martes, 31 de julio de 2012

La semilla y la cizaña


La semilla que el sembrador deposita en tierra, durante días, incluso semanas o meses, permanece escondida mientras se fecunda y fertiliza. Después, poco a poco, inicia una pequeña planta que con el tiempo acogerá a las aves del cielo, dará sombra al caminante cansado y lo alimentará con sus sabrosos frutos.

Cristo sembrador pasa junto al surco de nuestra vida y deja caer sus semillas de variadas virtudes. Aunque para nosotros es imperceptible, Él deposita en nuestros corazones el germen para ser caritativos, pacientes, humildes, fieles, sencillos, generosos. Con el sucederse de los meses y de los años nuestra personalidad se enriquece con las virtudes que afloran en nuestro comportamiento cotidiano en beneficio de los que nos rodean, familiares cercanos o personas con las que entramos en contacto.

Es inevitable que, junto con el buen fruto, surja en el campo de modo espontaneo abrojos y plantas silvestres que el buen agricultor quitará oportunamente para que los frutos se desarrollen con plenitud lozanía.

Discordias, malos entendidos, envidias, rencores, pereza, pasiones, deseos desordenados son las plantas silvestres que anidan en nuestra naturaleza y que afloran sin previo aviso. El buen cristiano acude a la confesión donde Cristo jardinero toma todas nuestras hierbas y actos malos y los arroja fuera de nuestra alma para que nuestro corazón brille como un campo limpio y abundante de frutos.
P. Clemente González

Señor, ayúdanos a quitar la cizaña que crece en nuestra vida, confiamos en tu ayuda  y en tu amor.

Saciar hambre de Dios


“Pidamos al Señor que nos haga redescubrir la importancia de nutrirnos no sólo de pan sino de verdad, de amor, de Cristo, del cuerpo de Cristo, participando fielmente y con gran consciencia de la Eucaristía, para unirnos cada vez más íntimamente a Él”.

El Papa expresó que “el alimento eucarístico no es el que se transforma en nosotros, sino que nosotros somos los misteriosamente transformados”, y recordó que a través del Misterio de la Eucaristía “Cristo nos nutre uniéndonos a sí; nos atrae dentro de sí’”.

Al explicar el milagro de los panes, el Santo Padre señaló que “Jesús no nos pide aquello que no tenemos, pero nos hace ver que si cada uno ofrece lo poco que tiene, el milagro puede cumplirse siempre de nuevo: Dios es capaz de multiplicar cada uno de nuestros pequeños gestos de amor y hacernos partícipes de su don”.


El Santo Padre señaló que la Eucaristía “es el permanente gran encuentro del hombre con Dios, en el que el Señor se hace nuestro alimento, y se da a sí mismo para transformarnos en Él”.
Benedicto XVI, 29 de julio de 2012

lunes, 30 de julio de 2012

Solo en Dios descansa mi alma


SOLO EN DIOS DESCANSA MI ALMA ( SALMO 62, 2 )

Estamos en verano , un tiempo para el descanso o, al menos,para un ritmo diverso al del resto del año.
Más allá de su lugar en el calendario, el reposo posee también un significado para el creyente, al qye se invita a vivir este tiempo no tanto como un simple "no hacer nada " sino como una auténtica oportunidad para el encuentro con Dios.

"Amigo de Dios" es aquel que duerme tranquilo porque se sabe en las manos providentes de Dios de quien todo lo recibe.

Todo tiempo de descanso es el momento de la contemplación agradecida del trabajo bien hecho; el de nuestras propias manos pero sobre todo el de Dios que obra a través de ellas.
Isabel

Multiplicaciones de panes y peces


El marco del evangelio de la multiplicación de los panes y los peces es significativo. El Bautista ha sido decapitado; Jesús está también en peligro (Lc 13,31ss) y se retira a un lugar tranquilo y apartado; la muchedumbre le sigue y a Jesús le da lástima de nuevo de ella: enseña y cura a todos los enfermos. Se hace tarde y los discípulos le recomiendan que despida ya a la multitud para que puedan ir a comprarse de comer. Jesús les responde: «Dadles vosotros de comer». Y como ellos replican que no pueden hacerlo, Jesús debe realizar otro prodigio. Las revelaciones de Dios en Cristo se insertan en las necesidades de la humanidad.

