viernes, 28 de agosto de 2015

El papa sigue con "viva preocupación" el "éxodo bíblico" de los inmigrantes

Pide ser "más generosos y más cercanos a las familias pobres"

El papa Francisco sigue "con viva preocupación" el problema de la crisis migratoria y "el éxodo bíblico" que afecta a miles de personas y sus familias que buscan en Europa un futuro mejor, informó hoy Radio Vaticana.
"El papa Francisco sigue con viva preocupación el drama que afecta a miles de personas que huyen de sus tierras. Se trata de un éxodo bíblico que obliga a familias enteras a arriesgar su vida en busca de un futuro lejos de la guerra, del hambre y de cualquier tipo de violencia", indicó el portal de noticias vaticano.
Recordó además el mensaje publicado hoy en el perfil oficial del papa Francisco en Twitter, en el que pide a Dios ayuda "para ser más generosos y siempre más cercanos a las familias pobres".
La Central Operativa de la Guardia Costera en Italia informó del rescate de 1.430 inmigrantes y de la recuperación de dos cadáveres en diversas operaciones desplegadas en las últimas horas en el Mediterráneo. (RD/Agencias)

Porque no muero

"Vivo sin vivir en mí Y tan alta vida espero Que muero porque no muero".

Del disco Clásicos in versos (Saga, 89)de El silbo vulnerado. Música: Luisfelipe Alegre. Canta Carmen Orte. Carátula: Germán Díez 


La oración: el amor es el que habla

Esta frase del libro de la vida de Santa Teresa nos ayuda a comprender lo que es la oración. Ella encuentra en Toledo a un Padre dominico conocido que no ve desde hace mucho tiempo. Le cuenta bajo secreto de confesión todo lo que le pasa a su alma y las penas sufridas por la reforma del Carmelo.
 El religioso la escucha, la consuela y le pide que no deje de pedir por él. Teresa, agradecida, confía al Señor el alma de este sacerdote. Ella va al lugar a donde solía orar y allí se queda "muy recogida, con un estilo "abovado" que muchas veces, sin saber lo que digo, trato". Y añade: "que es el amor que habla" (Libro de la Vida, 34, 8).

 Orar es dejar que hable el amor. ¡Cuántas veces le tenemos miedo al amor, no dejamos que el amor hable! Sino que preferimos que hable sólo nuestra razón o nuestra mera capacidad humana de entender las cosas. Muchas veces reprimimos el amor como si fuera muestra de debilidad como si también en la oración tuviéramos que demostrar los fuertes e inteligentes que somos. Sin embargo la oración, sin dejar impedirnos usar nuestro entendimiento, es el momento explayar el corazón, y de dejar que el Amor divino nos inunde y nos queme con sus rayos. En una sociedad más racionalista y secularizada, nos da vergüenza de liberar la parte más noble de nosotros mismos, nuestra capacidad de amar y ser amados. Y vivimos como mutilados, no respirando a pleno pulmón, caminando sólo al ritmo que nos permite nuestras convenciones humanas o nuestro miedo de amar demasiado.

 Orar, "es el amor que habla". Santa Teresa cuenta que, dejando al religioso, comenzó a hablar con Dios con toda sencillez, como ella solía hacer, dejando que el amor hablase. No sólo el amor que su alma nutría hacia Dios, sino también "comprendiendo el amor que Dios le tiene a ella". La oración usa un lenguaje de amor. Y el lenguaje de amor es especial, es único, tiene su lógica, su gramática y su sintaxis. Lo entienden los que aman. Basta un gesto, una mirada, un movimiento, una sonrisa. Dejemos que el amor hable en nosotros. Dejemos que el Amor nos hable. Dejémonos conducir por el Espíritu Santo que es la persona de la Trinidad que es el Amor del Padre al Hijo y del Hijo al Padre.

Cuando aprendamos el lenguaje del amor que nos enseña el Espíritu Santo, lenguaje hecho de sencillez y espontaneidad, que cualquiera que tenga un corazón puede aprender, entonces comprenderemos que la oración no es sino un ejercicio de amor, es una expresión de amor, es un grito de amor, es una súplica de amor.


La mística Teresa continua diciendo que el Amor que Dios tiene al alma hace que ésta se olvide de sí y "le parece está en Él". Nada la separa de Él. La sencillez del amor logra el mejor estado de unión. Entonces el alma orante "habla desatinos". Comienza a usar el lenguaje más elevado y puro, el lenguaje del amor, porque, como diría San Juan de la Cruz, "ya sólo en amar es mi ejercicio" (Cántico Espiritual, 95).

