El martirio de las religiosas Misioneras de la Caridad en Yemen descubre
bajo la alfombra una guerra civil que tiene connotaciones políticas, religiosas
y económicas de primer nivel. Poco se habla de Yemen en los medios occidentales
y el martirio de estas religiosas obtuvo por desgracia poco eco informativo. Disculpen
si comienzo casi con frivolidad este artículo, refiriéndome a este martirio, un
martirio perpetrado en plena espoleta geo-política del Islam.
Se están
dando los condicionantes ideales para el estallido de un conflicto que
trasciende el ámbito local (Oriente Medio), y cuyo trasfondo es el conflicto
secular entre suníes y chiíes, los recelos y miedos a las insurrecciones de las
minorías religiosas chiíes o suníes en los Estados en conflicto, la bajada del
precio del petróleo y la debilidad y torpeza de Occidente a la hora de
intervenir en la zona. También existen disputas oportunistas por el liderazgo
en la zona entre saudíes, iraníes y turcos, bajo el arbitraje rival de Rusia y
EEUU. En el escenario ha entrado también un nuevo actor que se le ha
descontrolado a Arabia Saudí y a EEUU, el Califato islámico.
La rivalidad geo-política entre Irán y Arabia Saudí y sus aliados
(monarquías del Golfo), no es una rivalidad centrada en apoyar a sus
respectivas comunidades de suníes y chiís en terceros países. Arabia Saudí e
Irán han entrado en directo conflicto en Yemen. La condena a muerte del líder
de la comunidad chií en Arabia Saudía, no sólo ha ocasionado la ruptura de sus
relaciones diplomáticas, sino que ha convertido a ambos en Estados abiertamente
beligerantes.
Para
complicar más aún esta situación, persiste y se agrava una crisis
económica global:
1. Crisis
económica en Occidente con empobrecimiento generalizado de la clase media, que
afecta a la oferta de producción de las economías emergentes (China, India y
Sudeste asiático), y por tanto a su demanda de petróleo. Por eso los precios
del petróleo han bajado tanto, pero no exclusivamente. Al petróleo le ha salido
una fuente rival de extracción de gas, la fracturación hidráulica, y se están
vendiendo millones de toneladas de crudo en el mercado negro (del Estado
islámico gracias a la connivencia del corrupto gobierno turco).
2. Crisis económica global que ha llevado a los mercados financieros a sobre-exponerse al riesgo adquiriendo masivamente una Deuda Pública que amenaza por su volumen con no poder pagarse (Brasil, Venezuela, Grecia entre otros).
3. Crisis económica crónica pese a una oferta monetaria de los bancos centrales expansiva con pobres resultados. Se solicitan pocos créditos y éstos además dejan poco margen de beneficio a las entidades bancarias, porque los intereses están muy bajos.
2. Crisis económica global que ha llevado a los mercados financieros a sobre-exponerse al riesgo adquiriendo masivamente una Deuda Pública que amenaza por su volumen con no poder pagarse (Brasil, Venezuela, Grecia entre otros).
3. Crisis económica crónica pese a una oferta monetaria de los bancos centrales expansiva con pobres resultados. Se solicitan pocos créditos y éstos además dejan poco margen de beneficio a las entidades bancarias, porque los intereses están muy bajos.
Se podría decir que tenemos una clara espoleta en Oriente Medio y una mecha
a punto de encenderse en Occidente, donde los desequilibrios presupuestarios
motivados por una crisis persistente amenazan la estabilidad política que
siempre ha garantizado la clase media, hoy en crisis.
El conflicto
entre chiíes y suníes tiene razones religiosas. El origen de este conflicto se
ubica en disputas por la legitimidad en el liderazgo de la comunidad musulmana.
