miércoles, 4 de enero de 2017

En el año 2016 han sido asesinados 28 agentes pastorales católicos



En el año 2016 han sido asesinados en todo el mundo 28 agentes pastorales católicos. Por octavo año consecutivo, el número más alto se ha registrado en América, incrementándose dramáticamente el número de religiosas asesinadas, que este año son 9, más del doble en comparación con el año 2015.
Según la información recopilada por la Agencia Fides, durante el año 2016 han sido asesinados de forma violenta 14 sacerdotes, 9 religiosas, 1 seminarista y 4 laicos. En cuanto a la división continental, en América han sido asesinados 12 agentes de pastoral (9 sacerdotes y 3 religiosas); en África han perdido la vida 8 agentes de pastoral (3 sacerdotes, 2 religiosas, 1 seminarista y 2 laicos); en Asia han sido asesinados 7 agentes de pastoral (1 sacerdote, 4 religiosas y 2 laicos); en Europa ha sido asesinado 1 sacerdote.
Como viene sucediendo en los últimos años, la mayor parte de los agentes pastorales han sido asesinados como resultado de intentos de robo o hurto, y en algunos casos agredidos con ferocidad, una señal del clima de decadencia moral, de pobreza económica y cultural, que genera violencia y desprecio por la vida misma.
En estas situaciones, similares en todas las latitudes del mundo, los sacerdotes, las religiosas y los laicos asesinados formaban parte de esas personas que denuncian a gritos la injusticia, la discriminación, la corrupción, la pobreza, en el nombre del Evangelio. Por esta razón también ellos lo han pagado con dolor, como en el caso del sacerdote José Luis Sánchez Ruiz, de la diócesis de San Andres Tuxtla (Veracruz, México), secuestrado y luego liberado con «signos evidentes de tortura», según un comunicado de la diócesis. En los días anteriores al secuestro había recibido amenazas, sin duda por su dura crítica contra la corrupción y el crimen rampante (véase Fides 14/11/2016). Como ha señalado el Papa Francisco en la fiesta del primer mártir San Esteban, «el mundo odia a los cristianos por la misma razón que odiaba a Jesús porque Él trajo la luz de Dios y el mundo prefiere la oscuridad para ocultar sus malas obras» ( Ángelus 26.12.2016).
Todos ellos vivían en la vida cotidiana dando su testimonio: administrando los sacramentos, ayudando a los pobres y los marginados, cuidando de los huérfanos y de los drogadictos, siguiendo proyectos de desarrollo o simplemente tendiendo la mano a quienes pudiesen necesitarlo. Algunos fueron asesinados por las mismas personas a las que ayudaban. Es difícil que las investigaciones llevadas a cabo por las autoridades locales puedan conducir a la identificación de los autores o de los instigadores de estos homicidios o ha descubrir los motivos.
Genera gran preocupación la suerte de los agentes pastorales secuestrados o desaparecidos, de los cuales no se han recibido noticias desde hace tiempo.
La lista anual de Fides, que sin duda es incompleta, no se refiere sólo de los misioneros ad gentes en sentido estricto, sino a todos los agentes pastorales asesinados de forma violenta. No se utiliza el término «mártires», si no sólo en su sentido etimológico de «testigos» para no entrar en el juicio que la Iglesia podrá dar a algunos de ellos, y también por las pocas noticias que se consigue recoger sobre su vida y las circunstancias de la muerte.
A la lista provisional realizada anualmente por la Agencia Fides, siempre hay que añadir la larga lista de aquellos muchos, de los cuales tal vez nunca se tendrá noticia o de los que ni siquiera se sabrá el nombre, que en todos los rincones del planeta sufren y pagan con sus vidas, su fe en Jesucristo. El Papa Francisco nos recuerda a menudo que «hoy en día hay cristianos asesinados, torturados, encarcelados, sacrificados porque no reniegan a Jesucristo»… «los mártires de hoy son más numerosos que los de los primeros siglos».
Agencia Fides
Zenit

Estambul. Mons. Bizzeti: “El Isis no hace distinciones, también hay musulmanes entre las víctimas”