1. Demasiado poco, demasiado.
El tema atraviesa los evangelios de principio a fin: desde Caná, la primera revelación pública, el hombre tiene demasiado poco y Dios le ofrece demasiado. En la boda de Caná no tenían más vino, y después, por así decirlo demasiado tarde, hay vino en sobreabundancia. Ahora sólo hay cinco panes, y, después de haber comido hasta saciarse miles de personas, los discípulos recogen doce cestos llenos de sobras. Naturalmente la paradoja material no es más que un «signo», una parábola de lo espiritual: el Todopoderoso es manso y humilde de corazón; el revelador, rechazado por todos, obtiene el juicio total sobre el mundo; no se trata simplemente de la oposición entre la pobreza del hombre y la riqueza de Dios, sino de una paradoja mucho más profunda: Dios se hace pobre para que todos nosotros seamos ricos (2 Co 8,9); él, el perseguido, precisamente en esta situación, reparte entre nosotros su riqueza inconcebible.

2. Gratuitamente.
Esto supera toda relación de control humano; entre Dios y el hombre no hay más negocio que el descrito en la primera lectura: «oíd también los que no tenéis dinero: Venid, comprad trigo; comed sin pagar vino y leche de balde». Y sólo donde tiene lugar esta gratuidad de lo dado y lo recibido, el hombre sale ganando y queda satisfecho. Cuando hace cálculos y sus cuentas le cuadran de alguna manera, sale perdiendo y queda insatisfecho: «¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta? ¿Y el salario en lo que no da hartura?», pregunta la primera lectura. Esto significa simplemente que sólo la gratuidad del amor y de la gracia es capaz de saciar el hambre insondable del alma, lo que ciertamente presupone en ella la existencia de un sentido de esta gratuidad o al menos la obligación de engendrarlo. Nadie podría saciarse con el amor impagable de Dios, si recibiera este amor calculadamente para sí mismo y pretendiera acapararlo para sí. El hombre debe descartar todo cálculo si quiere entrar en la «eterna alianza» ofrecida por Dios.

3. Definitivamente.
El exuberante canto de victoria de Pablo en la segunda lectura nos muestra lo que sucede cuando el hombre entra en la alianza. Dios nos da absolutamente todo lo que tiene y por eso su alianza se convierte en «eterna». Y el que entra realmente en esta sobreabundancia del don divino, penetra personalmente en esta eternidad que está más allá de toda amenaza y agresión mundanas. «Nada podrá apartarnos», no porque nosotros tengamos la fuerza para «vencer» en todo; toda la fuerza requerida para esto proviene «del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor».
HANS URS von BALTHASAR

sábado, 28 de julio de 2012

El trigo y la cizaña

Jesús compara el Reino de los cielos con un campo de trigo para darnos a entender que dentro de nosotros se ha sembrado algo pequeño y escondido, que sin embargo tieneuna fuerza vital que no puede suprimirse.

 A pesar de los obstáculos, la semilla se desarrollará y el fruto madurará.

Este fruto será bueno sólo si se cultiva el terreno de la vida según la voluntad divina.


Por eso, en la parábola de la cizaña, Jesús advierte que, después de la siembra del dueño, "mientras todos dormían", aparece "su enemigo", que siembra la cizaña. Esto significa que tenemos que estar preparados para custodiar la gracia recibida desde el día del bautismo, alimentando la fe en el Señor, que impide que el mal eche raíces. 


San Agustín, comentando esta parábola, observa que "primero muchos son cizaña y luego se convierten en grano bueno". Y agrega: "si éstos, cuando son malos, no fueran tolerados con paciencia, no lograrían el laudable cambio".  Benedicto XVI, 17 de julio de 2011.

viernes, 27 de julio de 2012

Camino para seguir a Jesús. San Agustín

Nosotros veremos al Señor cara a cara.
Ahora, dice el apóstol, mi conocer es inmaduro: vemos como en un espejo de adivinar; entonces veremos cara a cara.

San Juan nos dice también en su carta: Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Ahí tienes la gran promesa que se te ha hecho; si amas, síguele.

Le amo, me dirás, pero, ¿cuál es el camino para seguirle? ¿Me preguntas el camino que debes tomar?

Escucha al Salvador y te lo dirá de una vez: Yo soy  el camino. Y, ¿adónde lleva ese camino? Yo soy la verdad y la vida.

