Cristo Como Sacerdote.
El sacerdote del Antigüo Testamento era un hombre consagrado divinamente para representar a los hombres delante de Dios. Para poder conseguir el favor divino para los representados, el sacerdote ofrecía sacrificios. Cristo se ofreció a sí mismo como "El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" para reconciliar a los hombres con Dios. Su ministerio sacerdotal no ha terminado. (Heb. 7:25). El es nuestro actual Sacerdote, quien intercede al Padre a nuestro favor.
Cristo como Profeta.
El profeta traía el mensaje de Dios a los hombres por predicación y por predicción de acontecimientos futuros. Cristo hizo estas dos cosas. (Mat. 5 al 7 comparado con Mat. 24) Moisés profetizó de Cristo como El Profeta. (Hech. 3:22-26 comparado con Mat. 21:10-11) ¿Quién entre lo sabios, filósofos, patriarcas o profetas, jamás habló como El? En la majestad de su incomparable superioridad abanza, ararncando de sus enemigos este elogio involuntario: "Nunca ha hablado hombre así como este habla" (Juan 7:46)
Cristo como Rey.
Los judíos, basados especialmente en las profecías de David y de Daniel, creían que el Mesías sería un rey y estaban en lo cierto, con la única diferencia de que "su reino no era de este mundo". Jesús declara ante Pilato Su posición de Rey. (Juan 18:36-37) El ladrón arrepentido le reconoció como rey y le pidió lugar en su reino. (Luc.23:42) Los cristianos esperamos su segunda venida en la cual se manifestará como "Rey de Reyes y Señor de Señores". (I Tim. 6:14-16) Es el deber de los siervos de Dios predicar Su Palabra y hacer súbditos para este reino mientras el Señor viene, sabiendo que El pagará a cada uno conforme a su labor,
Nosotros, los bautizados también debemos actuar como sacerdotes, ofreciendo sacrificios y culto a Dios, pidiendo perdón e implorando la paz y la gracia. Como profetas, transmitiendo la voluntad divina y viviendo de manera que seamos ejemplo y realicemos nuestra acción evangelizadora. Como reyes, intentando cambiar el mundo a través de nuestro testimonio.
Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo para poder acercarnos a lo que Dios quiere de nosotros.
MEMM