A lo largo de tu vida Cristo no te pide que lleves con él toda su pesada cruz, sino una pequeña parte aceptando tus sufrimientos.
No tienes nada que temer. Por el contrario, tente por muy dichoso de haber sido juzgado digno de tener parte en los sufrimientos del Hombre-Dios.
Por parte del Señor, no se trata de un abandono ni de un castigo; por el contrario, es un testimonio de su amor, de un gran amor para contigo. Debes dar gracias al Señor y resignarte a beber el cáliz de Getsemaní.
A veces el Señor te hace sentir el peso de la cruz; este peso te parece insoportable y, sin embargo, lo llevas, porque el Señor, rico en amor y misericordia, te tiende la mano y te da la fuerza necesaria.
El Señor, ante la falta de compasión de los hombres, tiene necesidad de personas que sufran con él. Por esta razón te lleva por caminos dolorosos.
Así pues; que el Señor sea siempre bendito, porque su amor trae suavidad en medio de la amargura; él cambia los sufrimientos pasajeros de esta vida en méritos para la eternidad.
San Agustín.