reiríamos de que eso sea considerado un delito.
Pues esta mujer a la que se le ocurre beber agua en un vaso ha sufrido ya cientos de días de cárcel, en unas condiciones inhumanas. No ha matado a nadie, no ha robado nada, no ha hecho mal a nadie pero su blasfemia es imperdonable y el calvario que está pasando es una atrocidad que convierte en fanáticos peligrosos a los que la han condenado y en cómplices a los que apenas decimos nada.
Hay toda una legión de fanáticos musulmanes -a modo de cruzada- intentando matarla de la manera que sea.

Yo he conocido personalmente a su esposo y a una de sus hijas y me parecieron la bondad personificada. Expresaron el dolor de que muy pocos en el occidente cristiano se han movilizado para intentar presionar al gobierno de Paquistán para exigir su inmediata liberación o la conmutación de su injusta condena a muerte. Y esta mujer, Asia Bibi, sigue allí encerrada en una cárcel indecente, por beber en un vaso de agua. Si esta historia no fuera verdad, sería hilarante.

Mientras tanto en occidente nos llenamos la boca hablando de derechos humanos, de libertades y de solidaridad; hacemos conciertos y festivales benéficos, y los famosos acuden a galas para concienciar a la gente sobre diversas injusticias y violaciones de derechos en nuestro mundo ¡Y hacen muy bien! Pero ni una sola palabra, ni un solo gesto, ni un solo recuerdo por esta mujer; ni siquiera organizaciones que tienen como objetivos trabajar por los derechos humanos han tenido una palabra o han programado una acción por esta mujer abandonada de todos.

Las organizaciones feministas tan activas en algunas causas, no se han enterado, o no han querido enterarse, de que ahora una mujer está condenada a la horca y en una cárcel por beber un vaso de agua y acusada de blasfemar contra el profeta Mahoma. ¡Ya está bien!

Es que hay mujeres que merecen todo el esfuerzo de las organizaciones de derechos humanos, pero ésta como es cristiana no tiene derecho a nada más que a morir por haber bebido agua donde no debía. La misma iglesia guarda un silencio sobrecogedor e inexplicable sobre este caso que tiene visos de terminar en martirio porque Asia Bibi tiene unas sólidas convicciones cristianas que ya quisieran muchos cristianos de toda la vida.

Y el mundo sigue cada día mirando a otro lado como si no pasara nada. Pues yo también me declaro nazareno como ella y siento que soy Asia Bibi por si alguien lo lee y decide ser también Asia Bibi. No dejemos que estas realidades, impropias del siglo XXI, tomen carta de ciudadanía, ni allí ni aquí no sea que algún día todos seamos Asia Bibi y el mundo nos ignore.


(Alejandro Fdez. Barrajón)

Bienaventurados los pobres en el espíritu


Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran , porque ellos serán consolados
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».
Palabra del Señor.