Los chiíes defienden que este liderazgo pertenece a los directos sucesores del
profeta. Los suníes defienden que el liderazgo tiene que ser elegido y
conferido por la comunidad musulmana. A ello se unen disputas raciales (unos
son persas y otros árabes) y sobre todo geoestratégicas (su influencia en la
zona). Los chiíes constituyen alrededor del 13% de la población musulmana
mundial y existen fuertes minorías en Líbano (grupo terrorista Hezbolá), Siria
(bajo dominio de la élite minoritaria chií de Bashar), Irak (donde ahora
gobiernan), Bahrein, Afganistán, Yemen y lo que más inquieta a Arabia Saudí,
también en el este de este país, que es donde se concentran sus principales
yacimientos petrolíferos.
El conflicto de Siria tiene también origen en este conflicto religioso
(Siria ha sido gobernada por una élite chií apoyada por Irán y Rusia que tiene
base naval en Siria). Pero también coexisten conflictos de intereses económicos
entre saudíes e iraníes. Con motivo de las malas relaciones entre la Unión
Europea y Rusia, la UE buscó alternativas al suministro de gas de Rusia. Arabia
Saudí ofreció al dictador sirio la construcción de un oleoducto que pasase por
su país. El negocio del gas alternativo al de Rusia colisionaba con los
intereses de esta potencia (a quien interesa presionar políticamente a la UE
con el suministro de gas) y con los intereses de Irán que podía construir el oleoducto,
entrando a competir con los saudíes.
Ante la
negativa de Siria a los saudíes, tradicionales financiadores del wahabismo
(islamismo suní radical), los saudíes financiaron y armaron a la
oposición siria (suní), a la cual se unen también elementos del antiguo
ejército de Sadam Hussein en Irak y suníes opuestos al gobierno chií de Irak
(así nace el Estado Islámico financiado y armado por Arabia Saudí, pero también
por EEUU tras su enfrentamiento con el régimen de Bashar).
Rusia y
Occidente entran en este conflicto defendiendo sus intereses geoestratégicos y
económicos en la zona. Rusia apoyando al régimen sirio y Occidente condenando a
éste, y posteriormente con la entrada en el escenario, del Estado Islámico,
cambiando su estrategia. Tanto que dos tradicionales enemigos, EEUU e
Irán, aceptan normalizar relaciones y se levantan sanciones económicas a Irán.
Irán ha pasado a ser para Occidente el aliado en la zona, y Arabia Saudí ha
sido despechado. Supongo que las relaciones entre Arabia Saudí y EEUU
(tradicionales aliados) no pasan por su mejor momento.
Arabia Saudí
es responsable destacado en la financiación y expansión del islamismo más
radical (wahabismo), que cree en un nuevo califato, en la expansión demográfica
musulmana en Occidente y en una interpretación y aplicación rigurosas del Corán
y la Sunna (las lecciones atribuidas al profeta que los chiíes rechazan).
El
abaratamiento del petróleo está haciendo perder mucho dinero y valor a las
compañías petroleras occidentales y a países como Irán, Arabia Saudí,
Venezuela, que dependen mucho de la evolución del precio del crudo.
En una economía que fija además los precios del petróleo, en base a sus
expectativas futuras de evolución (mercado de futuros), están generando una
espiral de escepticismo acerca de una subida de los precios del crudo, que esta
subida, a menos que se restringa la oferta drásticamente, se hace más que
improbable en un futuro próximo. Las expectativas presionan en la fijación del
precio presente.
Y ahí entran las más tristes y dramáticas hipótesis.
No son pocos
los actores en el panorama mundial a los que beneficia la expansión de un
conflicto local, el de Siria y Yemen. La expansión del conflicto entre
chiís y suníes a nivel global puede elevar el precio del crudo. Los fracasados
intentos de Rusia de reducir la producción de petróleo en el seno de la OPEP
han fracasado por el intento de Arabia Saudí de forzar a Irán a reducir su
producción. El motivo bien puede ser que Irán está haciendo toda la caja
posible con la venta de petróleo para armarse y armar a las minorías chiís en
otros países.
