Este miércoles de Ceniza, el Papa Francisco,
rodeado de miles de fieles y peregrinos, inició en Roma el itinerario
cuaresmal: “tiempo fuerte de conversión, para vivir con mayor profundidad el
bautismo.” El Obispo de Roma precisó que este tiempo somos invitados a tomar
mayor conciencia de las maravillas que el Señor realiza por nuestra salvación,
disponiendo nuestra mente y nuestro corazón para una actitud de agradecimiento
hacia Dios, por cuanto nos da y realiza en favor nuestro. “La cuaresma es un
tiempo para recobrar la capacidad de reaccionar ante la realidad del mal,
subrayó Francisco, un tiempo propicio para convertirnos al amor del prójimo.”
“un amor que genera una actitud de gratitud y de misericordia con el Señor,
quien “se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”. (RC-RV)
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
hoy, Miércoles de Ceniza, comienza el itinerario cuaresmal de cuarenta
días que nos conducirá al Triduo pascual, memoria de la pasión, muerte y
resurrección del Señor, corazón, centro del misterio de nuestra salvación. Y
la cuaresma nos prepara a este momento tan importante y por ello la Cuaresma es
un tiempo “fuerte”, un punto de viraje que puede favorecer en cada uno de
nosotros el cambio, la conversión, todos nosotros tenemos necesidad de mejorar,
de cambiar en positivo, y la cuaresma nos ayuda. Y así salimos de los hábitos
cansados y del perezoso acostumbrarse al mal que nos insidia. En el
tiempo cuaresmal la Iglesia nos dirige dos importantes invitaciones: tomar
conciencia más viva de la obra redentora de Cristo; vivir con mayor empeño el
propio Bautismo.
La conciencia de las maravillas que el Señor ha
obrado por nuestra salvación dispone nuestra mente y nuestro corazón a una
actitud de gratitud hacia Dios, por todo lo que Él nos ha donado, por todo
aquello que cumple a favor de su Pueblo y de la humanidad entera. De aquí parte
nuestra conversión: ella es la respuesta reconocida al misterio estupendo del
amor de Dios. Cuando nosotros vemos este amor que Dios tiene para
nosotros, sentimos las ganas de acercarnos a él y esta es la conversión.
Vivir el
Bautismo hasta el fondo – esta es la segunda invitación – significa no
acostumbrarse a las situaciones de degrado y de miseria que encontramos
caminando por las calles de nuestras ciudades y de nuestros países.
Está el riesgo
de aceptar pasivamente ciertos comportamientos y de no sorprendernos frente a
las tristes realidades que nos rodean. Nos acostumbramos a la violencia, como
si fuese una noticia cotidiana descontada; nos acostumbramos a hermanos y
hermanas que duermen en la calle, que no tienen un techo para protegerse. Nos
acostumbramos a los prófugos en busca de libertad y dignidad, que no son
acogidos como se debe. Nos acostumbramos a vivir en una sociedad que pretende
menospreciar a Dios, en la que los padres no enseñan más a los hijos a rezar ni
a hacerse la señal de la cruz. Yo les pregunto: sus hijos, sus niños ¿saben
hacerse el signo de la cruz? Piensen. ¿Sus nietos saben hacerse el signo de la
cruz? ¿Se lo han enseñado? Piensen y respóndanse en su corazón. ¿Saben rezar el
padrenuestro, saben rezar a la Virgen con el Avemaría? Y respóndanse ustedes.
Este acostumbrarse a comportamientos no cristianos y de comodidad ¡nos
narcotiza el corazón!
La Cuaresma nos llega como un momento providencial
para cambiar ruta, , para recuperar la capacidad de reaccionar ante la realidad
del mal que siempre nos desafía.
La Cuaresma se
debe vivir como tiempo de conversión, de renovación personal y comunitaria a través
del acercamiento a Dios y de la adhesión confiada al Evangelio. De esta manera
también nos permite mirar con nuevos ojos a los hermanos y sus necesidades. Por
ello la Cuaresma es un tiempo propicio para convertirse al amor al prójimo; un
amor que sepa hacer propia la actitud de gratuidad y de misericordia del Señor,
que «se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza» (cf. 2 Cor 8,9) .
Meditando sobre los misterios centrales de la fe, la pasión, la cruz y la
resurrección de Cristo, nos damos cuenta de que el don sin medida de la
Redención se nos ha dado por la iniciativa gratuita de Dios.
Acción de gracias a Dios por el misterio de su amor crucificado; fe auténtica;
conversión y apertura del corazón a los hermanos: éstos son los elementos
esenciales para vivir el tiempo de la Cuaresma. En este camino, queremos
invocar con especial confianza la protección y la ayuda de la Virgen María: Que
sea Ella, la primera creyente en Cristo, la que nos acompañe en los días de
intensa oración y de penitencia, para llegar a celebrar, purificados y
renovados en el espíritu, el gran misterio de la Pascua de su Hijo. Gracias.
(CDM, CM, RV- RV)