domingo, 17 de septiembre de 2017

Papa Francisco invita a contemplar a María sufriente bajo la Cruz

El Papa invitó a los fieles que participaron de la Misa a primera hora de la mañana en la Casa Santa Marta, a «contemplar a la Madre de Jesús» y observar su actitud al ver a Jesús en la cruz.
«Contemplar este signo de contradicción, porque Jesús es el vencedor, pero en la cruz, sobre la cruz. Es una contradicción, no se entiende. Se necesita tener fe para entender, al menos para acercarse a este misterio».
El Papa aseguró que María «vivió toda la vida con el alma traspasada» en parte porque seguía a Jesús y escuchaba los comentarios de la gente. «Por eso decimos que es la primera discípula».
Y ante la Cruz, «permaneció en silencio, observando a su Hijo. Quizás escuchó comentarios del tipo: ‘Mira, esa es la Madre de uno de los tres delincuentes’. Pero ella dio la cara por su Hijo».
«Esto que digo ahora –añadió el Santo Padre– son pequeñas palabras para ayudar a contemplar, en silencio, este misterio. En ese momento, Ella dio a luz a todos nosotros: dio a luz a la Iglesia. ‘Mujer’ –le dice el Hijo– ‘he aquí a tu hijo’. No dice ‘madre’, dice ‘mujer’. Mujer fuerte, valiente; mujer que estaba allí para decir: ‘Este es mi Hijo, no reniego de Él’».
Francisco afirmó que el Evangelio del día era más que para reflexionar, para contemplar y pidió «que sea el Espíritu Santo el que nos diga a cada unos de nosotros lo que necesitamos».
ACI/Álvaro de Juana

Las guerras y el cambio climático provocan un fuerte aumento del hambre en el mundo


No solo no mejoran las cifras, sino que empeoran. 815 millones de personas pasan hambre en el mundo. Son 40 millones más que el año anterior. La causa, las guerras y el cambio climático
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha alertado de que el número de personas que pasan hambre en el mundo aumentó en 38 millones en 2016, llegando hasta los 815 millones, en comparación con los 777 millones de 2015.
Así lo pone de manifiesto el informe anual del organismo sobre seguridad alimentaria y nutrición presentado el 15 de septiembre en Roma y que ha sido coordinado junto con el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Las causas de este aumento son «el aumento de los conflictos, el cambio climático y el decrecimiento económico», según el director general de la FAO, José Graziano da Silva, quien destacó que, para acabar con el hambre, es necesario «garantizar sociedades pacíficas e inclusivas».
Cerca de 500 millones de personas que viven hambre viven en lugares de conflicto, donde se encuentra también a 122 de los 155 millones de niños con retraso del crecimiento.


El informe pone también de manifiesto que «el número de refugiados y desplazados internos ha aumentado significativamente con el creciente número de conflictos y se ha doblado entre 2007 y 2015 hasta alcanzar un total de aproximadamente 64 millones de personas». «Actualmente hay nueve países con más del 10% de su población clasificada como refugiada o desplazada; en Somalia y Sudán del Sur, más del 20% de su población son personas desplazadas y en la República Árabe Siria, más del 60%».
Se pone el foco particularmente en Sudán del Sur, donde hace un año se declaró una hambruna. Varios países, se advierte, atraviesan situaciones de alerta alimentaria con riego de convertirse en hambruna, como algunas zonas de Nigeria, Somalia y Yemen.
Otro motivo de preocupación son los estragos der el cambio climático, que ha intensificado el fenómeno de El Niño, con una oleada de sequías o inundaciones en varios países.
La desaceleración económica mundial es también, según el informe, causa del deterioro de la seguridad alimentaria y la nutrición.
Europa Press / Alfa y Omega

Pakistán: Un joven cristiano asesinado por beber agua del mismo vaso que sus compañeros musulmanes

