En su catequesis de la audiencia general que el Papa Francisco celebró el primer
miércoles de noviembre en la Plaza de San Pedro,
y en la que participaron varios miles de fieles y peregrinos de numerosos
países, el Obispo de Roma se refirió a la familia como ámbito en
el que aprender a vivir el don y el perdón recíproco, sin el cual ningún amor
puede ser duradero.
Hablando en italiano Francisco recordó ante todo que la
reciente Asamblea del Sínodo de los Obispos reflexionó a fondo sobre
la vocación y la misión de la familia en la vida de la Iglesia y de la sociedad
contemporánea.
El Santo Padre afirmó que se trató de un
evento de gracia, al término del cual los Padres Sinodales le entregaron el
texto que contiene sus conclusiones. Texto que, como dijo elPontífice,
ha querido que se publicara para hacer partícipes a todos del trabajo de dos
años sobre este tema. Y añadió que él mismo debe meditar aún sobre sus
conclusiones.
Sin embargo, teniendo en cuenta que mientras tanto la vida no se
detiene, y de modo especial la vida de las familias, que están siempre en
camino y que sieguen escribiendo continuamente en las páginas de la vida
concreta la belleza del Evangelio en su propio ámbito, Francisco dijo a los
presentes: “En un mundo que a veces se vuelve árido de vida y de amor, ustedes
cada día hablan del gran don que son el matrimonio y la familia”.
Por esta razón, el Papa dedicó su catequesis a subrayar este
aspecto, a saber, que la familia es una gran palestra de entrenamiento al don y
al perdón recíproco, sin el cual ningún amor puede durar mucho tiempo.
Entre otros aspectos, el Santo Padre destacó que no es posible
vivir sin perdonarse las recíprocas equivocaciones debidas a la fragilidad
humana, y volvió a destacar que el secreto para que la familia se vuelva
cada vez más sólida, para curar las heridas, reside, precisamente, en no
permitir que concluya la jornada sin pedir disculpas, sin que los esposos, los
padres y los hijos hagan las paces. De manera que si aprendemos a vivir de este
modo en la familia, lo haremos también afuera y por doquier.
Del Sínodo el Pontífice dijo que reavivó nuestra esperanza sobre
el hecho de que forma parte de la vocación y de la misión de la familia la
capacidad de perdonar y de perdonarse, porque la práctica del perdón no sólo
salva a las familias de la división, sino que las hace capaces de ayudar a la
sociedad a ser menos mala y cruel.
Y concluyó afirmando que verdaderamente las familias cristianas
pueden hacer mucho por la sociedad de hoy y por la Iglesia. “Por esta razón –
dijo el Papa – deseo que en el Jubileo de la Misericordia las familias
redescubran el tesoro del perdón recíproco”.
(María Fernanda
Bernasconi - RV).