viernes, 1 de abril de 2016

Juan Carlos Pérez: "En España no hay odio a la religión, pero sí indiferencia"

Los salesianos en España gozan de buena salud, a pesar de la "sequía vocacional" que padecen como otras muchas congregaciones, preparan la visita de su Rector Mayor, el español Ángel Fernández Artime, y reivindican su papel y el de la Iglesia católica en nuestra sociedad. "En España no hay odio a la religión, pero dí indiferencia", explica el nuevo inspector (provincial) de la provincia de Santiago el Mayor, el sevillanoJuan Carlos Pérez Godoy.

Eso sí, el superior salesiano reconoce que, en algunos sectores sociales, siguen vigentes los "prejuicios anticlericales del siglo XIX", en forma de revanchismo o de "querer quitar a Dios de en medio". Cuando la verdad es que"la Iglesia en España nunca ha estado tan bien" y "tanto la Iglesia en general como la vida religiosa viven un momento precioso, con el único handicap de la escasez de vocaciones".

De ahí que el inspector salesiano se queje de"la falta de reconocimiento de la enorme aportación social, cultural, educativa y religiosa que está haciendo la Iglesia española". Una falta de reconocimiento que, a juicio del hermano Pérez Godoy, se plasma, por ejemplo, en el cuestionamiento actual de la enseñanza concertada. "Tenemos que ponernos las pilas para defender la educación concertada, no sólo ni sobre todo porque sea más barata para el Estado, sino porque es un derecho fundamental de los padres". Y añade que, en estos momentos de incertidumbre, "estamos dispuestos a defender el derecho aquilatado de los padres".

Un sistema, el de la educación concertada, que ha dado pruebas sobradas de ser "posible y adecuado" y al que se le suele criticar sin fundamento. Una de las críticas falsas es que acoge a pocos emigrantes en sus aulas, cuando la verdad es que atiende al 25% de los alumnos emigrantes, con un porcentaje que se sitúa en el 6,7% de esta población frente al 7,3% atendido por el sector público.

Ante esta situación, el inspector salesiano pide a la sociedad y, especialmente, a los políticos, "un mayor conocimiento de lo que somos y hacemos los religiosos". Y, sin querer poner a su congregación de ejemplo, el hermano Pérez Godoy enumera algunas de las aportaciones que está haciendo en el mundo y, sobre todo, en España.

El hermano Tom sigue vivo

Los salesianos están trabajando nada menos que en 132 países de todo el mundo. Incluso, en zonas de alto riesgo para sus propias vidas, como El Oriente Medio, Asia o Yemen. Precisamente es actualidad, en estos momentos, el hermano Tom Uzhunnalil, secuestrado el 4 de marzo en Aden (Yemen) por hombres armados no identificados.

"Tenemos razones para creer que sigue vivo", explica el superior salesiano y no quiere añadir más para no poner en peligro su vida. Sí explica que el hermano Tom es uno de los dos salesianos que permanecían en Yemen y que se había refugiado en el convento de las monjas de la Madre Teresa porque "había sufrido un ataque en su parroquia".

El religioso, que se encuentra en Yemen desde 2012, estaba rezando en la capilla, cuando entraron los terroristas, que le secuestraron y mataron a cuatro monjas de la Madre Teresa. Hoy por hoy, "no hay fundamentos para decir que esté muerto", pero Pérez Godoy se queja del "escaso eco que su caso o el de los cristianos masacrados en Pakistán tienen en los medios".

En España, no corren peligro las vidas de los salesianos, pero, también aquí, dedican sus vidas no sólo a dar clases en sus colegios que gozan de un merecido prestigio social, sino a ayudar a los sectores juveniles más desfavorecidos.

Por ejemplo, poca gente sabe que los salesianos, además de tener una gran red de centros de formación profesional, trabajan en le inserción social y gestionan, desde el año pasado, una agencia de colocación, que se llama ASTI, en "una clara apuesta por los jóvenes más necesitados y en riesgo de exclusión social". O su labor con chicos y chicas tutelados, con los que, a veces, conviven en sus propias comunidades religiosas.

