sábado, 12 de noviembre de 2016

El Papa Francisco al Padre Ángel en Roma: “Seguí, Ángel. Ellos sí que son la carne de Cristo”


"Seguí, Ángel. Ellos sí que son la carne de Cristo", han sido las palabras que el Padre Ángel ha contado haber recibido del Papa de Roma, en referencia a los sin techo a los que la ONG del P. Ángel atiende.
"Ha sido precioso. En la homilía nos ha hablado del amor y después, cuando me he acercado a saludarle, me ha dicho que todos los templos deberían estar abiertos las 24 horas, como el mío", declara el presidente de Mensajeros. "Ha pedido al fotógrafo que nos hiciera una foto. Aún sigo impresionado".
El fundador de Mensajeros le ha regalado al Papa en Santa Marta un dibujo original del altar de la iglesia que un sin techo, que dibuja dentro de San Antón, ha realizado. "Michael siempre pinta sentado en uno de los bancos de San Antón. Me ha alegrado mucho poder hacerle este regalo al Papa", comenta el Padre Ángel.
El cardenal español Santos Abril, actual arcipreste de la Basílica papal Santa María la Mayor, ha recibido a primera hora de la mañana, dentro del Vaticano, al grupo de personas sin hogar que está realizando esta peregrinación. El Padre Ángel se ha unido, tras su paso por Sta Marta.
S. Abril ha oficiado una misa en la que ha explicado que, cuando conoció al Papa Francisco, sin ser Papa ya "iba a visitar los lugares de aquellos que no tenían ningún lugar, porque su vocación es servir a la dignidad de todo ser humano". Emocionado por recibir a los sintecho del Padre Ángel en Roma, les ha animado a apoyarse los unos a los otros, para poder salir adelante.
Después de un paseo por los Jardines Vaticanos, las casi cincuenta personas en situación de calle que han viajado desde Madrid a Roma junto al Padre Ángel, respondiendo a la llamada del Papa Francisco, que ha convocado para hoy viernes 11 de noviembre el "Jubileo de la Misericordia", han asistido a su audiencia en el Aula Pablo VI.
Unidos en la celebración del Jubileo a otros cientos de asociaciones que trabajan por la dignidad de las personas en situación de calle, los usuarios y trabajadores del templo del Padre Ángel le han entregado, de nuevo, un recuerdo al Papa: un cuadro con la imagen del altar de la iglesia que les acoge, abierta las 24 horas del día en el centro de Madrid.
"La vida se nos hace bella también en las situaciones más tristes. Eso se llama dignidad", ha reivindicado el Papa Francisco. "La misma dignidad que tuvo Jesús, que nació pobre y murió pobre. Pobre sí. Dominado no", ha sentenciado.
Los sin techo que atiende Mensajeros de la Paz han disfrutado de todas las emociones de la jornada acompañados por Marta Higueras, Primera Teniente Alcalde del Ayuntamiento de Madrid, y Mari Sol Frías, Directora General de Mayores del Ayuntamiento de Madrid.
La segunda de Manuela Carmena, la alcaldesa de Madrid, no ha querido perderse el viaje, respondiendo a la invitación del Padre Ángel. Con toda la amabilidad y la cercanía, ambos cargos han acompañado a las personas sin hogar, compartiendo conversaciones, desde muy temprano y hasta la recepción en le Embajada de España en la Santa Sede, que ha invitado al grupo a un lujoso aperitivo.
"Es un privilegio haberles traído hasta aquí y ver lo que están disfrutando de la ciudad, las comidas, el hotel, la audiencia con Francisco, el trato con políticos y embajadores...Todavía nos quedan unos días de viaje y espero que sigamos recordando que hay que ayudar a los demás para sentir que caminamos", concluye el Padre Ángel.
Mensajeros de la Paz