No se te dice: esfuérzate por buscar el camino que conduce a la verdad y la vida; no, no se te dice esto. ¡Levántate, perezoso! Es el camino en persona quien te sale al encuentro.

Te despierta de tu sueño, y, oyes su voz cuando te dice: Levántate y anda.
San Agustín

martes, 24 de julio de 2012

Descanso para mi alma

Dios mío, mi corazón es como un ancho mar siempre agitado por las tempestades: haz que encuentre en ti la paz y el descanso. 

Tú has increpado a los vientos y a la mar para que se calmaran, y a tu voz se han apaciguado; ven a poner paz en las agitaciones de mi corazón, a fin de que todo en mí sea sosiego y tranquilidad, para que pueda poseerte, a ti mi único bien, y pueda contemplarte, dulce luz de mis ojos, sin turbación ni oscuridad.

Oh Dios mío, que mi alma, libre de los pensamientos tumultuosos de este mundo, se esconda a la sombra de tus alas. Que encuentre junto a ti un lugar de refrigerio y de paz, y toda transportada de gozo pueda cantar: Ahora puedo dormir y descansar en tu paz.

Que ella descanse, te lo pido, Dios mío, que ella descanse del recuerdo de todo aquello que está debajo del cielo, despierta sólo para ti, como está escrito: Yo duermo, pero mi corazón vela

Mi alma no puede gozar de paz y seguridad, Dios mío, si no es bajo la protección de tus alas. Que ella permanezca, pues, eternamente en ti y sea abrasada con tu fuego. Que elevándose por encima de sí misma, te contemple y cante gozosamente tus alabanzas.

Que en medio de las turbaciones que me agitan, tus dones sean mi dulce consolación, hasta que venga a ti, oh tú, la verdadera paz.
San Agustín. Fuente: Magníficat

sábado, 21 de julio de 2012

Siempre María


Nos hablaron de María en el sermón de la Iglesia: Bajaste los ojos tristes. ¡Qué Madre tan grande, tan maravillosa; Madre Purísima, Santísima,  tan desperdiciada!

No has  sabido ser buen hijo; ¡qué lejos de serlo! Has vivido a tu cuenta y riesgo la dureza de la orfandad; pero Ella sigue siendo tan buena madre como siempre: por Ella has logrado grandes cosas, sin  merecerlo, sin  saberlo, incluso, y sin haberlo agradecido.

Si antes no supiste o no quisiste hacerte digno de María Santísima, ahora, ¿cuál va a ser tu comportamiento con Ella?   De ahora en adelante..., siempre dices así cuando terminas unos ejercicios, y ahora también lo dices; pero ser santo requiere agallas más duras que las de quien dice:  "Ahora sí".   Renovarse, nunca jamás, a pesar de las caídas, las crisis, las sequedades, tan duras, eso es querer la santidad.   

Estás asustado de cómo te doblan, como a junco ribereño, los vientos débiles del norte; necesitas templarte y endurecerte a todos los vientos y tempestades; tienes que pasar la prueba del persistir como si tal cosa: la prueba del hastío, del no siento, del no tengo ganas, la dura prueba de la tentación insistente, que se enrosca en la sicología como pitón.  Tres veces rogaste al  Señor que se apartara de ti; más de tres y cuatro veces has rogado que el estigma de Satanás te sea retirado, pero el estigma sigue metido en la carne.

A Pablo le dijeron: "Te basta mi gracia, porque en la debilidad se perfecciona la virtud". Y a ti te  dicen lo mismo.

P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net

jueves, 19 de julio de 2012

Las manos de Jesús

Nuestro recuerdo se va a pasar ahora sobre las manos de Jesús, unas manos capaces de transmitir confianza, de expresar afecto, de ofrecer seguridad, de dar amor ....

Manos abiertas para acariciar y bendecir a los niños , manos tendidas para socorrer a quienes se echan al borde del camino incapaces de seguir su andadura, manos sanadoras para curar los cuerpos lacerados y los espíritos maltrechos, manos trabajadoras que tiran de las redes o moldean la madera, manos que marcan el camino y estimulan a seguir adelante, manos que llevan a la plenitud.

 Unamos nuestras manos para que nuestro tacto revitalice, nuestro beso vivifique,nuestro abrazo consiga que seamos conscientes de la presencia de Cristo entre nosotros.

miércoles, 18 de julio de 2012

La mirada de Jesús por Benedicto XVI


“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mateo 11, 28-30).