(José M. Vidal).-

Los obispos catalanes invitan a los ciudadanos a presionar a la UE para que garantice la acogida de "todos los refugiados"

"Las políticas de la UE no se están mostrando a la altura de su obligación legal y moral"

"Deben ser tratados como hermanos, respetando siempre su dignidad humana"
 Los obispos de las Diócesis catalanas de Tarragona, Barcelona, Urgell, Sant Feliu, Terrassa, Vic, Tortosa, Lleida, Girona y Solsona han firmado conjuntamente un comunicado en el que expresan su solidaridad con los refugiados huidos de Oriente Medios, Asia y África y lamentan las políticas que se están llevando a cabo en Europa que "no se están mostrando a la altura de su obligación legal y moral de proteger y acoger a todos los refugiados".

Los obispos de Cataluña queremos expresar nuestra solidaridad con los millones de personas que han tenido que huir de diferentes países de Oriente Medio, Asia y África a consecuencia de los terribles conflictos armados y de las persecuciones. También con los millones de personas que en el mundo se ven obligadas a emigrar a causa de la pobreza.

En sus desplazamientos, los refugiados y emigrantes sufren a menudo situaciones extremadamente precarias, abusos por parte de organizaciones que trafican con las personas y, a veces, también rechazo social y trato inadecuado por parte de algunas autoridades. No podemos olvidar que son miles, muchos de ellos niños, los que han perdido trágicamente su vida cruzando el Mediterráneo para llegar a Europa. Por todo ello, los obispos imploramos a Dios con esperanza, para que todos los emigrantes y refugiados sean protegidos y tratados de acuerdo con la dignidad que merece toda persona.


Desgraciadamente, nos duele profundamente constatar que algunas políticas desarrolladas por los gobiernos de Europa y la actitud de una parte de las poblaciones europeas no se están mostrando a la altura de su obligación legal y moral de proteger y acoger a todos los refugiados, lo que provoca aún mayores sufrimientos.
Con todo, son de alabar y agradecer los gestos y esfuerzos de solidaridad de buena parte de
la ciudadanía y de organizaciones no gubernamentales que se han multiplicado en todas partes. También en Cataluña hemos visto que son muchas las personas y organizaciones que se han movilizado en iniciativas de salvamento, asistencia humanitaria y sensibilización social. Las instituciones públicas y entidades sociales se han preparado para la acogida e integración de refugiados en nuestro país.
Los obispos apoyamos y alentamos todas estas acciones. Nuestras diócesis, a través de Cáritas y otras entidades católicas, han ofrecido desde el primer momento diversos equipamientos y recursos para la acogida y, de hecho, hace tiempo que atienden a refugiados y ayudan a sensibilizar la opinión pública.
Los cristianos no tenemos que cansarnos de insistir que los refugiados y los emigrantes deben ser tratados como hermanos, respetando siempre su dignidad humana. Debemos hacer nuestro su sufrimiento y superar la tentación de la indiferencia. Es el deseo, tantas veces expresado, de ver una Europa unida y cohesionada, compartiendo los valores democráticos que definen su identidad. El Papa Francisco ha mostrado reiteradamente su preocupación por esta problemática, con múltiples gestos y palabras de denuncia y de solidaridad.
Por todo ello, los obispos de Cataluña queremos hacer un llamamiento a la sociedad catalana a continuar movilizándose y a trabajar en favor de la acogida e integración de los refugiados y también de todos aquellos que, por razones económicas u otras dificultades, llegan a nuestro país con el deseo de poder emprender una vida mejor. Y ofrecemos de nuevo la máxima colaboración de la Iglesia para hacerlo posible.
Asimismo, invitamos a la ciudadanía y a las instituciones a incidir sobre la Comunidad internacional para que se garantice la acogida y protección de la vida y los derechos humanos de todos los emigrantes y refugiados. Es necesario y urgente que se afronten seriamente las causas de esta dura realidad, poniendo fin a los graves conflictos armados, a la inseguridad y la pobreza que provocan la salida de millones de personas de sus países de origen.
Por último, nos queremos dirigir a las comunidades cristianas, pidiendo que intensifiquen la oración y los esfuerzos concretos de solidaridad y hospitalidad ante todos los inmigrantes y refugiados que llegan a nuestro país. El Papa Francisco, en este Año Santo de la Misericordia, nos invita a «despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y entrar todavía más en el corazón del Evangelio» (MV 15).
Tarragona, 31 de marzo de 2016.