Autor: P. Pedro Barrajón

Con los refugiados sirios o iraquíes. Cardenal Rodríguez Maradiaga

Querido amigo:
Escapan de una matanza que amenaza la vida de su hijo pequeño. Hicieron un largo viaje desde su casa hasta un lugar seguro, pero un lugar de exilio, lejos de todo lo que conocían.
Como los refugiados sirios o iraquíes hoy —como la gente que escapa del conflicto en Sudán del Sur y la República Democrática del Congo —lo primero que necesitaba la Sagrada Familia era comida. Durante su difícil travesía y en su incierta vida lejos de casa, alguien se acercó a ellos. Alguien les ayudo a encontrar su pan de cada día.
Los refugiados viven hoy en la confusa espiral del exilio—cada día tienen que hacer frente a nuevas costumbres, nuevas dificultades. Para muchos, ya les resultaba difícil ganarse la vida incluso en su propio país. Por eso, en un sitio nuevo, sin contactos, luchan duramente por encontrar un trabajo. Porque de alguna manera deben encontrar un modo para dar de comer a sus hijos.
Caritas llega a familias que lo han perdido todo – hogares, medios de sustento, pertenencias. En todo el mundo, Caritas distribuye alimentos tras una emergencia y luego trabaja, con las personas, para ayudarlas a ayudarse a sí mismas.
Recientemente, en el Líbano, el personal de Caritas llevó comida a un campamento de refugiados, cerca de la frontera con Siria, devastada por la guerra. Muchos refugiados sirios, se deciden al final a desplazarse a pie a ciudades como Beirut. Recientemente, un programa de Caritas ayudó a las mujeres refugiadas a desarrollar una mini-empresa para preparar y vender platos de su cocina tradicional.
Por supuesto, Caritas también ayuda a las familias que, aunque se vieron obligadas a huir de sus hogares, se enfrentan cotidianamente a la pobreza extrema y el hambre. Por eso,en Beirut, las mujeres libanesas también forman parte del programa ayuda alimentaria.
Asegurarse de que los padres pueden alimentar a sus hijos es un objetivo clave para Caritas “Una sóla familia humana, alimentos para todos” es el tema de la campaña contra el hambre, lanzada por el Papa Francisco, en diciembre de 2013. Dicha iniciativa, de 18 meses de duración, es una ocasión para que el personal de Caritas y sus simpatizantes, de todo el mundo, se centren en lo que funciona para detener el hambre, y cómo podemos llegar a las familias más necesitadas y hambrientas, como la Sagrada Familia.
Durante todo este año, ha sido conmovedor ver la dedicación y creatividad del personal de Caritas, en su lucha contra el hambre. Entre los programas especiales de la campaña, podemos incluir proyectos de semillas, en Brasil, de capacitación agrícola, en Tailandia, comidas para niños de la calle, en África oriental, los bancos de alimentos, en Europa, y otros muchos.

La Sagrada Familia es nuestra familia. Así como usted habría ayudado a esa familia asustada, hace más de 2000 años, ahora está intentando ayudar a familias necesitadas de hoy, a través de su apoyo de Caritas. “Una sola familia humana” ya es realidad, hagamos que “alimentos para todos” también lo sea.
Cardenal Rodríguez Maradiaga

«¡No abandonemos Tierra Santa!

El custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa hace un llamado a los fieles 