La investigación policial ha dejado al descubierto una terrible historia de vejaciones y agresiones a un joven cristiano en un instituto por negarse a convertirse al islam. El asunto ha llegado a la Asamblea Nacional
La Asamblea Nacional de Pakistán estudiará cómo prevenir casos como el incidente que el 30 de agosto costó la vida a un estudiante de secundaria cristiano, acosado por varios compañeros musulmanes.
El parlamentario cristiano Khalil George, que ocupa uno de los asientos reservados por ley a las minorías del país, llevó su caso esta semana ante el parlamento, solicitando «que se introduzca el tema de la “armonía interreligiosa” como materia en todas las escuelas públicas de todos los niveles y cursos de estudio», según ha informado la agencia vaticana Fides.
Sharon Masih era un chico de 17 años que asistía al instituto en Model Boys School Burewala, al sur de Punjab, el único cristiano en una clase de 70 alumnos. Logró una beca para acceder a este centro de educación secundaria gracias a su buen expediente académico en primaria, pero allí se encontró con un verdadero infierno. Algunos de sus compañeros le sometieron a continuos hostigamientos y humillacionesYa en su primer día en el centro, Sharon Masih fue agredido, pero fue a él, y no a sus acosadores, a quien el centro impuso un castigo. El chico estaba esperando la respuesta a su solicitud para cambiarse de centro.
El 30 de agosto, el joven fue increpado por varios chicos, que una vez más le instaron a convertirse al islam. Le golpearon con tanta fuerza que se desplomó al suelo. La autopsia ha revelado que la causa del fallecimiento fueron los reiterados golpes recibidos en el cuerpo y en la cabeza.
Su familia afirma que el detonante de esta agresión fue haber utilizado para beber agua el mismo vaso que utilizaban los demás estudiantes, lo que, dijeron, constituía una ofensa debido a su condición de cristiano.
«Sharon fue golpeado y los maestros no hicieron nada para detener la violencia», ha denunciado un familiar, según recoge Fides. Interrogado por la policía, el profesor presente durante los hechos, Nazir Mol, aseguró no haber visto nada ya que estaba «ocupado leyendo un periódico», recoge la agencia iNews.
Un signo de humanidad y de esperanza
Hubo otros compañeros que sí le auxiliaron. Al ver la gravedad de su estado, le trasladaron al hospital, donde no pudieron salvarle la vida. El abogado cristiano que lleva su caso, Mushtaq Gill, agradeció el gesto de esos chicos como un significativo gesto de humanidad en medio de un episodio más de intolerancia religiosa contra los cristianos. «Esos estudiantes musulmanes que llevaron a Sharon al hospital son verdaderamente un signo de esperanza y un verdadero ejemplo de las enseñanzas de Dios y de la humanidad», dijo
Los obispos de Pakistán han exigido al gobierno de Punjab «justicia para la familia de Sharon Masih» y han pedido medidas para prevenir la intolerancia religiosa.
«Este episodio puede parecer una trivial pelea entre adolescentes, pero en realidad fue causada por la intolerancia, la discriminación y las actitudes inhumanas hacia las comunidades minoritarias y marginadas. Expresamos profunda preocupación por el nivel de negligencia extrema por parte de las autoridades escolares», ha dicho el abogado Mushtaq Gill.
 Alfa y Omega

Vivir perdonando

Los discípulos le han oído a Jesús decir cosas increíbles sobre el amor a los enemigos, la oración al Padre por los que los persiguen, el perdón a quien les hace daño. Seguramente les parece un mensaje extraordinario, pero poco realista y muy problemático.
Pedro se acerca ahora a Jesús con un planteamiento más práctico y concreto que les permita, al menos, resolver los problemas que surgen entre ellos: recelos, envidias, enfrentamientos y conflictos. ¿Cómo tienen que actuar en aquella familia de seguidores que caminan tras sus pasos? En concreto: «¿Cuántas veces he de perdonar a mi hermano cuando me ofenda?».
Antes de que Jesús le responda, el impetuoso Pedro se le adelantaa hacerle su propia sugerencia: «¿Hasta siete veces?». Su propuesta es de una generosidad muy superior al clima justiciero que se respira en la sociedad judía. Va más allá incluso de lo que se practica entre los rabinos y los grupos esenios, que hablan como máximo de perdonar hasta cuatro veces.
Sin embargo, Pedro se sigue moviendo en el plano de la casuística judía, donde se prescribe el perdón como arreglo amistoso y reglamentado para garantizar el funcionamiento ordenado de la convivencia entre quienes pertenecen al mismo grupo.
La respuesta de Jesús exige ponernos en otro registro. En el perdón no hay límites: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete». No tiene sentido llevar cuentas del perdón. El que se pone a contar cuántas veces está perdonando al hermano se adentra por un camino absurdo que arruina el espíritu que ha de reinar entre sus seguidores.
Entre los judíos era conocido el «Canto de venganza» de Lámec, un legendario héroe del desierto, que decía así: «Caín será vengado siete veces, pero Lámec será vengado setenta veces siete». Frente a esta cultura de la venganza sin límites, Jesús propone el perdón sin límites entre sus seguidores.
Las diferentes posiciones ante el Concilio han ido provocando en el interior de la Iglesia conflictos y enfrentamientos a veces muy dolorosos. La falta de respeto mutuo, los insultos y las calumnias son frecuentes. Sin que nadie los desautorice, sectores que se dicen cristianos se sirven de Internet para sembrar agresividad y odio, destruyendo sin piedad el nombre y la trayectoria de otros creyentes.