Jesús Bastante

SEÑOR, DANOS LA SALVACIÓN; SEÑOR, DANOS PROSPERIDAD


Del Salmo 117: 

 La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular

La piedra que desecharon
los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular

Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, Él nos ilumina.


La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular

LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO. CIRILO DE JERUSALÉN.


Bautizados en Cristo y revestidos de Cristo, habéis sido hechos semejantes al Hijo de Dios. Porque Dios nos predestinó para la adopción, nos hizo conformes al cuerpo glorioso de Cristo. 

Hechos, por tanto, partícipes de Cristo, (que significa Ungido), con toda razón os llamáis ungidos y Dios mismo dijo de vosotros: No toquéis a mis ungidos. 

Fuisteis convertidos en Cristo al recibir el signo del Espíritu Santo: pues con relación a vosotros todo se realizó en símbolo e imagen; en definitiva, sois imagen de Cristo.

Por cierto que Él, cuando fue bautizado en el río Jordán, comunicó a las aguas el fragante perfume de su divinidad y, al salir de ellas, el Espíritu Santo descendió substancialmente sobre Él como un igual sobre su igual. 

Del mismo modo vosotros, después que subisteis de la piscina, recibisteis el crisma, signo del mismo Espíritu Santo con el que Cristo fue ungido. 

De este Espíritu decía el profeta Isaías en una profecía ... que representaba al Señor: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido; me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren.

Cristo, en efecto, no fue ungido por los hombres, su unción no se hizo con óleo o ungüento material, sino que fue el Padre quien lo ungió al constituirlo Salvador del mundo, y su unción fue el Espíritu Santo, tal como dice san Pedro: 'Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo'; y lo anuncia también el profeta David: 'Tu trono, oh Dios, permanece para siempre; cetro de rectitud es tu cetro real. Has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros'.

Cristo fue ungido con el aceite espiritual de júbilo, es decir, con el Espíritu Santo, que se llama aceite de júbilo porque es el autor y la fuente de toda alegría espiritual; pero vosotros, al ser ungidos con ungüento material, habéis sido hechos partícipes y consortes del mismo Cristo. 

Por lo demás no se te ocurra pensar que se trata de un simple y común ungüento. Pues, de la misma manera que, después de la invocación del Espíritu Santo, el pan de la Eucaristía no es ya un simple pan, sino el cuerpo de Cristo, así aquel sagrado aceite, después de que ha sido invocado el Espíritu en la oración consacratoria, no es ya un simple aceite ni un ungüento común, sino el don de Cristo y del Espíritu Santo, ya que realiza, por la presencia de la divinidad, aquello que significa. 

Por eso, este ungüento se aplica simbólicamente sobre la frente y los demás sentidos, para que mientras se unge el cuerpo con un aceite visible, el alma quede santificada por el santo y vivificante Espíritu.
De las Catequesis de Cirilo de Jerusalén
(Catequesis 21 [Mistagógica 3],1-3: PG 33,1087-1091)

¡ES EL SEÑOR!



Evangelio según San Juan 21,1-14. 

Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. 

Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. 

Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos también nosotros". Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. 

Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era Él. 

Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo para comer?". Ellos respondieron: "No". 

Él les dijo: "Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. 

El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. 

Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. 

Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. 

Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar". 

Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. 

Jesús les dijo: "Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres", porque sabían que era el Señor. 

Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. 

Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.