El terrorismo del Isis no hace distinciones, porque matan también a musulmanes y no solamente a los cristianos”. Lo explicó el vicario apostólico de Anatolia, Mons. Paolo Bizzeti, en una entrevista concedida al Tg2000, el telediario de la televisión católica TV2000, al comentar el atentado de la noche del año nuevo en Turquía.
El Isis reivindicó el atentado definiéndolo como “una venganza contra Turquía por el trabajo de Rusia contra el Isis”, dijo.
“No creo sea un problema específico de los cristianos -explicó Mons. Bizzetti- contrariamente habrían realizado atentados contra las iglesias. Estos terroristas atacan con otros criterios”. Porque “el Isis no es expresión del islam, pero del delirio de esta gente”.
La identidad de estas personas no está directamente conectada a un factor religioso. Los primeros que lamentan y condenan tales atentados son los mismos musulmanes con los cuales vivimos. En Turquía la gente está furiosa contra el Isis porque ha causado evidentes daños económicos especialmente al turismo”.
“Como sucedió en París –añade el vicario apostólico de Anatolia– estos terroristas intentan tener el máximo de la resonancia para hacer creer a la opinión pública que ellos son fuertes y potentes. Esto no debe asombrarnos porque detrás hay una estrategia repetida. El atentado es seguramente doloroso y absolutamente condenable”.
“Hay que pedirse –concluyó Mons. Bizzeti– como sea posible que el Isis en todos estos años haya podido proliferar. Aquí todos están llamados en causo porque Europa y Estados Unidos se han quedado mirando y haciendo bien poco. Todos hicieron poco para erradicar este Estado Islámico”.
“Peor aún, sabemos que detrás hay un floreciente comercio de armas. Sería necesario reflexionar sobre el terreno en el cual el Isis puso raíces y siguió trabajando por diversos años. El Isis no ha sido en absoluto combatido de manera eficaz y coordinada”, concluyó Mons. Bizzeti.
Zenit

Cardenal Osoro: «Más fuerte que la violencia es la paz que viene de Jesucristo»


El arzobispo de Madrid subrayó el pasado domingo, 1 de enero, en la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, que hoy el hombre no sabe quién es y es la Virgen la que se lo muestra y la que le dice cómo ha de vivir al dar vida a Jesús: «Este es el Hijo de Dios, este es el Hijo de Dios que ha tomado rostro humano en mi vientre, que os lo doy para que lo metáis en vuestro corazón, para que sintáis la protección de Dios».
Los hombres se convierten en «hijos en el hijo» y así en hermanos, por lo que «los demás no son unos extraños, nadie es extraño para mí, con todos tengo que construir la paz, a todos tengo que dar esta noticia». «La Iglesia tiene la tarea en este mundo de ofrecer este regalo, sí, a Cristo; el espíritu de Cristo que hace posible que los hombres rompamos todas las fronteras y que nos sintamos hermanos», aseveró.
Aludiendo al mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz, celebrada ese mismo día, el cardenal Osoro incidió en que «estamos en un mundo fragmentado, roto, dividido y lo rompemos más cuanto más retiramos a Dios de nuestra vida». «Cada uno de nosotros nos hacemos dioses y creemos que la verdad está en nosotros, y no somos capaces de perdonar, de dar la mano al otro, sea quien sea, porque no hemos aprendido juntos a decir Padre y a sentir que este mundo es una familia», abundó.
En tiempos de Jesús también había «tremendas violencias» y su respuesta fue, según detalló el purpurado, «un plus de amor y un plus de bondad, un plus de fraternidad, de construcción de la fraternidad»: «No había fronteras. Con las gentes con las que se encontraba Él eran muy distintas y a todas regalaba su amor, la fraternidad, su bondad, les regalaba el sentir y el percibir que eran hijos de Dios, ¿es que no lo vamos a poder hacer nosotros, hermanos? Más fuerte que la violencia es el amor de Dios, más fuerte que la violencia es la paz que viene de Jesucristo. Eliminemos esta violencia de este mundo».
Epifanía y Bautismo del Señor
Esta celebración se enmarca en las numerosas celebraciones de Navidad que está acogiendo la catedral estos días. Este viernes, 6 de enero, el cardenal Osoro presidirá la Eucaristía de la Epifanía del Señor, que dará comienzo a las 12:00 horas. Y este domingo, 8 de enero, a las 12:00 horas, la Misa en la festividad del Bautismo del Señor, durante la cual impartirá el sacramento del Bautismo a un grupo de niños.
Infomadrid / S.M. / R.P.

COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN JUAN (1,35-42) POR BENEDICTO XVI:



“El evangelio nos revela ... que en un primer momento Andrés (hermano de San Pedro, n.d.r.) era discípulo de Juan Bautista; y esto nos muestra que era un hombre que buscaba, que compartía la esperanza de Israel, que quería conocer más de cerca la palabra del Señor, la realidad de la presencia del Señor. 

Era verdaderamente un hombre de fe y de esperanza; y un día escuchó que Juan Bautista proclamaba a Jesús como "el cordero de Dios" (Jn 1, 36); entonces, se interesó y, junto a otro discípulo cuyo nombre no se menciona, siguió a Jesús, a quien Juan llamó "cordero de Dios". El evangelista refiere: "Vieron dónde vivía y se quedaron con Él" (Jn 1, 37-39). 

Así pues, Andrés disfrutó de momentos extraordinarios de intimidad con Jesús. La narración continúa con una observación significativa: "Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Encontró él luego a su hermano Simón, y le dijo: "Hemos hallado al Mesías", que quiere decir el Cristo, y lo condujo a Jesús" (Jn 1, 40-43), demostrando inmediatamente un espíritu apostólico fuera de lo común. 