El Papa pide perdón a los pobres por los cristianos que miran hacia otro lado



“Pasión y ensueño”. Es la invitación del papa Francisco a los participantes de la audiencia de las personas con condiciones precarias, durante el fin de semana del Jubileo de los excluidos. Así, el Santo Padre les ha hablado de la pasión que a veces nos hace sufrir, nos pone trabas, internas, externas, la pasión de la enfermedad, pero también del apasionarse con salir adelante, la buena pasión que lleva a soñar.
Además, ha asegurado que para él una persona es pobre cuando pierde “la capacidad de soñar, de llevar una pasión adelante”. Por ello, el Pontífice les ha pedido que no dejen de soñar, “sueñen que un día el mundo puede cambiar”.
En esta misma línea, ha subrayado que “la pobreza está en el corazón del Evangelio”. Solo aquel que siente que le falta algo –ha indicado– mira arriba y sueña. “El que tiene todo no puede soñar”.
El Santo Padre ha pedido a los presentes que enseñen “a todos los que tenemos techo, que no nos falta la comida o la medicina”. Enséñenos –ha exhortado– a no estar satisfechos.
Otro concepto al que el Pontífice ha hecho referencia en su discurso es la dignidad, es decir, “encontrar la vida bella en las peores situaciones”. La capacidad de encontrar belleza aun en las cosas más tristes, y más sufridas, –ha reconocido–  solamente puede hacerlo un hombre o una mujer con dignidad. “Pobre sí, arrastrado no. Eso es dignidad”, ha asegurado el Papa.
Esta es “la misma dignidad que tuvo Jesús que nació pobre, vivió pobre”. “Pobre sí, dominado no, explotado no”. Este sentimiento de ver que la vida es bella, “esta dignidad los ha salvado de ser esclavos”, ha observado. “Pobres sí, esclavos no”.  Por otro lado ha profundizado sobre el sentido de la solidaridad. “Saber ayudarse, dar la mano a quien está sufriendo más que yo”. La capacidad de ser solidario –ha observado– es uno de los frutos que nos da la pobreza.
“Cuando hay mucha riqueza uno se olvida de ser solidario porque está acostumbrado a que no le falte nada”, ha advertido. Mientras que “la pobreza vuelve solidario y se extiende la mano a quien está pasando una situación más difícil”. De este modo, el Santo Padre ha dado las gracias a los presentes por este ejemplo que dan y les ha pedido que enseñen esta solidaridad al mundo.  
Por otro lado, el Pontífice ha hablado de la paz: “la paz que para nosotros los cristianos empezó en un establo, en una familia marginada”. Así, Francisco ha asegurado a los presentes que son “artífices de paz”. Al respecto ha observado que “las guerras se hacen entre ricos para tener más”. Por eso ha advertido que “es muy triste cuando la guerra llega a hacerse entre los pobres”. Los pobres, desde su misma pobreza, son más proclives a ser artesanos de la paz. Y ha perseguido afirmando que “todas las religiones necesitan crecer en la paz porque todas las religiones son mensajeras de paz”.
En la última parte de su discurso, el Papa ha querido pedir perdón, por si alguna vez les ofendió con sus palabras o por no haber dicho las cosas que debía decir. También les ha pedido perdón en nombre de los cristianos que leen el Evangelio “no encontrando la pobreza en el centro”. Pido perdón–ha dicho el Papa– por los cristianos que delante de una persona pobre o situación pobre miramos a otro lado. Al mismo tiempo ha asegurado a los participantes del encuentro que el perdón de ellos “es agua bendita para nosotros”. Es, ha añadido, ayudarnos a volver a creer que en el corazón del Evangelio está la pobreza como gran mensaje.
Al finalizar el encuentro, el Santo Padre ha hecho esta oración. “Dios Padre de todos nosotros, de cada uno de tus hijos, te pido que nos des fortaleza, que nos des alegría, que nos enseñes a soñar para mirar adelante. Que nos enseñes a ser solidarios porque somos hermanos y que nos ayudes a defender nuestra dignidad. Tu eres el Padre de cada uno de nosotros. Bendícenos, amén”.
Zenit


COMENTARIO DEL PAPA FRANCISCO AL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (18,1-8)


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La parábola evangélica que acabamos de escuchar contiene una enseñanza importante: «Es preciso orar siempre sin desfallecer». Por lo tanto, no se trata de rezar alguna vez, cuando tengo ganas. No, Jesús dice que hay que «rezar siempre, sin desfallecer». Y presenta el ejemplo de la viuda y del juez.

