viernes, 22 de abril de 2016

Guerra religiosa en 2016

El martirio de las religiosas Misioneras de la Caridad en Yemen descubre bajo la alfombra una guerra civil que tiene connotaciones políticas, religiosas y económicas de primer nivel. Poco se habla de Yemen en los medios occidentales y el martirio de estas religiosas obtuvo por desgracia poco eco informativo. Disculpen si comienzo casi con frivolidad este artículo, refiriéndome a este martirio, un martirio perpetrado en plena espoleta geo-política del Islam.
Se están dando los condicionantes ideales para el estallido de un conflicto que trasciende el ámbito local (Oriente Medio), y cuyo trasfondo es el conflicto secular entre suníes y chiíes, los recelos y miedos a las insurrecciones de las minorías religiosas chiíes o suníes en los Estados en conflicto, la bajada del precio del petróleo y la debilidad y torpeza de Occidente a la hora de intervenir en la zona. También existen disputas oportunistas por el liderazgo en la zona entre saudíes, iraníes y turcos, bajo el arbitraje rival de Rusia y EEUU. En el escenario ha entrado también un nuevo actor que se le ha descontrolado a Arabia Saudí y a EEUU, el Califato islámico.
La rivalidad geo-política entre Irán y Arabia Saudí y sus aliados (monarquías del Golfo), no es una rivalidad centrada en apoyar a sus respectivas comunidades de suníes y chiís en terceros países. Arabia Saudí e Irán han entrado en directo conflicto en Yemen. La condena a muerte del líder de la comunidad chií en Arabia Saudía, no sólo ha ocasionado la ruptura de sus relaciones diplomáticas, sino que ha convertido a ambos en Estados abiertamente beligerantes.
Para complicar más aún esta situación, persiste y se agrava una crisis económica global:
1. Crisis económica en Occidente con empobrecimiento generalizado de la clase media, que afecta a la oferta de producción de las economías emergentes (China, India y Sudeste asiático), y por tanto a su demanda de petróleo. Por eso los precios del petróleo han bajado tanto, pero no exclusivamente. Al petróleo le ha salido una fuente rival de extracción de gas, la fracturación hidráulica, y se están vendiendo millones de toneladas de crudo en el mercado negro (del Estado islámico gracias a la connivencia del corrupto gobierno turco).
2. Crisis económica global que ha llevado a los mercados financieros a sobre-exponerse al riesgo adquiriendo masivamente una Deuda Pública que amenaza por su volumen con no poder pagarse (Brasil, Venezuela, Grecia entre otros).
3. Crisis económica crónica pese a una oferta monetaria de los bancos centrales expansiva con pobres resultados. Se solicitan pocos créditos y éstos además dejan poco margen de beneficio a las entidades bancarias, porque los intereses están muy bajos.
Se podría decir que tenemos una clara espoleta en Oriente Medio y una mecha a punto de encenderse en Occidente, donde los desequilibrios presupuestarios motivados por una crisis persistente amenazan la estabilidad política que siempre ha garantizado la clase media, hoy en crisis.
El conflicto entre chiíes y suníes tiene razones religiosas. El origen de este conflicto se ubica en disputas por la legitimidad en el liderazgo de la comunidad musulmana. Los chiíes defienden que este liderazgo pertenece a los directos sucesores del profeta. Los suníes defienden que el liderazgo tiene que ser elegido y conferido por la comunidad musulmana. A ello se unen disputas raciales (unos son persas y otros árabes) y sobre todo geoestratégicas (su influencia en la zona). Los chiíes constituyen alrededor del 13% de la población musulmana mundial y existen fuertes minorías en Líbano (grupo terrorista Hezbolá), Siria (bajo dominio de la élite minoritaria chií de Bashar), Irak (donde ahora gobiernan), Bahrein, Afganistán, Yemen y lo que más inquieta a Arabia Saudí, también en el este de este país, que es donde se concentran sus principales yacimientos petrolíferos.
El conflicto de Siria tiene también origen en este conflicto religioso (Siria ha sido gobernada por una élite chií apoyada por Irán y Rusia que tiene base naval en Siria). Pero también coexisten conflictos de intereses económicos entre saudíes e iraníes. Con motivo de las malas relaciones entre la Unión Europea y Rusia, la UE buscó alternativas al suministro de gas de Rusia. Arabia Saudí ofreció al dictador sirio la construcción de un oleoducto que pasase por su país. El negocio del gas alternativo al de Rusia colisionaba con los intereses de esta potencia (a quien interesa presionar políticamente a la UE con el suministro de gas) y con los intereses de Irán que podía construir el oleoducto, entrando a competir con los saudíes.
Ante la negativa de Siria a los saudíes, tradicionales financiadores del wahabismo (islamismo suní radical), los saudíes financiaron y armaron a la oposición siria (suní), a la cual se unen también elementos del antiguo ejército de Sadam Hussein en Irak y suníes opuestos al gobierno chií de Irak (así nace el Estado Islámico financiado y armado por Arabia Saudí, pero también por EEUU tras su enfrentamiento con el régimen de Bashar).
Rusia y Occidente entran en este conflicto defendiendo sus intereses geoestratégicos y económicos en la zona. Rusia apoyando al régimen sirio y Occidente condenando a éste, y posteriormente con la entrada en el escenario, del Estado Islámico, cambiando su estrategia. Tanto que dos tradicionales enemigos, EEUU e Irán, aceptan normalizar relaciones y se levantan sanciones económicas a Irán. Irán ha pasado a ser para Occidente el aliado en la zona, y Arabia Saudí ha sido despechado. Supongo que las relaciones entre Arabia Saudí y EEUU (tradicionales aliados) no pasan por su mejor momento.
