martes, 22 de diciembre de 2015

Señor mío y Dios mío, hoy me he sentido abrazado por Ti.


Señor mío y Dios mío, hoy me he sentido abrazado por Ti.

Ya sé que siempre estás a mi lado, que siempre me acompañas, cuando estoy alegre y cuando estoy triste.

Sé, que cuando la tristeza me invade y no puedo parar de llorar, Tú no me dejas de tu lado, pero estoy tan ciego, que no te siento, soy tan egoísta, que solo pienso en mis problemas y  no te reconozco a mi lado.


Pero hoy, orando, mirándote en tu Cruz, contándote mis problemas, dándote gracias por todo lo bueno que me has dado.

Dándote gracias también,  porque para salvarme, naciste y moriste en una cruz. Me he imaginado el dolor de tu sacrificio, un dolor no suficientemente agradecido y he querido consolarte.Y entonces ,me he sentido abrazado por Ti , he sentido unos brazos amorosos que me sostenían y yo descansaba en esos brazos,  todo dolor, toda soledad ha desaparecido y una paz inmensa  ha llenado mi alma y mi cuerpo.

Gracias Señor, gracias, porque tu abrazo me ha devuelto la esperanza, me ha devuelto la alegría y ha aumentado mi amor por ti.

H. de Carmen

Francisco: Quien cruza con amor las Puertas Santas encontrará perdón y consolación


El Papa Francisco aseguró que quienes cruzan las Puertas Santas, abiertas con ocasión del Jubileo de la Misericordia, encontrarán perdón y consolación. Lo dijo durante su audiencia con los empleados de la empresa ferroviaria estatal italiana, Ferrovie dello Stato Italiane.
Este sábado el Santo Padre abrió la Puerta Santa de la Caridad, en la principal estación de ferrocarril de Roma.
El Papa recordó los 110 años de historia y las importantes iniciativas solidarias que ha tenido la empresa estatal durante este tiempo. Entre ellas, el albergue de la estación romana de Términi, dedicado a Don Luigi Di Liegro, fundador de la Cáritas de la Diócesis de Roma.
La primera piedra de este albergue fue bendecida por Benedicto XVI en 2010.
Francisco expresó su deseo de que el recién iniciado Año Santo de la Misericordia nos enseñe el valor de la acogida a las personas sin techo, así como “imprima en nuestra mente y en nuestros corazones que la misericordia es la primera y verdadera medicina para el hombre, de la que cada uno tiene urgente necesidad”.
El Papa pidió también que “Italia y todos los países del mundo sean lugares de redes solidarias, auténticamente humanos, capaces de alegrarse con el amor de Dios y de la comunión mutua”.
“Esto es precisamente lo que nos recuerdan las Puertas Santas, que en estos días se abren en todas las diócesis del mundo: el que las cruza con amor encontrará perdón y consolación y estará impulsado a donar y donarse con mayor generosidad, por su propia salvación y por la de los hermanos”, señaló.
Francisco exhortó a dejarnos “transformar por el momento en que pasamos esta puerta espiritual, de forma que marque interiormente nuestra vida”.
“Dejémonos involucrar por el Jubileo de la Misericordia –todos tenemos necesidad de un poco de misericordia– de forma que podamos renovar el tejido de nuestra sociedad, haciéndola más justa y solidaria”, dijo.
Todo esto especialmente en medio de “esta III guerra mundial que ha estallado a pedazos, que estamos viviendo”.

Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador.


1Sam 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd 
Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador.
Mi corazón se regocija por el Señor, 
mi poder se exalta por Dios; 
mi boca se ríe de mis enemigos, 
porque gozo con tu salvación.
Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador.
Se rompen los arcos de los valientes, 
mientras los cobardes se ciñen de valor; 
los hartos se contratan por el pan, 
mientras los hambrientos engordan; 
la mujer estéril da a luz siete hijos, 
mientras la madre de muchos queda baldía.
Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador.
 El Señor da la muerte y la vida, 
hunde en el abismo y levanta; 
da la pobreza y la riqueza, 
humilla y enaltece.
Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador.
Él levanta del polvo al desvalido, 
alza de la basura al pobre, 
para hacer que se siente entre príncipes 
y que herede un trono de gloria.
Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador.

El Poderoso ha hecho obras grandes por mí


Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 46-56
En aquel tiempo, María dijo:
- «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Palabra del Señor.