 Cuando Jesús recorría las calles de Galilea anunciando el Reino de Dios, y curando a muchos enfermos, sentía compasión de la muchedumbre, porque estaban cansados y abatidos, como ovejas sin pastor (Cf. Mateo 9, 35-36).

Esa mirada de Jesús parece extenderse hasta hoy, hasta nuestro mundo. También hoy se posa sobre tanta gente oprimida por condiciones de vida difíciles, así como desprovista de válidos puntos de referencia para encontrar un sentido y una meta a la existencia. 

Multitudes extenuadas que se encuentran en los países más pobres, probadas por la indigencia; y en los países más ricos también hay muchos hombres y mujeres insatisfechos, incluso enfermos de depresión.

Pensemos, además, en los numerosos evacuados y refugiados, en cuantos emigran arriesgando su propia vida. La mirada de Cristo se posa sobre toda esta gente, es más, sobre cada uno de estos hijos del Padre que está en los cielos, y repite: “Venid a mí todos…” .

Jesús promete que dará a todos “descanso”, pero pone una condición: “Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. ¿En qué consiste este “yugo”, que en lugar de pesar aligera, y en lugar de aplastar levanta?

El “yugo” de Cristo es la ley del amor, es su mandamiento, que ha dejado a sus discípulos (cf. Juan 13, 34; 15,12). El verdadero remedio para las heridas de la humanidad --tanto materiales, como es el hambre y las injusticias, y psicológicas y morales, causadas por un falso bienestar-- es una regla de vida basada en el amor fraterno, que tiene su manantial en el amor de Dios. Por esto es necesario abandonar el camino de la arrogancia, de la violencia utilizada para procurarse posiciones cada vez de mayor poder, para asegurarse el éxito a toda costa. 
Benedicto XVI

lunes, 16 de julio de 2012

Virgen del Carmen y monte Carmelo



"El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de la fe en el Dios único y verdadero.

Inspirándose en la figura de Elías, surgió al Orden contemplativa de los «Carmelitas», familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Stein).

 Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de dedicacióna Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente la Palabra, «llegó felizmente a la santa montaña» (Oración de la colecta de la Memoria), y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor.

 A la Reina del Monte Carmelo deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las que recuerdo el monasterio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de Aosta]. Que María ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración". 
 Benedicto XVI, 15,VII,06

sábado, 14 de julio de 2012

Oración a la Virgen del Carmen




Oración a la Virgen del Carmen
Súplica para tiempos difíciles


"Tengo mil dificultades:
ayúdame.
De los enemigos del alma:
sálvame.
En mis desaciertos:
ilumíname.
En mis dudas y penas:
confórtame.
En mis enfermedades:
fortaléceme.
Cuando me desprecien:
anímame.
En las tentaciones:
defiéndeme.
En horas difíciles:
consuélame.
Con tu corazón maternal:
ámame.
Con tu inmenso poder:
protégeme.
Y en tus brazos al expirar:
recíbeme.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros.
Amén."

La verdadera oración por San Macario

Para orar no hacen falta ni gestos, ni gritos, ni silencio, ni arrodillarse.
Nuestra oración, a la vez prudente y fervorosa, debe ser una espera de Dios, hasta que Dios venga y visite nuestra alma a través de todos sus caminos de acceso a ella, todos sus senderos, todos sus sentidos. Tregua de nuestros silencios, de nuestros gemidos y de nuestros sollozos: No busquemos en la oración otra cosa que el abrazo de Dios.

En el trabajo, ¿no empleamos con esfuerzo todo nuestro cuerpo? ¿No colaboran en él todos nuestros miembros? Que nuestra alma se consagre toda entera a la oración y al amor del Señor; que no se deje dar tirones por sus pensamientos: que ponga toda su atención en Cristo. Entonces Cristo, la iluminará y le enseñará la verdadera oración, le dará la petición pura y espiritual que es según Dios, la adoración en espíritu y en verdad.

San Macario

jueves, 12 de julio de 2012

Que tome su cruz y me siga. San Agustín

A lo largo de tu vida Cristo no te pide que lleves con él toda su pesada cruz, sino una pequeña parte aceptando tus sufrimientos.
No tienes nada que temer. Por el contrario, tente por muy dichoso de haber sido juzgado digno de tener parte en los sufrimientos del Hombre-Dios.
Por parte del Señor, no se trata de un abandono ni de un castigo; por el contrario, es un testimonio de su amor, de un gran amor para contigo. Debes dar gracias al Señor y resignarte a beber el cáliz de Getsemaní.