El juez es un personaje poderoso, llamado a dar una sentencia según la Ley de Moisés. Por esto la tradición bíblica recomendaba que los jueces fuesen personas temerosas de Dios, dignas de fe, imparciales e incorruptibles (cf. Ex 18, 21). 

Pero este juez «ni temía a Dios ni respetaba a los hombres» (v. 2). Era un juez inicuo, sin escrúpulos, que no tenía en cuenta la ley sino que hacía lo que quería, según su interés. A él se dirige una viuda para obtener justicia. 

Las viudas, junto con los huérfanos y los extranjeros, eran las categorías más débiles de la sociedad. Los derechos que les aseguraba la Ley podían ser pisoteados con facilidad porque, al ser personas solas y sin defensa, difícilmente podían hacerse valer: una pobre viuda, allí, sola, nadie la defendía, podían ignorarla, incluso no ofrecerle justicia. Así también el huérfano, así el extranjero, el inmigrante: en esa época era muy fuerte esta problemática. 

Ante la indiferencia del juez, la viuda recurre a su única arma: continuar insistentemente a importunarlo, presentándole su petición de justicia. Y precisamente con esta perseverancia alcanza el objetivo. El juez, en efecto, a un cierto punto la escucha, no por misericordia, ni porque la conciencia se lo impone; sencillamente admite: «Como esta viuda me causa molestia, le voy hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme».

De esta parábola Jesús saca una doble conclusión: si la viuda logra convencer al juez deshonesto con sus peticiones insistentes, cuánto más Dios, que es Padre bueno y justo, «hará justicia a sus elegidos, que están clamando a Él día y noche»; y además no «les hará esperar mucho tiempo», sino que actuará «con prontitud».

Por esto Jesús exhorta a rezar «sin desfallecer». Todos experimentamos momentos de cansancio y de desaliento, sobre todo cuando nuestra oración parece ineficaz. Pero Jesús nos asegura: a diferencia del juez deshonesto, Dios escucha con prontitud a sus hijos, si bien esto no significa que lo haga en los tiempos y en las formas que nosotros quisiéramos. 

La oración no es una varita mágica. Ayuda a conservar la fe en Dios, a encomendarnos a Él incluso cuando no comprendemos la voluntad. 

En esto, Jesús mismo —¡que oraba mucho!— es un ejemplo para nosotros. La carta a los Hebreos recuerda que «habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente». A primera vista esta afirmación parece inverosímil, porque Jesús murió en la cruz. Sin embargo, la carta a los Hebreos no se equivoca: Dios salvó de verdad a Jesús de la muerte dándole sobre ella la completa victoria, pero el camino recorrido para obtenerla pasó a través de la muerte misma.

La referencia a las súplicas que Dios escuchó remiten a la oración de Jesús en Getsemaní. Asaltado por la angustia inminente, Jesús ora al Padre que lo libre del cáliz amargo de la Pasión, pero su oración está invadida por la confianza en el Padre y se entrega sin reservas a su voluntad: «Pero —dice Jesús— no sea como yo quiero, sino como quieras tú» (Mt 26, 39). 

El objeto de la oración pasa a un segundo plano; lo que importa ante todo es la relación con el Padre. He aquí lo que hace la oración: transforma el deseo y lo modela según la voluntad de Dios, sea cual fuera, porque quien reza aspira ante todo a la unión con Dios, que es Amor misericordioso.

