“La fiesta del Corpus Domini nos pide convertirnos a la
fe en la Providencia, saber compartir lo poco que somos y tenemos y no cerrarnos
jamás en nosotros mismos”, "pidamos a nuestra Madre María que nos ayude en esta
conversión, para seguir verdaderamente, cada vez más, a ese Jesús que adoramos
en la Eucaristía", concluyó el obispo de Roma su reflexión previa a la oración
mariana de Ángelus con la multitud de peregrinos venidos a la plaza de San Pedro
de Italia y de otros países.
La fiesta de la Eucaristía, Sacramento del
Cuerpo y la Sangre de Cristo, fue el tema abordado por Francisco. Expresó que
Jesús se preocupa por la multitud hambrienta pero de manera distinta de sus
discípulos que proponen despedir a la gente, respondiendo así a la actitud
humana más realista y que no genera problemas.
Mientras que la actitud
de Jesús, netamente diversa, que nace de su unión con el Padre y de la compasión
por la gente lo lleva a pensar en la Providencia: de lo poco Dios puede sacar lo
necesario para todos.
Jesús dice a sus discípulos que den ellos mismos
de comer a la gente, les pide que hagan sentar a la gente formando comunidades
de cincuenta, toma el pan, los peces, levanta los ojos al cielo, los bendice,
los parte –en clara referencia a la Eucaristía- y hace que los discípulos
distribuyan los panes y los peces que no se acaban y que sacian la multitud.
“Este es el milagro –afirmó el papa- más que una multiplicación es un
compartir, animada por la fe y la oración.” "Comieron todos y sobró: es el signo
de Jesús, pan de Dios para la humanidad.
Los discípulos lo vieron, pero
no comprendieron bien el mensaje. Quedaron prendados, como la multitud, por el
entusiasmo del éxito. Una vez más, siguieron la lógica humana y no la de Dios,
que es la del servicio, del amor y de la fe".