A veces el Señor te hace sentir el peso de la cruz; este peso te parece insoportable y, sin embargo, lo llevas, porque el Señor, rico en amor y misericordia, te tiende la mano y te da la fuerza necesaria.

El Señor, ante la falta de compasión de los hombres, tiene necesidad de personas que sufran con él. Por esta razón te lleva por caminos dolorosos.

Así pues; que el Señor sea siempre bendito, porque su amor trae suavidad en medio de la amargura; él cambia los sufrimientos pasajeros de esta vida en méritos para la eternidad.
San Agustín.

Saludos de nuestra Concha



Gracias, por la página en general, las oraciones me ayudan, las fotos me hacen sentir cerca de vosotros, ahora que estoy en Santa Pola. 
Os echo de menos a todos. 
ESA SIGUE SIENDO MI CASA. 
Besos
Concha Ingelmo Lora


Hola Cocha, nos alegramos de que la página te ayude. Nosotros también te echamos de menos, siempre has sido un miembro muy activo y muy cariñoso de la parroquia. Nos gustaría que estuvieras aquí, pero la vida nos va separando.

Separando, pero sólo físicamente, tenemos la gran suerte de ser hermanos en la fe, estamos unidos espiritualmente por el amor al Padre a través de Jesús. ¡Siempre estaremos juntos, Concha!

Además, ¿has pensado por qué el Señor te ha conducido a Santa Pola?. Seguro que hay algo muy importante que puedes hacer.

Un abrazo de todos tus hermanos de Nuestra Señora de Europa, tú casa.


lunes, 9 de julio de 2012

El aguijón de San Pablo


En la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios 12, 7b -10, Pablo dice:

"Hermanos : Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea,  para que no sea soberbio"

No sabemos exactamente cuál era la espina o el agujón de Pablo, hay muchas teorías:  tartamudeo, paludismo, problemas crónicos en los ojos.....

Él lo llamaba mi debilidad, sabía que  había sido culpa de Satanás, aunque el Señor lo consentía.

"Tres veces he pedido al Señor verme libre de él"

Pablo siendo humano, deseaba librarse de él, tres veces rogó al Señor que lo quitara
 Así como el mismo Señor oró en el jardín de Getsemaní – Luc 22:39-43.  Ambos oraron tres veces.

"y me ha respondido: Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad"

Ambos no recibieron la respuesta por la que oraron. Pero ambos recibieron respuestas que fueron suficientes...Un ángel vino a fortalecer a Cristo. El Señor le dijo a Pablo: “Bástate mi gracia”. “Mi poder se perfecciona en la debilidad”

También nosotros tenemos nuestras espinas clavadas,  que nos duelen y a veces nos desaniman, entonces:
Debemos orar con insistencia – Luc 18:1-8
Debemos orar de manera seria – Mt 7:7
Debemos orar específicamente (como lo hizo Pablo).  Sin embargo Dios sabe lo que es mejor para nosotros, así que la respuesta podría no ser la que deseamos.

Dios nos responde, igual que a Pablo, “Bástate mi gracia”.“Mi poder se perfecciona en la debilidad”
El Señor podría escoger no quitarnos la debilidad... En vez de eso, podría escoger darnos la fuerza para resistir.            
Si es así, ¡regocijémonos entonces que el poder de Cristo descansa en nosotros!


sábado, 7 de julio de 2012

La humildad

Hay muchos grados de humildad. Hay quien es obediente y se reprocha a sí mismo en todas las cosas; esto es humildad.

Hay quien se arrepiente de sus pecados y se considera un miserable delante de Dios. Esto también es humildad. Pero distinta es la humildad del que ha conocido al Señor por el Espíritu Santo: su conocimiento es diferente.

Cuando el alma ve cuán suave y humilde es el Señor a través del Espíritu Santo, se humilla a sí misma hasta lo más hondo. Esta humildad es del todo particular y nadie puede describirla.

Si los hombres, a través del Espíritu Santo, pudieran saber qué Señor tenemos, cambiarían completamente: los ricos menospreciarían sus riquezas; los sabios, su ciencia; los gobernantes, su poder y su prestigio.
Todos vivirían en una profunda paz y con amor, y reinaría sobre la tierra un gozo grande.

