lunes, 22 de agosto de 2016

22 de agosto: santa María Virgen, Reina


Esta fiesta de la Virgen fue instituida por Pío XII en 1954, respondiendo a la creencia unánime de toda la Tradición que ha reconocido desde siempre su dignidad de Reina, por ser Madre del Rey de reyes y Señor de señores. La coronación de María como Reina de todo lo creado, que contemplamos en el quinto misterio glorioso del Santo Rosario, está íntimamente unida a su Asunción al Cielo en cuerpo y alma.
El dogma de la Asunción, que celebramos la pasada semana, nos lleva de modo natural a la fiesta que hoy celebramos, la Realeza de María. Ella fue trasladada al Cielo en cuerpo y alma para ser coronada por la Santísima Trinidad como Reina; así lo enseña el concilio Vaticano II: «terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria y fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores (cfr. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte». Esta verdad ha sido afirmada desde tiempos antiquísimos por la piedad de los fieles y enseñada por el Magisterio de la Iglesia.
Juan Pablo II, en la encíclica Redemptoris Mater, enseña: «La Madre de Cristo es glorificada como Reina universal. La que en la anunciación se definió como esclava del Señor fue durante toda su vida terrena fiel a lo que este nombre expresa, confirmando así que era una verdadera «discípula» de Cristo, el cual subrayaba intensamente el carácter de servicio de su propia misión: el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos (Mt 20, 28).
Por esto María ha sido la primera entre aquellos que, «sirviendo a Cristo también en los demás, conducen en humildad y paciencia a sus hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar» (Const. Lumen gentium, 36), y ha conseguido plenamente aquel «estado de libertad real», propio de los discípulos de Cristo: «¡servir quiere decir reinar! (…). La gloria de servir no cesa (…); asunta a los cielos, ella no termina aquel servicio suyo salvífico…».
Santa María es una Reina sumamente accesible, pues todas las gracias nos vienen a través de su mediación maternal.
En la institución de esta fiesta, Pío XII invitaba a todos los cristianos a acercarse a este «trono de gracia y de misericordia de nuestra Reina y Madre para pedirle socorro en las adversidades, luz en las tinieblas, alivio en los dolores y penas», quiso alentar a todos a pedir gracias al Espíritu Santo y a esforzarnos para llegar a aborrecer el pecado, «para poder rendir un vasallaje constante, perfumado con la devoción de hijos», a quien es Reina y tan gran Madre. Adeamus ergo cum fiducia ad thronum gratiae, ut misericordiam consequamur… Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de la gracia, a fin de que alcancemos misericordia y encontremos la gracia que nos ayude en el momento oportuno (Hb 4, 16).
De nuevo en la Biblia, concretamente en el Apocalipsis, leemos que «apareció en el cielo una señal grande, una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas». Esta mujer, además de representar a la Iglesia, simboliza a María, la Madre de Jesús, confiada a Juan en el Calvario. Cuando, ya anciano, escribía estas visiones, María ejercía su realeza desde el Cielo.
Los tres rasgos descritos son símbolo de esta dignidad: vestida de sol, resplandeciente de gracia por ser Madre de Dios; la luna bajo sus pies indica la soberanía sobre todo lo creado; la corona de doce estrellas es la expresión de su corona real, de su reinado sobre los ángeles y los santos. Así se lo recordamos cada día en las letanías del Rosario: reina de los ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles, de los mártires, de las vírgenes, de todos los santos…
Pero también es nuestra Reina. De ahí que sea muy frecuente expresar este título de María mediante la costumbre de coronar las imágenes de la Santísima Virgen de forma canónica solemne, y que el arte cristiano haya representado a María como Reina, sentada en trono real, con las insignias de la realeza y rodeada de ángeles. El pueblo cristiano le levanta ermitas y santuarios donde recurre a Ella con esas oraciones –Salve Regina, Ave Regina coelorum, Regina coeli laetare…– tantas veces repetidas.
El reinado de María se ejerce diariamente en toda la tierra, distribuyendo a manos llenas la gracia y la misericordia del Señor. A Ella acudimos en cada jornada; pedimos su protección musitando aquella entrañable Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura, esperanza nuestra… ¡o cantándola!
Archimadrid.org

Francisco prepara su tercer consistorio para finales de noviembre.

