sábado, 28 de febrero de 2015

Qué difícil se nos hace eso de amar a los enemigos y de rezar por los que nos persiguen.

Qué difícil se nos hace eso de amar a los enemigos y de rezar por los que nos persiguen. Nos parece que eso de amar al que nos critica, al que nos engaña, al que nos pone la zancadilla, al que nos hace la vida imposible, etc., consiste en ir de buenos, es decir, de tontos por la vida, dejando que los demás se aprovechen de nosotros. Y si encima tenemos que rezar por ellos, para que el Señor les bendiga, nos sienta todavía peor: sería el colmo que a ellos les fuera bien en la vida, gracias a nuestra oración, mientras nosotros padecemos con resignación su crítica, su engaño, sus zancadillas y sus tormentos. No están las cosas como ir de ingenuos por el mundo, aunque sea en nombre de Dios. Lo otro es un heroísmo que solo Dios puede hacer, por eso de que es Dios, pero que no nos lo ponga difícil.
En realidad, nos cuesta entender el corazón de Dios, que actúa por la lógica del amor de un padre, o de una madre. Cuántas veces vemos a los padres que hacen cosas injustas, exageradas y hasta absurdas con hijos ingratos y desagradecidos. Pues, eso que los demás medimos con la vara de la justicia, ellos, sin embargo, lo miden desde la lógica del amor; por eso, prefieren dejarse llevar al límite por el amor incondicional hacia ese sinverguenza que, sin embargo, no deja de ser su hijo. Sólo desde este amor tan fiel se entiende que Dios Padre haga salir el sol sobre malos y buenos, y mande la lluvia sobre justos e injustos,
Si no superamos la religión del mero cumplimiento, de los plazos, de los regateos y excusas, no llegaremos nunca a entender esta sobreabundancia de amor propia del corazón de Dios Padre. Si nuestro amor a Dios nos lleva solo a cumplir, a contentarnos con mínimos, a aplicar sobre los demás nuestra medida arbitraria de justicia, nunca entenderemos por qué Dios (¡con perdón!) va de tonto por la vida y deja que los hombres se aprovechen de él. Porque ¿habrá algún descreído que agradezca alguna vez a Dios ese sol que cada día sale para él y esa lluvia que hace crecer sus campos? ¿No ama Dios a sus enemigos, a los que le critican, a los que le persiguen, etc? Nosotros, en cambio, intentamos mantenernos en el difícil equilibrio de quedar bien con Dios, quedar bien con los amigos y, por supuesto, poner en su sitio a los enemigos. Todo a la vez.

La perfección a la que nos invita el Evangelio está en el orden del amor. No es la perfección literal y puntillosa de nuestros cumplimientos, a veces tan aparentes y engañosos, con los que incluso podemos llegar a justificar muchos pecados de omisión. Se trata, más bien, de la perfección en el amor, es decir, de amar como ama Dios. ¿Que cómo ama Dios? Pues ¡hasta el extremo! Lo explica muy bien san Juan, al principio del relato de la pasión de Cristo. Así aman los padres a sus hijos, a los buenos y a los malos: hasta el extremo. Y así nos ama Dios a nosotros: hasta el extremo. El problema es que esto, en el fondo, no nos lo terminamos de creer, porque nos complicaría mucho la vida, y preferimos contentarnos con nuestras medianías, haciendo del amor cristiano un mero protocolo social. Pero, “si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis?”. En realidad, este premio es el amor mismo, pues no hay plenitud y gozo comparable con el don de este amor, que nos hace, incluso, llegar a dar la vida por el enemigo.
Archidiócesis de Madrid

Angustia por los cristianos rehenes de los yihadistas; el arzobispo siro-católico Hindo pide evitar alarmas inútiles

Son más de trescientos los cristianos asirios y caldeos de los pueblos de la rivera del río Khabur tomados como rehenes y deportados por los yihadistas a sus fortalezas. “Si las primeras noticias hablaban de 90 secuestrados - refiere a la Agencia Fides el Arzobispo Jacques Behnan Hindo - “Ahora podemos decir que los rehenes en manos de los yihadistas son alrededor de 350. Sólo los controles y la recogida de información en los puntos de encuentro de los refugiados, con el paso de los días, permiten elaborar las listas de los rehenes y tener una imagen más clara de la situación, que siempre queda sujeta a nuevas noticias”. 

Según cuanto ha comunicado el sitio web curdo ARA Newas da Samir Taji, miembro del Frente Al-Nusra (grupo yihadista sirio vinculado a Al Qaeda), la milicia del Estado Islámico primero parece que han retenido a los prisioneros asirios - entre ellos mujeres y niños - en un centro de detención en el Monte Abdulaziz, para luego dispersarlos en centros de las zonas bajo su control, incluido su bastión de al-Raqqa. Entre los prisioneros parecen estar cuarenta soldados curdos y algunos milicianos asirios de la Brigada de autoprotección Sutoro. 

Mientras tanto, por el momento, el flujo de personas desplazadas hacia las ciudades de Hassaké y Qamishli y otros centros urbanos se ha detenido. Ayer llegaron a Hassaké unos cincuenta beduinos árabes, huyendo de la zona afectada por la ofensiva de los yihadistas. 

En este contexto incierto, el arzobispo Hindo critica la tendencia engañosa y reprobable de difundir rumores incontrolados y que no pueden verificarse que luego entran en el circuito mediático global sin los controles adecuados, convirtiéndose en “noticias”. “Los cristianos que han huido de los pueblos de Khabur - dice a Fides el Arzobispo siro-católico - nos dicen que durante el asalto de los yihadistas fueron asesinados cuatro milicianos asirios, miembros de la milicia de autodefensa conocidos con el nombre de Sotoro. A ellos hay que añadir otro cristiano, que ha muerto dentro de su tienda a la que los yihadistas dieron fuego. Quizás también él estaba armado y había tratado de oponerse a los yihadistas. 

Por el momento, no tenemos noticia confirmada de ninguna otra muerte. No veo qué sentido tiene despertar la alarma y crear rumores no verificados sobre el número de muertos, para pintar como aún más grave una situación que de por sí sola ya es muy trágica”. 

Mons. Hindo también renueva sus críticas por la gestión de la enésima emergencia humanitaria por parte de las organizaciones de asistencia: “Sólo ayer – informa el Arzobispo – la Media Luna Roja empezó a distribuir 125 paquetes de alimentos, cuando dispone de miles de ellos aquí en Hassaké. Hasta el momento, los refugiados habían recibido ayuda sólo del Patriarcado siro ortodoxo”. (GV)