Necesitamos urgentemente testigos de Jesús que anuncien con palabra firme su Evangelio y que contagien con corazón humilde su paz. Creyentes que vivan perdonando y curando esta obcecación enfermiza que ha penetrado en su Iglesia.
José Antonio Pagola

COMENTARIO DE SAN JUAN PABLO II AL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO(18,21-35)



¡El perdón! Cristo nos ha enseñado a perdonar. Muchas veces y de varios modos Él ha hablado de perdón. Cuando Pedro le preguntó cuántas veces habría de perdonar a su prójimo, “¿hasta siete veces?”, Jesús contestó que debía perdonar “hasta setenta veces siete”. 

En la práctica, esto quiere decir: siempre. Efectivamente, el número “setenta por siete” es simbólico, y significa, más que una cantidad determinada, una cantidad incalculable, infinita. 

Al responder a la pregunta sobre cómo es necesario orar, Cristo pronunció aquellas magníficas palabras dirigidas al Padre: “Padre nuestro que estás en los cielos”; y entre las peticiones que componen esta oración, la última habla del perdón: “Perdónanos nuestras ofensas, como nosotros las perdonamos” a quienes son culpables con relación a nosotros (“a los que nos ofenden”).

Finalmente, Cristo mismo confirmó la verdad de estas palabras en la cruz, cuando, dirigiéndose al Padre, suplicó: “¡Perdónalos!”, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 32, 34).

“Perdón” es una palabra pronunciada por los labios de un hombre, al que se le ha hecho mal. Más aún, es la palabra del corazón humano. En esta palabra del corazón, cada uno de nosotros se esfuerza por superar la frontera de la enemistad que puede separarlo del otro, trata de reconstruir el espacio interior de entendimiento, de contacto, de unión. 

Cristo nos ha enseñado con la palabra del Evangelio y, sobre todo, con el propio ejemplo, que este espacio se abre no sólo ante el otro hombre sino, a la vez, ante Dios mismo. El Padre, que es Dios de perdón y de misericordia, desea actuar precisamente en este espacio del perdón humano, desea perdonar a aquellos que son capaces de perdonar recíprocamente, a los que tratan de poner en práctica estas palabras: “Perdónanos... como nosotros perdonamos”. 

El perdón es una gracia, en la que se debe pensar con humildad y gratitud profundas. (…) Cristo nos ha enseñado a perdonar. El perdón es indispensable también para que Dios pueda plantear a la conciencia humana los interrogantes sobre los que espera respuesta en toda la verdad interior.

En este tiempo, cuando tantos hombres inocentes perecen a manos de otros hombres, parece imponerse una necesidad especial de acercarse a cada uno de los que matan, acercarse con el perdón en el corazón y, al mismo tiempo, con la misma pregunta que Dios, Creador y Señor de la vida humana, hizo al primer hombre que había atentado contra la vida del hermano y se la habla quitado, había quitado lo que es propiedad sólo del Creador y del Señor de la vida.

Cristo nos ha enseñado a perdonar. Enseñó a Pedro a perdonar “hasta setenta veces siete. Dios mismo perdona cuando el hombre responde a la pregunta dirigida a su conciencia y a su corazón, con toda la verdad interior de la conversión.

Dejando a Dios mismo el juicio y la sentencia en su dimensión definitiva, no cesemos de pedir: “Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.

(San Juan Pablo II, catequesis del 21 de octubre de 1981)

EVANGELIO DE HOY: PERDONAR DE CORAZÓN SIEMPRE




Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,21-35):

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»

Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. 

El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. 

Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. 

Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. 

Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. 

Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»

Palabra del Señor