20 de noviembre. Coincidiendo con el cierre del Año Jubilar dedicado a la Misericordia, el Papa Francisco podría celebrar el tercer consistorio de su pontificado, en el que crearía, al menos, 13 nuevos cardenales electores. Según señala Gerard O'Connell en America, Bergoglio podría anunciar los nombres a mediados de octubre.
Dos españoles se encuentran en todas las quinielas, los dos principales puntales, designados por Bergoglio para la reforma de la Iglesia en España. Se trata de los arzobispos de Barcelona, Juan José Omella; y Madrid,Carlos Osoro. Este último, además, contaría a su favor con el hecho de que, desde este fin de semana, su antecesor en la capital de España, Antonio María Rouco Varela, ha perdido su condición de elector, algo que sucederá el próximo año con el cardenal Sistach. No obstante, O'Connell subraya las posibilidades del titular de Barcelona.
El tercer consistorio de Francisco acabaría, a buen seguro, con la "mayoría absoluta" de Europa en un futuro cónclave. En la actualidad, de los 107 cardenales electores 51 provienen del Viejo Continente (casi la mitad de Italia); mientras que el centro y sur de América cuentan con 15; Norteamérica, 13; Asia, otros 13; África, 12; y Oceanía, 3. Hoy por hoy, existen electores de 59 países diferentes, pero Francisco quiere asegurar, aún más, la idea de universalidad en la Iglesia católica.
La idea de Bergoglio, como ya sucediera en los anteriores consistorios, es dar prioridad a las sedes de las "periferias" en lugar de a las diócesis históricamente cardenalicias. Así, apenas se esperan nombramientos en Europa (Barcelona y Bruselas, y tal vez Madrid), mientras que las designaciones en África y Asia podrían ser mayoría por primera vez en la historia de un consistorio.
Del mismo modo, tampoco se asegura que los nuevos nombramientos curiales lleven aparejada inmediatamente la púrpura. Sí que parecen seguros los birretes para los cardenales de Bangui, Yakarta o La Habana, sin descartar alguna sorpresa. ¿Tal vez un cardenal chino, o ruso?.
Jesús Bastante


"La puerta de la misericordia de Dios está siempre abierta de par en par para todos"


 "Nuestra vida no es un juego ni una telenovela; nuestra vida es seria y el objetivo al que llegar es importante: la salvación eterna". El Papa Francisco abordó el "camino de la salvación" que llega por la "puerta estrecha". Una puerta que no está cerrada a nadie, pero que precisa que dejemos fuera nuestros pecados, miedos y orgullos. "La puerta de la misericordia de Dios está siempre abierta de par en par para todos", aseguró el Pontífice.
En su alocucón, Bergoglio explicó a los fieles que esa imagen de la "puerta" es una metáfora en la que Jesús mismo es la "puerta" que nos conduce "a la comunión con el Padre". "No es una cuestión de número, de saber cuántas personas se salvarán, sino de que todos sepan cuál es el camino que lleva a la salvación", y será allí donde se encontrará "el amor y la protección".
"Todo camino -improvisó el Papa- tiene que tener una puerta. ¿Pero cómo es esa puerta? ¿Dónde está? ¿Quién es la puerta? Jesús es la puerta". Y es que "Jesús nos conduce a la comunión con el Padre", porque es allí "donde encontramos amor, comprensión y protección".
¿Por qué es una puerta estrecha? "No porque sea una puerta opresiva, sino porque constriñe nuestro egoísmo y nuestros miedos, y se abre a todos los que nos reconozcamos pecadores, necesitados de su perdón. Por eso es estrecha", añadió el Papa.
"La puerta de la Misericordia de Dios es estrecha, pero siempre está abierta para todos. Dios no hace preferencias, acoge siempre a todos sin distinciones. Una puerta es estrecha para ocultar nuestro orgullo y nuestro miedo", y abierta a "un flujo incesante de misericordia, que abate toda barrera, abre sorprendentes vías de luz y de paz. La puerta es estrecha pero está siempre abierta", porque "Jesús nos llama a la vida abierta, plena y feliz".
Jesús nos espera, no importa "cualquier pecado que hayamos cometido", para "abrazarnos, ofrecernos su perdón. El solo puede transformar nuestro corazón, dar sentido pleno a nuestra existencia, dándonos la verdadera alegría. Entrando por la puerta de Jesús, la puerta de la fe y del Evangelio, no podremos tener miedo de los egoísmos la usura, la mundanidad. Cuando entras en contacto con el amor y la misericordia de Dios, nuestra vida se ilumina con la lucha del espíritu, una lucha inextingible".
Como viene siendo habitual, el Papa se detuvo y pidió a los fieles meditar, en silencio "sobre las cosas que hay dentro de mí y que me impiden atravesar la puerta: mi orgullo, mi soberbia, mis pecados... y pensemos en la otra puerta, abierta por la misericordia de Dios, que del otro lado nos espera para darnos el perdón".
"El Señor nos da tanta oportunidades para entrar por la puerta de la salvación", recalcó Bergoglio, quien añadió que "no valen discursos académicos sobre la salvación", como "aquel que preguntó a Jesús sobre "cuanto se salvarán". "Tenemos que aprovechar las ocasiones de salvación".
Después de la oración del Ángelus, Francisco recordó y rezó por las víctimas del "sangriento atentado" ocurrido en Turquía este sábado en el que han muertos decenas de personas. El Papa rezó un Ave María por ellos y pidió "el don de la paz para todos".
Después saludó a los peregrinos italianos y a diferentes grupos de fieles llegados de diversos países del mundo como la Asociación Santísimo Redentor de Manfredonia y a los jóvenes del comedor de Cáritas Roma.
 Jesús Bastante

¡Ay de vosotros, guías ciegos!


Lectura del santo Evangelio según san Mateo 23, 13-22
En aquel tiempo, Jesús dijo:
-«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la “gehenna” el doble que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga"? ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro?
O también: "Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga". ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura por él y por cuanto hay sobre él; quien jura por el templo, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él».
Palabra del Señor.