sábado, 12 de diciembre de 2015

¡SEÑOR, QUE BRILLE TU ROSTRO Y NOS SALVE!

Del salmo 79:

Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve

Pastor de Israel, escucha,
Tú que te sientas sobre querubines, resplandece;
despierta tu poder y ven a salvarnos.

Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve

Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que Tú hiciste vigorosa.

Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve

Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que Tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu Nombre.


Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve

Fiesta de la Virgen de Guadalupe


Reflexión del Papa Francisco por la fiesta de la Virgen de Guadalupe (Audiencia General,11 de diciembre de 2013)

Cuando la Virgen se apareció a san Juan Diego, su rostro era el de una mujer mestiza y sus vestidos estaban llenos de símbolos de la cultura indígena. Siguiendo el ejemplo de Jesús, María se hace cercana a sus hijos, acompaña como madre solícita su camino, comparte las alegrías y las esperanzas, los sufrimientos y las angustias del Pueblo de Dios, del que están llamados a formar parte todos los pueblos de la tierra.

La aparición de la imagen de la Virgen en la tilma de Juan Diego fue un signo profético de un abrazo, el abrazo de María a todos los habitantes de las vastas tierras americanas, a los que ya estaban allí y a los que llegarían después.

Este abrazo de María señaló el camino que siempre ha caracterizado a América: ser una tierra donde pueden convivir pueblos diferentes, una tierra capaz de respetar la vida humana en todas sus fases, desde el seno materno hasta la vejez, capaz de acoger a los emigrantes, así como a los pueblos y a los pobres y marginados de todas las épocas. America es una tierra generosa.

Éste es el mensaje de Nuestra Señora de Guadalupe, y éste es también mi mensaje, el mensaje de la Iglesia. Animo a todos los habitantes del Continente americano a tener los brazos abiertos como la Virgen María, con amor y con ternura.
Pido por todos ustedes, queridos hermanos y hermanas de toda América, y también ustedes recen por mí. Que la alegría del Evangelio esté siempre en sus corazones. El Señor los bendiga y la Virgen los acompañe.

Oración