San Silvano

viernes, 6 de julio de 2012

Desilusiones y esperanzas


Los fracasos llegan. Tarde o temprano, anunciados o por sorpresa.


Tras su llegada, queda en el corazón una sensación más o menos profunda de tristeza: perdimos un amigo, un trabajo, un afecto, un proyecto.


La vida sigue su ritmo. El cielo no detiene sus pasos. La Tierra gira, mientras los pájaros buscan la comida diaria y el Sol se pasea por el horizonte.

Un corazón siente el peso del fracaso. Sobre todo, cuando descubre su miseria, cuando toca su cobardía, cuando desentraña su egoísmo atroz.

Hay momentos en los que sentimos una pena profunda. Parece que la vida no tiene sentido. Seguimos adelante, entonces, casi por inercia, quizá sin saber ni hacia dónde ni cómo.

Cuando la pena ahoga el alma, necesitamos fuerzas y luces para mirar hacia arriba. Más allá de las desilusiones y los fracasos, existe un Dios en quien podemos anclar la propia vida. Hay Alguien que nos ama, a pesar de todo, simplemente, sin condiciones: un Padre es "más Padre" cuando el hijo está más enfermo y necesitado, cuando ha sido mordido por el veneno de la derrota.

Las desilusiones no pueden extinguir el fuego de una esperanza basada en la certeza de Cristo. Si le hemos dejado entrar en nuestras vidas, si le hemos abierto las puertas del alma, quedan siempre motivos para reemprender la lucha, para avanzar hacia metas buenas, para tender la mano humilde a quien nos pide ayuda, aunque sintamos todavía el peso de la pena por las propias faltas.

Las esperanzas dan sentido a cada vida humana. Pequeñas o grandes, como recordaba el Papa Benedicto XVI en su encíclica Spe salvi, las esperanzas son el fuego interior que guía nuestros pasos y nos lanza a conquistas nuevas. También después del mayor de los fracasos: el pecado.

Dios nos espera con superdón eterno. Nos devolverá la paz del alma y nos lanzará a seguir, llenos de esperanza, en el camino misterioso de la vida humana.
P. Fernando Pascual

lunes, 2 de julio de 2012

Dios siempre nos espera


El aire está cargado. Roces en casa o en el trabajo, problemas con un amigo, noticias desconcertantes, han llenado mi corazón de miedos, de angustia, de rabia, de desesperación.

Noto que me asfixio. El horizonte parece gris, confuso, incierto. La vida parece sin sentido, absurda, casi trágica.

De repente, un movimiento interior del alma me lleva a levantar los ojos y el corazón a un horizonte distinto, maravilloso, bueno: Dios es Padre, Cristo es Salvador, el Espíritu Santo consuela a los creyentes.

¿Tan fácil es cambiar de aires? ¿Cómo, entonces, pasé días, semanas, quizá meses, asfixiándome? ¿Por qué me dejé atrapar por un túnel de negatividad y olvidé que para el cristiano existe un horizonte de esperanza, de Pascua, de misericordia?

Es misteriosa la existencia humana. Somos capaces de morir de sed aunos pasos de la fuente. Incluso a veces llegamos a la desidia más completa cuando tenemos fuerzas en los brazos y energías escondidas con las que podríamos sembrar de bondad un rinconcito del planeta.

Dios, mientras, espera. No puede obligarnos a tener vivas en los corazones las verdades propias de la fe católica. No puede arrancar la mala hierba que dejamos crecer en nuestras almas. No nos ata a un poste de luz para que no podamos llegar a ese gesto absurdo que se llama pecado.

Dios espera, y llama. Porque somos hijos, porque somos débiles, porque somos frágiles, porque hemos pecado tantas veces. Vino, precisamente, a buscar la oveja perdida, a encontrar la moneda caprichosa, a abrazar al hijo que huele a porqueriza (cf. Lc 15).

Vino porque no puede olvidar que somos obra de sus manos, porque me amó al crear a Adán y Eva, y porque volvió a amarme en la Encarnación del Hijo. Vino,simplemente, para invitarme a un aire nuevo, a un mundo hermoso, a una Jerusalén celeste, a las fiestas, eternas, del Cordero.
P.Fernando Pascual