Arabia Saudí es responsable destacado en la financiación y expansión del islamismo más radical (wahabismo), que cree en un nuevo califato, en la expansión demográfica musulmana en Occidente y en una interpretación y aplicación rigurosas del Corán y la Sunna (las lecciones atribuidas al profeta que los chiíes rechazan).
El abaratamiento del petróleo está haciendo perder mucho dinero y valor a las compañías petroleras occidentales y a países como Irán, Arabia Saudí, Venezuela, que dependen mucho de la evolución del precio del crudo.
En una economía que fija además los precios del petróleo, en base a sus expectativas futuras de evolución (mercado de futuros), están generando una espiral de escepticismo acerca de una subida de los precios del crudo, que esta subida, a menos que se restringa la oferta drásticamente, se hace más que improbable en un futuro próximo. Las expectativas presionan en la fijación del precio presente.
Y ahí entran las más tristes y dramáticas hipótesis.
No son pocos los actores en el panorama mundial a los que beneficia la expansión de un conflicto local, el de Siria y Yemen. La expansión del conflicto entre chiís y suníes a nivel global puede elevar el precio del crudo. Los fracasados intentos de Rusia de reducir la producción de petróleo en el seno de la OPEP han fracasado por el intento de Arabia Saudí de forzar a Irán a reducir su producción. El motivo bien puede ser que Irán está haciendo toda la caja posible con la venta de petróleo para armarse y armar a las minorías chiís en otros países.
Las diplomacias europea y estadounidense se han mostrado torpes e ignorantes de la situación en la zona, y actúan tras el viraje dado por los atentados en París y Bruselas a salto de mata. Quizás EEUU ya se ha anticipado cerrando hostilidades con Irán. Europa se centra en este momento en los miedos (por una presión demográfica en sus fronteras que colapsaría su seguridad y sus servicios sociales) y por supuesto en los oportunismos, pues está vendiendo mucho armamento a los contendientes.
La ambigüedad diplomática europea presente es oportunista, y beneficia a la industria armamentística (incluida España con excelentes relaciones con los saudíes).
Tendremos guerra y será abierta.
Si Occidente se posiciona al lado de Irán, los musulmanes suníes radicales atribuirán de nuevo a las potencias occidentales los desequilibrios que puedan producirse en una guerra entre suníes y chiíes, tal como hicieron en el caso de la creación del Estado de Israel, que estará disfrutando al contemplar a sus enemigos enfrentados, pese a sus recelos iniciales con los EEUU por su acercamiento a Irán.
La torpe y miope diplomacia occidental debe medir mucho su apoyo, habrá de jugar entre la ambigüedad con los tradicionales aliados saudíes y la cooperación con la única potencia en la zona que puede frenar al islamismo radical, Irán.
Irán y Arabia Saudí se arman hasta los dientes y arman a sus comunidades foráneas. Sólo falta que estalle la chispa, y creo que lo hará este año.
Creo que se está buscando la excusa. Y podrá ser un gran atentado que divida a las potencias occidentales o una hostilidad militar abierta en frontera.
Este conflicto inmediato desaconseja a Europa poder dar acogida con generosidad a los refugiados musulmanes que huyen de la zona (hacia el oeste). Si Arabia Saudí pierde la guerra o ve amenazada su prevalencia, sin duda presionará a la UE con el voto e incluso el terrorismo de musulmanes radicales europeos.
Se abre una nueva etapa marcada por la pérdida de la ingenuidad europea y occidental. Sólo una posición diplomática unificada y sólida de Occidente podrá retrasar la guerra, porque saudíes e iraníes habrán de asegurarse de no tener a Occidente enfrente, o de dividirlo, y aquí Rusia y el futuro gobierno en EEUU tendrán mucho que decir, teniendo en cuenta que el animal descontrolado ISIS de los saudíes no empeore más la situación de éstos. Por ahora el ISIS evita a Irán, que es hueso muy duro de roer, pero si los saudíes entran en guerra con los iraníes, se expandirá el conflicto, y ello beneficiará al islamismo radical suní, que asumirá un liderazgo nada pacífico en los países musulmanes y en los países occidentales con fuerte presencia musulmana.
Sólo nuestro buen Papa puede sostener la esperanza en evitar un conflicto que se hace inevitable, y que bien sabe, ya ha estallado en las fronteras orientales de la UE. El problema es compaginar su esfuerzo por mantener la paz y la solidaridad con las víctimas del conflicto, con las violentas provocaciones que lanzan los fanáticos suníes contra los cristianos, cuya esperanza de expandir el conflicto de origen creen que garantizará su supervivencia, pues están perdiendo la guerra. La presión a la que se verá sometido nuestro Papa Francisco será difícilmente soportable, porque será provocado por unos e incomprendido por otros. Mucha soledad espera a nuestro Papa en este asunto.
La falta de una autoridad religiosa común entre los suníes no hace sino empeorar las cosas, todo lo contrario que entre los chiíes, nuevos y aptos interlocutores para Occidente.
Será un 2016 difícil que abrirá una puerta que nadie sabe cuándo y cómo se cerrará, pues el conflicto es también religioso, y esta razón fundamenta todo tipo de incertidumbres.


Ángel Manuel Sánchez

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