Las
diplomacias europea y estadounidense se han mostrado torpes e ignorantes de la
situación en la zona, y actúan tras el viraje dado por los atentados en París y
Bruselas a salto de mata. Quizás EEUU ya se ha anticipado cerrando hostilidades
con Irán. Europa se centra en este momento en los miedos (por una presión
demográfica en sus fronteras que colapsaría su seguridad y sus servicios
sociales) y por supuesto en los oportunismos, pues está vendiendo mucho
armamento a los contendientes.
La ambigüedad
diplomática europea presente es oportunista, y beneficia a la industria
armamentística (incluida España con excelentes relaciones con los saudíes).
Tendremos guerra y será abierta.
Si Occidente
se posiciona al lado de Irán, los musulmanes suníes radicales atribuirán de
nuevo a las potencias occidentales los desequilibrios que puedan producirse en
una guerra entre suníes y chiíes, tal como hicieron en el caso de la creación
del Estado de Israel, que estará disfrutando al contemplar a sus enemigos
enfrentados, pese a sus recelos iniciales con los EEUU por su acercamiento a
Irán.
La torpe y
miope diplomacia occidental debe medir mucho su apoyo, habrá de jugar entre la
ambigüedad con los tradicionales aliados saudíes y la cooperación con la única
potencia en la zona que puede frenar al islamismo radical, Irán.
Irán y Arabia
Saudí se arman hasta los dientes y arman a sus comunidades foráneas. Sólo falta
que estalle la chispa, y creo que lo hará este año.
Creo que se
está buscando la excusa. Y podrá ser un gran atentado que divida a las
potencias occidentales o una hostilidad militar abierta en frontera.
Este conflicto inmediato desaconseja a Europa poder dar acogida con
generosidad a los refugiados musulmanes que huyen de la zona (hacia el oeste).
Si Arabia Saudí pierde la guerra o ve amenazada su prevalencia, sin duda
presionará a la UE con el voto e incluso el terrorismo de musulmanes radicales
europeos.
Se abre una
nueva etapa marcada por la pérdida de la ingenuidad europea y occidental. Sólo
una posición diplomática unificada y sólida de Occidente podrá retrasar la
guerra, porque saudíes e iraníes habrán de asegurarse de no tener a Occidente
enfrente, o de dividirlo, y aquí Rusia y el futuro gobierno en EEUU tendrán
mucho que decir, teniendo en cuenta que el animal descontrolado ISIS de los
saudíes no empeore más la situación de éstos. Por ahora el ISIS evita a Irán,
que es hueso muy duro de roer, pero si los saudíes entran en guerra con los
iraníes, se expandirá el conflicto, y ello beneficiará al islamismo radical
suní, que asumirá un liderazgo nada pacífico en los países musulmanes y en los
países occidentales con fuerte presencia musulmana.
Sólo nuestro
buen Papa puede sostener la esperanza en evitar un conflicto que se hace
inevitable, y que bien sabe, ya ha estallado en las fronteras orientales de la
UE. El problema es compaginar su esfuerzo por mantener la paz y la solidaridad
con las víctimas del conflicto, con las violentas provocaciones que
lanzan los fanáticos suníes contra los cristianos, cuya esperanza de expandir
el conflicto de origen creen que garantizará su supervivencia, pues están
perdiendo la guerra. La presión a la que se verá sometido nuestro Papa
Francisco será difícilmente soportable, porque será provocado por unos e
incomprendido por otros. Mucha soledad espera a nuestro Papa en este asunto.
La falta de una autoridad religiosa común entre los suníes no hace sino
empeorar las cosas, todo lo contrario que entre los chiíes, nuevos y aptos
interlocutores para Occidente.
Será un 2016
difícil que abrirá una puerta que nadie sabe cuándo y cómo se cerrará, pues el
conflicto es también religioso, y esta razón fundamenta todo tipo de
incertidumbres.