Al despedirme, en la puerta de Santa Ana, había una de las dos familias que
están en el Vaticano"
El Papa Francisco aseguró ayer que el mundo está sediento de paz, lamentó la ola de
migrantes que huyen de las guerras, y pidió construir pequeños puentes entre
las personas para lograr la fraternidad social.
El Papa habló en esos términos durante un breve
discurso que pronunció ante los 76 periodistas que
forman parte de la comitiva que lo acompañó, a bordo del avión papal, en su
viaje de Roma a La Habana donde comenzará su gira apostólica por Cuba.
Poco
antes de las 10:30 horas local (08:30 GMT), el avión de la compañía Alitalia
emprendió el vuelo AZ4000, desde el aeropuerto de Fiumicino, a las afueras de
la capital italiana, luego que el pontífice abordó y se acomodó en primera
clase.
Apenas media hora después, Jorge Mario Bergoglio apareció en la cabina de clase
turista, donde viajan los periodistas,quienes ya estaban preparados
junto a los camarógrafos y fotógrafos para escuchar sus palabras.
El portavoz vaticano, Federico Lombardi,recordó que muchos colegas no
pudieron formar parte de la comitiva papal por la limitación de espacios cuando
las solicitudes fueron unas 140. Más de 60 peticiones fueron rechazadas.
El
sacerdote jesuita aseguró que existe una enorme expectativa mediática, con
miles de comunicadores acreditados, en torno a su visita a Cuba y a Estados
Unidos, que inició este día y se extenderá hasta el próximo lunes 27 de
septiembre.
También mencionó que se espera con ansiedad sus mensajes, entre los
cuales tocará temas como la migración y la paz.
Cuando tomó la palabra el Papa, hablando en
italiano, deseó un buen viaje y un buen trabajo a los informadores, agradeció
por su trabajo e insistió que su periplo será la más
larga gira internacional de su pontificado.
"El padre Lombardi dijo una palabra: paz. Creo que hoy el mundo está sediento de paz, existen las
guerras, los migrantes que huyen, esta ola migratoria de huye de las guerras
buscando trabajo, buscando futuro", dijo.
"Me emocioné mucho porque al despedirme, en la puerta de Santa Ana, había una de las dos
familias que están en la parroquia de Santa Ana en el Vaticano, son
migrantes, refugiados, se veía en el rostro el dolor de estas personas",
agregó.
Se
refería a una familia siria compuesta por cuatro personas: madre, padre y dos
hijos, que ha sido recibida hace unos días y acomodada en un departamento del
Vaticano, luego que el Papa llamase a abrir todas las parroquias de Europa a
los refugiados que escapan de Siria e Irak.
"Yo les agradezco todo lo que ustedes harán
en vuestro trabajo para construir puentes, pequeños
puentes, un puente chico y otro puente chico y otro puente, todos juntos hacen
el gran puente de la paz. Buen viaje, buen trabajo y recen por mí",
estableció.
Entonces
comenzó a saludar, uno por uno, a los periodistas presentes. Con todos
intercambió algunas palabras, hizo chistes y recibió numerosos regalos: libros,
cartas, sombreros, paquetes de diferentes tamaños.
Incluso
una colega de Estados Unidos le obsequió una caja con pequeñas empanadas
argentinas de carne traídas desde su país y realizadas allá por algunos
argentinos, mientras otro periodista le entregó una aparatosa réplica del
premio a la televisión EMI.
Poco antes
de despedirse, justo en medio del pasillo del avión, el Papa tomó el micrófono
y se dirigió una vez más a los comunicadores.
"Uno de ustedes me subrayó esto: que es
justo que yo salude a tantas colegas de ustedes que en este momento están
trabajando y trabajarán en las oficinas, en sus casas, por este viaje. También a ellos un gracias y un agradecimiento",
sentenció.
Una hora después, cuando las azafatas terminaron
de servir la comida, un sobrecargo pasó entregando un alimento adicional a
todos los pasajeros. "Esto se los ofrece el Santo Padre", iba
diciendo mientras servía las empanadas traídas de Estados Unidos.
A cada uno le tocó una mitad, para que pudiese alcanzar.