viernes, 11 de marzo de 2016

Jesús mendiga nuestro amor y amistad. Ejercicios Espirituales del Papa y la Curia Romana

En la novena meditación de los Ejercicios Espirituales de Cuaresma del Papa Francisco y de la Curia Romana, a cargo del Padre Ermes Ronchi, el predicador reiteró que el amor de Dios por el hombre inflama y abre los ojos.
Recordó que entre Pascua y Pentecostés Jesús se manifestó nuevamente a los discípulos. Y esa noche en el lago de Tiberíades, «sin estrellas», «llena de amargura», hasta el «amanecer con Jesús». El Señor le dirige tres veces una pregunta de Amor a Simón Pedro. Pregunta que Jesús dirige a todo hombre y que abre caminos y procesos nuevos. El dinamismo del amor transformador de Jesús por el hombre, que impulsa la santidad:
«En esta página veo la descripción de la santidad. Santidad que no consiste en ausencia de pecados, en un campo sin malezas, sino en una pasión renovada. Consiste en renovar ahora mi pasión por Cristo y por el Evangelio. Ahora».
Haciendo hincapié en que el Amor de Dios reaviva los corazones y la pasión, el P. Ronchi destacó que la santidad no es una pasión «apagada», sino una «pasión convertida». Cuando hay amor no te puedes equivocar, es evidente, resplandeciente, indiscutible.
Es Dios el que «ama al hombre». Es Dios el que «colma las pobrezas». Dios no busca la «perfección», sino la «autenticidad». «No estamos en el mundo para ser inmaculados, sino encaminados». «Jesús mendiga amor, mendiga sin pretender». Jesús conoce mi pobreza y pide «la verdad de un poco de amistad». La fe tiene tres pasos: tengo necesidad, me fío y me confío:
«Creer es tener necesidad de amor, confiarse y fundarse en esto, como forma de Dios, como forma del hombre, como forma del mundo, del futuro, de vivir. Confiarse es fundar la vida en esta hipótesis: que más amor es bueno, menos amor es malo. Es abandonar la regla cada vez que la regla se opone al amor, decía la hermana María de la ermita de Campello. Mientras el mundo proclama su fe, su evidencia: más dinero es bueno, menos dinero es malo. Pero todo creyente es un creyente en amor: es decir un reanimador de lazos, uno que despierta lazos, uno que ayuda a los hombres a reencontrar la confianza en el amor. Nosotros hemos creído en el Amor».
«Creer es tener una historia con Dios, es caminar en el amor con una persona». Y la salvación está en la certeza de que es Él el que ama. «La crisis de fe hoy en el mundo occidental - afirmó también el P. Ronchi – comienza con la crisis del acto humano de creer». Porque «no se cree en el amor». Y el amor es dar:
«Lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia que es la linfa vital que alimenta todo mal, la linfa secreta del pecado. La indiferencia que hace que el otro no exista para ti, que no cuente, no valga, no sea nada»
«Hoy debemos volver a enamorarnos. Amar a Dios con todo nuestro ser, cuerpo y alma». «Deja de amar a Dios como esclavo», alentó el P. Ronchi, para luego destacar que se debe volver a amar a Dios como enamorados, para que la vida y la fe se llenen de sonrisas.
(CdM – RV)

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