En la novena
meditación de los Ejercicios Espirituales de Cuaresma del Papa Francisco y de
la Curia Romana, a cargo del Padre Ermes Ronchi, el predicador reiteró que el
amor de Dios por el hombre inflama y abre los ojos.
Recordó que
entre Pascua y Pentecostés Jesús se manifestó nuevamente a los discípulos. Y
esa noche en el lago de Tiberíades, «sin estrellas», «llena de amargura», hasta
el «amanecer con Jesús». El Señor le dirige tres veces una pregunta de Amor a
Simón Pedro. Pregunta que Jesús dirige a todo hombre y que abre caminos y
procesos nuevos. El dinamismo del amor transformador de Jesús por el
hombre, que impulsa la santidad:
«En esta
página veo la descripción de la santidad. Santidad que no consiste en ausencia
de pecados, en un campo sin malezas, sino en una pasión renovada. Consiste en
renovar ahora mi pasión por Cristo y por el Evangelio. Ahora».
Haciendo
hincapié en que el Amor de Dios reaviva los corazones y la pasión,
el P. Ronchi destacó que la santidad no es una pasión «apagada», sino una «pasión
convertida». Cuando hay amor no te puedes equivocar, es evidente,
resplandeciente, indiscutible.
Es Dios el
que «ama al hombre». Es Dios el que «colma las pobrezas». Dios no busca la
«perfección», sino la «autenticidad». «No estamos en el mundo para ser
inmaculados, sino encaminados». «Jesús mendiga amor, mendiga sin pretender».
Jesús conoce mi pobreza y pide «la verdad de un poco de amistad». La fe
tiene tres pasos: tengo necesidad, me fío y me confío:
«Creer es
tener necesidad de amor, confiarse y fundarse en esto, como forma de Dios, como
forma del hombre, como forma del mundo, del futuro, de vivir. Confiarse es
fundar la vida en esta hipótesis: que más amor es bueno, menos amor es malo. Es
abandonar la regla cada vez que la regla se opone al amor, decía la hermana
María de la ermita de Campello. Mientras el mundo proclama su fe, su evidencia:
más dinero es bueno, menos dinero es malo. Pero todo creyente es un creyente en
amor: es decir un reanimador de lazos, uno que despierta lazos, uno que ayuda a
los hombres a reencontrar la confianza en el amor. Nosotros hemos creído en el
Amor».
«Creer es
tener una historia con Dios, es caminar en el amor con una persona». Y la
salvación está en la certeza de que es Él el que ama. «La crisis de fe hoy en
el mundo occidental - afirmó también el P. Ronchi – comienza con la crisis del
acto humano de creer». Porque «no se cree en el amor». Y el amor es dar:
«Lo contrario
del amor no es el odio, sino la indiferencia que es la linfa vital que alimenta
todo mal, la linfa secreta del pecado. La indiferencia que hace que el otro no
exista para ti, que no cuente, no valga, no sea nada»
«Hoy debemos
volver a enamorarnos. Amar a Dios con todo nuestro ser, cuerpo y alma». «Deja
de amar a Dios como esclavo», alentó el P. Ronchi, para luego destacar que se
debe volver a amar a Dios como enamorados, para que la vida y la fe se llenen
de sonrisas.
(CdM – RV)