(...) Las tradiciones evangélicas mencionan particularmente el nombre de Andrés en otras tres ocasiones, que nos permiten conocer algo más de este hombre. La primera es la de la multiplicación de los panes en Galilea, cuando en aquel aprieto Andrés indicó a Jesús que había allí un muchacho que tenía cinco panes de cebada y dos peces: muy poco —constató— para tanta gente como se había congregado en aquel lugar (cf. Jn 6, 8-9). (...) Jesús, sin embargo, supo hacer que fueran suficientes para la multitud de personas que habían ido a escucharlo. 

La segunda ocasión fue en Jerusalén. Al salir de la ciudad, un discípulo le mostró a Jesús el espectáculo de los poderosos muros que sostenían el templo. La respuesta del Maestro fue sorprendente: dijo que de esos muros no quedaría piedra sobre piedra. Entonces Andrés, juntamente con Pedro, Santiago y Juan, le preguntó: "Dinos cuándo sucederá eso y cuál será la señal de que todas estas cosas están para cumplirse" (cf. Mc 13, 1-4). 

Como respuesta a esta pregunta, Jesús pronunció un importante discurso sobre la destrucción de Jerusalén y sobre el fin del mundo, invitando a sus discípulos a leer con atención los signos del tiempo y a mantener siempre una actitud de vigilancia. De este episodio podemos deducir que no debemos tener miedo de plantear preguntas a Jesús, pero, a la vez, debemos estar dispuestos a acoger las enseñanzas, a veces sorprendentes y difíciles, que Él nos da. 

Los Evangelios nos presentan, por último, una tercera iniciativa de Andrés. El escenario es también Jerusalén, poco antes de la Pasión. Con motivo de la fiesta de la Pascua —narra san Juan— habían ido a la ciudad santa también algunos griegos, probablemente prosélitos o personas que tenían temor de Dios, para adorar al Dios de Israel en la fiesta de la Pascua. Andrés y Felipe, los dos Apóstoles con nombres griegos, hacen de intérpretes y mediadores de este pequeño grupo de griegos ante Jesús. 

La respuesta del Señor a su pregunta parece enigmática, como sucede con frecuencia en el evangelio de Juan, pero precisamente así se revela llena de significado. Jesús dice a los dos discípulos y, a través de ellos, al mundo griego: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trino no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto" (Jn 12, 23-24). 

¿Qué significan estas palabras en este contexto? Jesús quiere decir: sí, mi encuentro con los griegos tendrá lugar, pero no se tratará de una simple y breve conversación con algunas personas, impulsadas sobre todo por la curiosidad. Con mi muerte, que se puede comparar a la caída en la tierra de un grano de trigo, llegará la hora de mi glorificación. De mi muerte en la cruz surgirá la gran fecundidad: el "grano de trigo muerto" —símbolo de mí mismo crucificado— se convertirá, con la resurrección, en pan de vida para el mundo; será luz para los pueblos y las culturas. (...)

Según tradiciones muy antiguas, Andrés (...) fue el heraldo y el intérprete de Jesús para el mundo griego. Pedro, su hermano, llegó a Roma desde Jerusalén, pasando por Antioquía, para ejercer su misión universal; Andrés, en cambio, fue el apóstol del mundo griego: así, tanto en la vida como en la muerte, se presentan como auténticos hermanos; una fraternidad que se expresa simbólicamente en la relación especial de las sedes de Roma y Constantinopla, Iglesias verdaderamente hermanas. 

Una tradición sucesiva... narra la muerte de Andrés en Patrás, donde también él sufrió el suplicio de la crucifixión. Ahora bien, en aquel momento supremo, como su hermano Pedro, pidió ser colocado en una cruz distinta de la de Jesús. En su caso se trató de una cruz en forma de aspa, es decir, con los dos maderos cruzados en diagonal, que por eso se llama "cruz de san Andrés". 

(...) Como se puede ver, hay aquí una espiritualidad cristiana muy profunda que, en vez de considerar la cruz como un instrumento de tortura, la ve como el medio incomparable para asemejarse plenamente al Redentor, grano de trigo que cayó en tierra. Debemos aprender aquí una lección muy importante: nuestras cruces adquieren valor si las consideramos y aceptamos como parte de la cruz de Cristo, si las toca el reflejo de su luz. Sólo gracias a esa cruz también nuestros sufrimientos quedan ennoblecidos y adquieren su verdadero sentido. 

Así pues, que el apóstol Andrés nos enseña a seguir a Jesús con prontitud (cf. Mt 4, 20; Mc 1, 18), a hablar con entusiasmo de Él a aquellos con los que nos encontremos, y sobre todo a cultivar con Él una relación de auténtica familiaridad, conscientes de que sólo en Él podemos encontrar el sentido último de nuestra vida y de nuestra muerte”.

(Benedicto XVI, catequesis del 14 de junio de 2006)

¡HEMOS ENCONTRADO AL MESÍAS! (EVANGELIO DE HOY)





Lectura del santo evangelio según san Juan (1,35-42):

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.»

Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?»

Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»

Él les dijo: «Venid y lo veréis.»

Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»

Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»

Palabra del Señor