Desde hace tiempo, sobre todo a causa del miedo generado por las guerras en Oriente Medio y los atentados perpetrados por los grupos fundamentalistas que han golpeado incluso a los países de Occidente, las peregrinaciones a Tierra Santa han disminuido drásticamente. Se estima que, solo desde Italia, en el último año han caído más del 40 por ciento. A pesar de alguna tímida señal de reanudación, el temor a acercarse a esta Tierra bendita sigue siendo grande. Sabiendo interpretar la voz de las distintas comunidades cristianas que viven en Israel y Palestina, quisiera deciros: «No abandonéis a la Tierra Santa". No existe motivo razonable para no organizar una peregrinación a los Santos Lugares. La seguridad en los santuarios y en las zonas frecuentadas por los peregrinos está garantizada, y nosotros, los cristianos, necesitamos más que nunca de la presencia y apoyo de los peregrinos que se acercan hasta aquí en oración de todas las partes del mundo.
Vivir como cristianos en Tierra Santa significa tener una vocación particular y universal. Aquí la Iglesia latina se compone esencialmente de tres grupos: las comunidades de cristianos árabes locales, el antiguo grupo de palestinos que representan la presencia cristiana tradicional en estos lugares; la quehilá de lengua hebrea, una iglesia nueva, en fermento, que aglutina con sus propias especificidades a evangelistas, judíos mesiánicos y católicos y que celebra la liturgia en lengua hebrea; la comunidad internacional, que comprende a muchos trabajadores extranjeros, sobre todo filipinos, hispanoamericanos e indios, que residen establemente en Tierra Santa, y algunos otros grupos de distinta procedencia que, por múltiples razones y distintos motivos, transcurren aquí períodos más o menos largos. Junto a la Iglesia latina viven y operan otras importantes realidades cristianas, entre las que destaca la Iglesia greco-ortodoxa, la Iglesia armenia y la copta. Incluso dentro del mundo católico existen grupos con ritos distintos del latino.
Jerusalén y los Santos Lugares cristianos han sido hasta hoy un signo fundamental de la fe, testimonio de la vida, muerte y resurrección de Jesús que, precisamente aquí, realmente se han cumplido. Todos los cristianos, incluso los más alejados, miran a Tierra Santa para encontrar en estos signos sus propias raíces y el sentido auténtico de su misión en todo el mundo. En Tierra Santa se puede leer la vida de Jesús, escuela de Evangelio. Aquí se puede aprender a mirar, escuchar, meditar y saborear el silencio para alcanzar el significado profundo y misterioso de su paso. El ambiente que enmarca su estancia entre nosotros evoca lugares, costumbres, colores y perfumes; los mismos que Jesús conoció cuando se reveló al mundo.
En Tierra Santa los cristianos han sido siempre minoría, una presencia exigua pero de corazón ardiente, y jamás han desaparecido. Están llamados a dar un alto testimonio de fe, a ser una presencia viva, enamorada de su propia historia y de sus propias ideas, a no temer los cambios y los encuentros con la diversidad, sino a estar abiertos, serenos, libres, positivos y, al mismo tiempo, claros, enraizados en su propio sentido de identidad y pertenencia, caminando hacia el futuro, activos en la custodia de los Santos Lugares, que son depositarios de la tradición y la memoria de toda la cristiandad.
Precisamente para salvaguardar esta presencia (y si es posible reforzarla) invito una vez más a todas las diócesis, parroquias y movimientos a no abandonarnos, es más, a trabajar para que la peregrinación a Tierra Santa sea un testimonio de paz y diálogo. Estoy convencido de que este llamamiento será acogido por muchos fieles que aman Tierra Santa, y que pronto por las calles que Jesús recorrió pueda nuevamente crecer la presencia de quien se pone en camino para encontrarse con Aquél que vino para nuestra salvación.
Fray Pierbattista Pizzaballa - Custodio de Tierra Santa

De la carta de san Agustín , obispo, a Proba

Quizá me preguntes aún por qué razón dijo el Apóstol que no sabemos pedir lo que nos conviene, siendo así que podemos pensar que tanto el mismo Pablo como aquellos a quienes él se dirigía conocían la oración dominical.

Porque el Apóstol experimentó seguramente su incapacidad de orar como conviene, por eso quiso manifestarnos su ignorancia; en efecto, cuando, en medio de la sublimidad de sus revelaciones, le fue dado el aguijón de su carne, el ángel de Satanás que lo apaleaba, desconociendo la manera conveniente de orar, Pablo pidió tres veces al Señor que lo librara de esta aflicción. Y oyó la respuesta de Dios y el porqué no se realizaba ni era conveniente que se realizase lo que pedía un hombre tan santo: Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad.

Ciertamente, en aquellas tribulaciones que pueden ocasionarnos provecho o daño no sabemos cómo debemos orar; pues como dichas tribulaciones nos resultan duras y molestas y van contra nuestra débil naturaleza, todos coincidimos naturalmente en pedir que se alejen de nosotros. 

Pero, por el amor que nuestro Dios y Señor nos tiene, no debemos pensar que si no aparta de nosotros aquellos contratiempos es porque nos olvida; sino más bien, por la paciente tolerancia de estos males, esperemos obtener bienes mayores, y así la fuerza se realiza en la debilidad. 

Esto, en efecto, fue escrito para que nadie se enorgullezca si, cuando pide con impaciencia, es escuchado en aquello que no le conviene, y para que nadie decaiga ni desespere de la misericordia divina si su oración no es escuchada en aquello que pidió y que, posiblemente, o bien le sería causa de un mal mayor o bien ocasión de que, engreído por la prosperidad, corriera el riesgo de perderse. En tales casos, ciertamente, no sabemos pedir lo que nos conviene.

Por tanto, si algo acontece en contra de lo que hemos pedido, tolerémoslo con paciencia y demos gracias a Dios por todo, sin dudar en lo más mínimo de que lo más conveniente para nosotros es lo que acaece según la voluntad de Dios y no según la nuestra. De ello nos dio ejemplo aquel divino Mediador, el cual dijo en su pasión: Padre, si es posible, que pase y se aleje de mi ese cáliz, pero, con perfecta abnegación de la voluntad humana que recibió al hacerse hombre, añadió inmediatamente: Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres. Por lo cual, entendemos perfectamente que por la obediencia de uno todos se convertirán en justos.


¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!


Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
-«Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz: - ¨¡ Que llega el esposo, salid a recibirlo!
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas: - "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas."
Pero las sensatas contestaron: -"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis."
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: - "Señor, señor, ábrenos."
Pero él respondió: - "Os lo aseguro: no os conozco."
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»
Palabra del Señor.