La parábola termina con una pregunta: «Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?». Y con esta pregunta nos alerta a todos: no debemos renunciar a la oración incluso si no se obtiene respuesta. 

La oración conserva la fe, sin la oración la fe vacila. Pidamos al Señor una fe que se convierta en oración incesante, perseverante, como la da la viuda de la parábola, una fe que se nutre del deseo de su venida. Y en la oración experimentamos la compasión de Dios, que como un Padre viene al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso.
(Papa Francisco, catequesis del 25 de mayo de 2016)

ORAR SIEMPRE SIN DESANIMARSE





Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: 

«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." 

Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»

Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

Palabra del Señor

Viernes de la Misericordia. El Papa va al encuentro de sacerdotes que han dejado el ministerio


La tarde del viernes 11 de noviembre el Papa Francisco dejó la Casa de Santa Marta en el Vaticano para dirigirse hasta Ponte di Nona, barrio en la periferia de Roma. En un departamento, el Papa encontró a 7 familias formadas por jóvenes que a lo largo de los últimos años han dejado el sacerdocio.  El Santo Padre ha querido ofrecer un signo de cercanía y afecto a estos jóvenes que han cumplido una elección a menudo no compartida por sus hermanos sacerdotes y familiares.
Después de diversos años dedicados al ministerio sacerdotal desarrollado en las parroquias se ha dado el caso que, soledad, incomprensión y cansancio por el gran compromiso de responsabilidad pastoral, han puesto en crisis la elección inicial del sacerdocio de estos jóvenes, que luego han vivido meses y años de incertidumbre y de dudas que a menudo los han llevado a pensar haber cumplido, con el sacerdocio, la elección equivocada. De aquí su decisión de dejar el presbiterado y formar una familia.  
Cerrando el Año de la Misericordia el Papa Francisco ha querido encontrar a estos jóvenes: cuatro de la diócesis de Roma, donde han sido párrocos en diversas parroquias de la ciudad; uno de Madrid y otro de Latinoamérica, residentes en Roma, mientras que el último proviene de Sicilia. La inesperada entrada del Obispo de Roma en la habitación estuvo enmarcada por un gran entusiasmo: los niños han rodeado a Francisco para abrazarlo, y sus padres no han podido contener la emoción.  La visita del Santo Padre ha sido muy apreciada por todos los presentes que han podido sentir no el juicio del Papa por su elección, sino su cercanía y afecto. Mientras el tiempo transcurría rápidamente, el Papa escuchaba sus historias y seguía con atención las consideraciones acerca de los procedimientos jurídicos de los casos individuales.  Su palabra paternal ha asegurado a todos sobre su amistad y la certeza de su interés personal.
De esta manera, una vez más, el Santo Padre ha pretendido dar una señal de misericordia a quien vive en situación de malestar espiritual o material, poniendo en evidencia la exigencia que ninguno se sienta privado del amor y de la solidaridad de los Pastores.
(RC-RV)
(from Vatican Radio)

