En el año 2013, el patriarca maronita decidió blindar a su país frente a la guerra de Siria volviendo a consagrarlo a la Virgen, una entrega que se repite cada año desde entonces. En el centenario de las apariciones de Fátima, 2.000 libaneses peregrinaron al santuario portugués para pedir a la Madre de Dios la paz para su región, y para un país donde también los musulmanes la veneran
Dos mil voces se unieron al unísono el domingo 25 en la gran basílica de la Santísima Trinidad, en Fátima, para pedir en árabe a la Virgen que derramase su «ternura sobre tu amado Líbano y todo Oriente Medio, esta región cuyo suelo fue testigo» de la redención; que intercediera para «que vivamos la comunión de amor entre nosotros y demos testimonio de los valores humanos y cristianos en nuestra familia, vida social y nacional».
Pero probablemente la petición que más resonó en los corazones era la que pedía a María: «Protege a esta región de todo lo que amenaza, de la violencia, el extremismo y las turbulencias, de la degradación de la dignidad de la persona humana y la violación de sus derechos, libertad e integridad. Te pedimos que guíes a todos los hijos de este Oriente, en su diversidad, para que sus mentes sean iluminadas» por la luz divina y «cada persona busque construir un futuro brillante sobre los cimientos de la convergencia, la participación, el amor y la justicia».
Una tradición que inició san Juan Pablo II
Lo pedían los participantes en la peregrinación para consagrar el Líbano y todo Oriente Medio al Inmaculado Corazón de María, en el centenario de las apariciones de Fátima. Entre los peregrinos, había libaneses llegados directamente de su país y de Siria, pero también de la diáspora (Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, Qatar, Kuwait o Nigeria). Los actos estuvieron presididos por el cardenal Bechara Boutros Rai, patriarca maronita, pero en ellos también participaron el patriarca siro-católico Youssef III Younan y el vicario patriarcal católico armenio, Georges Assadourian.
El padre Khalil Alwan, secretario general del Consejo de Patriarcas Católicos de Oriente y organizador de la peregrinación, explica a “Alfa y Omega” que el acto celebrado en Fátima es la renovación de la consagración que celebró san Juan Pablo II en 1995, cuando en su visita al Líbano consagró este país y todo el Oriente a la Virgen. En 2004, el entonces patriarca maronita, cardenal Nasrallah Boutros Sfeir, consagró el Líbano al Inmaculado Corazón de María. El padre Alwan relaciona esta consagración con la retirada de las tropas sirias del Líbano un año después.
Una nueva amenaza
Tal vez por este motivo, el cardenal Rai quiso repetir la consagración en 2013, un año después de que el conflicto sirio llevara de nuevo la guerra a las puertas del país de los cedros. Esta consagración se renueva cada año desde entonces, y se vivió con especial intensidad en 2015, cuando la imagen peregrina de Fátima visitó el país.
Una Iglesia mariana…
El responsable de la peregrinación comparte además que «la Virgen María tiene una veneración y devoción especial en todas las Iglesias apostólicas y católicas orientales». Entre estas iglesias, la maronita «es reconocida como una Iglesia [especialmente] mariana –subraya el sacerdote libanés–. En todas las oraciones litúrgicas hay siempre un gran lugar para pedir la intercesión de María».
Por otro lado, «el rezo del rosario se conoce en oriente desde hace siglos, gracias a los cistercienses, dominicos, franciscanos, etc.». Precisamente esta oración fue una de las protagonistas del fin de semana en Fátima, como no podía ser de otra forma después de que la Virgen lo pidiera con insistencia durante sus apariciones hace un siglo.
El rosario rezado en árabe y arameo y la procesión de antorchas abrieron la vigilia del sábado, que después se prolongó hasta las tres de la madrugada con la exposición del Santísimo. Durante estos actos, se concedió al patriarca Rai, de forma excepcional, acceder a la zona de la capilla de las apariciones reservada solo para el Papa.
… y musulmanes que celebran la Anunciación
En el fin de semana en Fátima no participaron delegaciones musulmanas, pero «sí algunos individuos de esta religión a título personal», explica el padre Alwan. Los musulmanes, en cambio, sí participan en la solemnidad de la Anunciación, que es fiesta nacional en el Líbano.
«Cada año hay, por este motivo, oraciones comunes entre musulmanes y cristianos –detalla el secretario de los Patriarcas Católicos de Oriente–. Son una especie de oraciones de intercesión, o de himnos cantados por corales mixtas, o lecturas cantadas del Evangelio y el Corán. El Corán cita a María varias veces. Hay todo un capítulo dedicado a ella. Es la única mujer a la que cita».
La devoción de los musulmanes a la Virgen se puede comprobar también en el santuario de Nuestra Señora del Líbano, en Harissa, donde los mahometanos «vienen a rezar y a encender velas. Cada año se recibe a 300.000 visitantes iraníes, aparte de los musulmanes de otras naciones».
Como recuerdo del pasado fin de semana, queda en Fátima una antorcha esculpida por el artista Raffi Yedalian, y que se encendió durante el rezo del rosario internacional. Esta obra es gemela de otra que también se encendió en Fátima pero ha vuelto al santuario de Harissa.
María Martínez López
Alfa y Omega