Homilía del Papa en Santa Marta: El amor cristiano es concreto

El amor cristiano es concreto, no es el amor “suave” de una telenovela. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice advirtió ante esas ideologías e intelectualismos que “descarnan a la Iglesia”, reafirmando que el criterio del amor cristiano es “la Encarnación del Verbo”.
Un diálogo de amor entre el  pastor y su Esposa, la Iglesia
El Papa Bergoglio, inspirándose en la Primera Lectura del día, correspondiente a un pasaje de la Segunda Carta de San Juan Apóstol, se detuvo en la naturaleza del amor cristiano. Y recordó ante todo que el mandamiento que hemos recibido del Señor es el de “caminar en el amor”. A la vez que se preguntó ¿de qué amor se trata? De ahí que haya observado que esta palabra “es usada hoy” para tantas cosas. Se habla de amor en una novela o en una telenovela, de amor teórico.
El criterio del amor cristiano es la Encarnación del Verbo
“¿Cuál es, por tanto – volvió a preguntarse el Pontífice “el criterio del amor cristiano?”. El criterio del amor cristiano – subrayó Francisco – “es la Encarnación del Verbo”. Y quien niega esto, quien no lo reconoce –  fue su admonición – “¡es el anticristo!”:
“Un amor que no reconoce que Jesús ha venido en la Carne, en la Carne, no es el amor que Dios nos manda. Es un amor mundano, es un amor filosófico, è un amor abstracto, es un amor un poco decaído, es un amor suave. ¡No! El criterio del amor cristiano es la Encarnación del Verbo. Quien dice que el amor cristiano es otra cosa, ¡es el anticristo! Que no reconoce que el Verbo ha venido en la Carne. Y ésta es nuestra verdad: Dios ha enviado a su Hijo, se ha encarnado y ha hecho una vida como la nuestra. Amar como ha amado Jesús; amar como nos ha enseñado Jesús; amar tras el ejemplo de Jesús; amar, caminando por el camino de Jesús. Y el camino de Jesús es dar la vida”.
“El único modo de amar como ha amado Jesús  – prosiguió explicando el Papa – es salir continuamente del propio egoísmo y ponerse al servicio de los demás”. Sí, porque el amor cristiano “es un amor concreto, porque la presencia de Dios en Jesucristo es concreta”.
Las ideologías sobre el amor descarnan a la Iglesia
Por esta razón el Santo Padre advirtió ante quien va más allá de esta “doctrina de la carne”, de la Encarnación:
“Este ir más allá es un misterio: es salir del Misterio de la Encarnación del Verbo, del Misterio de la Iglesia. Porque la Iglesia es la comunidad en torno a la presencia de Cristo, que va más allá. Esa palabra tan fuerte, ¿no? Quien va proagon, quien camina más allá. Y de allí nacen todas las ideologías: las ideologías sobre el amor, las ideologías sobre la Iglesia, las ideologías que quitan a la Iglesia la Carne de Cristo. ¡Estas ideologías descarnan a la Iglesia! ‘Sí, yo soy católico; sí soy cristiano; yo amo a todo el mundo con un amor universal’… Pero es tan etéreo. Un amor está siempre adentro, es concreto y no va más allá de esta doctrina de la Encarnación del Verbo”.
Francisco también advirtió que “quien quiere amar, no como ama Cristo a su esposa, la Iglesia, con la propia carne y dando la vida, ama ideológicamente”. Y dijo que este modo de “hacer teorías, ideologías, incluso propuestas de religiosidad que quitan la Carne a Cristo, que quitan la Carne a la Iglesia, van más allá y arruinan a la comunidad, arruinan a la Iglesia”.
El amor cristiano es concreto, evitar los intelectualismos
Por último el Papa dijo que “si comenzamos a teorizar sobre el amor” llegaremos a la “transformación” de aquello que Dios “ha querido con la Encarnación del Verbo, llegaremos a un Dios sin Cristo, a un Cristo sin Iglesia y a una Iglesia sin pueblo. Todo en este proceso de descarnar a la Iglesia”:
“Oremos al Señor para que nuestro caminar en el amor jamás  – ¡jamás! – haga de nosotros un amor abstracto. Sino que el amor sea concreto, con las obras de misericordia, que toca la Carne de Cristo allí, de Cristo Encarnado. Es por esto que el diácono Lorenzo ha dicho: ‘Los pobres son el tesoro de la Iglesia!’. ¿Por qué? ¡Porque son la carne sufriente de Cristo! Pidamos esta gracia de no ir más allá y no entrar en este proceso, que tal vez seduce a tanta gente, intelectualizar, ideologizar este amor, descarnando a la Iglesia, descarnando el amor cristiano. Y no llegar al triste espectáculo de un Dios sin Cristo, de un Cristo sin Iglesia y de una Iglesia sin pueblo”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)